Los primeros cimientos de la civilización maya asociada con la cultura chol en el Altiplano guatemalteco terminan con la llegada de los quiches quienes irrumpen a su llegada, provocando su salida de la región para terminar asentándose en el Peten. Con los quiches como dominadores se acaba la cultura escrita la cual usaba el sistema de jeroglíficos y muchas de las estelas de los antiguos gobernantes fueron destruidas, tendencia que duraría hasta el Posclásico. A este periodo se le conoce como Aurora y dura del año 200 al 400 d.C. y se caracteriza por ser tiempos de decadencia, ya que los quiches no lograron acceder a la región de Escuintla y a la costa del Pacifico, perdiendo su calidad de estado y se vio en la necesidad de recurrir a la creciente influencia extranjera que ya hacia acto de presencia en la región.
Por los rumbos de Escuintla y Amatitlán es donde empieza a manifestarse la presencia teotihuacana, la cual de momento se desconoce si fue por medio del comercio o si ya había presencia militar, pero lo que sí se sabe es que al poco tiempo se hacen del control de Kaminaljuyú, la cual sería usada como centro principal de dominio para controlar los campos de cultivo de cacao junto con un sistema defensivo armado por las ciudades satélite de Solano y Frutal. Una respuesta la podríamos encontrar en la arquitectura, como lo demuestran las bases de las pirámides A y B donde encontramos las primeras muestras del talud-tablero, por lo que es posible una previa afluencia de visitantes del Centro México a la ciudad, quienes fueron entablando relaciones matrimoniales y así poco a poco fueron tomando los puestos políticos de la ciudad, pero tampoco se descarta la irrupción militar.
Este periodo es conocido como Esperanza y abarca del 400 al 550 d.C., con ella la fusión de la elite maya ante la influencia teotihuacana es palpable, por un lado desaparece la necesidad de hacerse retratar en lo monumentos para demostrar su genealogía, en cambio se vuelve fundamental la existencia de juegos de pelota para cada barrio correspondiente a cada clan, así como la proliferación de esculturas de estilo teotihuacana como los marcadores del juego de pelota representando serpientes espigadas, además de la completa adopción del estilo arquitectónico teotihuacano. Justamente, uno de los animales mitológicos con el que los mayas irían identificando a los teotihuacanos es a la serpiente, la cual hace presencia en tocados que irían portando los mandatarios en sus numerosas representaciones o la parafernalia militar que incluía el escudo cuadrado, el lanzadardos o atlátl o la trompa de la “mariposa de guerra”, indicando el prestigio que implicaba el asociarse con la lejana metrópoli.
Si bien en el Centro de México no contamos con una representación jeroglífica del nombre de Teotihuacan, en la zona maya si encontramos la asociación con un concepto muy familiar y sobre todo muy común en la cosmogonía mesoamericana, “Tollan”, teniendo su equivalente maya en la palabra “puh” que quiere decir “racimo de cañas”. Una muestra de la importancia que pudo tener Teotihuacan u otras metrópolis del Centro de México lo tenemos en el argumento legitimador de las dinastías mayas donde aseguraban proceder de linaje “mexicano”, indicando que sus ancestros provenían de esta mítica o real “Tollan”. Muestra de esto lo tenemos tanto en la misma Kaminaljuyú, la cual estaba cerca del abandono y con su llegada tuvo una nueva etapa de esplendor, y sobre todo se haría palpable en el surgimiento de dos ciudades cuya importancia en el mundo maya es fundamental, Tikal y Copan.
Desde el año 300 d.C. se tienen evidencias de la proliferación de elementos teotihuacanos en la ciudad de Tikal, pero uno de los vestigios más importantes es una vasija que relata la entrada en el año 378 de un personaje de nombre Siyak K’ak en la ciudad de El Perú junto a una comitiva militar, coincidente también con la muerte del gobernante de Tikal “Gran Garra de Jaguar” y se sabe que el representante teotihuacano impuso un nuevo gobernante de nombre “Yax Nuun Ayiin” o “Cocodrilo verde” y también interviene en las ciudades de Uaxactún, Bejucal y Rio Azul. Con el caso de Copan tenemos la referencia directa de su fundación por parte de un personaje teotihuacano, en el Altar Q se señala a Yax K’uk Mo’ quien llega en el año 426 y siempre portando vestimentas y ajuares propios del dios Tlaloc, quien había llegado con el apoyo a la ciudad de Quiriguá. Se ha contado con la suerte de encontrar la tumba del mismo Yax K’uk Mo’ en el Templo 16, de clara influencia teotihuacana y decorada con pintura mural, pero lo más importante son los restos encontrados en ella que gracias a los avances de la investigación osteológica nos indica que este personaje no se crio en la región, sino que procede del Centro de México.
Posterior al año 600 se da la decadencia y abandono de la propia metrópoli, con ella va desapareciendo su presencia política en la zona maya como lo refleja la decadencia de Kaminaljuyú la cual fue completamente abandonada para el año 800 para dar lugar a los cacicazgos quiches del altiplano, pero su legado político pervivió tanto en las ciudades del Peten en el Clásico Terminal y Epiclásico para pasar posteriormente a las dinastías de la península de Yucatán del Posclásico, igualmente los quiches reivindicaran el origen de sus señores en el mítico “lugar de los cañaverales”.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.
Federico Flores Pérez.
Bibliografía: Los mayas. Una civilización milenaria:
- Federico Fahsen. De los cacicazgos a los estados en las Tierras Altas de Guatemala.
- Simón Martin. La gran potencia occidental: Los mayas y Teotihuacan.
Imagen:
- Izquerda: Tatiana Proskouriakoff. Reconstrucción de a acrópolis de Kaminaljuyú, Guatemala, 1966
- Derecha: Arturo Resendiz. Glifo «puh» asociado con Teotihuacan en la zona maya.
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