El sitio de Guadalajara y la batalla de Calpulalpan, la derrota conservadora

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Por segunda vez durante la Guerra de Reforma, la ciudad de Guadalajara se convirtió en un campo de batalla entre liberales y conservadores a finales de septiembre y principios de octubre de 1860. Esta vez, los conservadores se habían atrincherado en la ciudad bajo el mando del general Severo Castillo, mientras que los liberales, inicialmente liderados por Jesús González Ortega y posteriormente reemplazado por Ignacio Zaragoza, tenían la misión de tomarla.

Sin embargo, se enfrentaban a la dificultad de la pronta llegada de refuerzos conservadores liderados por Leonardo Márquez y Tomás Mejía, quienes contaban con una fuerza de 4,300 hombres y estaban financiados con $200,000 pesos obtenidos de préstamos forzosos durante su victoriosa campaña por el Bajío. Zaragoza se vio presionado por el tiempo y decidió tomar Guadalajara a toda costa, a pesar de que las tropas conservadoras rondaban los 6,000 efectivos, cuyas fuerzas se veían mermadas por la falta de recursos.

Así, en la mañana del 29 de octubre, Zaragoza inició el asalto, desencadenando una batalla cruenta y sin cuartel que dejó la ciudad en ruinas y ninguno de los bandos se proclamaba como vencedor después de 14 horas de combate continuo, dejando exhaustas a ambas fuerzas.

A pesar de haber quedado igualados, la situación en el bando conservador estaba siendo más apremiante al quedarse sin dinero y sin parque. Por lo tanto, Castillo decide iniciar conversaciones con el general liberal Manuel Doblado, algo a lo que Zaragoza no se opuso, ya que esto le permitió preparar los morteros y continuar con el bombardeo al día siguiente. La reunión resultó en un armisticio de 15 días, durante los cuales las fuerzas conservadoras defensoras de Guadalajara no podían abrir fuego contra las tropas liberales. Esto permitió a Zaragoza concentrarse en atacar a Márquez, quien se encontraba en Zapotlanejo, a 34 km de la ciudad.

Para enfrentarlo, Zaragoza comisionó al general Nicolás Regules para perseguirlo y enfrentarlo en las Lomas de Calderón el 1ro de noviembre. La batalla se desencadenó después de que Márquez atacara como represalia contra Zaragoza por negarse a negociar, pero no pudo hacer frente a las tropas liberales y se dio a la fuga. Cerca de 3,000 soldados conservadores fueron capturados en la huida.

Como consecuencia de la derrota de Márquez, el general Castillo decide seguir sus pasos y abandona Guadalajara el 3 de noviembre, lo que representó una derrota decisiva para los conservadores al dejar en manos de los liberales los puntos más importantes del Occidente. Esto permitió a los liberales recuperar el Bajío y comenzar a prepararse, tanto comprando armamento a Estados Unidos como obteniéndolo de la ferrería de Tula. Reunieron una fuerza de 30,000 soldados y 180 cañones para dirigirse hacia la Ciudad de México.

Para finales de octubre, Miguel Miramón sabía que la causa conservadora estaba en desventaja. Un golpe moral fue el retiro de la legación británica, la cual desconoció su gobierno y se instaló en Xalapa. Ante esta situación, Miramón decide vender mobiliario y propiedades para pagar deudas y costear su huida a Europa junto con su familia. Una vez recibida la noticia de la toma de Guadalajara y la derrota de Márquez, Miramón declara el estado de sitio en la capital el 13 de noviembre y vuelve a imponer un préstamo forzoso de $300,000 pesos. Además, ordena a Márquez incautar los bonos de la legación británica por un valor de $660,000 pesos. Emitió una proclama donde admitía la situación crítica y preparaba a los capitalinos para la batalla.

La campaña final de los liberales contra los conservadores comenzó con una victoria para las tropas de Miramón en Toluca el 9 de diciembre, donde capturaron valiosos prisioneros como los generales Santos Degollado y Felipe Berriozábal, lo que les dio impulso para enfrentarse a las tropas de González Ortega, que habían tomado posiciones en la loma de San Miguelito en Calpulalpan con una fuerza de 16,000 hombres.

