La insurgencia potosina en los últimos años de la guerra.

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Desde 1811, con la captura de José Mariano Jiménez junto con el resto de la comitiva de Miguel Hidalgo, la insurgencia del noreste atravesó un periodo caracterizado por la fragmentación de la lucha en diferentes frentes: el texano, el tamaulipeco y el potosino. Estos frentes fueron combatidos por los militares realistas Félix María Calleja y Joaquín Arredondo, siendo uno de los escenarios más sangrientos debido a los esfuerzos realistas por acabar con las gavillas. 

Este periodo alcanzó su punto culminante durante 1814 y 1815 como consecuencia de la captura de José María Morelos, donde tanto la Huasteca como la Sierra Gorda fueron asoladas por una campaña de guerra total, en la cual los realistas se encargaron de perseguir y ejecutar a los insurgentes que cayeron en sus manos, llegando incluso a fusilar a cerca de 400 prisioneros. Con una insurgencia sometida y en continuo retroceso hacia el sur, la intendencia de San Luis Potosí estaba logrando ser pacificada gracias a la iniciativa del virrey Calleja con éxito. Sin embargo, con los ánimos rebeldes aún vivos, estos servirían de combustible para la llegada de un rebelde inesperado proveniente del otro lado del océano.

La restauración de la monarquía en manos de Fernando VII resultó ser una decepción al ver cómo acabaría con el gobierno liberal construido por el constituyente de Cádiz. Por lo tanto, muchos guerrilleros que lucharon contra la invasión francesa pasaron a enfrentarse al gobierno absolutista, como el caso de Xavier Mina, quien influenciado por el padre Servando Teresa de Mier fue convencido de combatir a Fernando VII desde la Nueva España.

Es así como comenzaron a organizarse desde Londres en 1816, apoyados por algunos políticos ingleses, para formar una expedición con soldados españoles, ingleses e italianos, desde donde partirían a Estados Unidos con la esperanza de reclutar más voluntarios y de conseguir tanto financiamiento como armas, pero continuamente fueron engañados y muchos de estos apoyos quedaron en promesas.

Fue así como llegaron a Soto la Marina en abril de 1817, estableciendo un fuerte y empezando a hacer propaganda con la imprenta que llevaron para impulsar a los novohispanos a unirse a su lucha. Lograron el apoyo de los habitantes de Croix y de Soto la Marina, dejando a Teresa de Mier en el fuerte mientras el resto de la expedición partía al interior, siendo atacados y derrotados por Arredondo dos semanas después.

A pesar de esta pérdida, Mina prosiguió su camino a través de la sierra tamaulipeca llegando a territorio potosino. En todo este tramo, fue reclutando voluntarios que se incorporaron a su comitiva, lo que les permitió llegar hasta Lagos con el fin de unirse a las fuerzas del caudillo Pedro Moreno.

Para ese entonces, los trabajos tanto de Calleja como de Arredondo dentro de la sociedad civil habían logrado inclinar la balanza a su favor por parte de las comunidades. Muchos rebeldes se habían levantado en armas debido a la posesión de la tierra como consecuencia de la secularización de las tierras comunales. Sin embargo, la falta de un liderazgo como el de Hidalgo hizo que estos movimientos pudieran ser sofocados por los realistas.

Ayudaría a esta tarea el reglamento de Calleja, donde fusiona las fuerzas civiles con las militares para combatir a la insurgencia. Con ello, las comunidades se hicieron responsables de su propia defensa y ayudó a arraigar los vínculos del ejército realista con el pueblo. Esta estrategia tendría sus frutos con la derrota de la expedición de Mina ya durante la administración del virrey Juan Ruiz de Apodaca.

Antes del estallido de la guerra, la intendencia potosina tuvo problemas para lograr su representatividad en el constituyente de Cádiz. Se eligió tanto al canónigo de Monterrey, Juan José de la Garza, como al terrateniente potosino Florencio Barragán. Sin embargo, el primero ni siquiera partió rumbo a España y el segundo murió antes de embarcarse. Por lo tanto, su única voz la tuvo en el representante de las Provincias Internas de Oriente, el cura Miguel Ramos Arizpe.

