La insurgencia potosina en los últimos años de la guerra.

Destacado

Desde 1811, con la captura de José Mariano Jiménez junto con el resto de la comitiva de Miguel Hidalgo, la insurgencia del noreste atravesó un periodo caracterizado por la fragmentación de la lucha en diferentes frentes: el texano, el tamaulipeco y el potosino. Estos frentes fueron combatidos por los militares realistas Félix María Calleja y Joaquín Arredondo, siendo uno de los escenarios más sangrientos debido a los esfuerzos realistas por acabar con las gavillas. 

Este periodo alcanzó su punto culminante durante 1814 y 1815 como consecuencia de la captura de José María Morelos, donde tanto la Huasteca como la Sierra Gorda fueron asoladas por una campaña de guerra total, en la cual los realistas se encargaron de perseguir y ejecutar a los insurgentes que cayeron en sus manos, llegando incluso a fusilar a cerca de 400 prisioneros. Con una insurgencia sometida y en continuo retroceso hacia el sur, la intendencia de San Luis Potosí estaba logrando ser pacificada gracias a la iniciativa del virrey Calleja con éxito. Sin embargo, con los ánimos rebeldes aún vivos, estos servirían de combustible para la llegada de un rebelde inesperado proveniente del otro lado del océano.

La restauración de la monarquía en manos de Fernando VII resultó ser una decepción al ver cómo acabaría con el gobierno liberal construido por el constituyente de Cádiz. Por lo tanto, muchos guerrilleros que lucharon contra la invasión francesa pasaron a enfrentarse al gobierno absolutista, como el caso de Xavier Mina, quien influenciado por el padre Servando Teresa de Mier fue convencido de combatir a Fernando VII desde la Nueva España.

Es así como comenzaron a organizarse desde Londres en 1816, apoyados por algunos políticos ingleses, para formar una expedición con soldados españoles, ingleses e italianos, desde donde partirían a Estados Unidos con la esperanza de reclutar más voluntarios y de conseguir tanto financiamiento como armas, pero continuamente fueron engañados y muchos de estos apoyos quedaron en promesas.

Fue así como llegaron a Soto la Marina en abril de 1817, estableciendo un fuerte y empezando a hacer propaganda con la imprenta que llevaron para impulsar a los novohispanos a unirse a su lucha. Lograron el apoyo de los habitantes de Croix y de Soto la Marina, dejando a Teresa de Mier en el fuerte mientras el resto de la expedición partía al interior, siendo atacados y derrotados por Arredondo dos semanas después.

A pesar de esta pérdida, Mina prosiguió su camino a través de la sierra tamaulipeca llegando a territorio potosino. En todo este tramo, fue reclutando voluntarios que se incorporaron a su comitiva, lo que les permitió llegar hasta Lagos con el fin de unirse a las fuerzas del caudillo Pedro Moreno.

Para ese entonces, los trabajos tanto de Calleja como de Arredondo dentro de la sociedad civil habían logrado inclinar la balanza a su favor por parte de las comunidades. Muchos rebeldes se habían levantado en armas debido a la posesión de la tierra como consecuencia de la secularización de las tierras comunales. Sin embargo, la falta de un liderazgo como el de Hidalgo hizo que estos movimientos pudieran ser sofocados por los realistas.

Ayudaría a esta tarea el reglamento de Calleja, donde fusiona las fuerzas civiles con las militares para combatir a la insurgencia. Con ello, las comunidades se hicieron responsables de su propia defensa y ayudó a arraigar los vínculos del ejército realista con el pueblo. Esta estrategia tendría sus frutos con la derrota de la expedición de Mina ya durante la administración del virrey Juan Ruiz de Apodaca.

Antes del estallido de la guerra, la intendencia potosina tuvo problemas para lograr su representatividad en el constituyente de Cádiz. Se eligió tanto al canónigo de Monterrey, Juan José de la Garza, como al terrateniente potosino Florencio Barragán. Sin embargo, el primero ni siquiera partió rumbo a España y el segundo murió antes de embarcarse. Por lo tanto, su única voz la tuvo en el representante de las Provincias Internas de Oriente, el cura Miguel Ramos Arizpe.

Como resultado de los trabajos legislativos, se autorizó el establecimiento de diputaciones provinciales independientes, siendo una de ellas la de San Luis Potosí, que permitiría a sus habitantes participar en la vida política instituyendo 33 ayuntamientos, aunque no lograron establecerse. Esto se debió a la campaña de Calleja que suspendió la ejecución de los mandatos liberales como consecuencia de la restauración absolutista de 1814.

Fue hasta 1820, con la entrada del Trienio Liberal, cuando se reinició el proceso de democratización de la sociedad. Se instaló hasta noviembre la diputación potosina, la cual también correspondía a la representación de Guanajuato. Sin embargo, hubo problemas al momento de implementarlo, como pasó con la representación de las Provincias Internas, que fue abolida por su comandante, el general Arredondo.

Por la diputación potosina, fue elegido el general realista Matias Martin de Aguirre, tocándole recibir a la propuesta autonomista de Iturbide en su estancia en Veracruz a principios de 1821, siendo responsable de exponer los problemas fronterizos con EU que trajo la implementación del Tratado Adams-Onis de 1819 y la conservación de las misiones indígenas. Asi finaliza la participación potosina dentro de la monarquia hispánica al sucitarse al poco tiempo la implementación del movimiento Trigarante de Iturbide, donde San Luis Potosi fue reducida al dividirse en varias provincias que conformaron el noreste mexicano en la primera mitad del siglo.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: María Isabel Monroy Castillo. La independencia en la intendencia de San Luis Potosí, del libro La Independencia en las provincias de México.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Únete a Arthii para conocer a mas creadores de contenido siguiendo este enlace: https://www.arthii.com?ref=antroposfera

Imagen:

– Izquierda: Obra de Gomez. Francisco Xavier Mina, 1888. Fuente: https://relatosehistorias.mx/nuestras-historias/xavier-mina-en-londres-nido-de-conspiradores-y-patriotas-americanos-1815-1816

– Derecha: S/D. Mapa de las intendencias, incluyendo la de San Luis Potosi. Fuente: https://www.facebook.com/YoAmoSanLuisMx/photos/a.1260251077371284/3032149406848100/?type=3

La necesidad de controlar las fronteras para el México independiente.

La situación heredada por los españoles en el septentrión era caótica, dado el vasto territorio bajo su control de facto en comparación con la escasa población que habitaba en las villas. Sumado a esto, el clima belicoso generado por la animadversión con las tribus hizo que, para finales del siglo XVIII y principios del XIX, los estadounidenses encontraran un escenario propicio para hacer negocios e incluso reclamar esas tierras. El gobierno mexicano solo contaba con el respaldo otorgado por el Tratado Adams-Onís, firmado en 1819, para reafirmar su soberanía sobre esos inmensos territorios. Sin embargo, carecían del personal necesario para garantizar la protección fronteriza, ya que heredaron las milicias virreinales. Además, la pobreza económica de las provincias hacía imposible competir o contener a los comerciantes estadounidenses de Missouri. Por lo tanto, la presencia de estos comerciantes era considerada necesaria para romper el aislamiento en el que vivían los habitantes del norte.

En los primeros trabajos legislativos, los representantes de Nuevo México fueron los principales impulsores para establecer el libre comercio con los estadounidenses, ya que constituía su única fuente de ingresos. Sin embargo, esta opinión no era compartida ni por el resto de los legisladores ni por el gobierno. Incluso los encargados de negocios mexicanos en Washington intentaban persuadir al gobierno de prohibir el comercio a través de la ruta de Saint Louis-Santa Fe.

