El mercado de telas entre la India y Manila.

Las redes comerciales indias se habían arraigado gracias a las llamadas “talasocracias” asentadas en la costa del Coromandel y que tuvieron una extensa actividad marítima que hizo posible mantuviesen presencia en los archipiélagos del oriente del Océano Indico y la Indochina, extendiéndose por la actual Indonesia y llegando hasta las Filipinas. Con el siglo XV y la llegada de las potencias europeas como Portugal aprovecharían estas ligas para empezar a expandirse, llegando en la primera mitad del siglo XVI los españoles quienes se establecen en las Filipinas con la construcción de la ciudad de Manila como uno de los mercados principales, la cual se había convertido en una plaza importante gracias al flujo de plata procedente de la Nueva España, por lo que se convierte en la puerta de entrada para los productos de la India teniendo como intermediarios a las otras naciones europeas, primero con los portugueses y después con los mestizos de estos quienes fungieron como agentes comerciales de Holanda.

El producto estrella para poder mantener la comunicación entre las Filipinas con la India había sido las telas, donde la costa del Coromandel se había destacado por su gran producción y la finesa de sus tejidos, destacando los del puerto de Palicat de donde saldrían un viejo conocido de la cultura popular mexicana, el paliacate. Las barcas comerciales tenían una ruta que abarcaba la costa del Golfo de Bengala para pasar por los principales puertos de Indochina y Java como Malaca, Pegu, Aceh, Macasar, Batavia (actual Yakarta) para llegar al archipiélago filipino haciendo escala en Luzón, Bisayas, Mindanao y Manila, incluso esta servía de escala para completar la ruta hasta Macao. Como las relaciones entre España y Holanda estaban rotas por los continuos ataques piratas de los holandeses a los españoles y los principales puertos comerciales indios estaban bajo dominio holandés, los principales intermediarios eran los mestizos portugueses, los armenios, ingleses y daneses quienes navegaban bajo las banderas de los principados indios o del sultanato de Joló para poder saltarse el bloqueo al comercio holandés.

Los años finales del siglo XVIII fueron especialmente fructíferos con la aparición de nuevos actores en el Océano Indico gracias al proceso de liberalización del comercio por la reforma de 1789, por lo que pudieron entrar en Manila comerciantes suecos, estadounidenses y principalmente ingleses quienes iban adquiriendo un papel protagónico en la India, por lo que no querían estar fuera del mercado español. Como en esos momentos la situación entre Gran Bretaña y España también era tensa, tanto los ingleses como los estadounidenses usaron la táctica holandesa de llegar a los puertos filipinos bajo la bandera de Dinamarca, aumentando el rango del mercado para abarcar Cantón en China y en menor número los puertos estadounidenses como Boston, Salem, New Port y Providence. Quienes siempre mantuvieron una presencia constante a lo largo de siglos eran los armenios, cuyos comerciantes eran bien recibidos por los españoles al ser un pueblo antiquísimo que había abrazado el cristianismo, teniendo las puertas abiertas a los puertos filipinos y gracias a esta relación los armenios se asociaron con los ingleses para poder ingresar sus mercancías.

Todo este contexto sirvió para que los armenios se convirtiesen en los principales mercaderes de telas de los puertos indios, abarcando desde los pañuelos de Paliacate y una tela muy tradicional en el occidente mexicano llamado Cambaya proveniente del puerto de Cambay la cual se caracteriza por su colorido, pero con la intervención de los británicos ya se estaba centralizando la producción textil entorno a la ciudad de Madrás para el siglo XIX. La belleza de los estampados y el colorido de las telas hicieron que fuesen un producto muy solicitado en diferentes puertos europeos a lo largo del mundo, desde las colonias en África y en América tuvieron un lugar especial por sus intrincados diseños donde se manifestaba la cultura india y la persa. Conforme fue aumentando el control británico sobre la India, se distribuyen otros productos textiles indios como el paisley de Cachemira y que también tuvo un gran recibimiento por los novohispanos, hoy en día erróneamente le quieren atribuir un origen prehispánico al patrón de gota tan característico de estas telas y que actualmente son de producción nacional o importados de China.

Debido al contexto europeo convulso de finales de siglo XVIII y principios del XIX, provocaría la decadencia de imperio marítimo holandés en Asia, donde bajo el pretexto de la invasión napoleónica fueron tomados por los británicos la colonia del Cabo, los puertos de la India, Sri Lanka y Malaca, pudiendo salvar solamente las Indias Orientales Holandesas, por lo que el destino de muchos de los puertos controlados por ellos pasaron al olvido como paso con Palicat para favorecer los puertos británicos, por lo que buena parte de su rico legado portugués y holandés se encuentra en peligro por el deterioro y desinterés. Esta misma situación mermó el poderío español como se manifestó con la independencia de las Américas, provocando la caída de empresas como la Real Compañía de las Filipinas encargada del comercio transpacífico, por lo que los británicos serian la principal potencia mercante que seguiría abasteciendo de telas indias a las nuevas naciones americanas, convirtiéndose el paliacate en un elemento distintivo de la cultura popular mexicana que se ha integrado para fundirse con gran éxito.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Andrés del Castillo Sánchez. Textiles de la India para gustos mexicanos. El comercio de paliacates desde Pulicat, India, siglos XVI-XIX, del libro A 500 años del hallazgo del Pacifico. La presencia novohispana en el Mar del Sur.   

Imagen:

  • Izquierda: Fernando Brambila. Vista del rio Manila desde el Fortin, 1792, de la serie de grabados de la Expedición Malaspina.
  • Derecha: Cementerio holandés de Pulicat, India, siglos XVII-XVIII.

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