El sitio de Guadalajara y la batalla de Calpulalpan, la derrota conservadora

Destacado

Por segunda vez durante la Guerra de Reforma, la ciudad de Guadalajara se convirtió en un campo de batalla entre liberales y conservadores a finales de septiembre y principios de octubre de 1860. Esta vez, los conservadores se habían atrincherado en la ciudad bajo el mando del general Severo Castillo, mientras que los liberales, inicialmente liderados por Jesús González Ortega y posteriormente reemplazado por Ignacio Zaragoza, tenían la misión de tomarla.

Sin embargo, se enfrentaban a la dificultad de la pronta llegada de refuerzos conservadores liderados por Leonardo Márquez y Tomás Mejía, quienes contaban con una fuerza de 4,300 hombres y estaban financiados con $200,000 pesos obtenidos de préstamos forzosos durante su victoriosa campaña por el Bajío. Zaragoza se vio presionado por el tiempo y decidió tomar Guadalajara a toda costa, a pesar de que las tropas conservadoras rondaban los 6,000 efectivos, cuyas fuerzas se veían mermadas por la falta de recursos.

Así, en la mañana del 29 de octubre, Zaragoza inició el asalto, desencadenando una batalla cruenta y sin cuartel que dejó la ciudad en ruinas y ninguno de los bandos se proclamaba como vencedor después de 14 horas de combate continuo, dejando exhaustas a ambas fuerzas.

A pesar de haber quedado igualados, la situación en el bando conservador estaba siendo más apremiante al quedarse sin dinero y sin parque. Por lo tanto, Castillo decide iniciar conversaciones con el general liberal Manuel Doblado, algo a lo que Zaragoza no se opuso, ya que esto le permitió preparar los morteros y continuar con el bombardeo al día siguiente. La reunión resultó en un armisticio de 15 días, durante los cuales las fuerzas conservadoras defensoras de Guadalajara no podían abrir fuego contra las tropas liberales. Esto permitió a Zaragoza concentrarse en atacar a Márquez, quien se encontraba en Zapotlanejo, a 34 km de la ciudad.

Para enfrentarlo, Zaragoza comisionó al general Nicolás Regules para perseguirlo y enfrentarlo en las Lomas de Calderón el 1ro de noviembre. La batalla se desencadenó después de que Márquez atacara como represalia contra Zaragoza por negarse a negociar, pero no pudo hacer frente a las tropas liberales y se dio a la fuga. Cerca de 3,000 soldados conservadores fueron capturados en la huida.

Como consecuencia de la derrota de Márquez, el general Castillo decide seguir sus pasos y abandona Guadalajara el 3 de noviembre, lo que representó una derrota decisiva para los conservadores al dejar en manos de los liberales los puntos más importantes del Occidente. Esto permitió a los liberales recuperar el Bajío y comenzar a prepararse, tanto comprando armamento a Estados Unidos como obteniéndolo de la ferrería de Tula. Reunieron una fuerza de 30,000 soldados y 180 cañones para dirigirse hacia la Ciudad de México.

Para finales de octubre, Miguel Miramón sabía que la causa conservadora estaba en desventaja. Un golpe moral fue el retiro de la legación británica, la cual desconoció su gobierno y se instaló en Xalapa. Ante esta situación, Miramón decide vender mobiliario y propiedades para pagar deudas y costear su huida a Europa junto con su familia. Una vez recibida la noticia de la toma de Guadalajara y la derrota de Márquez, Miramón declara el estado de sitio en la capital el 13 de noviembre y vuelve a imponer un préstamo forzoso de $300,000 pesos. Además, ordena a Márquez incautar los bonos de la legación británica por un valor de $660,000 pesos. Emitió una proclama donde admitía la situación crítica y preparaba a los capitalinos para la batalla.

La campaña final de los liberales contra los conservadores comenzó con una victoria para las tropas de Miramón en Toluca el 9 de diciembre, donde capturaron valiosos prisioneros como los generales Santos Degollado y Felipe Berriozábal, lo que les dio impulso para enfrentarse a las tropas de González Ortega, que habían tomado posiciones en la loma de San Miguelito en Calpulalpan con una fuerza de 16,000 hombres.