Como resultado de los trabajos legislativos, se autorizó el establecimiento de diputaciones provinciales independientes, siendo una de ellas la de San Luis Potosí, que permitiría a sus habitantes participar en la vida política instituyendo 33 ayuntamientos, aunque no lograron establecerse. Esto se debió a la campaña de Calleja que suspendió la ejecución de los mandatos liberales como consecuencia de la restauración absolutista de 1814.

Fue hasta 1820, con la entrada del Trienio Liberal, cuando se reinició el proceso de democratización de la sociedad. Se instaló hasta noviembre la diputación potosina, la cual también correspondía a la representación de Guanajuato. Sin embargo, hubo problemas al momento de implementarlo, como pasó con la representación de las Provincias Internas, que fue abolida por su comandante, el general Arredondo.

Por la diputación potosina, fue elegido el general realista Matias Martin de Aguirre, tocándole recibir a la propuesta autonomista de Iturbide en su estancia en Veracruz a principios de 1821, siendo responsable de exponer los problemas fronterizos con EU que trajo la implementación del Tratado Adams-Onis de 1819 y la conservación de las misiones indígenas. Asi finaliza la participación potosina dentro de la monarquia hispánica al sucitarse al poco tiempo la implementación del movimiento Trigarante de Iturbide, donde San Luis Potosi fue reducida al dividirse en varias provincias que conformaron el noreste mexicano en la primera mitad del siglo.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: María Isabel Monroy Castillo. La independencia en la intendencia de San Luis Potosí, del libro La Independencia en las provincias de México.

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Imagen:

– Izquierda: Obra de Gomez. Francisco Xavier Mina, 1888. Fuente: https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/xavier-mina-en-londres-nido-de-conspiradores-y-patriotas-americanos-1815-1816

– Derecha: S/D. Mapa de las intendencias, incluyendo la de San Luis Potosi. Fuente: https://www.facebook.com/YoAmoSanLuisMx/photos/a.1260251077371284/3032149406848100/?type=3

La disputa anglo-estadounidense por Canadá a mediados del siglo XIX

El expansionismo estadounidense estuvo motivado por su visión providencialista que les aseguraba que Dios les había otorgado toda América para que fuese su territorio, desterrando a los “tiránicos” ingleses y “guiando” a los mexicanos para que destierren las supersticiones y excesos que les había inculcado el catolicismo. Este espíritu tendría a su favor el panorama internacional que fue muy benévolo a sus aspiraciones, primero al recibir la ayuda franco-española que acabo debilitando a las tropas británicas, le siguió el desinterés de los Borbones que no supieron darle uso útil a la Luisiana y la Florida provocando que la primera fuese devuelta a la Francia napoleónica que al ver frustrado su imperio americano la malbarata a los estadounidenses, mientras la segunda fue vendida por los problemas financieros que atravesaba España y serviría para consolidar los límites entre los territorios de ambas naciones.

Pero aun si los ingleses representarían una amenaza que no podían enfrentar solos y que estaban pendientes de reconquistar a las colonias rebeldes, sobre todo al mantener una posición de ataque tan ventajosa como lo eran tanto las islas del Caribe y sobre todo la colonia de Canadá. El primer intento se dio durante la misma guerra de independencia cuando el Congreso Continental manda tropas a expulsarlos de Quebec en 1775 aprovechando la animadversión que tenían los francocanadienses hacia los ingleses, pero estos logran defender sus posesiones y les infringieron una dura derrota. Posteriormente en 1812 aprovechando las guerras napoleónicas harían que los estadounidenses volvieran a intentar invadir Quebec, pero no solo fueron repelidos, sino que los ingleses y sus aliados indígenas estuvieron cerca de acabar con el joven país, pero de nuevo la suerte les sonrió ya que las guerras napoleónicas impidieron que mandaran a las tropas británicas a terminar la tarea, por lo que prefirieron cesar las acciones de guerra.

