Los problemas desatados por la nueva frontera de México y Estados Unidos.

El fin de la invasión estadounidense de 1846 termina con la derrota total de los mexicanos y la imposición de condiciones por parte de los estadounidenses, donde se alcanzó a tener margen de acción y se logró salvar una parte del septentrión, conformándose a raíz de estas negociaciones el Tratado Guadalupe-Hidalgo en 1848. Las cosas para los habitantes del norte cambiarían rotundamente, ya que ambos países poseen tantas formas de gobierno y culturas diferentes, desatando así problemas entre la población mexicana, las tribus indígenas y los colonos estadounidenses, siendo favorable el sistema a estos últimos. Uno de los compromisos llegados en los acuerdos de cesión era la de mantener a raya a las tribus belicosas de seguir con sus correrías en las poblaciones fronterizas, algo a lo que EU no cumple y convierte al norte en una región inestable y violenta.

En la década de los 50, el problema con los indígenas llega a tal por las incursiones comanches que llegan a afectar a los estados del noreste, llegándose a internar a Durango, San Luis Potosí, Zacatecas e incluso alcanzando Querétaro, pero finalizando esa década logran controlarse las incursiones. No fue lo mismo para el noroeste donde las tribus apaches tuvieron campo abierto para atacar las poblaciones mexicanas sin que pudiesen ser frenados más que por las defensas civiles. Esta situación seria favorable a los intereses estadounidenses de continuar con su expansión hacia el sur, los cuales solo se concretaría la venta de La Mesilla en 1854, pero el resto de las incursiones filibusteras tanto en Baja California, Sonora y Tamaulipas logran ser repelidas por la población local con poco apoyo del gobierno mexicano, conformándose solamente con seguir manteniendo el comercio de contrabando y el robo de ganado.

Una de las soluciones al problema de los ataques de las tribus fue el fomento de la llegada de los “indios de paz”, conformado por diferentes tribus enemigas de los comanches y apaches y con los que se podía conformar un frente unido para frenarlos, ese fue el caso de Coahuila donde se incentivó la llegada de los seminola, mascogos, lipanes, kikapúes y toncahues que venían huyendo de su lugar de origen por la presión de la colonización estadounidense. Los gobiernos provinciales también entraban en los esfuerzos de defensa promoviendo las incursiones entre las tribus armando a la población local para la conformación de las guardias, pero la falta de apoyos por parte del gobierno federal y la facilidad de las tribus para cruzar la frontera hicieron que los intentos por atacar a las tribus terminasen en gran parte en fracasos. La situación fue tan desesperada que el gobernador de Chihuahua en 1852, José Cordero, crease una campaña en la que se pagaba por cada cabellera de indio entregada para incentivar la defensa, pero esto ocasiona la llegada de mercenarios estadounidenses quienes además de atacar a los apaches se dedican a asesinar a los indígenas pacíficos de ambos lados de la frontera ocasionando un problema diplomático.

Las medidas adoptadas por los gobiernos estatales no tenían el visto bueno del federal (quien no tenía ni los recursos ni el interés por solucionarlos), soliéndose ganar la animadversión por los abusos de sus acciones, pero sin solucionar el problema, por lo que tanto las rancherías como las haciendas tenían que valerse por si mismos para defenderse en lo posible de los ataques. El panorama ofrecido por los viajeros estadounidenses era desolador, reportaban como las poblaciones mexicanas eran barridas por los apaches y comanches quienes además de las matanzas se robaban a las muchachas y a los jóvenes para integrarlos, un cálculo de bajas de los años 1831 a 1848 daba cifras de 2,649 mexicanos muertos más 852 capturados por los indígenas, mientras solo se contaron entre comanches y kiowas 702 muertos y 32 capturados. Hacia 1872, el gobierno mexicano forma la Comisión Pesquisidora para investigar la situación del norte abarcando desde 1848 con una muestra de las poblaciones de Ojinaga, Cuchillo Parado y Chihuahua, los resultados ofrecidos fueron abrumadores, los indios mataban casi el doble de lo que mataban los mexicanos sin que recibieran castigo.

En las diferentes poblaciones había historias de como las familias habían perdido al menos un pariente durante las incursiones indias, todos esos casos sirvieron para conformar una carpeta de reclamos para pagarse indemnizaciones por las pérdidas ocasionadas al gobierno estadounidense, esto formaba parte de lo acordado en el Tratado Romero-Seward de 1868 donde se esperaba que EU terminase de cumplir las faltas y omisiones del tratado Guadalupe-Hidalgo. El eterno problema siempre fue la quiebra del estado mexicano con su serio déficit hacendario lo que ocasiono que muchos de los problemas no pudiesen ser atendidos como se deben, ni siquiera los pagos hechos por EU sirvieron para solucionar algo del problema fronterizo, siendo necesario el compromiso estadounidense de sellar su frontera a los indígenas. Poco después del despojo territorial, se tenía planteado el proyecto de constituir colonias militares en el norte enviando 2686 hombres armados a proteger principalmente el camino de Zacatecas, medida que resulta insuficiente.

Al nivel diplomático, el gobierno estadounidense manifestaba su preocupación por la situación fronteriza, tranquilizando a los ministros mexicanos de su compromiso de cumplir con lo estipulado, pero la política interna complicaba las cosas ante el pulso de los esclavistas quienes eran los más reacios a hacer cualquier concesión a México, llegando a negar que los ataques hayan provenido de su territorio, mientras al gobierno mexicano no le quedaba de otra más que ser pacientes en lo que se resolvía el problema en Washington, ya que tenían que lidiar con su propio clima de inestabilidad a lo largo de los 50 que culminaría con la guerra civil y la invasión francesa.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Marcela Terrazas y Basante. Efectos del nuevo lindero. Indios, mexicanos y norteamericanos ante la frontera establecida el término de la guerra entre México y Estados Unidos, de la revista Norteamérica no. 1

Imágenes:

Deja un comentario