El día 21, Miramón llegó con la plana mayor de los comandantes conservadores, incluyendo a Márquez, Mejía, Marcelino Cobos y Miguel Negrete, para intentar infligir una derrota milagrosa utilizando los talentos del ejército federal. Esto marcó el inicio de la batalla de Calpulalpan el 22 de diciembre. Miramón decidió atacar el flanco izquierdo de las tropas de González Ortega, conformadas por la división de Michoacán. Sin embargo, tanto él como Zaragoza anticiparon su estrategia y enviaron a las fuerzas del general Regules a resistir el embate con las brigadas de Jalisco y San Luis Potosí. La estrategia de Miramón falló, y fue el turno de González Ortega de atacar a Miramón con las divisiones de Zacatecas y Guanajuato, con el apoyo del fuego de 30 cañones, resistiendo los conservadores durante cerca de una hora.

El ejército conservador finalmente sucumbe al ataque de González Ortega. Aunque tuvieron un breve momento de esperanza con la carga de caballería comandada por Joaquín Miramón (hermano de Miguel), no fue suficiente para cambiar el curso de la batalla. Poco a poco, los soldados conservadores se rinden y algunos cambian de bando, mientras que otros caen prisioneros. Miramón logra escapar de la batalla y se refugia en la Ciudad de México para preparar a su familia para su partida hacia Cuba. Él mismo encuentra refugio en la embajada española y deja la capital el 1 de enero de 1861. Las tropas de González Ortega entran en la ciudad el 25 de diciembre.

A partir del 1 de enero, se inician los festejos generalizados por parte de los liberales en todas las ciudades en celebración de su victoria. Se restaura el gobierno de la Constitución de 1857, y se consolida con el regreso del presidente Benito Juárez al Palacio Nacional el 11 de enero. Así, se pone fin a una guerra cruenta de tres años donde los mexicanos quedaron divididos en bandos irreconciliables. Sin embargo, pasarían algunos años más para la derrota final de los conservadores.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Will Fowler, La Guerra de Tres Años, el conflicto del que nació el estado laico, 1857-1861.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Únete a Arthii para conocer a mas creadores de contenido siguiendo este enlace: https://www.arthii.com?ref=antroposfera

Imagen: Casimiro Castro. Batalla de San Miguel Calpulalpan, decada de 1860.

Los problemas para la creación de un estado para Cuernavaca y Cuautla.

Los intentos para constituir una nueva entidad en los territorios sureños del Estado de México habían resultado infructuosos tanto por la resistencia de las autoridades mexiquenses como por la cada vez más estridente lucha entre liberales y conservadores. En este conflicto, los liberales, impulsados por el liderazgo de Juan Álvarez, pensaron en la posibilidad de anexar Cuernavaca y Cuautla a Guerrero. Mientras tanto, el sector conservador, representado por los hacendados, vio como alternativa para defender sus intereses la conformación de un nuevo estado.

Tanto en estos distritos como en la región norte de Guerrero existía una resistencia conservadora contra el poder de Álvarez, la cual fue encabezada por el general Juan Vicario y que combatió a los liberales en la Guerra de Reforma. Él proponía la creación del llamado territorio de Iturbide, que abarcaba los distritos de Cuernavaca y Cuautla, así como el distrito de Taxco perteneciente a Guerrero. Esta propuesta intentaría llevarse a cabo primero bajo el gobierno de Miguel Miramón y sobreviviría hasta el imperio de Maximiliano.

Su denominación jurídica estaba poco definida, primero porque fue definido como un «territorio» que debía ser administrado directamente desde el gobierno central y en lo judicial por la Suprema Corte. Solo durante el gobierno imperial sería considerado como un departamento. Esta opción para su constitución política se debía a que los conservadores tenían la idea de dividir al país en demarcaciones pequeñas y fáciles de gobernar.