Para aumentar la tensión, la sociedad novomexicana estaba completamente a favor de la presencia estadounidense y buscaba maneras de estrechar lazos. Además del factor económico y mercantil, esta presencia les otorgaba la fuerza necesaria para liberarse del yugo de los comerciantes chihuahuenses. Antes de la llegada de los estadounidenses, estos comerciantes eran los encargados de mantener la comunicación de la provincia con el resto del reino, imponiendo sus condiciones y vendiendo a precios elevados.

Desde el punto de vista de Chihuahua, la presencia de los comerciantes estadounidenses representaba una amenaza a su monopolio, ya que traían mercancías de mejor calidad. Además, este fenómeno suponía un problema a nivel nacional, dado que los comerciantes siempre habían actuado como agentes del gobierno de México, dictando las ordenanzas que debían acatarse. La amenaza aumentó considerablemente cuando las caravanas estadounidenses empezaron a descender hasta la capital, disputándoles el mercado.

El primero en tomar medidas fue el gobernador José de Urquidi, quien en 1825 convenció al secretario de Relaciones Interiores y Exteriores de aplicar aranceles a los comerciantes a su paso por la frontera. Estas medidas se implementaron con el fin de salvaguardar los intereses chihuahuenses, pero resultaron ser insuficientes.

En el ámbito exterior, la cancillería mexicana establecida en Washington, a través de su representante Pablo Obregón, estaba al tanto de los intereses estadounidenses en el mercado de Santa Fe. La importancia de este hecho se reflejó en el nombramiento de cónsules tanto para Santa Fe como para Saltillo, cuya función era brindar asistencia a los ciudadanos estadounidenses. En reciprocidad, se solicitó el permiso para establecer un consulado en Saint Louis, lo que permitiría mantener vigilancia sobre las caravanas.

Cualquier intento de ejercer control sobre la frontera resultaba insuficiente, ya que no se disponía de los recursos ni del personal necesario para garantizar la recaudación de derechos aduanales a las caravanas, que prácticamente transitaban de manera libre. Además, se tenía presente la limitación para imponer impuestos elevados debido a la permeabilidad de la frontera, lo cual podría incentivar el aumento del contrabando.

Uno de los problemas fundamentales residía en una de las antiguas promesas de la independencia: la eliminación de la estructura monopólica que sustentaba la economía española. Entre las clases populares, el libre comercio se percibía como una oportunidad para que más personas pudieran ganar dinero sin mayores controles.

Con el fin de cumplir con esas expectativas, desde el Primer Imperio se decidió mantener la Dirección de Aduanas virreinal, cambiando únicamente de personal. Esto se hizo con el objetivo de ejercer cierto control sobre las entradas de mercancías en los puntos de llegada, todo conforme al reglamento «Arancel general interino para el gobierno de las aduanas marítimas en el comercio libre del Imperio». Este reglamento establecía un cobro del 25% sobre el valor de la mercancía, más un derecho de 20 reales por tonelada, considerablemente más económico que el anterior sistema.

Los puntos de llegada para las importaciones se establecieron en Veracruz, Acapulco, Soto la Marina, El Refugio, San Blas, Mazatlán y San Diego, aunque con el tiempo se ampliaría la lista. Aunque existía un consenso en la implementación de una política comercial libertaria, otro sector abogaba por el proteccionismo. Estos individuos eran conscientes de que, si no se establecían límites a los comerciantes extranjeros, podrían afectar a largo plazo la economía del país. Por lo tanto, se produjo un aumento gradual de los aranceles aduaneros con una tendencia hacia la moderación.

Al concluir la década de los veinte, las aduanas se habían consolidado como una fuente segura de financiamiento para el Estado, dada la incapacidad de recaudar impuestos de manera efectiva de parte de los ciudadanos en general. Esto se convirtió en un incentivo para la llegada continua de comerciantes, a pesar del detrimento de la endeble industria nacional, la cual carecía de los medios para competir con las importaciones. Esto generó una constante demanda por parte del gobierno para que se les apoyara mediante la imposición de un mercado cerrado.

El principal producto de importación era la tela, alcanzando el 64% del total de ingresos. Esto desencadenó una serie de problemas que afectaron desde los agricultores de algodón y lino hasta las primeras fábricas textiles del país. Estas fábricas habían demostrado, en los últimos años del virreinato, su potencial para convertirse en la base de la industria nacional, convirtiendo al sector textil en uno de los rubros que los gobiernos buscarían proteger.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Ignacio del Rio. Mercados en asedio. El comercio transfronterizo en el norte central de México (1821-1848).

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Únete a Arthii para conocer a mas creadores de contenido siguiendo este enlace: https://www.arthii.com?ref=antroposfera

Imagen: S/D. Caravanas abasteciéndose de provisiones, principios de siglo XIX.

El gobierno virreinal frente a la caída demográfica de los indígenas de Baja California.

La presencia española en América tuvo como su principal agente para garantizar su permanencia no a las armas ni a su «voluntarismo civilizador», sino a un factor que no podían controlar y que también les causó serios problemas: las enfermedades pandémicas. Estas enfermedades, desarrolladas en el contexto del «Viejo Mundo», hicieron que a los nativos americanos les resultara imposible adquirir las defensas que los colonos europeos tenían hacia ellas. Resultaba evidente cómo, poco después de establecerse misioneros o poblaciones españolas en diversas regiones, el número de habitantes descendía de manera crítica, generando así un grave problema demográfico. Aunque esto acababa con las resistencias a la presencia española y facilitaba la colonización, también planteaba la dificultad de no contar con la mano de obra a la que estaban acostumbrados para prosperar.

Este fenómeno se reflejó en el avance de la conquista hacia el noroeste, en dirección a los territorios de Sonora y las Californias. Allí, fue imposible penetrar mediante el uso de la fuerza debido a la resistencia indígena. Los jesuitas, convencidos de que ofrecer las bondades del cristianismo y la civilización europea podría lograr lo que los colonos no habían conseguido, se embarcaron en esta empresa con consecuencias desastrosas.

Desde finales del siglo XVI, los indígenas del noroeste entraron en contacto con los españoles a través de expediciones de conquista, misioneros voluntariosos, indígenas cristianizados y, en el caso de Baja California, piratas anglosajones que fondeaban en las costas para asaltar las naves españolas. Todos estos encuentros provocaron, con el tiempo, la proliferación de diversos brotes epidémicos que afectaron a las tribus nómadas.

La cultura chamánica de estos grupos se vio superada por la virulencia y mortandad de las enfermedades. Sin embargo, al asociar estas epidemias con la presencia de los europeos, lograron preservar su prestigio y atribuyeron la culpa a los misioneros. Estos últimos también tuvieron que lidiar con los enfermos de su feligresía, y los limitados alcances de la medicina europea hicieron que solo pudieran brindar cuidados paliativos para asegurar un final digno.

Los primeros brotes se dieron en los principales establecimientos españoles en la región, como Chametla y Culiacán, donde según los informes, casi extinguieron a la población indígena. Esta tendencia continuó con la llegada de los jesuitas, quienes establecieron sus misiones en la Pimería y California, fundando la misión de Nuestra Señora de Loreto en 1697.

En ese entonces se creía que los «californios» poseían inmunidad frente a las enfermedades, pero esto se debe a que los contactos eran esporádicos, como se demostraría con el avance de los jesuitas por la península y el aumento de fallecimientos en las cercanías de los territorios de las misiones, mientras que las tribus que permanecían alejadas se mantenían sanas. Lo que no se anticipó es que el sistema de «reducción» de las misiones, donde se congregaban diferentes tribus de una región para vivir en pueblos, era el principal agente de contagio de las enfermedades. En ese momento, la única explicación para su aparición era la voluntad divina, y nunca se consideró que las condiciones de hacinamiento fueran la causa, y que aquellos que seguían siendo trashumantes lograban salvarse de su contagio.

