Editorial: Rusia y la reactivación del problema en el noreste.

La retorica rusa nos ha hablado de la necesidad de la “operación especial” en Ucrania excusando el peligro que representaba su entrada en la OTAN para su seguridad, así como el acoso a la población rusófona de la parte este del país, pero tal parece que en lugar de alejar a la alianza de sus fronteras va a provocar un mayor acercamiento a ellas. Ya habían recibido dos duros golpes, el primero en 1999 con la integración de sus antiguos socios como Polonia, Hungría y Republica Checa, pero en 2004 fue una de las expansiones más dolorosas con la adhesión de más países del antiguo bloque soviético como Rumania, Bulgaria, Eslovaquia y Eslovenia, pero sobre todo por el rompimiento definitivo que significó la entrada de Lituania, Letonia y Estonia. Ahora con la invasión de Ucrania ha incentivado la entrada de dos naciones vitales para su seguridad y que tenia tiempo de mantener una relación de tensa neutralidad, Finlandia y Suecia, con lo que tendrían bloqueada la entrada al Mar del Norte.

El Mar del Norte siempre ha sido muy anhelado de controlar debido a sus valiosos recursos pesqueros y mineros que podían ser explotados, pero la rudeza de su clima helado había impedido la entrada de la gran potencia de la antigüedad como lo era Roma, por lo que esos territorios permanecieron ajenos al contexto europeo y manteniendo un sistema de organización tribal entre los pueblos germánicos, bálticos, eslavos y finlandeses. Pero la entrada de las invasiones bárbaras procedentes de Asia como los hunos en el siglo IV hizo que diferentes tribus germánicas fuesen desplazados de sus territorios y se viesen obligados a entrar en los territorios romanos, iniciando una crisis constante donde se vieron obligados a integrarlos al imperio, pero esto no freno su continua entrada a saquear las ciudades provocando el declive Roma.

La relación entre los pueblos nórdicos y los eslavos han resultado fundamentales para el nacimiento de Rusia como nación, no hay que olvidar las continuas incursiones vikingas que se internaban con sus embarcaciones en los ríos para atacar las aldeas eslavas para esclavizarlos y venderlos, aunque también hay que mencionar sus sistemas de creencias que se puede decir son equivalencias al encontrar prácticamente los mismos dioses con los mismos atributos, pero con nombres diferentes. El mejoramiento de las condiciones climáticas hicieron que en el siglo IX se dieran las condiciones para la expansión de las expediciones vikingas sobre Europa Occidental, sin dejar de lado a los territorios eslavos al ser los enlaces para acceder a los reinos orientales como Bizancio o los estados musulmanes, que como sabemos incentivo al establecimiento del principado de Kiev para con ello mantener la entrada libre hacia el oriente, lo que llevo al poco tiempo a la conversión de los ruríkidas nórdicos al cristianismo ortodoxo.

Uno de los motores de la europeización del Mar del Norte fue la entrada del cristianismo, la cual fue dificultada por la fuerza de las tradiciones paganas en los reinos vikingos, por lo que la evangelización en el catolicismo se trato de un hecho lento que duraría entre los siglos IX hasta el XI. Pero la cristianización de los estados nórdicos no fue suficiente para alejar a otros países del contexto del Mar del Norte, ya que en el siglo XIII y en el contexto de las cruzadas nace la Orden Teutónica, la cual tuvo como primera misión contribuir al proceso de conquista de Tierra Santa, pero su misión como evangelizadores como disfraz de sus ansias expansionistas vieron como su siguiente objetivo los pueblos paganos del Báltico, por lo que aprovecharon el enclave de Prusia Oriental para iniciar una serie de conquistas para someter la región de Livonia y establecen el Estado de la Orden Teutónica con el aval del Papa para legitimar sus conquistas. Esto hizo que los paganos bálticos se viesen forzados a organizarse para defenderse tanto de la amenaza de la Orden Teutónica como del expansionismo del Rus de Kiev y conforman el Gran Ducado de Lituania, quien sirvió como freno para ambos estados e incluso también se convierten en barrera para las incursiones mongolas, lo que termino por afianzar su cristianización hasta finales del siglo XIV y la llevaría a asociarse con Polonia.