El día 21, Miramón llegó con la plana mayor de los comandantes conservadores, incluyendo a Márquez, Mejía, Marcelino Cobos y Miguel Negrete, para intentar infligir una derrota milagrosa utilizando los talentos del ejército federal. Esto marcó el inicio de la batalla de Calpulalpan el 22 de diciembre. Miramón decidió atacar el flanco izquierdo de las tropas de González Ortega, conformadas por la división de Michoacán. Sin embargo, tanto él como Zaragoza anticiparon su estrategia y enviaron a las fuerzas del general Regules a resistir el embate con las brigadas de Jalisco y San Luis Potosí. La estrategia de Miramón falló, y fue el turno de González Ortega de atacar a Miramón con las divisiones de Zacatecas y Guanajuato, con el apoyo del fuego de 30 cañones, resistiendo los conservadores durante cerca de una hora.

El ejército conservador finalmente sucumbe al ataque de González Ortega. Aunque tuvieron un breve momento de esperanza con la carga de caballería comandada por Joaquín Miramón (hermano de Miguel), no fue suficiente para cambiar el curso de la batalla. Poco a poco, los soldados conservadores se rinden y algunos cambian de bando, mientras que otros caen prisioneros. Miramón logra escapar de la batalla y se refugia en la Ciudad de México para preparar a su familia para su partida hacia Cuba. Él mismo encuentra refugio en la embajada española y deja la capital el 1 de enero de 1861. Las tropas de González Ortega entran en la ciudad el 25 de diciembre.

A partir del 1 de enero, se inician los festejos generalizados por parte de los liberales en todas las ciudades en celebración de su victoria. Se restaura el gobierno de la Constitución de 1857, y se consolida con el regreso del presidente Benito Juárez al Palacio Nacional el 11 de enero. Así, se pone fin a una guerra cruenta de tres años donde los mexicanos quedaron divididos en bandos irreconciliables. Sin embargo, pasarían algunos años más para la derrota final de los conservadores.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Will Fowler, La Guerra de Tres Años, el conflicto del que nació el estado laico, 1857-1861.

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Imagen: Casimiro Castro. Batalla de San Miguel Calpulalpan, decada de 1860.

La configuración de Tlaxcala en el Posclásico.

A partir del siglo X, se inicia la conformación étnica del Valle Puebla-Tlaxcala que los españoles encontrarían. La región comenzó a dividirse en señoríos que controlaron el territorio actual del estado, y uno de los puntos de partida fue la pérdida de poder por parte de los olmecas-xicalancas de Cacaxtla, lo que provocó el abandono de la ciudad. Este evento marcó el surgimiento de pequeños estados con una vida principalmente aldeana y una notable disminución de la presencia de centros ceremoniales.

Todo indica que el principal motor de estos cambios fue la llegada de las migraciones tolteca-chichimecas, quienes se consideran responsables del desequilibrio en la región y contribuyeron a la decadencia de los olmecas-xicalancas, forzándolos a abandonar la zona. Este proceso dio lugar al nacimiento de nuevas zonas culturales que sentaron las bases para los señoríos tlaxcaltecas durante la conquista.

Dentro de estas nuevas culturas regionales, destaca la Texcala Tardía, que ocupó la zona del Bloque Nativitas. Construyeron solo dos ciudades fortificadas y alrededor de 250 asentamientos, que incluían aldeas, asentamientos rurales y algunas estructuras de tipo religioso. En esta etapa, empezaron a surgir las primeras referencias al culto a deidades como Camaxtli, Tezcatlipoca y Xipe Tótec.

Estos dos destacados asentamientos de la cultura Texcala fueron Tepeticpac y Tepeyanco. El primero se ubicó en la cima del Cerro Blanco, una posición altamente segura para su defensa e inaccesible para sus enemigos, convirtiéndose en inexpugnable gracias a las obras de fortificación. Por otro lado, Tepeyanco estaba estratégicamente situado al controlar la laguna de Acuitlapilco, los manantiales que la alimentan y las tierras circundantes, convirtiéndose en un importante centro productor de alimentos.