Aunque no hay registros que nos permitan saber cuáles fueron los brotes que afectaron a las diferentes regiones, todo indica que en Baja California la enfermedad que arraigó más en la población fue la sífilis, provocando no solo la muerte de los indígenas, sino también la esterilidad de los sobrevivientes.

Las estimaciones de los investigadores indican que la población de la península en 1697 debió haber alcanzado cerca de 41,500 habitantes. Estos números se redujeron alarmantemente en un 83% hacia 1768 con la expulsión de los jesuitas, quedando solamente 7,149 habitantes. Esto evidencia que en pequeñas poblaciones indígenas, como históricamente ha sido el caso de Baja California debido a sus condiciones agrestes, era más probable que se extinguieran que que sobrevivieran.

Esto contrasta con el caso de los vecinos Sonora y Sinaloa, donde, a pesar de que los indígenas también fueron víctimas de las epidemias, al tener una población más numerosa lograron amortiguar la mortalidad. Para mediados del siglo XVIII, empezaron a mostrar una tendencia hacia la recuperación gracias a la adaptación genética a las enfermedades. Sin embargo, esto no ocurrió con los indígenas californios, que nunca se recuperaron y mantuvieron números poblacionales marginales hasta su desaparición e integración a la población mestiza en el siglo XIX (con excepción del norte).

Una vez desalojados los jesuitas de las misiones, su lugar sería ocupado brevemente por los franciscanos del colegio de San Fernando, siendo reemplazados por los dominicos hacia 1773. Aunque los dominicos llegaron a informar de una ligera recuperación demográfica entre los indígenas, esto se debía a que ya estaban incluyendo en los censos a las misiones del norte de la península que aún no habían sido evangelizadas.

La situación en la península era catastrófica, ya que las enfermedades habían afectado especialmente a la población femenina, dejándolas muy débiles para concebir y con la posibilidad de contagiar a sus hijos durante el parto. Esto se agravó aún más con la prohibición de las relaciones polígamas tradicionales en las sociedades indígenas, lo que impedía que los hombres buscaran mujeres aptas para concebir. Para 1771, en tan solo tres años después del último censo, la población se redujo nuevamente a 5,094 habitantes distribuidos en 13 pueblos de misión. Esta situación provocó, por un lado, el ataque del clero secular para promover la desamortización de las misiones, así como la preocupación del gobierno al no saber qué hacer. Mientras tanto, los indígenas se resignaron y se dedicaron a la vida religiosa con la esperanza de que las oraciones los salvaran de la muerte.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Francisco Altable. Humanitarismo, redención y ciencia médica en Nueva España. El expediente de salud pública para frenar la extinción de los indios en la Baja California (1797-1805), de la revista Secuencia, núm. 80.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Únete a Arthii para conocer a mas creadores de contenido siguiendo este enlace: https://www.arthii.com?ref=antroposfera

Imagen: Ignaz Tirsch. Colono y mujer california, 1762-1767. 

La importancia de Santa Fe en el septentrión.

El fin de la dominación española y la implementación de políticas de libre mercado por parte del gobierno mexicano finalmente otorgaron a la capital de Nuevo México el éxito tan ansiado para salir del aislamiento de siglos. Según las cifras del censo de 1817, el territorio apenas contaba con una población de 36,500 personas, de las cuales una cuarta parte eran indígenas, y el resto se componía de españoles, mestizos y criollos que vivían en una docena de pueblos dispersos. Santa Fe, por su parte, tenía una población de 6,700 habitantes.

La segunda ciudad en importancia era El Paso, ya que desde allí ingresaba el abasto proveniente de Chihuahua a través del Camino Real de Tierra Adentro. Le seguían Albuquerque, Socorro, Santa Cruz de la Cañada, Abiquiú y Taos, todas ellas separadas de Santa Fe por una distancia de 150 km. La llegada de los comerciantes estadounidenses de Saint Louis, Missouri, representó una oportunidad para finalmente romper el aislamiento endémico de la provincia y mejorar las condiciones de vida. Por esta razón, el establecimiento de la feria de Santa Fe se convirtió en un evento al que todos los neomexicanos deseaban asistir para conocer las últimas novedades.

Los caravaneros llegaban a establecerse en la Plaza Mayor con sus diligencias cargadas de mercancías. Algunos de ellos instalaban sus tiendas, mientras que otros vendían directamente desde las carretas. Sus compradores eran tanto los propios santafesinos como, principalmente, los intermediarios que adquirían productos al por mayor para revender en el resto del Septentrión.

Los primeros años del mercado generaron dudas sobre la eficacia de la idea, ya que los neomexicanos no tenían suficiente dinero para realizar compras importantes y tampoco tenían producción propia para realizar intercambios. Esto provocó que Santa Fe comenzara a perder su atractivo como destino final y se convirtiera en un puerto de entrada para los comerciantes estadounidenses que se dirigían a otras localidades del norte de México. Como resultado, se creó una ruta secundaria para llegar a El Paso y, desde allí, a Chihuahua, una ciudad que, para 1823, tenía una población de 10,190 habitantes y una economía sólida gracias a la mina de plata de Santa Eulalia. Chihuahua se convirtió en un mercado mucho más atractivo, donde muchos comerciantes vendían la mayor parte de sus mercancías y tenían la opción de seguir el Camino Real de Tierra Adentro para llegar hasta la Ciudad de México.

Fue así como Nuevo México se convirtió en un punto de entrada para los estadounidenses que buscaban acceder al mercado mexicano a través de Chihuahua. Desde allí, podían dirigirse hacia el este, desviándose hacia Saltillo, o hacia el oeste, abarcando regiones como Sinaloa, Sonora y las Californias. Aunque este último mercado era menor, el principal incentivo para las expediciones comerciales era obtener plata producida en los principales centros mineros del norte y luego introducirla en la economía estadounidense.

Lo único que Nuevo México podía aportar a este nuevo circuito comercial era su menguante producción ganadera, que se basaba en la cría de ovejas y que servía como alimento para las expediciones. Durante un tiempo, la producción de mulas por parte de los novomexicanos también fue demandada en Missouri. Sin embargo, esta nueva oportunidad para revitalizar la economía del norte resultó ser insuficiente, ya que se convirtió en una vía de salida de plata. Esto llevó a que Nuevo México se convirtiera en un mero productor de materias primas, sin contribuir significativamente al desarrollo de las comunidades del septentrión.

Esta situación se debe a la persistencia de los modelos de producción coloniales en los primeros años de la vida independiente. Intentaron seguir las antiguas prácticas de extracción de metales preciosos para adquirir mercancías de manufactura europea y asiática. A través de esta estrategia, se enfocaban en la presencia de las Filipinas como un medio para acceder a los productos chinos y, al mismo tiempo, retener el oro y la plata mediante el cobro de impuestos. A lo largo del período virreinal, se descubrieron varios minerales en la Sierra Madre Occidental y el Sur del territorio, lo que brindó la oportunidad de acumular riqueza y avanzar hacia una incipiente industrialización. La producción textil en los obrajes de Guanajuato, Querétaro, Guadalajara, Puebla-Tlaxcala y la Ciudad de México se convirtió en el eje de este proceso.

Debido al contexto de inestabilidad, las minas del norte se habían convertido en importadoras netas de mercancías provenientes del sur. Dependían por completo de la producción minera de sus yacimientos, sin tener una verdadera oportunidad de diversificación.

