El desarrollo mesoamericano de la costa oaxaqueña.

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Desafortunadamente, varios territorios han sido ignorados por la arqueología debido a la constante falta de presupuesto para llevar a cabo investigaciones. Este es el caso de la costa oaxaqueña, que ha sido ampliamente descuidada en los trabajos arqueológicos. En su lugar, la atención se ha centrado principalmente en dos regiones: el Istmo de Tehuantepec y el valle del Río Verde. Esta situación se ve complicada por la compleja dinámica étnica que caracterizó a la costa oaxaqueña durante la era mesoamericana y que continúa siendo relevante en la actualidad.

En la costa oaxaqueña, se identifican varios grupos originarios, entre ellos los chatinos, chontales, mixes y amuzgos, quienes fueron sometidos por pueblos provenientes del interior. Por ejemplo, los huaves dominaron a los mixes, los zapotecos fundaron Tehuantepec en el Istmo, y se destaca el conocido episodio de la conquista del rey mixteco 8 Venado y la fundación del reino de Tututepec, como relatan tanto las fuentes prehispánicas como coloniales.

A pesar de esta compleja historia, las investigaciones arqueológicas en la costa oaxaqueña han sido escasas y se han centrado en un número limitado de sitios, como los restos de Tututepec, algunos lugares documentados en Pinotepa Nacional y las bahías de Huatulco. Estos sitios son importantes para comprender la relación de la región con potencias mesoamericanas como Monte Albán y Teotihuacán. Sin embargo, se requiere un mayor apoyo y recursos para explorar adecuadamente esta rica y diversa región arqueológica.

Se ha descubierto que Río Verde fue un importante núcleo poblacional en etapas tempranas, como el Preclásico temprano, que abarca desde aproximadamente los años 1800 al 700 a.C. Durante este período, experimentó un crecimiento gradual de la población de las comunidades, aprovechando las dinámicas comerciales propiciadas por Teotihuacán. Esto se evidencia en la proliferación de la obsidiana de Pachuca y la adopción de estilos cerámicos como el anaranjado delgado.

Con el paso del tiempo, el desarrollo de la región se volvió más modesto. Sin embargo, durante el Posclásico Temprano, que comprende desde el 900 al 1200 d.C., la región entró en un período de decadencia, caracterizado por el abandono de muchos de sus asentamientos. Este contexto propició la entrada de los mixtecos en la región y la fundación del reino de 8 Venado de Tututepec.

El territorio controlado por este estado mixteco alcanzó una extensión máxima de aproximadamente 25,000 kilómetros cuadrados a lo largo de la costa. Este estado llegó a ser tan importante que estableció nexos dinásticos con señoríos distantes, incluyendo la Mixteca poblana, varios reinos costeros y los Valles Centrales, gracias a la intervención de los toltecas-chichimecas liderados por 4 Jaguar.

Sin embargo, su importancia disminuyó con la expansión mexica a finales del siglo XV y principios del XVI. Según algunas fuentes, el reino mixteco de 8 Venado de Tututepec fue rodeado y debilitado, e incluso algunos relatos mencionan su conquista por parte de los mexicas.

Una de las regiones que ha cobrado relevancia ante los investigadores son las Bahías de Huatulco, cuyo registro arqueológico se vuelve fundamental ante la amenaza latente de la destrucción causada por la expansión turística. Las investigaciones y excavaciones arqueológicas realizadas en algunos sitios, especialmente destacado el de Bocana del Río Copalita, han sido cruciales. Este sitio ha sido restaurado y abierto al público.

Los resultados obtenidos de estos trabajos revelan que las primeras manifestaciones de ocupación humana datan desde alrededor del 2,500 a.C. Bocana del Río Copalita adquirió relevancia gracias a su estratégica ubicación en la desembocadura del río, que lo convirtió en un importante puerto tanto para los pueblos de la sierra que se comunicaban río abajo como para el emergente comercio marítimo por cabotaje. El sitio fue fundado durante el Preclásico Tardío (400 a.C. – 200 d.C.).

Gracias a su posición en las rutas comerciales, Bocana del Río Copalita experimentó un periodo de esplendor durante el Clásico, con la construcción de varios edificios del centro ceremonial, entre ellos el Juego de Pelota, que hasta ahora ha sido el único localizado en los sitios de la costa oaxaqueña. Esto revela la importancia que tuvo este lugar en el contexto regional durante esa época.