A pesar de estas duras derrotas, a los estadounidenses no se les quitaría la idea de lograr su expansión hasta el Ártico, sobre todo que el vecino del norte sería más atractivo que el sur por la afinidad racial al ser de origen anglosajón, preferible que tratar de integrar a pueblos de diferentes orígenes étnicos como los mexicanos, aunque para ese momento la población francesa era mayor había recibido recientemente un flujo importante de migrantes ingleses y leales de las Trece Colonias. Llega 1844 y los informes del senador de Illinois Sidney Breese aseguraba que los canadienses eran favorables a los ideales republicanos, afirmación verdadera ya que tanto canadienses anglófonos como francófonos iban quejándose por la falta de autonomía política que tenían y el hecho de que todas las decisiones fuesen tomadas desde Londres, pero todavía las principales tropas milicianas canadienses seguían dando su apoyo al gobierno británico.

Este es el contexto en que llegamos a 1845 cuando accede a la presidencia un sujeto que estaba dispuesto a cumplir los designios del Destino Manifiesto, James K. Polk, quien además de abrazar fervientemente la anexión de Texas, reivindicaría el desacuerdo por el Tratado de Webster-Ashburton de 1843 donde se establece la línea fronteriza en Maine, quedando cortos porque reclamaban también el vecino New Brunswick y que consideraron un despojo. La retórica antibritánica incluso llega a sostener que los ingleses buscaban apoderarse tanto de Texas como de California y el Caribe, con lo que se justificaba la invasión de estos territorios para “proteger” a América del sometimiento europeo. Pero uno de sus puntos de conflicto seria la costa oeste, ya que en el Tratado Adams-Onís de 1819 sobre la venta de la Florida España renuncia a reclamar los territorios entre los paralelos 49 y 54o 40´, logrando para 1824 que Rusia reconociese este último limite como la frontera de sus dominios en Alaska, representando un problema cuando al año siguiente Inglaterra fija la frontera canadiense con Rusia.

Debido a que con la expedición de Lewis y Clark que llegan al territorio de Oregón en 1806, pero los británicos logran mandar al mismo tiempo al explorador David Thompson para también reclamar la posesión de esas tierras, lo que lleva en 1818 a firmar un acuerdo de condominio en el que los ciudadanos de ambos países tenían los mismos derechos de habitar y explotar esos territorios. Lo cierto es que ninguno de ambos países ni establecería un sistema de gobierno para administrarlo ni lo veían como un lugar para aprovecharlo económicamente, lo que hizo que ni siquiera fuese considerado un territorio en disputa sino se consideraría un comodín diplomático que podría ser usado cuando las circunstancias lo ameritaran. Esto no impidió a contener las ambiciones estadounidenses e hizo que su gobierno incentivara la migración hacia el valle del rio Willamette en Oregón, lo que podría amenazar a la posición de los colonos canadienses que se localizaban en el noroeste, por lo que este impulso servía a forzar a los británicos a llegar a un acuerdo definitivo.

Desde el mismo Senado se promueve la ocupación de los territorios de la costa noroeste, como lo fue la propuesta aprobada en 1838 por parte de Lewis F. Linn de que los establecimientos sobre las riberas del rio Columbia constituyesen el “Territorio de Oregón”, derivando en la propuesta de  inversión para la creación de un fuerte sobre el rio y el establecimiento de un puerto en el Pacifico, incluso se llega a proponer la financiación de una línea de fortificaciones desde el rio Arkansas y Missouri hasta el Columbia, así como el otorgamiento gratuito de parcelas para los colonos quien quisieran habitar estos territorios, pero estas últimas propuestas serian rechazadas por la Cámara de Representantes, tocando a otras instancias gubernamentales liquidar esa disputa en tiempos en que Estados Unidos parecía lograr los “designios otorgados por Dios”.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Lawrence Douglas Taylor Hansen. El intento estadunidense de apoderarse de Canadá durante la administración del presidente Polk, 1845-1849, de la revista Secuencia no. 33.

Imagen: Mapa del territorio en disputa de Columbia-Oregon. Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/Oregon_Country