Tampoco favorecieron las limitaciones impuestas por los españoles en cuanto a la producción. Básicamente prohibieron la elaboración de textiles finos para acaparar el monopolio de las telas de alta calidad y vender las de procedencia peninsular. Esto provocó que la producción novohispana tuviera que ser de calidad media o baja para no competir con las importaciones peninsulares. Como resultado, el principal producto solicitado por el público mexicano a los comerciantes estadounidenses fue principalmente tela. Esta tela la producían ellos mismos o la importaban de Europa, llegando a los puertos de la Costa Este.

Esta situación les brindó la oportunidad de adquirir las últimas novedades textiles a precios más bajos para su uso diario, superando así los beneficios que proporcionaba el comercio a través de la antigua ruta que los conectaba con la capital. Sin embargo, carecían de la experiencia necesaria para aprovechar el nuevo panorama con un vecino como Estados Unidos, que estaba dispuesto a hacer negocios.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Ignacio del Rio. Mercados en asedio. El comercio transfronterizo en el norte central de México (1821-1848).

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Únete a Arthii para conocer a mas creadores de contenido siguiendo este enlace: https://www.arthii.com?ref=antroposfera

Imagen: Josiah Greg. El arribo de la caravana a Santa Fe. 1844. 

La situación de los revolucionarios ante el gobierno de Victoriano Huerta.

Una vez que el general Victoriano Huerta se hizo del poder, trataría de usar la compra de influencias para poder garantizar la pacificación del país, llegando a la desfachatez de intentar hacerlo con el caso del caudillo Emiliano Zapata quien era el líder de los campesinos de Morelos, a quien le prometió la gobernatura del estado si aseguraba la desmovilización de sus hombres quienes se iban diseminando a las regiones vecinas de los estados a su alrededor. Hay que recordar que Huerta estuvo encargado de la campaña de pacificación del estado de los años 1911 a 1912, donde se caracterizó por su crueldad al perseguir a cualquier persona de quien se sospechase perteneciera al movimiento, además de que boicotea la campaña de entrega de armas por orden del presidente Francisco León de la Barra para así deteriorar las relaciones entabladas entre Francisco I. Madero con Zapata. Esta propuesta no lograría apaciguarlo y el 30 de mayo de 1913 anuncia que la lucha se mantendría hasta lograr echar a Huerta del poder, a manera de venganza por todos los perjuicios que le ocasiono y el rencor por parte de la población morelense donde mucha gente que no pertenecía al movimiento se suma a los zapatistas por los abusos recibidor por parte del ejército federal.

Para este momento, el movimiento zapatista se había mantenido homogéneo en su conformación al estar constituido casi en su totalidad por los campesinos libres que fueron despojados de sus tierras por los hacendados, hubo unos pocos obreros porque en el estado no había industria y la clase media estaba ausente porque estaban vinculados con los hacendados, de ahí que los postulados del Plan de Ayala hayan sido completamente agrarista y no contemplase los demás sectores de la sociedad. De ahí vemos como el círculo cercano a Zapata pertenecía a este contexto rural morelense ocupando cargos de representatividad popular, cimentando sus reivindicaciones con la ayuda del maestro rural Otilio Montaño, pero conforme fue creciendo el movimiento fue llamando la atención de fuereños intelectuales quienes se interesaron por los postulados de la lucha y le fueron dando solidez a sus postulados, como el caso de Gildardo Magaña y Antonio Soto y Gama que habían pertenecido al Partido Liberal y tenían formación universitaria.

Debido a esta conformación regionalista se explica la debilidad de facto de los zapatistas, quienes no salieron de la organización guerrillera conformando grupos de entre 200 y 300 personas, los cuales solían estar limitados por los tiempos de siembra y cosecha del campo y esto los obligaba tener que desmovilizarse para atender sus deberes con sus tierras. También las pocas referencias hacia resolver las demás problemáticas de las clases medias impidieron que el movimiento saliese del contexto rural o tuviese un mayor rango de expansión fuera de los alrededores de Morelos, por lo que cuando siguió avanzando la lucha buena parte de la población urbana se decantaría por apoyar a los constitucionalistas en lugar de a ellos. El otro problema que tuvieron que lidiar fue tanto la ausencia de industria donde pudiesen fabricar sus propias armas y su aislamiento, al no contar con ningún puerto o paso fronterizo bajo su control, dificultaba en gran parte los esfuerzos para poder abastecerse de armas o vender el azúcar de los ingenios ocupados, por lo que tuvieron que abastecerse de armas y dinero de lo que podían despojar a las tropas federales y haciendas.

En cambio, los revolucionarios norteños tenían una mayor diversidad en su composición debido a las fuertes transformaciones económicas que tuvieron los estados fronterizos en las últimas tres décadas, por lo que sus reivindicaciones salían de las necesidades del movimiento zapatista, además de estar más avezados en la lucha tanto por la histórica defensa contra los apaches. Cuando Madero llega a la presidencia, se le presentaría el problema de tener que lidiar con Pascual Orozco, quien se ostentaba como el líder popular de los revolucionarios de Chihuahua y quien tenía la ambición por ser su gobernador, quien al no cumplir su deseo y darle la concesión de que sus tropas conformasen al nuevo cuerpo de rurales seria uno de sus errores, ya que cuando se rompe la relación con Madero tendría a su disposición a un considerable cuerpo bien armado y profesionalizado, mientras los gobernadores tenían que defenderse con el antiguo ejército porfirista quienes no eran muy confiables. Debido a que muchos grupos no compartían las metas de Orozco, esto hizo que los diferentes estados armaran su propia guardia revolucionaria para combatirlos, esto incluía a la misma Chihuahua donde Pancho Villa se convertiría en uno de sus principales perseguidores junto al ejército federal.

Para ese entonces, los norteños habían conformado una cultura social donde se iban a trabajar a donde fuese necesario de lo que sea, por lo que podían ser una temporada jornaleros, otra mineros u obreros, esto los hizo que no tuvieran el mismo arraigo por la tierra como el caso de los zapatistas y no tuviesen reparo de desplazarse más allá de su comunidad de origen. La gran ventaja con la que contaban sin duda era su extensa frontera con EU, por lo que las diferentes facciones norteñas tenían a sus agentes quienes les conseguían financiación y armas desde el otro lado burlando la débil vigilancia fronteriza, permitiéndoles a su vez estar más enterados de los acontecimientos del exterior, aunque también compartían una actitud antiyanqui como consecuencia de la cultura de intolerancia hacia los mexicanos y las ansias expansionistas que aun mantenían muchos estadounidenses por hacerse del norte de México. Pero debido a esta diversidad, provocaría que los diferentes liderazgos y facciones mantuviesen intereses cambiantes a diferencia de los zapatistas, siendo la tónica común el cambio de lealtades hacia diferentes causas y la imposibilidad de mantener a todas las facciones unidas por mucho tiempo.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura

Federico Flores Pérez

Bibliografía: Frederich Katz. La guerra secreta en México.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Únete a Arthii para conocer a mas creadores de contenido siguiendo este enlace: https://www.arthii.com?ref=antroposfera

Imagen: S/D. Zapata y sus hombres. 

La situación del septentrión a finales del siglo XVIII.