Por su lado, Finlandia permanecía apartado del mundo desde un inicio debido a lo inhóspito de su entorno, hay dudas sobre el origen del finés considerándose como una etnia aislada, las dificultades de su clima hicieron que su desarrollo fuese más tardío (mientras la Edad de Bronce en el resto de Europa inicia hacia el 3,000 a.C. en Finlandia se hizo hasta el 1,500 a.C.), esto hizo que buena parte de su integración se haya hecho por medio de los contactos comerciales. Como eran pueblos dedicados al pastoreo de renos y al comercio no hubo un desarrollo político complejo (salvo la existencia de referencias del mítico reino de Kvenland), por lo que desde 1150 fue sometido el territorio por el rey sueco Eric el Santo bajo la legitimidad de la cruzada contra el paganismo, convirtiéndose así en un territorio tributario a Suecia quien se encargaría de su evangelización y la convierte en un territorio fronterizo para hacer frente a su principal rival regional, Rusia.

Al producirse la caída del Rus de Kiev a raíz de las invasiones mongolas provocarían que la nobleza ruríkida se refugiase en los principados de Novgorod y Moscú, los cuales también habían sido atacados por los mongoles, pero habían preservado sus estructuras políticas, convirtiéndose en sus tributarios. A partir de la llegada de Aleksander Nevski es cuando inicia el proceso de conformación del estado ruso y empieza con su disputa por controlar Finlandia sometiendo la región de Carelia y expulsando a los suecos de la orilla del rio Nevá, así como expulsa a la Orden Teutónica en la batalla del lago Peipus y frenando su avance hacia el este, mientras seguía manteniendo buenas relaciones con los mongoles quienes lo ayudan a conseguir el titulo de Gran Príncipe de Kiev y Príncipe de Vladimir. Con el tiempo, Rusia logra zafarse de su condición de subordinado de los mongoles y mantiene el pulso por su sobrevivencia luchando contra sus vecinos: los suecos atacando desde Finlandia, la Orden Teutónica que mantenía bajo su control la salida hacia el Báltico y Lituania cuya asociación con Polonia la hacía muy peligrosa, aunque a su vez todos ellos se iban peleando entre sí para disputar sus territorios aledaños.

Con el siglo XVI se da un cambio de giro en la Europa Oriental, tanto Suecia como la Orden Teutónica renuncian a la iglesia católica para adoptar el luteranismo, permitiéndose así crear iglesias estatales para tener un mayor control de sus territorios (la Orden fue abolida y se conforma el Ducado y posteriormente el reino de Prusia). Los resultados se dieron en el siglo siguiente con la participación sueca en la Guerra de Treinta Años contra el Sacro Imperio Romano Germánico, llevándola a conquistar algunos territorios alemanes y polacos, incentivando su expansión sobre Polonia y el Báltico sin lograr concretar parte de ellas, ya que muchas de sus expansiones fueron revertidas al poco tiempo. El último pulso de Suecia fue durante la Gran Guerra del Norte a inicios del siglo XVIII durante el reinado de Carlos XII, quien movilizo una gran maquinaria de guerra donde por 18 años lanza ataques contra Prusia, Rusia, Dinamarca el Imperio Otomano, Polonia y Noruega para convertir a su país en la principal potencia de Europa Oriental, pero con su muerte Suecia ya no pudo sostener sus conquistas.