Las investigaciones han revelado que la costa de Oaxaca pudo mantener durante el periodo Clásico una relación sumamente dinámica con otras regiones mesoamericanas. Esto se evidencia en el hallazgo de materiales procedentes de Chiapas, Veracruz y Tabasco en Copalita. Sin embargo, aún no se ha determinado el grado de control o relación que pudo haber tenido el estado de Monte Albán sobre el puerto.

A través de las evidencias encontradas en los restos humanos y las figurillas, se ha podido determinar que la calidad de vida en la región alcanzaba una esperanza de vida de alrededor de 50 años. Además, se han obtenido detalles sobre la vestimenta, que revelan que los hombres utilizaban principalmente el maxtlatl o taparrabos, mientras que las mujeres llevaban faldas desde la cintura hacia abajo y el pecho descubierto. Es importante destacar que esta costumbre aún perduraba hasta la primera mitad del siglo XX entre las indígenas.

A pesar de dedicarse al comercio, Bocana del Río Copalita era capaz de producir sus propios materiales de consumo, como cerámica estucada, textiles variados y adornos de concha. Sin embargo, se cree que la manufactura de estos últimos podría haber sido importada, ya que no se han encontrado talleres para su producción local.

Esta situación de bonanza que experimentó Copalita cambió drásticamente durante el Posclásico, cuando tuvo que hacer frente a la despoblación de la región y al expansionismo mixteca liderado por 8 Venado. Eventualmente, cayó bajo el control de los mixtecas y se convirtió en un territorio tributario de Huatulco, con la obligación de reunir tributos para Tututepec, especialmente oro proveniente de los chontales de la sierra.

Según los cronistas del siglo XVI, Huatulco era un importante centro de llegada para los toltecas, manteniendo relaciones con el Altiplano Central. Esta conexión pudo haber despertado el interés de los mexicas por la región. Se registró una incursión de Moctezuma Ilhuicamina hacia 1455 y 1456, seguida por otra expedición de Axayacatl.

Antes de la llegada de los españoles, Copalita (posiblemente conocido como Copalitlán) experimentaba un período de decadencia, caracterizado por problemas de salud graves entre los niños y una epidemia de sífilis, lo que afectaba su calidad de vida. Esto facilitó el abandono del sitio de Bocana y la reubicación de sus habitantes en el pueblo de Copalitlán durante la conquista española.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Raúl Matadamas Diaz y Sandra L. Ramírez Barrera. Copalita, Huatulco. La transición al periodo Clásico en la Costa de Oaxaca, del libro Monte Alban en la encrucijada regional y disciplinaria.

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Imagen: Basamento del centro ceremonial de Bocana del rio Copalita, Oaxaca. 

La red de contrabando del comercio virreinal novohispano y peruano.

Pese a las intenciones de las autoridades españolas de limitar el intercambio de productos entre la Nueva España y el Perú, las necesidades de ambos reinos estaban por encima de los mandatos emitidos desde la península. Comenzaron a surgir rutas de contrabando en el Océano Pacífico, donde la vigilancia era menor, a través de los puertos centroamericanos. Sin embargo, tuvieron que reducir el tonelaje de las naves para utilizar barcos de menor carga. Los marinos conocían bien la ruta de embarque, que incluía pasar por Panamá, El Realejo, Sonsonate, Huatulco y Acapulco, donde iban descargando para comprar, con la plata peruana, las producciones locales enfocadas en aditamentos navales y las mercancías asiáticas disponibles en el mercado de Acapulco. Era común la incautación de plata utilizada para estas transacciones.

Todo esto no hubiera sido posible sin la complicidad de las autoridades locales, que aprovechaban las escasas defensas de los puertos del Pacífico para encubrir a los contrabandistas ante los funcionarios reales.

Los funcionarios de la corona intentaron mantener la vigilancia sobre cualquier producto asiático que pudieran encontrarse tanto en el reino de Guatemala como en Perú, incentivando las denuncias anónimas con recompensas para que delataran a los contrabandistas e incautar sus cargamentos. Estos cargamentos debían ser enviados a España para evitar que estos productos ilegales llegaran a estos territorios.