Para tratar de hacer frente al nuevo orden donde tenían a serios rivales encima, durante el reinado de Carlos III se dispone la creación de la división administrativa de la Comandancia General de las Provincias Internas del Norte, esta tendría autonomía con respecto al virrey de la Nueva España para poder atender las necesidades de las poblaciones fronterizas, tocándole la organización a Teodoro de Croix al ser nombrado comandante general en 1776, siendo un reto el tener que ver por las necesidades de un territorio que iba desde el Golfo de California hasta la zona de la Bahía en Texas. Esta separación de los territorios del norte no cayo nada bien al virrey Antonio María de Bucareli, con quien Croix mantuvo una relación ríspida por esta independencia y esto dificultaría el conocimiento de la situación de las poblaciones, por lo que al año siguiente Croix decide emprender una inspección por todo el septentrión para conocer la situación real de las misiones, presidios y demás establecimientos de la región. Como resultado de las expediciones realizadas de 1777 a 1783 se vio una situación nada alentadora por el contexto de guerra permanente con las tribus, donde las misiones estaban en pleno proceso de extinción tanto por los problemas para mantener a los indígenas, la falta de personal religioso y el desinterés por parte del gobierno.

La situación de los colonos estaba resultando mucho mejor, ya que a pesar de que había cesado la fundación de nuevas poblaciones, las ciudades y las villas existentes estaban empezando a tener una era de bonanza como producto de la explotación minera y la cría de ganado como caballos y mulas, además de que empezaba a despuntar el comercio como consecuencia del retiro de los franceses de la Luisiana, por lo que se levantan la barrera aduanal y empezaron a fluir las caravanas de carretas provenientes de la nueva provincia, aunque sus mercancías se estaban vendiendo a precios muy elevados, los colonos podían costearlos. Para 1783, acaba la administración de Croix aportando generosos datos sobre la situación del norte, siendo remplazado por quien fuera el primer gobernador de California Felipe de Nevé, quien por la organización de la fundación del sistema misional ya tenía una amplia experiencia del contexto, pero sería a él a quien le toca lidiar con los inicios de la presión de los estadounidenses quienes ya estaban teniendo presencia en las riberas del rio Mississippi para exigir el derecho de navegación. Fue por ello que era imprescindible empezar a poblar la frontera para impedir posibles disputas territoriales, el problema es que no había gente para habitarlos, ya que mientras el territorio de Coahuila pasaba por un periodo de crecimiento constante, la situación de Texas era preocupante al no lograr la reducción de los indígenas en las misiones y por la violencia de las tribus.

Los franciscanos encargados de velar por las misiones texanas tenían el problema de las limitantes para ser poblados, ya que a pesar de contar con los recursos suficientes para poder alojar a los indígenas en buenas condiciones, se impedía el asentamiento de rancheros y colonos, provocando con ello a depender de sus esfuerzos para congregar a los indígenas e impedir la entrada de los colonos quienes hubiesen logrado incrementar la población. Como los misioneros ocuparon las mejores tierras para su proyecto evangelizador, los rancheros novohispanos estaban obligados a establecerse en lugares muy alejados y poco favorables para el desarrollo económico, teniendo como consecuencia que las misiones no contasen con la protección de los rancheros ante los ataques indígenas, esto a la postre daría pie al nacimiento de la aspiración autonomista que sería aprovechada por los estadounidenses en el siglo XIX. El caso contrario ocurría en el sur en Coahuila y Tamaulipas, donde los religiosos fueron remplazados por los hacendados, donde a pesar de que acapararon grandes extensiones de tierras para su explotación, la demanda por trabajadores y peones acasillados hizo que empezaran a nacer pequeñas rancherías para alojarlos, donde ya una vez llegada la independencia hizo que se fueran constituyendo como pueblos en toda forma.

Esto lo veremos con el caso del marquesado de Aguayo que poseía la hacienda de San Juan y la de Patos, de ellas nacerían las villas de Cuatrociénegas, Moctezuma, Santa Anna y Patos (actual General Cepeda), así como las propiedades de la Compañía de Jesús en Parras la cual como consecuencia de su expulsión dio lugar a la villa de Santa María de Parras en 1767. El proyecto planteado por Teodoro de Croix con el apoyo del padre José Agustín de Morfi fue la de poblar la región de La Laguna mediante el desarrollo de la economía basada en la agricultura y con ello crear un puente para conectar la zona del Bolsón de Mapimí con Saltillo, pero esto ya no pudo ser por la muerte de Morfi en 1783 promoción de Croix como virrey del Perú al año siguiente. La situación de inestabilidad seria atendida por el siguiente virrey Bernardo de Gálvez, quien conocía la situación al haber sido antes el gobernador de la Luisiana, pero con el iniciaría el proceso donde se menoscaba el poder de las Provincias Internas para regresar bajo el redil virreinal al darle una nueva división que no funcionaria, pero empodera a los colonos como organizaciones autónomas y que conocían mejor el territorio permitiendo su autogestión.

Con la llegada en 1789 del virrey Juan Vicente de Güemes, segundo conde de Revillagigedo, se cambia la estrategia para la comandancia al segregar las Californias, Nuevo León y Nuevo Santander para su reincorporación al virreinato, quedando dentro de las Provincias Internas Sonora, Nueva Vizcaya, Nuevo México, Coahuila y Texas con capital en Chihuahua. Para poder hacer frente al problema texano, el virrey Revillagigedo ordena la secularización de la misión de San Antonio Valero en 1793, las cuales estaban ocupadas por muy pocos indígenas quienes a veces trabajaban las tierras, beneficiando a los colonos de Béjar y San Fernando quienes las ocuparon, con ello se iniciaría el corto periodo de crecimiento poblacional del centro texano. Fue asi que el proyecto misional franciscano llega a su fin y con el tiempo se procede a la secularización del resto de las misiones, ya que por un lado los franciscanos ya no podían formar la cantidad de misioneros suficientes para poder atender a los indígenas y la feligresía podía ser atendida por el clero secular, pero aun así los franciscanos obstaculizaron la entrega de las misiones al argumentar que sus indígenas todavía no estaban preparados para entrar de lleno en la vida de la sociedad novohispana.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Luis Arnal Simón. Fundaciones del siglo XVIII en el noroeste novohispano, del libro Arquitectura y Urbanismo del Septentrión novohispano vol.1. Fundaciones del noreste en el siglo XVIII.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Únete a Arthii para conocer a mas creadores de contenido siguiendo este enlace: https://www.arthii.com?ref=antroposfera

Imagen: Theodore Gentilz. Agrimensores en Texas antes de la anexión a los EE. UU. 1845.

La arqueología en el valle del rio Fuerte, Sinaloa.

El actual territorio de estado de Sinaloa es uno de los menos investigador por los arqueólogos, ya sea por su complicada orografía, la ausencia de llamativos edificios o el problema que representa el crimen organizado ha impedido que se lleven a cabo grandes campañas de excavación metodológica o de preservación de los vestigios prehispánicos de la zona, aun asi, hay notables esfuerzos donde se han empezado a realizar algunas exploraciones en determinadas regiones, como es el caso del Valle del rio Fuerte. Según los análisis salidos de las excavaciones, se sabe que el valle fue poblado hace al menos 10,000 años por los cazadores recolectores, de los cuales hace 4,500 empezaría a detonarse la agricultura como medio de vida para sus pobladores y con ello acarrearía a partir del 200 d.C. un incremento de la población hasta la llegada de los españoles en el 1532. Hasta el momento, no se ha encontrado un asentamiento con arquitectura monumental, una de las explicaciones por lo cual sucedió esto es por la diversidad étnica y la fragmentación de la población en pequeñas organizaciones sociales, lo que podría explicar los reportes del siglo XVI los cuales dicen que el valle estaba poblado por grupos como los tehuecos, cinaloas, ahomes, comoporis, batucaris, zuaques, zoes y huites.