Esta propuesta territorial nunca se llegaría a concretar, ya que los diferentes pueblos que la componían cambiaban de manos a lo largo del transcurso de la guerra y las leyes conservadoras solo se ejecutaban en los territorios ocupados. Por lo tanto, la soberanía mexiquense y sus leyes siguieron imperando. De forma unilateral, Vicario llama a la erección del territorio de Iturbide con capital en Cuernavaca en enero de 1858 con el reconocimiento del presidente interino Félix María Zuloaga.

Con el tiempo, los conservadores iban por más para castigar al Estado de México. En abril de 1859, Miramón decreta su fragmentación en los departamentos de Toluca, Tula y Valle de México, sumando a los territorios a Tulancingo junto con Iturbide.

Los liberales no ignoraron las dificultades que implicaba el efectivo control político para gobernar desde Toluca, pero decidieron intervenir en el asunto una vez que triunfaran sobre los conservadores y se hubiera restablecido el orden de la Constitución de 1857. A este problema se sumaría la inseguridad, ya que proliferaron las gavillas de bandidos conocidos como los «plateados».

Fue así como el gobierno juarista decidió que fuera la propia administración mexiquense la que reordenara su situación interna, ya que el gobierno federal estaba más preocupado por resolver los crecientes problemas externos. El 31 de julio de 1861 se expidió una nueva constitución estatal que dividía al estado en 27 distritos, de los cuales 5 abarcarían la extensión actual del territorio morelense y quedarían elevados como cabezas Cuernavaca, Morelos (con capital en Cuautla), Jonacatepec, Tetacala y Yautepec. La finalidad de ello era que más territorios estuviesen dirigidos por los llamados jefes políticos y, con ello, se incrementaran los territorios con un mayor control efectivo. Además, tendrían la oportunidad de contar con legisladores que los representasen en el congreso.

Estas medidas políticas, que incluyeron elevar al rango de villas a las cabeceras de partido, no fueron suficientes para contener a las gavillas de plateados. La situación se agravó con la invasión francesa, que provocó continuos «estados de sitio», llevando al gobierno estatal a declarar la movilidad de la capitalidad sobre cualquier población donde se encontrara el gobierno.

Estas medidas, junto con la creciente inseguridad en los caminos, llevaron a los hacendados a resucitar la idea de la necesidad de constituir un nuevo estado, ante la incapacidad de movilizarse hacia donde se encontraba la capital. El gobernador Francisco Ortiz de Zárate respondió con un decreto donde dividía al estado en 11 cantones militares, asignando a Cuernavaca y Morelos los números 10 y 11. Sin embargo, Juárez propuso otra alternativa de organización territorial al dividir al estado en tres distritos militares: Actopan, Toluca y Cuernavaca. Esta medida fue atacada por los legisladores del estado, argumentando que violaba la soberanía estatal. En respuesta, se les señaló que la acción se tomaba tanto por la necesidad mayor de atender la invasión como por la crítica a su poca efectividad para gobernar un territorio tan extenso. Se puso como ejemplo a Cuautla, que estaba en manos de la delincuencia.

La propuesta juarista sería la base con la que se empezaría a fraguar el nacimiento del estado de Morelos, pero esta se mantuvo muy endeble desde su declaración en 1862 hasta 1869. Durante este periodo, tuvieron tres gobernadores que dirigieron como pudieron el proyecto republicano: Agustín Cruz Manjarrez, Francisco Gerardo Gómez y Francisco Leyva. Este último ganaría relevancia al ser el principal sostén político de los republicanos en la región, iniciando la resistencia ante la entrada de las tropas francesas en junio de 1863 mediante un retiro de sus fuerzas hacia las montañas de Guerrero para organizar la logística de la defensa y el contrataque.

Mientras quienes se quedaron con los franceses, como algunos hacendados, celebraron su presencia al verlos como una posible solución para enfrentar a las gavillas, estar en estado de guerra llevó tanto a las tropas imperialistas como a las republicanas a recurrir a la rapiña como modo de sostenerse, y las haciendas fueron el blanco para poder obtener recursos.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Carlos Barreto Zamudio. Rebeldes y bandoleros en el Morelos del siglo XIX (1856-1876).

