A partir de la década de los 70, varias películas de los primeros años como Mecánica nacional de Luis Alcoriza y Basuras humanas de Emilio Gómez Muriel empezaron a introducir elementos de la sexicomedia. Posteriormente, estos elementos se usarían con fuerza en Bellas de noche y Las ficheras de Mario M. Delgado, así como en Tivoli de Alberto Isaac. En estas películas, se exploraron situaciones de índole sexual con un sentido del humor aplicado mediante el uso del albur. Además, se integraron como parte del contenido de las películas los números de burlesque y shows propios de los centros nocturnos de la capital, donde las mujeres eran el centro de atención al protagonizar tanto escenas de baile erótico como algunos desnudos.
A partir de ahí, se desatan situaciones donde las protagonistas se enfrentaban a diferentes enredos y malentendidos, los cuales servían como fuente de desarrollo de la trama. Un ejemplo de esto es Bellas de noche, que surgió de la obra de teatro Las ficheras, la cual fue un éxito rotundo en su puesta en escena realizada por el actor y productor Víctor Manuel «El Güero» Castro, con 2,500 representaciones consecutivas. Según sugerencias del cómico Eduardo de la Peña, alias Lalo «el mimo», quien llevó al veterano productor Guillermo Calderón a verla para que incursionara con una temática completamente inédita. Sin embargo, la censura gubernamental impidió que la película llevara el nombre de la obra teatral y su título fue un homenaje a la película del director Luis Buñuel llamada Belle de Jour (Bella de día) de 1967.
Estas películas sentaron las bases del género, así como las formas de dirigirlas y producirlas para garantizar el éxito en cada una de ellas. En este contexto, la calidad era un elemento prescindible, y no se buscaba necesariamente transmitir un mensaje artístico o moral; más bien, se trataban de relatos anecdóticos de índole sexual que servían como entretenimiento para adultos y se sumergían en la cultura popular urbana. Detrás de buena parte de estas películas estaba la mano de «El Güero» Castro como guionista principal.
Además, se conformó un elenco constante en este género, con actores como Alfonso Zayas, Jorge Rivero, Rafael Inclán, César Bono, Lalo «el mimo», Hugo Stiglitz, Alberto «el Caballo» Rojas, entre otros. También destacaron actrices como Sasha Montenegro, Carmen Salinas, Rebeca Silva, Maribel Guardia, así como las vedettes que pasaron a convertirse en actrices, como Lin May, Wanda Seux, Rossy Mendoza, Olga Breeskin, Lina Santos y otras más, cuya belleza les abrió las puertas para ser las principales figuras de este género.
La trama de estas películas giraba en torno a la sexualidad, donde las ficheras eran el centro principal de atención y movían la historia mediante sus coqueterías al protagonista. Al estar dirigidas principalmente a un público masculino, no escatimaban en el uso de escenas de bailes sensuales o desnudos para captar la atención y el interés de la audiencia.
Dado que el objetivo principal de estas películas era apelar a los deseos del público, la trama no requería ser compleja. Lo crucial era que las vedettes resaltaran sus atributos físicos para quedar grabadas en la memoria de los espectadores. Por lo tanto, no se necesitaba que tuvieran una calidad interpretativa destacada; más bien, la película debía explotar al máximo su belleza en todo momento. Todo esto contribuyó a alimentar un componente fundamental de la identidad social mexicana: el machismo. En una época donde estas creencias estaban muy arraigadas, las películas ayudaban a satisfacer los deseos del público masculino al mostrar situaciones fantasiosas comunes en la imaginería popular machista, donde la mujer era vista como objeto. Los papeles masculinos se encargaban de exaltar estas situaciones con sus expresiones, como se veía especialmente en las miradas.
El cine de ficheras se dedicó a ofrecer una forma de cumplir las fantasías voyeuristas del macho mexicano al permitirles ser espectadores de situaciones imposibles en la vida real. En este contexto, el papel de los directores fue crucial, ya que siempre supieron qué ofrecer para mantener cautivo a su público.
La sensualidad ha sido siempre parte integrante de la cultura popular mexicana, aunque debía permanecer oculta y subyugada bajo el orden moral de la sociedad. No obstante, esta sensualidad ha permanecido omnipresente dentro de las relaciones personales, encontrando formas de manifestarse, como el caso del doble sentido en el albur. El albur es un juego lingüístico y mental con raíces prehispánicas y españolas, donde se busca dejar callado al rival mediante el uso de alusiones alegóricas de índole sexual.
Este recurso fue fundamental para articular la trama de las películas de ficheras, por lo cual se buscaba a comediantes para ocupar el papel de protagonistas en lugar de los típicos galanes o actores de la época. Tanto la astucia como los deseos de los personajes eran el vehículo de las situaciones expuestas en la trama, y se combinaba el humor y la sensualidad en el doble sentido, lo que articulaba las historias.
Los personajes masculinos formaban parte de las clases medias-bajas, y por ende, expresaban sus valores y prejuicios, como la religiosidad católica como rectora de la moral. Esta moralidad era constantemente desafiada por las situaciones presentadas en las películas, que permitían la liberación de los deseos reprimidos. Incluso se exploraban temas tabú como la homosexualidad, mientras mostraban a estos personajes con una actitud hostil hacia lo que no comprendían, utilizando recursos como el albur.
El cine de ficheras ocupó el papel de ventana hacia los deseos de una sociedad que, debido a las imposiciones moralistas, se había visto imposibilitada de expresarse libremente, manteniéndose siempre en la marginalidad del ámbito popular. Sin embargo, los cambios ideológicos de la década de los 60 cuestionaron aquel orden moral, dando paso a una mayor libertad de expresión y despojando a la sociedad de las normas culturales e intelectuales impuestas.
A pesar de que este género puede ser criticado por su baja calidad de producción y argumentativa, así como por exaltar vicios y prejuicios como la vida nocturna y el machismo, es innegable la manera en que expuso la realidad social de gran parte del público mexicano. Esto fue la raíz de su éxito en comparación con el intento de construir un cine culto durante el sexenio de Echeverría.
De esta manera, el cine de ficheras se transformó en una forma de resistencia para amplios sectores de la sociedad, que encontraron en él una manera de sacar a relucir sus deseos más oscuros a través del entretenimiento puro. Esto fue fundamental para sobrellevar la situación de crisis que vivió el país durante las décadas de los 70, 80 y 90, en un contexto difícil de superar para la gran mayoría.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.
Federico Flores Pérez.
Bibliografía: Jesús Alberto Cabañas Osorio. El cine de ficheras: un orden simbólico en espera de análisis, de la Revista Iberoamericana de Comunicación no. 25.
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El origen del cine de ficheras.
Imagen:
- Izquierda: Poster de la pelicula «El vecindario», 1982.
- Centro: Poster de la pelicula «Pancho el sancho», 1988.
- Derecha: Poster de la pelicula «Los verduleros», 1986.