Aun con sus huecos de información, las fuentes de los misioneros jesuitas como el caso de Martin Pérez y su “Relación de la Provincia de Nuestra Señora de Sinaloa” nos revela datos interesantes sobre las prácticas religiosas de los indígenas y con ello podríamos imaginarnos como era su modo de vida, esto nos señala la creencia de un dios de la fertilidad llamado Hirisihua, quien es hijo de una diosa virgen llamada Huaqueruhi, a quienes les pedían por tener cosechas exitosas y que los protejan de todo mal. A Hirisihua se le solía representar de diferentes edades, ya sea como niño o como un anciano, tenía como residencias los numerosos cerros de la sierra los cuales eran lugares sagrados a donde los indígenas realizaban sus ceremonias, así como la realización de algunas actividades que podían tener un sentido ceremonial o incluso lúdico, reportándose como los lugares donde se llevaban a cabo desde los juegos de pelota o ulama, la práctica de ejercicios de tipo militar como el tiro con arco e incluso reportan la práctica del juego de mesa mesoamericano por excelencia, el patolli.

Se han localizado en la región dos importantes asentamientos prehispánicos, Mochicahui donde se han encontrado numerosos enterramientos vinculados con las elites al encontrarse como ofrendas numerosos objetos suntuarios producto de los intercambios comerciales, así como testimonios de la cultura Aztatlán del Posclásico Temprano, pero el que ha sido identificado como el principal centro ceremonial es el Cerro de la Mascara, el cual abarca un área de 17,000 m2 donde se han encontrado numerosas piedras agrupadas en 15 conjuntos con cerca de 300 petrograbados. Según las estimaciones, el sitio pudo haber iniciado su historia ritual desde el año 200 d.C. para terminar un siglo antes de la llegada de los españoles, el cual sirvió para plasmar en las rocas diferentes diseños que van desde personas, animales y vegetales, todos ellos representados de forma abstracta y la semejanza con otros elementos mesoamericanos han permitido asociar algunos de ellos con el culto a Venus y al Sol. Actualmente algunos cerros de la región siguen manteniendo actividad ritual por parte de los indígenas, específicamente de los mayos o yoremes quienes realizan ceremonias de peticiones de lluvia y por el bienestar de la cosecha en lugares como el cerro Cahuinahua el cual cuenta con representaciones rupestres.

Precisamente en la religiosidad yoreme podemos rastrear las posibles razones de la inexistencia de centros ceremoniales a la manera mesoamericana, y es que el espacio donde se llevan a cabo solo se trata de enramadas sencillas donde se reúne la comunidad para presenciar las danzas de las fiestas religiosas o para llevar a cabo las asambleas, además de acondicionar un espacio para colocar un altar y también otro para servir como cocina de los banquetes de las fiestas. Si bien las ceremonias yoreme siguen el calendario católico e incluso las enramadas están orientadas tomando como referencia las iglesias, los días más importantes dentro de su ceremonial religioso son los que se encuentran cercanos a los equinoccios y solsticios, por lo que celebraciones como la Semana Santa, San Juan, San Miguel y el de la Virgen de Guadalupe tienen un lugar de gran importancia en el calendario yoreme. La muestra de la conexión entre los mayos modernos con los pobladores prehispánicos de El Fuerte lo encontramos en el sitio arqueológico El Cobrizo, donde se ha encontrado una calzada limitada por muros de piedra que llevan a un espacio donde se localiza un altar de piedra, que por las dimensiones que tiene y las orientaciones identificadas con el solsticio de verano nos indican que se pudo tratar de un ramadón precolombino.

Uno de los investigadores más importantes quien realizo trabajos de exploración en la región fue Gordon Ekholm en los años 1937 a 1939, localizando 26 sitios arqueológicos en un área que abarcan las cuencas los ríos Fuerte, Choix, Culiacán y el estero de Las Piedras, identificando como una de las principales tradiciones culturales en Guasave, de donde excava el sitio El Ombligo donde localizo hasta 166 entierros con ricas ofrendas conformadas por cerámica, cascabeles de cobre, una máscara de perico y restos humanos usados para realizar objetos suntuarios. En estos trabajos localizo loque pudieron ser cráneos usados a la manera de ofrenda, pudiendo ser utilizados como trofeos y por lo tanto es una evidencia del arraigo de las costumbres guerreras en la sociedad sinaloense prehispánica, si a esto le sumamos la calidad de los materiales presentes en las ofrendas, todo nos indica de la existencia de una elite local que tenía la capacidad de acceder a productos de mayor calidad que los locales, como lo tenemos con la presencia de la cerámica de la cultura Aztatlán y que está asociada con la religiosidad de la región Mixteca-Puebla del centro.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Luis Alfonso Grave Tirado. Ideología y poder en el México prehispánico. De los mayas a los mayos de Sinaloa.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Imagen: Petrograbado en el Cerro de la Máscara, El Fuerte, Sinaloa. Fuente: https://www.facebook.com/CerroMascara/photos/pb.100064505959622.-2207520000./2624948290907995/?type=3&locale=es_LA

El mercado de Santa Fe en los primeros años de la independencia.

Una vez llegada la consumación de la independencia, la política exterior de Agustín de Iturbide seria contraria a la del imperio español, abriéndole las puertas de las fronteras septentrionales a los comerciantes estadounidenses de San Louis Missouri, llegando a Santa Fe la primera expedición comercial encabezada por William Becknell en diciembre de 1821. A diferencia de los años anteriores cuando los comerciantes eran perseguidos por las autoridades novohispanas, esta vez Becknell fue recibido por el mismo gobernador de Nuevo México, Facundo Melgares, quien le facilito un espacio para que se instalase y lo invita a instalar sus negocios en la provincia, motivando una segunda expedición por el éxito y cálido recibimiento de los novomexicanos. Esto dio pie a la llegada de otros comerciantes aprovechando la apertura mexicana, llegando algunos comerciantes excarcelados de los años novohispanos quienes querían comprobar las nuevas condiciones, aunque para mantenerse cautos solo llevaron mercancías por valor de $15,000 pesos.

En relativamente poco tiempo, Nuevo México se convirtió en una provincia muy atractiva para los comerciantes estadounidenses por donde se podían abastecer de la plata mexicana, valiendo la pena el penoso camino, elevando su mercado en calidad de estratégico y poco a poco se fueron elevando la cantidad de carretas cargadas de mercancías, iniciando con 26 hacia 1824 para terminar con 230 para 1843 con cargamentos con un valor de $450,000 pesos. Estas cifras fueron tomadas por el estudio de Josiah Gregg quien se basó en algunos registros realizados por los comerciantes, pero estas cifras podrían resultar menores debido a las limitantes de las fuentes donde algunos años no llegaron a ser registrados, a esto hay que sumarle la escasa presencia de datos por parte de la aduana mexicana. Las autoridades novomexicanas no eran muy meticulosas en el registro de las mercancías que ingresaban de la frontera, a esto hay que sumarle la corrupción rampante para poder dejar pasar más que lo declarado, por lo que si le sumamos el contrabando vamos a encontrar un mercado mucho más grande que las estimaciones de los datos de la época.

La razón del éxito del comercio estadounidense hacia México radicaba en las cadenas comerciales, estas iniciaban en los puertos de la Costa Este donde llegaban las mercaderías europeas, conforme más se fuesen alejando de estos rumbo a las comunidades del oeste si valor se iba incrementando, pero el mercado de Santa Fe representaba una verdadera locura al lograr los comerciantes obtener ganancias hasta por el 1000% de lo invertido. Nuevo México solo era una de las estaciones de expansión comercial, ya que del mercado de Santa Fe se abastecía el resto de las provincias del septentrión mexicano, tan solo se estima que en 1844 Chihuahua consumía mercancías con un valor de 2 a 3 millones pesos anuales, una de las razones de peso por las que en Missouri hubiese una opinión publica en contra de la invasión estadounidense de 1846 al perderse un redituable foco de riquezas.  Se estima que para 1845, el valor de las mercancías ingresadas desde el camino de Missouri a Santa Fe ascendía de los 3 a los 5 millones de dólares, cantidad que hacía asumible los riesgos y los costos que implicaba recorrer los caminos desérticos y permanentemente acosados por las tribus nómadas ante las altas ganancias.