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Únete a Arthii para conocer a mas creadores de contenido siguiendo este enlace: https://www.arthii.com?ref=antroposfera

Imagen: 

  • Izquierda: S/D. Retrato de Francisco Leyva.
  • Derecha: Cruces y Campa. Retrato de Juan Vicario, 1870.

La debacle conservadora en la Guerra de Reforma.

La victoria liberal en la Batalla de Silao tuvo un impacto significativo que marcó una tendencia infranqueable en contra de los conservadores. Desde el gobierno de Juárez, se difundió la noticia del triunfo de Jesús González Ortega sobre el general Miguel Miramón. González Ortega aprovechó la oportunidad para presentar a los liberales como benévolos al liberar a los prisioneros capturados durante su campaña en el Bajío.

En el bando conservador, comenzó a surgir cierta inestabilidad con la reaparición pública del expresidente Félix María Zuloaga y la tensión generada por la disputa sobre la devolución de la investidura presidencial a Miramón por parte del presidente de la Suprema Corte, José Ignacio Pavón. Este movimiento dio lugar a la excusa perfecta para que la delegación británica retirara su reconocimiento al gobierno conservador.

A partir de ese momento, la estrategia de González Ortega se centraría en lograr la toma de Guadalajara, con el objetivo de dejar a los conservadores atrapados en la Ciudad de México y Puebla, preparándolos para el golpe final.

Miramón comenzaba a quedarse sin opciones; la mayoría de las grandes ciudades estaban en manos de los liberales, con excepción de Guadalajara, la Ciudad de México y Puebla. Esto se debía, en parte, al financiamiento que Juárez estaba recibiendo gracias al inicio de los procesos de desamortización y venta de propiedades de la Iglesia en los territorios donde tenían presencia. Además, contaba con el apoyo diplomático de Estados Unidos.

Miramón se vio obligado a tomar medidas extremas para sostener la guerra. A mediados de agosto, inició con el cambio de su gabinete y liberó a Leonardo Márquez para que apoyara al general Pedro Ogazón en el frente de Guadalajara. Sin embargo, lo que enfureció a sus aliados fue la imposición de cobros forzosos. Solicitó a los empresarios un impuesto de $300,000 pesos y a la Iglesia la donación de sus tesoros en oro y plata para amonedarlos.

Ninguna de estas medidas ayudaría a cambiar las tornas. Márquez, como señal de rebeldía, no se dirigiría al Occidente hasta octubre. Los empresarios se negaron a pagar este impuesto, llegando incluso a encarcelar a un par de ellos. Además, el arzobispado, horrorizado por el despojo, frenó la entrega de sus objetos litúrgicos en octubre.

Hubo un breve respiro para Miramón a principios de septiembre debido a un error que tambalearía la posición de Juárez a nivel internacional. El general Santos Degollado, desesperado por adquirir recursos para financiar la toma de Guadalajara, decidió confiscar una carga de plata con un valor de $1,127,414 pesos, de los cuales $400,000 pertenecían a capital británico. Esto provocó que la legación británica, junto con la francesa y la española, exigiera a Juárez la devolución del dinero, comprometiéndose a hacerlo el 24 de octubre, más un pago adicional en concepto de indemnización.

A pesar de este tropiezo, los $700,000 restantes fueron suficientes para comenzar el cerco sobre la capital tapatía. La primera acción fue el posicionamiento de las tropas liberales el 20 de septiembre de 1860 en el pueblo de San Pedro Tlaquepaque por parte de González Ortega. Al día siguiente, González Ortega escribió una carta al lugarteniente conservador, Severo Castillo, para tratar de convencerlo e intimidarlo para que rindiera la plaza sin necesidad de iniciar un derramamiento de sangre, aunque ya había algunos tiroteos en los alrededores. Esto llevó a que Castillo aceptara reunirse con González Ortega en la garita de Tlaquepaque para discutirlo. Puso como condición para la entrega la renuncia de Juárez y el inicio de un nuevo proceso electoral siguiendo las reglas de la Constitución de 1857, además de un proceso de reformas a la misma.

