El ejercito novohispano.

El siglo XVIII represento un cambio en la forma en que se manejaba la geopolítica, los errores cometidos por los españoles en Europa hicieron que se fuese debilitando su papel como potencia y provoco el cambio dinástico de los Habsburgo a los Borbón. A pesar de que llegaron con un nuevo enfoque sobre como gobernar al imperio, no lograron impedir que países como Francia e Inglaterra entraran de lleno en la carrera para disputarle el poder de los mares para iniciar sus propios imperios coloniales, quienes fueron aprovechando los vacíos que fueron dejando en América para convertirlos en colonias que les aportaban buenos dividendos que los ayudaron a crecer sus ansias imperialistas. En la Nueva España no había sido necesaria la presencia de un ejército, ya que la relación de poder entre el poder virreinal con los pueblos indígenas era relativamente buena y no constituían una amenaza para los españoles, que en caso de que hubiese rebeliones o expediciones de conquista bastaba con la convocatoria de milicias civiles para solventar la necesidad de una fuerza de coerción.

Fue este contexto de inestabilidad externa lo que llevo a la monarquía hispánica a empezar a formar ejércitos en los reinos indianos, sobre todo en la Nueva España la cual era la joya de la corona al tener las principales minas de plata que alimentaban al imperio y podría resultar una presa apetecible para los enemigos de España. El hecho detonante sin duda fue la Guerra de los Siete Años cuando hizo una coalición con los franceses para luchar contra los ingleses, prusianos y portugueses en numerosos frentes por todo el mundo, siendo los ingleses los que propinarían una serie de golpes en los frentes coloniales como la derrota de los franceses en Canadá y la India, pero con los españoles fue realmente una afrenta la toma de La Habana y Manila a lo largo de 1762, terminando por acabar con las resistencias existentes en los funcionarios peninsulares sobre su negativa de armar los reinos de Indias por el temor a una rebelión.

El fuerte centralismo de la administración borbona hizo que echasen en mano de los ejércitos peninsulares para la conformación de los cuerpos americanos, quedando asignado para el caso novohispano al capitán general de Andalucía Juan de Villalba y Angulo quien quedaba con el cargo de inspector general del ejército de la Nueva España en el año de 1764. Con él llega un contingente permanente de tropas españolas para servir de apoyo de la formación del ejercito local, también entrando en las labores de defensa del reino y también como órgano represor de las nacientes manifestaciones en contra de las medidas absolutistas. A pesar de que el ejército del rey Carlos III se consideraban como uno de los más modernos de Europa, al iniciar la conformación de este hacia 1766 se tuvo que amoldar a las divisiones sociales existentes en el virreinato, siendo los novohispanos los que conformaban el grueso de la tropa mientras los españoles se dedicaban a dirigirlos, constituyendo dos cuerpos divididos entre mar y tierra.

Los grupos que tuvieron mayores beneficios con la constitución del ejercito novohispano fueron sin duda los mulatos, quienes tuvieron una manera de obtener mejores condiciones de vida tanto para ellos como a los demás grupos de castas como los pardos y mestizos. Su conformación fue un completo reflejo de las divisiones clasistas que había en la sociedad, ya que la población blanca constituida por peninsulares y criollos quedaban en una mejor posición, los mestizos como sus subordinados y un completo rechazo a que los indígenas se integrasen a los esfuerzos de defensa al impedirles que portasen armas de fuego. También llevo al replanteamiento del sistema de defensas del reino con la construcción de nuevas fortificaciones a lo largo de la costa novohispana o la rehabilitación de las viejas, así como la creación de una nueva línea tierra adentro para proteger el camino de Veracruz a la Ciudad de México, creando puntos fortificados por el paso de Veracruz y el fuerte de Perote.

Si bien el ejercito novohispano no enfrentaría a ninguna de las amenazas externas que se avizoraban, si logra por lo menos consolidar el septentrión novohispano con la formación de los cuerpos de dragones de cuera que combatirían con éxito a las beligerantes tribus nómadas del norte y le otorgaría cierta solidez a los pueblos fronterizos a los que proveyó de fuerzas de defensa. Pero la iniciativa de la creación de los ejércitos de Indias si serviría para contener al imperialismo ingles que buscaba quitarle su lugar en América, así ocurrió con la fallida invasión del Rio de la Plata a inicios del siglo XIX donde las fuerzas virreinales y los voluntarios civiles lograron echar a las tropas inglesas acantonadas en Buenos Aires y Montevideo, o su participación en la Guerra de Independencia de Estados Unidos donde debilitan a las fuerzas británicas desde sus territorios fronterizos de la Luisiana y Florida. Aunque también los temores que habían impedido la conformación de los ejércitos americanos resultaron ser ciertos, ya que desde estas milicias saldrían los principales caudillos que encabezaron las guerras de independencia como Simón Bolívar, Francisco de Miranda, José de San Martin, Ignacio Allende y Agustín de Iturbide, que sumado a las luchas sociales el desmarque de los gobiernos virreinales también fue motivada por la situación de desigualdad que también permeo a una milicia que por nacer en el lugar equivocado y sin importar sus méritos les tocaría ser subordinados de la metrópoli.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Jairo E. Jiménez Sotero. En defensa del virreinato. El ejército de la Nueva España del siglo XVIII, revista Relatos e Historias en México no. 78.

Imagen: Anónimo. Dragones del Regimiento de México, 1763-1833.

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