El viaje no paraba en Santa Fe, los comerciantes estadounidenses aprovechaban el Camino Real de Tierra Adentro para descender a las ciudades mexicanas de Chihuahua, Durango, Zacatecas hasta llegar a Aguascalientes, pero el eje San Louis-Santa Fe se había consolidado como el objetivo principal del creciente gremio de comerciantes. Conforme se fue consolidando el comercio fronterizo, empezaron a dejar de irse cada comerciante por su lado para formar convoyes congregando a todos los que querían ir a Santa Fe para facilitar su defensa ante ladrones y los ataques indígenas, llegándose a reportar caravanas de entre 100 y 230 carretas. El patrón seguido iniciaba en primavera con la salida de la caravana de Missouri, dispersándose una vez llegados a Santa Fe e iniciaban el regreso hasta el otoño, aunque ya se hacía en grupos pequeños y a través de otros puntos fronterizos aprovechando que ya no tenían que cargar con mercancías, los únicos que mantenían una comunicación constante y aislada eran los contrabandistas.

Por su posición, Saint Louis se convirtió en el eje comercial del oeste gracias a la posibilidad de arribo de las embarcaciones rivereñas del Mississippi, aunque esto no impedía que otros pueblos como Franklin o Independence se volvieran bases comerciales, pero esto no evito que Missouri se convirtiese en la base principal para el arribo de los comerciantes. La ruta tiene una extensión de 1400 kilómetros siguiendo el rio Arkansas para ascender a las montañas, pero había un atajo pasando por el rio seco Cimarrón acortando el trayecto hasta los 1250 km, aunque tenía la desventaja de no contar con abundantes fuentes de agua como la otra ruta y estaba más expuesta a los ataques de los kiowas y comanches. La ruta tenía como último punto de arribo Fort Bent, fortificación que les garantizaba hasta cierto punto protección de los indígenas, de ahí se seguían hasta entrar en territorio mexicano por el pueblo de San Miguel del Vado, aunque también podían desviarse por el norte arribando a Taos, formándose pequeñas ferias que no les retribuían mucho en comparación con la de Santa Fe establecida por julio.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Ignacio del Rio. Mercados en asedio. El comercio transfronterizo en el norte central de México (1821-1848).

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Para saber más: https://www.arthii.com/la-importancia-del-camino-de-saint-louis-missouri-en-nuevo-mexico/

Imagen: Anónimo. Vista callejera a Santa Fe, Nuevo Mexico, 1866.

El “Moctezuma” seri.

La colonización de Sonora fue un proceso complejo, al igual que otras partes del norte de Mexico, era una región habitada por pueblos seminómadas o tribus nómadas quienes vivían en condiciones desérticas, por lo que la conquista militar fue imposible y solo se produciría la penetración española de la mano de las campañas misioneras los jesuitas encabezados por el padre italiano Eusebio Kino. Las relaciones con los indígenas fueron muy variadas, por un lado, estaban quienes aceptaron de buen agrado la presencia de los misioneros y se adaptan el cristianismo sin mayor problema como los ópatas y eudeves, del otro estaban los “indios insumisos” quienes siempre mostraron desconfianza por los misioneros y cualquier señal de abuso fue detonante de rebeliones como los seris y apaches, pero quienes tenían la relación más compleja era el grupo indígena mayoritario, los pimas. Ellos se dividían en numerosas bandas que viajaban continuamente por el territorio sonorense junto con los pápagos y los guarijíos, cada una de estas tribus a pesar de contar con una lengua en común mantenían intereses diferentes, por lo que había algunos que habían aceptado la evangelización asentándose en las misiones, otros mantuvieron una posición rebelde y otros mostraron una posición intermedia, usar a las misiones a conveniencia para pasar en ellos la temporada y volver a irse siguiendo sus viajes.

Debido a estos contactos que mantenían los indígenas con los misioneros, hicieron que poco a poco sus creencias fueran influenciadas por el cristianismo, que ante el panorama dispar en cuanto a las posiciones con los “españoles” (en el contexto del norte, aplicaba tanto para peninsulares, criollos y mestizos sin distinción), empezarían a usar algunos conceptos para mantener su independencia encontrando una justificación religiosa. Es así que hacia 1737 empieza a surgir entre los indígenas sonorenses un pensamiento que en el siglo pasado les había ocasionado problemas en otros lados, el milenarismo. Se supo que entre los indios Guaymas (grupos seris que aceptaron el cristianismo) empezó a surgir un líder religioso que tenía visiones apocalípticas y estaba predicando su mensaje, este era Agustín Ascuhul quien era llamado Ariscibi o profeta, quien predicaba la llegada del dios “Moctezuma” quien pronto habría de destruir al mundo para el nacimiento de uno nuevo donde los indios habrían de ocupar la posición de los españoles y ellos el de los indios, resucitaría a los muertos, habría abundancia de comida y los españoles pasarían a ser sus sirvientes.

En poco tiempo, el mensaje empieza a repercutir en la Pimería al encontrarse algunos indígenas que replicaban la predica y las autoridades españolas empezaron a vigilarlos, si bien como respuesta las diferentes tribus se desmarcaron de ese culto e incluso llegaron a participar en las celebraciones de Semana Santa, pero para el 8 de mayo los indígenas de diferentes comunidades pimas, Guaymas y otros grupos las abandonaron casi a la misma hora. Partieron por igual desde adultos jóvenes, niños y anciano o enfermos junto con sus animales, todos esperanzados en que la promesa del Ariscibi se cumpliese, se estima partieron entre 4 y 5 mil indígenas quienes se dirigieron al llamado Cerro Prieto, donde se había construido un pequeño adoratorio para rendirle culto al dios Moctezuma al cual se le había representado en un ídolo de madera, mientras el Ariscibi portaba una sotana negra imitando a los misioneros. La vida religiosa en el Cerro Prieto emulaba en buena parte las formas católicas, pero estaban aderezadas con elementos sincréticos, ya que el adoratorio contaba con una campana que dictaba las diferentes ceremonias que estaban acompañadas de cohetes, música de violines y arpas, mientras iban sacrificando a su ganado para realizar los banquetes rituales y según reportes hacían que el ídolo simulase fumar.

Por el lado de los españoles, el presidio de Fronteras mantuvo tanto la vigilancia como el plan para reprimir a los indígenas bajo la dirección del capitán Juan Bautista de Anza I, por lo que las tropas presidiales organizan una redada para entrar a Cerro Prieto, el Ariscibi se entera y les pide a sus seguidores dispersarse para evitar el ataque español, pero esto no basto para que fuese apresado. Ya una vez capturado, el Ariscibi fue sometido a un interrogatorio donde acepto haber sido influenciado por el demonio al no cumplirse las promesas del dios Moctezuma y fue forzado a confesar el lugar donde había sido oculto el ídolo, terminando por ser condenado a muerte colgándolo en el pueblo de Guaymas el primero de junio para demostrar que no tenía ningún poder sobrenatural, mientras muchos de los seguidores fueron encontrados muertos por viruela en diferentes parajes ¿Qué relación tenía Moctezuma con los pimas? Fueron los mismos españoles quienes empezaron a relacionar las ruinas de los pueblos de Oasisamérica con el origen de los mexicas, sobre todo el padre Kino relaciono las ruinas Hohokam del valle del rio Gila como Casa Grande a un supuesto bastión mexica anterior a su llegada a la Cuenca de México.