Al fracasar los intentos de González Ortega para la entrega pacífica de Guadalajara, el sitio inicia el 27 de septiembre con el corte del suministro de agua potable a la ciudad. Hasta el 1ro de octubre, la artillería comienza a devastarla, agotándose las pocas provisiones que tenían, lo que lleva a la población civil a retirarse sin ninguna posesión para salvarse de la batalla. A pesar de esta posición adversa, Castillo se niega a rendir la plaza y se encierra con sus 6,000 soldados, que poco a poco fueron disminuyendo. Estaba esperanzado en la llegada de los refuerzos de Márquez, quien parte junto con Tomás Mejía hasta el 10 de octubre, llevando a cabo una campaña relámpago donde recuperan Querétaro, León, Irapuato, Guanajuato y Lagos. En el bando liberal también empezaban a surgir problemas al enfermar González Ortega de «calenturas» que no lograban apaciguar, por lo que decide nombrar al joven general Ignacio Zaragoza como su reemplazo. Sería él quien tomaría las decisiones para contrarrestar la llegada de los refuerzos conservadores.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Will Fowler, La Guerra de Tres Años, el conflicto del que nació el estado laico, 1857-1861.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Únete a Arthii para conocer a mas creadores de contenido siguiendo este enlace: https://www.arthii.com?ref=antroposfera

https://www.arthii.com/la-guerra-de-reforma-a-mediados-de-1860/

https://www.arthii.com/la-guerra-de-reforma-a-mediados-de-1860/

Imagen:

 – Izquierda: Anónimo. Garita de Tlaquepaque, mediados de siglo XIX.

 – Derecha: Anónimo. Retrato de Jesus Gonzales Ortega, ca. 1860. 

La Guerra de Reforma a mediados de 1860

Si bien la guerra impidió que Santiago Vidaurri se convirtiese en el caudillo de los liberales, esto no ceso su influencia política en el noreste, lográndose consolidar como el cacique de la región al quedar electo como gobernador de Nuevo León y Coahuila, permitiéndole disponer del mando del Ejercito del Norte el cual había resultado imprescindible en la lucha contra los conservadores. A pesar de la ausencia de las fuerzas de Vidaurri a mediados de 1860, esto no impidió que los liberales entrasen en una etapa donde pasaban por diferentes victorias como la batalla de Peñuelas ganada por Jesús Gonzales Ortega en Aguascalientes, la toma de Toluca por Felipe Berriozabal, la toma de Salamanca por Manuel García Pueblita, la campaña sobre el sur de Puebla, la toma de Cuautla y el triunfo de Porfirio Diaz al tomar Oaxaca en manos de Marcelino Cobos. Para ese entonces, ambos bandos cometían el mismo nivel de atrocidades tanto contra el enemigo como contra la población civil, llegando a niveles como el ejecutar a todos los prisioneros, hacerse de tropas mediante la leva y permitir el saqueo de los pueblos a sus soldados, siendo un caso conocido el del guerrillero liberal Antonio Rojas en el Occidente.

Fue tal el nivel de devastación en los pueblos por dos años de guerra que ya era difícil para las tropas encontrar algo de valor, ni siquiera era posible encontrar caballos o armamento para mantener a las tropas, incluso para evitar la leva, cuando iba a llegar la tropa de cualquier facción a los pueblos serviría el que todos los hombres se fueran al monte mientras estuviesen bajo ocupación, haciéndolos más susceptibles a los abusos, teniendo que recurrir al reclutamiento de presos y convictos. Si para en un inicio del conflicto las diferentes facciones entregaban vales de pago para compensar en un futuro lo que se llevaban, en el tercer año se alejaron de todas las formalidades y se llevaban lo que podían sin más y sin ninguna justificación, incluso los altos mandos se sentían impotentes al verse impedidos por imponer disciplina a sus tropas. Al no encontrar la forma de mantener pagados a sus batallones, provocaban la deserción de una parte de ellos quienes se salían para conformar gavillas criminales y atacar a los pueblos, esto sucedió mucho en el Bajío y la Sierra Gorda donde aprovechaban el desorden de la guerra.