Uno de los ganadores fue la Rusia gobernada por Pedro el Grande, quien en un inicio le infligieron una dura derrota en la batalla del rio Narva en 1700, logra la revancha en Poltava, Ucrania, 9 años mas tarde, por lo que con ello gana el derecho a ocupar la costa del Báltico culminando con la fundación de San Petersburgo como la nueva capital y sede de la marina rusa. Con ello se inicia la llamada Guerra de Finlandia donde Rusia intenta arrebatarle a Suecia este territorio, iniciándose un periodo donde los rusos saquean el territorio finlandés y les quitan las provincias de Ingria y Carelia. La frontera sueco-rusa no quedaría fijada y a lo largo del siglo se alternarían algunos territorios, pero a finales del siglo dio pie a una conspiración por parte de militares suecos por los resultados de las guerras, por lo que tuvieron la intención de independizar Finlandia para ponerla bajo la protección de Rusia, si bien no lograría su objetivo al poco tiempo en 1809 el contexto internacional los vuelven a llevar al campo de batalla, teniendo como resultado la derrota sueca y finalizando con la independencia del Gran Ducado de Finlandia.

Rusia queda como beneficiada al quedar como la protectora de Finlandia, por lo que en un periodo de poco mas de un siglo el zar ostentaría el titulo de Gran Duque, obteniendo el compromiso de respetar su autonomía como sus usos y costumbres, por lo que a lo largo del siglo XIX habría una relación que alternaba entre el respeto a su condición y la represión zarista con intentos de rusificación, pero sin duda durante ese periodo fue cuando madura la concepción nacionalista de los finlandeses. Ya en el siglo XX empieza con un periodo donde se intensifica el proceso de represión cultural a lo finlandés, lo que tendría como consecuencia con el colapso del imperio ruso a que el Parlamento declarase la independencia en 1917, iniciando un periodo de guerra civil para decidir la forma de gobierno del nuevo país donde se enfrentan los conservadores apoyados por Alemania y favorables a la instauración de una monarquía y del otro estaban los socialistas apoyados por la naciente Unión Soviética, teniendo como consecuencia una gran mortandad en la población civil y la destrucción de la economía, culminando con la victoria conservadora, pero la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial dio pie a que no se consolidara la monarquía y decidieran hacer un compromiso entre ambas facciones donde deciden instaurar una república parlamentaria.

Los países bálticos atravesaron un proceso similar, en el siglo XVII Prusia había perdido el control de ellos para dejárselos a Suecia, pero con la derrota de Carlos XII en manos de Pedro el Grande quedaron bajo control ruso, quienes le dieron su lugar a los aristócratas alemanes quienes poseían en poder de la región, lográndose integrar a la administración zarista. Pero en el siglo XIX con el auge de los nacionalismos empieza a nacer un sentimiento donde buscaron la independencia, cosa que logran en las mismas circunstancias que Finlandia con la caída del zar, aunque a diferencia de ellos estos territorios fueron parte de las cesiones territoriales que le otorgaron a Alemania para su rendición, por lo que las nacientes naciones pasaron temporalmente bajo administración alemana hasta su derrota en 1918. Las repúblicas de Estonia, Lituania y Letonia empiezan a prepararse para luchar contra los soviéticos, quienes esperaban recuperar los territorios independizados del imperio, por lo que en un periodo que dura hasta 1922 los países bálticos reciben el apoyo tanto de los países aliados y sobre todo de Polonia para frenar la expansión soviética, logrando preservar su libertad.