Fue así como los jesuitas empezaron a mezclar la historia mexica con los relatos pimas donde decían de un caudillo llamado Sibuni que era calificado como cruel y había hecho la guerra contra los apaches, siendo relacionado con Moctezuma I y poco a poco ese nombre empieza a hacer presencia entre las tribus pimas y ópatas quienes lo ponían como su fundador. Sobre los mensajes apocalípticos se tiene las noticias de la difusión de ideas de un colono valenciano llamado Basilio Perpente Suarez, quien supuestamente había sido visitado por San Juan Bautista y este le aseguro la llegada de un nuevo orden donde los indios habrían de matar a todos los españoles para ser gobernados por Moctezuma, valiéndole ser enjuiciado por la inquisición por judaizante, blasfemo y apostata. Todos estos factores se le fueron sumando los problemas surgidos con la imposición del nuevo orden colonial como los trabajos en las minas y la proliferación de las enfermedades, complementándose con las creencias cíclicas de creación y destrucción del mundo dieron lugar al surgimiento de un culto milenarista que combinaba elementos católicos e indígenas, todavía hasta 1783 hay indicios de la persistencia popular de la figura del Ariscibi.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: José Luis Mirafuentes Galván. Agustín Ascuhul, el profeta de Moctezuma. Milenarismo y aculturalización en Sonora (Guaymas, 1737), de la revista Estudios de historia novohispana 12.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Para saber más: https: //www.arthii.com/la-vida-en-el-septentrion-novohispano/

Imagen: Padre Adam Gil, Seris, 1692.

La crisis de la vida de los rancheros chihuahuenses.

Mientras las oligarquías locales eran más cuidadosas para irle despojando de sus antiguas potestades a los rancheros, los inversionistas extranjeros eran lo más bruscos al momento de hacer gala de su poderío económico, como sucedió con el caso de los Limantour quienes aprovecharon el fin de la guerra apache como argumento para suspender los derechos a los que tenían para el uso de los terrenos. Para la década de 1880, los rancheros del oeste de la sierra quisieron poner un alto a las pretensiones de los Limantour y pensando tener el apoyo de Luis Terrazas, mientras el mismo había sido despojado de la gobernatura por el propio Porfirio Diaz hacia 1884 para colocar al protegido de su ministro Carlos Pacheco, Lauro Carrillo, con el fin de aminorar la influencia política de los Terrazas. Si bien el poder económico de los Terrazas crecía sin problemas ante la constante entrada de inversiones en el estado, no podían tolerar la pérdida de su supremacía política, por lo que en 1891 se le presta la oportunidad con la salida de Pacheco del gabinete y con ello se terminaba el principal sostén de Carrillo, por lo que empieza a azuzar a los rancheros para demostrarle a Diaz su debilidad como gobernador, pero sabiendo esa táctica ofrece la amnistía a los rancheros rebeldes y logra contener en buena parte un latente conflicto.

El único pueblo que no accedió a la amnistía de Carrillo fue Tomóchic en el distrito de Guerrero, ya que en los últimos años sus habitantes habían entrado en conflicto con el hombre fuerte de la región, Joaquín Chávez, quien había colocado a un pariente forastero en el cargo de presidente municipal, quien haciendo uso de su poder mandaba a su ganado a pastar en los terrenos del pueblo y los forzaba a trabajar con un bajo sueldo para él o para los Limantour. Esto provocaría el aumento de las protestas por parte de los habitantes de Tomóchic y como muestra de insulto y humillación, el cacique Chávez cambia el itinerario del transporte de la mina de plata que iba a Chihuahua para evitar entrar en el pueblo, lo que para ellos era inaceptable porque los trataba como si fueran ladrones. La afrenta hace que las manifestaciones subiesen de tono y se fuesen contra el palacio municipal, lo que sirvió a Chávez para alegar que el pueblo se había revelado y querían apoderarse de las cargas de plata, todo con la intención de provocar al gobierno para que mandase a los federales, como representaba una amenaza para las inversiones extranjeras, Diaz autoriza a Carrillo a mandar a los federales y toman al pueblo que había sido abandonado por sus habitantes, pensando con ello que habían logrado pacificarlos.

El problema de Tomóchic empieza a adquirir una mayor envergadura al combinarse con la crisis religiosa que experimentaba la región, este pueblo había sido originalmente tarahumara y con la llegada de los españoles empezaron a mestizarse, pero con la expulsión de los jesuitas provoca que el pueblo careciese de religiosos para atender sus necesidades espirituales, por lo que a lo largo del siglo XIX muchos de ellos empiezan a convertirse a las iglesias protestantes. Pero las familias que se habían quedado en el catolicismo se refugiaron en el surgimiento de un culto popular fuera de la Iglesia, el de la santidad de Teresita de Cabora, Sonora, cuyas visiones místicas tenían repercusión gracias a la predica de Cruz Chávez (nada que ver con el cacique del pueblo), quien mete la cuestión devocional para impulsar los reclamos de los pobladores de Tomóchic contra su presidente municipal, por lo que se le suma el elemento religioso a la crisis.

Cuando los habitantes de Tomóchic abandonan su pueblo, deciden partir en peregrinación hacia Cabora para recibir la bendición de Teresita, el trayecto seria aprovechado tanto por las tropas de Chihuahua como por las de Sonora para tratar de emboscarlos, pero derrotan a un contingente de sonorenses y pudieron eludir al resto de los soldados, pudiendo llegar a Cabora donde a pesar de no encontrar a Teresita, Cruz Chávez les da un sermón que refuerza su fe al poder llegar se pesar del ejército federal. El gobernador Carrillo intenta negociar con los tomichitecos retirando a los federales del pueblo y ofreciéndoles la amnistía con la condición de reconocer la legitimidad de las autoridades estatales y municipales, pero se niegan por el odio hacia el presidente municipal y posiblemente porque estaban siendo apoyados por Luis Terrazas para desprestigiar al gobernador. Ante el fracaso de la negociación con Tomóchic, los planes de Terrazas tienen éxito y logra que Diaz destituya a Carrillo, colocando en la gobernatura a Miguel Ahumada quien tenía la fama de ser aceptado por todas las clases políticas chihuahuenses y tenía la resolución de acabar con la rebelión por la fuerza para evitar un escalamiento del conflicto.

El miedo a la expansión del conflicto estaba justificada, ya se estaba gestando en otros pueblos indicios de rebelión y todo en torno al culto a Teresita de Cabora, cuya influencia llegaría hasta con los yaquis y mayos de Sonora y Sinaloa con quienes se había tenido una larga conflictividad con el gobierno federal, por lo que mandan al general José María Rangel para pacificar al pueblo con una tropa bien pertrechada, por lo que esperaban atacar al pueblo de frente apostando por su superioridad. Pero no tomaron en cuenta con que los tomochitecos estaban más que fogueados en la guerra apache y usando sus tácticas de guerrilla pudieron superar la desventaja que les daba su inferioridad numérica y hacen huir a las tropas de Rangel dejándoles considerables bajas a pesar de contar con armamento moderno. A su regreso a Chihuahua, quería buscar apoyo entre las milicias locales, pero todos se negaron debido al respeto que le tenían a Cruz Chávez al ser parte de las guardias de Terrazas para combatir a los apaches, por lo que el ejército federal quedaba humillado ante la experiencia y habilidad de los rancheros chihuahuenses de Tomóchic.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Bibliografía: Friedich Katz. Pancho Villa, vol. 1

Imagen: Jose Guadalupe Posadas. Los sucesos de Tomóchic, 1892