Una táctica utilizada por los contrabandistas consistía en excusarse en el mal tiempo para justificar por qué habían tenido que desembarcar en puertos menores. Antes de pasar por la supervisión aduanal, ocultaban las mercancías asiáticas en alguna playa apartada, de modo que solo se vieran los «géneros de la tierra» permitidos para el transporte. Además de utilizar embarcaciones de bajo calado como las fragatas, también se valían de las rutas marítimas del comercio costero regional. Estas rutas eran pasadas por alto por las autoridades portuarias y les permitían transportar mercancías en cargas pequeñas en distancias más cortas, pero lo suficientemente largas como para evitar la supervisión aduanal.

El traspaso del siglo XVII al XVIII trajo consigo el cambio de la dinastía Habsburgo por los Borbones, cuya facción ganó después de la Guerra de Sucesión. A partir de entonces, se llevaron a cabo una serie de reformas para tratar de solucionar los problemas de los reinos de Indias que pudieran dar ventaja a las potencias rivales. Una de estas reformas fue la reactivación de los puertos centroamericanos del Atlántico, que habían sido cerrados debido a los ataques piratas, auspiciada por la reactivación de la minería en Honduras.

Estas acciones incluyeron un aumento de las defensas de la costa atlántica, el combate a los madereros ingleses en la Mosquitia y una serie de nuevas prohibiciones, como la de adquirir productos peruanos como el vino, para aumentar la demanda de los vinos peninsulares. Sin embargo, estas medidas no surtieron efecto. La demanda de vino no pudo ser cubierta por los peninsulares, y Guatemala tuvo que recurrir al vino peruano de contrabando para satisfacer sus necesidades. La prohibición se suprimió en 1718, pero se acotó la cantidad a importar. Los puertos del Golfo de Honduras solo lograron ser rehabilitados hasta 1743, por lo que las rutas del Pacífico continuaron sin mayores problemas.

Otra medida implementada fue aumentar el número de licencias de navegación entre Nueva España y Guatemala para desalentar el contrabando. Algunos potentados aprovecharon la oportunidad para obtener licencias y establecer sus propias correrías para comunicar Acapulco con Sonsonate, suponiendo que los gastos de transporte se reducirían debido a la relativa facilidad del viaje en comparación con el Camino Real.

Incluso, hacia 1742, el comerciante Fernando de Echeverz propuso a los funcionarios la creación de una compañía comercial dedicada a los intercambios entre la Nueva España, Guatemala, el Perú y la metrópoli. Sin embargo, encontró reticencias por parte de otros comerciantes que desconfiaban en enviar sus mercancías en barcos que podrían hundirse en el océano, lo que resultaría en la pérdida de sus inversiones. Por lo tanto, preferían enviar caravanas de recuas para transportar sus productos, aunque esto resultara más costoso.

De esta manera, tanto los contactos legales como ilegales siguieron manteniéndose sin mayores cambios hasta llegar al año 1774, cuando se restablecieron las comunicaciones entre la Nueva España y el Perú, incluyendo además a la recién creada Nueva Granada.

El afán de la península por restringir la comunicación entre los reinos americanos resultó un fracaso. El territorio, tan extenso y alejado de la península, hacía imposible que sus subordinados tuvieran algún control. Tanto los comerciantes novohispanos como los peruanos se valieron de las dinámicas regionales de intercambio costero del Pacífico para eludir las restricciones impuestas y llevar los productos de alta demanda a la población.

Este episodio es solo uno más que muestra lo compleja que ha sido la comunicación interamericana a lo largo del tiempo. No solo la distancia y los medios físicos han sido impedimentos para el acercamiento, sino que también agentes factuales, como la necesidad de centralización del poder de la monarquía española, trataron de regular excesivamente estos contactos. Sin embargo, los comerciantes pudieron ingeniar formas de burlar estas reglas y alcanzar sus respectivos intereses.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Guadalupe Pinzón Ríos. Frontera meridional novohispana o punto de encuentro intervirreinal. El espacio marítimo entre Nueva España y Guatemala a partir de sus contactos navales, del libro A 500 años del hallazgo del Pacifico. La presencia novohispana en el Mar del Sur.

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Imagen: Leonardo de Ferrari. Descripción del puerto del Callao del Perú. Siglo XVII.