Se estima que durante su apogeo, ambas ciudades pudieron albergar una población de alrededor de 6,000 habitantes. Estos centros urbanos dieron origen a 15 señoríos: en el norte, Ocotelulco, del cual se derivó San Simón Tlatlauhquitepec; en el centro, San Tadeo Huiloapan y Huexoyucan; al oeste, Apizaco, dando lugar tanto a San Dionisio Yauhquemecan, San Martin Xaltocan y posiblemente Santa Barbara Acuicuizcatepec; al sureste, Tzompantepec y Ahuashuatepec; al noroeste, San Simeón Xipetzingo y San Pedro Ahuatepec; y al este, Texcalac y Toluca de Guadalupe.

Durante el periodo de los años 1000 al 1100, en el territorio de la cultura Texcala, se identifican 17 asentamientos que podrían considerarse como señoríos. Existe debate entre los investigadores acerca de la relación entre Tepeticpac y Ocotelulco. Algunos los consideran como señoríos independientes, mientras que otros sugieren que pudieron formar un solo señorío, con Tepeticpac como el asentamiento originario que también serviría como centro de resguardo en caso de invasiones, y Ocotelulco con funciones administrativas y comerciales.

Según las estimaciones, para el siglo XI, la región mantuvo una población de alrededor de 126,000 habitantes en una extensión de 1,600 kilómetros cuadrados, divididos en señoríos autónomos con una organización particular. El binomio Tepeticpac-Tepeyanco ostentaba el liderazgo, y en momentos de invasiones, todos los señoríos se unían para hacer frente a los enemigos. Curiosamente, la ciudad de Cantona se convierte en un gran ausente en este nuevo orden. Comienza a ser abandonada a partir del siglo X y queda desocupada en el XI. La razón de su caída y la despoblación subsiguiente de la región de la Cuenca Oriental hasta la colonia sigue siendo desconocida.

Hacia el norte del estado surge la cultura Tlaxco, la cual está vinculada con los pueblos de la etnia otomí y presenta una fuerte influencia cultural de la Huasteca. El poder se concentra en el poco conocido señorío de Tliliuhquitepec, que según la evidencia arqueológica pudo haber surgido tempranamente hacia mediados del siglo IX. Este señorío, según las fuentes, era un estado independiente tanto del imperio mexica como de la Confederación tlaxcalteca.

Se han identificado 47 asentamientos con una población estimada de 14,225 personas, divididos en dos señoríos, Cerro Capula y Cerro Tlaquexpa. Todos estos asentamientos están fortificados, y se sabe que mantenían buenas relaciones con sus vecinos sureños. Además, contaban con una organización militarista, con centros de poder ubicados en las cimas de los cerros y estructuras defensivas. Esto les permitía a los otomíes mantener una estrecha comunicación con los pueblos de la Costa del Golfo, tanto en su tradición cerámica prehispánica como en la moderna. Se ha teorizado sobre posibles lazos con el reino otomí de Metztitlán en la actual Hidalgo.

Al oeste del estado, la región está estrechamente ligada a los procesos históricos de la Cuenca de México, generando su variante local en la llamada cultura Amantla. Esta cultura abarcó la región de Calpulalpan y el sur del estado de Hidalgo, ocupando un área de 250 km2 con 30 asentamientos y una población de 8,200 habitantes. Se identifican como centros políticos a Amantla, Palo Hueco y Malpaís, los cuales mantuvieron despoblada la zona limítrofe con los pueblos Texcala y Cholula, sugiriendo un posible contexto de conflicto o guerra.

Esta región transicional estuvo vinculada a la influencia tolteca como base para crear su propia variante, lo que la diferenció tanto de los señoríos Texcala como de Tliliuhquitepec, con los cuales mantenía una rivalidad. El único vínculo con Tlaxcala se estableció hasta mediados del siglo XIX, cuando la región fue cedida a Tlaxcala. En las regiones sur y oriente del estado, con el centro en el valle de Huamantla, quedó bajo la órbita de Cholula. Anteriormente, esta zona había sido arrebatada por los olmecas-xicalancas de Cacaxtla, pero una vez expulsados, los cholultecas aprovecharon para recuperar el control de la región.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Ángel García Cook. Tlaxcala a la llegada de los españoles según las evidencias arqueológicas.

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Imagen: Mario Alfredo Mercado. Estructura de Tepeticpac, Tlaxcala, Posclásico Temprano. Fuente: http://jaguarcilloviajero.blogspot.com/2019/09/un-dia-de-viaje-por-tlaxcala-y_24.html