Era tal la violencia que se había arraigado en la vida cotidiana nacional, que se llegarían a niveles de franca crueldad hacia la población civil, siendo comunes las matanzas, los incendios en los pueblos, las ejecuciones públicas y actos aberrantes de tortura y vejaciones. La sociedad civil empezaría a manifestarse tanto con el gobierno de Miramón como con el de Juárez la persistencia de una guerra que no parecía tener fin y que solo dejaba una estela de destrucción, como una petición dirigida por 200 personas de la Ciudad de México para llamar al fin de la guerra, también muchos generales empezaron a tener conciencia sobre la necesidad de poner fin al ciclo de violencia, como el caso del generan Gonzales Ortega quien le perdona la vida a los prisioneros hechos en la batalla de Peñuelas a pesar de que Miramón rechazase la propuesta de canje. Aun con estos actos de misericordia por parte de Gonzales Ortega, no hacia olvidar en la sociedad el que fuera uno de los generales más jacobinos por su implacable persecución de curas y el saqueo al que sometía a las iglesias de sus objetos litúrgicos, aunque era conocido por ser un ferviente católico en su vida privada.

Como muchos otros generales liberales, Gonzales Ortega distaba de tener una formación militar al ser un oficinista de Teul, alternando su labor con la escritura de artículos y poemas donde exponía sus convicciones liberales, esto le valdría dar su paso en la política cuando se instituye el congreso constituyente de 1856 representando a Zacatecas como diputado. Con el golpe de estado de finales de 1857, hizo que Gonzales Ortega empezase a realizar esfuerzos para defender el orden constitucional y empieza a organizar la Guardia Nacional local, valiéndole ser electo como gobernador del estado, dando pie al emprendimiento de su persecución al clero, quienes mejor huyeron de todo el estado dejando a las comunidades sin sacerdotes. Para mediados de 1860, Gonzales Ortega decide dejar la gobernatura a su compadre Miguel Azua para pasar directamente al frente, donde asomaría su talento para conformar y organizar tropas como Santos Degollado, pero también se haría relucir su talento innato para la batalla al lograr estar a la altura de Miramón haciéndole frente sin problemas y llegando a vencerlo.

Esto lo demostraría en el Bajío, donde el “Joven Macabeo” estaba dispuesto a perseguirlo al enterarse de que había dejado Zacatecas, esperándolo con una fuerza de 3,282 soldados y su cuerpo de artillería a la que llamaba los “doce apóstoles”, decidiendo enfrentarlo en Silao pensando que sus fuerzas eran suficientes para capturarlo aprovechando su posición en llanura abierta para acribillarlos cuando se hicieran presente. A pesar de que Gonzales Ortega poseía una ventaja numérica al tener 8,000 soldados, la posición de Miramón podía anularla sin problema, por lo que en colaboración con Ignacio Zaragoza deciden movilizar sus fuerzas en la madrugada y colocar su artillería a 700 metros de la conservadora, iniciando el ataque en la mañana del 10 de agosto y aprovechando las condiciones lluviosas pudieron sorprender a Miramón. Después de una batalla de 3 horas, los liberales se hicieron con la victoria al lograr inmovilizar a las tropas conservadoras con la artillería, de la cual apenas y pudo escapar Miramón, dejándole a Gonzales Ortega un valioso botín conformado tanto de armamento y valiosos bastimentos.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Will Fowler, La Guerra de Tres Años, el conflicto del que nació el estado laico, 1857-1861.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Imagen: Francisco de Paula Mendoza. Batalla de Silao del 10 de agosto de 1860, 1861.

La derrota conservadora en el sitio de Veracruz.

