La sexualidad femenina entre los nahuas

En el mundo mesoamericano, los roles de genero jugaban un papel base en las relaciones sociales, existiendo una clara diferencia entre las actividades masculinas dedicadas a darle la subsistencia a la familia, mientras las mujeres se dedicaban a mantener el hogar y sobre todo su papel como procreadora, aunque debido a las relaciones de fuerzas complementarias entre lo frio y el calor o lo femenino y lo masculino hacía que la naturaleza femenina tuviese una connotación negativa. Mientras lo masculino era relacionado con lo nómada y lo agresivo, lo femenino tenía que ver con lo sedentario y la pasividad, con esto se explicaba la razón de las victorias de las incursiones chichimecas que atacaban a los pasivos toltecas y sobre todo se recomendaba mesura en la conducta de los hombres sobre sus relaciones con las mujeres, ya que si caían en los exceso corrían el riesgo de perder su masculinidad y empezase a adquirir características femeninas, surgiendo el concepto de la “vagina dentada” que acababa con las fuerzas del hombre.

Si bien hay dudas con respecto a muchos de estos conceptos que fueron plasmados en las fuentes coloniales que tenían una evidente carga cristiana, cuando los investigadores se han metido al estudio lingüístico de los conceptos nahuas tanto de la época como los modernos encuentran que hay una gran carga masculina, por lo que a pesar de la importancia religiosa sobre la complementación de contrarios la preminencia era completamente patriarcal. Existía dentro de las fuerzas que gobernaban el universo la división de las naturalezas, correspondiéndole a lo femenino su asociación con la tierra, la muerte, la oscuridad, el frio, el sexo y la humedad, como su contrario lo masculino simbolizaba el calor, la luz, la vida, la sequedad y la gloria, conformándose con ello la Pareja Primordial. Esta pareja era la que le dio la vida tanto a la Tierra como a los dioses creadores, quienes se dedicaron a crear los seres que viven en la superficie según este orden dual.

Los relatos mitológicos le daban una connotación positiva cuando se respetaba la imagen de pasividad de lo femenino, por lo que los dioses masculinos debían de llevar la batuta en la relación para que hubiese un resultado favorable, pero cuando la iniciativa la tenían las diosas se le otorgaban se le solían atribuir consecuencias nefastas al romperse con el orden cosmogónico. Tal es el caso del relato de Xiuhnel y Mimich, quienes eran parte de los mimixcoa y que habrían sobrevivido a la muerte de sus hermanos por haber caido en la embriaguez, pero no lograron esquivar a la seducción de las diosas Iztapapálotl y Coatlicue quienes se disfrazaron en venados bicéfalos que los sedujeron y fueran sacrificados por ellas. También contamos el caso histórico de Moquihuix, el ultimo tlatoani independiente de Tlatelolco, quien se dejó seducir por Chalchiuhneneztli, hermana menor de Axayácatl, de esta relación explicaban la razón de su derrota que terminaría con la autonomía de la ciudad gemela. Mientras lo masculino representaba el orden, lo femenino era el caos, no por nada los dioses creadores eran Quetzalcóatl y Tezcatlipoca quienes sometieron al monstruo femenino Tlaltecuhtli sacrificándola y dividiendo su cuerpo para formar al mundo, esto lo encontramos con el caso de la lucha entre Huitzilopochtli contra su hermana Coyolxauhqui, quien cae derrotada junto con sus hermanos y forma el cielo nocturno.  

La forma en asegurar el orden social era por medio de llevar una vida de recato donde los hombres debían de guardar distancias del “apetito insaciable” de las mujeres, por lo que una de sus herramientas para educar a la juventud era por medio de los consejos conocidos como los huehuetlatolli, donde la moderación era la clave para llevar una vida plena, pero a la vez se ponía al sexo como uno de los pocos placeres de esta. Era una exigencia para las muchachas llegar vírgenes al matrimonio, esta era la única forma en que el matrimonio resultara viable, aun así en la boda era necesario que una vez casados guardasen 4 días de abstinencia sexual y se volvía licito hasta el quinto día donde se descubría las condiciones de la esposa. El barrio tenía que conocer las condiciones de la nueva pareja, y se comunicaba durante el banquete de la tornaboda en el sexto día, si el resultado había sido el engaño, uno de los canastillos de las tortillas era horadado para que se salieran, entonces el que lo descubría tenía que arrojarlo lejos y esta era la señal de que el barrio desaprobaba el matrimonio, entonces el joven tenía el derecho de repudiar a su mujer.

El tema de la virginidad era de vital importancia para las familias, sobre todo para la nobleza quienes se esmeraban en proveerles guardias para vigilar a las hijas, las cuales tenían la obligación de guardar una actitud de recato y con la mirada baja, en el caso de romper con la etiqueta los guardias tenían el derecho de castigarla, ya sea con pellizcos que le causen moretones o pincharla con espinas que la hicieran sangrar. Esta severidad llega a tal extremo, como se relata con el caso de una princesa texcocana que recibía la visita de un muchacho con quien conversaba, que una vez descubiertos el Señor de Texcoco no le quedo de otra más que mandarla a ejecutar. Esta relación era completamente asimétrica cuando se trasladaba con los jóvenes nobles, ya que ellos tenían derecho de tomar a una muchacha del pueblo a manera de manceba, relación que podía continuar mientras no quedara embarazada, siendo este punto donde se podía casar con ella o repudiarla, que si se optaba por lo primero quedaba en segundo lugar al quedar el matrimonio con una hija noble como su pareja principal mientras la manceba quedaba en un papel secundario.

Esta relación existente entre lo masculino y lo femenino se trasladaba en el plano geopolítico, que tomando en cuenta el contexto militarista del Posclásico se amoldaba a las necesidades expansionista de los estados, de ahí que los pueblos conquistados pasaban a ser considerados de naturaleza femenina pasiva, mientras el conquistador era de naturaleza masculina agresiva. En las sociedades mesoamericanas el mundo cosmogónico tenía que tener una correspondencia con las actitudes y formas de actuar de la sociedad, por lo que era preciso reproducir estos relatos en la vida cotidiana para asegurar con ello que el mundo siguiera como tal.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía:

  • Katarzyna Szbolik. Las mujeres honestas y las ninfómanas lujuriosas entre los antiguos nahuas, revista Itinerarios no. 20.
  • Pablo Escalante Gonzalbo. La cortesía, los afectos y la sexualidad, del libro Historia de la Vida Cotidiana en México I.

Imagen: Xochiquetzal siendo profanada por un sacerdote. Códice Borgia, pag 59, cultura Mixteca-Puebla.

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