Pero esta situación duraría muy poco, ya que en 1939 con la alianza entre Stalin y Hitler para en el pacto Molotov-Ribbentrop delimitan sus zonas de influencia, por lo que la URSS se dispone a recuperar el control tanto del Báltico, la mitad pactada de Polonia y Finlandia, acciones militares que tuvieron éxito al ser tomadas en su totalidad con excepción de Finlandia, logrando defenderse con éxito del ataque soviético, reduciendo las perdidas a un 11% de su territorio pero preservando su independencia y permaneciendo fuera de la esfera soviética. Los resultados de esta guerra hicieron que Alemania empezaran a tomar dentro de su ecuación la invasión a la URSS al subestimar la capacidad del ejercito soviético, iniciando en 1941 la Operación Barbarroja para acabar con su poco confiable aliado, la entrada del ejército alemán fue recibido con entusiasmo por gran parte de las naciones que habían sido invadidas por los soviéticos y les brindador apoyo tanto al nivel logístico como para establecer gobiernos favorables a ellos, pero la contraofensiva dirigida por el general Zhúkov acabó con la idea de librarse del control soviético, siendo la mejor librada Finlandia quien regresa a sus fronteras anteriores y declarar la guerra a Alemania.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial quedaba claro que la URSS seria la potencia líder de Europa Oriental, por lo que naciones como Rumania, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría y Polonia pusieron gobiernos títeres favorables a los dictados de Moscú, mientras las naciones bálticas junto al territorio de prusiano de Königsberg quedarían como territorios soviéticos (este ultimo se le cambia el nombre a Kaliningrado y sigue siendo territorio ruso), pero la excepción a la regla seria Finlandia logrando preservar su autonomía. La clave de esto fue la de mantenerse como una nación neutral alejándose de alianzas con Occidente como la OTAN o entrar en el Plan Marshall, a cambio la URSS se comprometía a no interferir en la política o en la economía finlandesa preservando el sistema capitalista como modelo y manteniendo abiertas relaciones de amistad con los soviéticos, a esta relación se le conoció como la doctrina Paasikivi-Kekkonen y fue materializada en el Tratado de amistad, cooperación y asistencia mutua. Debido a los grandes resultados que les brindo esta política que le permitía estar bien con todos, la neutralidad finlandesa fue defendida como un elemento fundamental para su integridad nacional.

Con el colapso del bloque soviético y de la misma Unión Soviética, fue la oportunidad por parte de las naciones bálticas para alejarse del poder ruso, siendo estas las primeras en iniciar el proceso de independencia y una vez lograda en 1991 se alejan lo mas posible de mantener cualquier condición de sumisión a Rusia, por lo que rechazan la entrada en alianzas como el CEI. Finlandia por su lado decide mantener su política de amistad hacia Rusia, si bien mantiene su compromiso de alejarse de cualquier alianza que representase una amenaza a su vecino, se integra a otras que les representase una gran ventaja económica, política y diplomática como la Unión Europea, manteniendo el estatus quo. El proceso de recuperación de la Rusia postsoviética en el 2000 supuso una amenaza para la integridad de los países que salieron de su influencia o control directo, por lo que en 1999 y en 2004 se dan las expansiones de la OTAN sobre los países del espacio soviético, siendo las naciones bálticas una de las perdidas más difíciles para la idea del retorno a su antigua zona de influencia.

La invasión a Ucrania supone un cambio en la forma de relacionarse con Rusia, ya no habría mas tolerancia para las cada vez más frecuentes políticas autoritarias de Vladimir Putin y seria tomado como la amenaza que representa para la estabilidad mundial, si bien las naciones bálticas quedan en la primera línea ante cualquier tentativa rusa, su membresía en la OTAN les asegura que si son atacados tendrian que ser defendidos por el resto de los países de la alianza. Pero uno de los golpes mas significativos ha sido el cambio de la relación tanto de Finlandia como de Suecia (históricamente neutral hacia cualquier conflicto desde el siglo XIX) al ver la política la clara política expansionista de Rusia. A diferencia de Ucrania que tiene toda clase de barreras que le ha impedido su ingreso tanto a la UE como a la OTAN, tanto Finlandia como Suecia cumple con creces los requisitos para entrar inmediatamente a la alianza, ya que se tratan de naciones con un sistema político sólido, una economía sólida y creciente, así como un sistema de bienestar social envidiable para cualquier país, sumado al cambio de postura por parte de sus sociedades quienes ven como imperativo un mayor acercamiento a Occidente ante un vecino peligroso e inestable, su historia lo confirma y quieren evitar a toda costa enfrentarse solos a tal gigante.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

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