La oportuna intervención de las corbetas estadounidenses con la detención de la flota conservadora en Antón Lizardo echo a perder los planes para encerrar a Veracruz por mar y tierra, por lo que solo les quedo la indignación plasmada tanto por la prensa como por los políticos conservadores, aunque también hay dudas de si hubiesen logrado su objetivo al tratarse de barcos mercantes de segunda mano. No le quedo de otra a Miramón más que seguir bombardeando el puerto por una semana, donde al ver lo infructuoso de las acciones frena las acciones y manda a un representante para alcanzar un acuerdo de paz, quien adapta el plan británico proponiéndole un armisticio de seis meses que terminaría en elecciones para constituir una nueva asamblea. Las negociaciones las llevaron a cabo Manuel Robles Pezuela en representación de los conservadores y Santos Degollado por los liberales, estableciendo el fin del sitio de Veracruz para iniciar las conversaciones en Tlalpan 15 días después.

Por el lado de los liberales se mostraron intransigentes en algunos aspectos, como la propuesta de que las negociaciones se hiciese ante la presencia de los representantes de las potencias extranjeras, pero sobre todo una de las condiciones para proseguir estaba en el reconocimiento y legalidad de la Constitución de 1857 como la ley que regiría sobre la nación. La frustración de Miramón por no haber logrado su plan y ante la falta de recursos para poder derrotar a los liberales hizo que rompiera el armisticio, bombardeando Veracruz del 15 al 22 de marzo, siendo visto ese ataque tanto por los liberales como por los delegados extranjeros como una señal de la derrota de los conservadores. Como Miramón había concentrado las fuerzas conservadoras en Veracruz, esto hizo que los liberales empezasen a recuperar plazas en el resto del país, destacando la campaña de Jesús Gonzales Ortega en Zacatecas, José López Uraga en San Luis Potosí y Pedro Ogazón en Tepic y Colima.

Con el regreso de Miramón a la capital a principios de abril, muchos políticos conservadores de orientación santanista empiezan a conspirar alrededor de Félix Zuloaga para destituir al joven Macabeo, planteándose la posibilidad de llamar de su exilio a “Su Alteza Serenísima”, por lo que el 9 de mayo Zuloaga publica una proclama donde ejerciendo su papel como presidente interino lo destituía de su posición. Esto provocaría la ira de Miramón quien se encontraba haciendo los preparativos para reiniciar la campaña en el interior del pais y se desvía para dirigirse a la casa de Zuloaga para ponerlo bajo arresto, se lo lleva bajo custodia para que lo acompañase a lo largo de la campaña que ejecutaría sobre el Occidente. Tuvieron como aliciente dos noticias, la llegada a Veracruz del ministro plenipotenciario español Joaquín Francisco Pacheco para reconocer al gobierno de Miramón y se enteran del rechazo del congreso estadounidense del Tratado McLane-Ocampo por una gran mayoría de los representantes de los estados del norte.

El fin del intento intervencionista del presidente Buchanan tuvo varios factores que determinaron la inviabilidad del tratado, por un lado tenemos el clima de polarización entre los estados norteños con los sureños, tensión creada por el fin del esclavismo como mano de obra concentrado en el sur, por lo que los diputados norteños vieron que la aprobación beneficiaria a los sureños ante un inminente conflicto que se estaba gestando. El otro se encuentra en articulo 8 con respecto al libre comercio, algo que atentaba el contra la economía proteccionista impuesta desde el gobierno de Alexander Hamilton y que abría la posibilidad a que entrase el comercio británico para acabar con la industria estadounidense, además de que el proyecto del paso interoceánico de Tehuantepec había dejado de interesarles para apostar por proyectos como el de Panamá o Nicaragua donde podían establecer bases para la anexión. Pero otro punto determinante para desecharlo fue la inviabilidad para que fuese reconocido por el lado mexicano, ya que se necesitaba de la aprobación por parte del congreso para que fuese valido el compromiso de Juárez, quien al no tenerlo bajo su poder hacía que fuese inútil cualquier intento de sostener la alianza ante el peligro que había de provocar un conflicto con los europeos por acciones como la de Antón Lizardo.

