El surgimiento de los incas.

Una de las problemáticas que presenta la historiografía andina prehispánica es la aparente falta de fuentes directas que nos narren cómo percibían su entorno y sus relatos. Gran parte de la información proviene de las fuentes españolas, elaboradas décadas después de la conquista, tanto por religiosos como por distinguidos miembros de la sociedad mestiza, como Inca Garcilaso de la Vega.

Aun así, los pueblos andinos tenían formas de transmitir sus historias. Una de ellas era la tradición oral, de la cual persistieron numerosos relatos locales. Además, hay constancia por parte de los cronistas sobre la existencia de tapices bordados que eran mandados a hacer por los gobernantes y nobles. También están los enigmáticos quipus, consistentes en sartas de cordeles con una serie de nudos cuyos patrones de momento no han podido ser interpretados.

Otra problemática de la historiografía andina consiste en una aparente contradicción de los relatos. Estos obedecían a una mentalidad diferente con respecto al pensamiento occidental, por lo que es común encontrar hechos ocultados por las autoridades locales o con una secuencia cronológica dudosa. Además, es necesario tener cuidado con respecto a la visión europea, cuyos relatos no tenían ninguna metodología y beneficiaban sus intereses.

Como hemos revisado anteriormente, la sierra durante el periodo Intermedio Tardío vivió un periodo de decadencia como consecuencia de los cambios climáticos que propiciaron la caída del binomio Wari-Tiwanaku. Las sociedades quedaron divididas en pequeños curacazgos como los Huancas, Asto y los reinos altiplánicos, así como en aldeas con una organización muy básica, como en el caso de los Killke que habitaban en Cuzco.

Es en este contexto donde empiezan los relatos de origen incaico, de los cuales hay dos versiones principales. Uno de ellos narra la historia de la pareja de Manco Cápac y Mama Ocllo, quienes supuestamente surgieron del lago Titicaca y organizaron a sus partidarios para migrar hacia Cuzco por mandato de Inti. La otra versión nos habla de los hermanos Ayar, consistente en cuatro hermanos y cuatro hermanas (incluyendo a Manco Cápac y Mama Ocllo), que salieron del cerro Tamputoco y emprendieron un viaje mitificado hasta llegar a la tierra prometida, identificada mediante una vara que se hundía en la tierra.

Originalmente, Cuzco recibía el nombre de Acamama y se situaba en un terreno entre dos ríos. La aldea estaba dividida en cuatro barrios: Quinti Cancha, Chumbi Cancha, Sairi Cancha y Yarambuy Cancha, los cuales estaban habitados por tres etnias: los Sauasiray, los Antasayacs y los Guallas. Todo indica que estos grupos estaban asociados tanto con los quechuas como con los aymara, siguiendo un orden cuatripartito basado en el criterio de los opuestos complementarios.

Dentro del valle, los incas tuvieron que disputar el poder con los Ayarmacas, quienes fueron gobernados por dos reyes anteriores a la aparición del incanato: Tocay Capac y Pinahua Capac. Los Ayarmacas habitaban un territorio que abarcaba desde Vilcanota hasta Angaraes, distribuidos entre 8 y 10 aldeas. Aunque fueron vencidos y su importancia disminuyó, su identidad se preservó hasta el siglo XX.

Todo indica que el nombre Ayarmaca hace alusión al modo de vida de este pueblo serrano. Ayar era una variedad de quinua actualmente extinta (de la cual «manco» pudo ser un sinónimo), y maca es una raíz comestible proveniente de la puna. Esto sugiere que los Ayarmacas eran un pueblo autóctono del valle.

Además de Acamama, los Ayarmacas tenían como principales asentamientos Tambo Cunga y Amaro Cancha en los alrededores de Pucuyra. También contaban con una fortaleza en la comarca de Chinchero conocida como Andinchayoc. Los Ayarmacas eran la principal fuerza dominante en Acamama a quienes las huestes de Manco Cápac tuvieron que enfrentar. Al ser derrotados, los incas aseguraron su lugar en el valle.

A pesar de la derrota propinada por los incas, los Ayarmacas mantuvieron su importancia dentro de la estructura social y religiosa de Cuzco. Les correspondía una de las divisiones radiales territoriales llamadas ceque, lo que les permitía ostentar una posición dentro del naciente imperio y mantener su autonomía como pueblo integrado en el engranaje del poder.

Según los relatos de la historia incaica, los Ayarmacas fueron duros rivales en su intento por apoderarse del control de Cuzco. Sostuvieron un largo periodo de batallas sin lograr una victoria definitiva para ninguno de los bandos. La tradición oral mantuvo vigentes en la memoria colectiva los relatos de estas batallas y derrotas entre ambos grupos.

La animadversión entre incas y Ayarmacas se fue aminorando al entablar intercambios de mujeres, quienes se fueron integrando a sus comunidades. Sin embargo, esto no terminó con la lucha. Esta culminó con la batalla de Guaman Cancha, donde los incas derrotaron a su gobernante Tocay Capac y sometieron definitivamente a los Ayarmacas. Como medida adicional, sus comunidades fueron divididas en tres para evitar futuras rebeliones, y en la época colonial serían conocidas como Pucyura, Chinchero y San Sebastián.

Dentro del contexto arqueológico, los investigadores han encontrado referencias materiales que corresponden con la llegada de los incas. Se observa el final de la elaboración de la burda cerámica Killke y el inicio de la manufactura de una cerámica más fina, la cual guarda relación con las tradiciones de Ayacucho, Nazca y Tiwanaku. Esto sostiene la idea de una migración y no de un desarrollo local.

La entrada de los incas tenía una profunda connotación religiosa, lo cual se refleja en los relatos simbólicos. En la leyenda de los hermanos Ayar, estos fueron dejados a lo largo del camino para erigir nuevos curacazgos o encerrados en cuevas, como Ayar Cachi. En el caso de Manco Cápac, se mencionan sus relaciones incestuosas con Mama Ocllo y su segunda esposa, Mama Huaco, quien poseía cualidades tanto femeninas como masculinas y es recordada como una importante figura militar.

Gracias a estas iniciativas, los incas lograron hacerse un lugar dentro de Acamama. Con el tiempo, escalaron posiciones de poder dentro de la aldea y comenzaron sus planes para expandirse tanto en el valle de Cuzco como en el resto de los Andes.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: María Rostworowski. Historia de Tahuantinsuyo.      

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Imagen: 

  • Izquierda: S/D. Retrato de Manco Capac.
  • Derecha: Anónimo. Retrato de Mama Ocllo, ca 1800.

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