Si bien el golpe de suerte que tuvieron los liberales de que se rechazase el Tratado McLane-Ocampo, esto supuso un golpe anímico en el frente ya que se quedaron sin los 2 millones de dólares que el gobierno estadounidense les hubiese entregado, esto empeoraría con el regreso del general Santiago Vidaurri a Nuevo León con el objetivo de recuperar el gobierno del estado. Ante la constante rebeldía de Vidaurri hacia los mandatos de Juárez, hizo que aprovechase su derrota ante los conservadores en la batalla de Ahualulco para destituirlo por el general José Silvestre Aramberri con el apoyo de Ignacio Zaragoza, pero Vidaurri mantenía una fuerte popularidad entre la población neoleonesa y coahuilense e hicieron posible su regreso del exilio de EU. En unas elecciones celebradas en abril, Vidaurri arrasa con Aramberri y este se vio obligado a renunciar a la gobernatura, aunque posteriormente trata de derrocarlo y es derrotado, aunque logra matar a su mano derecha el general Juan Zuazua en la batalla de la Hacienda de San Gregorio, por lo que Vidaurri procede a retirar a la guardia civil neoleonesa de la guerra excusando la necesidad de defender al estado de Nuevo León y Coahuila de los ataques comanches.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Will Fowler, La Guerra de Tres Años, el conflicto del que nació el estado laico, 1857-1861.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Para saber más: https://www.arthii.com/el-segundo-sitio-de-veracruz-y-los-hechos-de-anton-lizardo/?fbclid=IwAR0YDC6KM1ZGz6weOsgnm-PM2rgOVA_98xWCcgrEA3cDwdn5raMudyyeXRw

Imagen: 

– Izquierda: Anónimo. Plaza Mayor en 1850, Veracruz, estado de Veracruz,
  Mexico, diario Le Tour du Monde.

– Derecha: Montes de Oca. Miguel Miramon, 1860

El segundo sitio de Veracruz y los hechos de Antón Lizardo.

Los tiempos le estaban siendo favorables a los conservadores, ya sea por el éxito de las campañas para someter a las principales ciudades y sobre todo por el descrito acarreado a los liberales al darse a conocer de manera sesgada el Tratado McLane-Ocampo, por lo que era urgente para el presidente Miguel Miramón reactivar la campaña hacia Veracruz para finalmente capturar a Benito Juárez. Pero atravesaba por serios problemas de financiación porque la opción de los bonos Jecker no estaban resultando atractivos para los inversionistas y por lo tanto no se estaban vendiendo, por lo que en enero de 1860 hace un banquete en el Palacio de Chapultepec invitando a los principales potentados para invitarlos a financiar la Campaña de Oriente, logrando obtener un préstamo por 126,000 pesos más otros fondos proporcionados por las casas mercantiles Wilde y Cía, Jean B, Francisco de Paula y Portilla y la misma casa Jecker, teniendo los recursos necesarios para realizar un cambio de estrategia para la toma de Veracruz atacando por tierra y por mar.

Para esto, logro organizar un ejército de 7,000 soldados divididos entre infantería, caballería y técnicos artilleros, así como se le fueron uniendo tropas auxiliares de Perote, Xalapa, Orizaba y Córdoba, en segundo plano, mandaría al contralmirante Tomas Marín rumbo a La Habana para comprar dos barcos de guerra para cerrar el cerco al puerto, siendo nombrados “General Miramón” y “Marques de la Habana”. Pese a la pérdida de popularidad que le estaba acarreando el reconocimiento estadounidense a su gobierno, Juárez pudo enterarse por esta alianza vía el cónsul estadounidense en La Habana de los movimientos realizados por los conservadores y haciendo uso de los términos del tratado le exige al presidente Buchanan la detención de esos barcos por parte de la flotilla de Joseph Jarvis que en ese momento se encontraba fondeando el puerto jarocho, mientras por medio del ministro de Guerra, José Gil de Pantearroyo se decretaron a los barcos de Tomas Marín como piratas y debían ser tratados como tal por las naciones amigas.

La situación se encontraba en pleno clímax y con las potencias esperando el resultado que de momento era favorable hacia los conservadores, mientras en Francia y España se esperaba la noticia de la toma de Veracruz, en el Senado estadounidense estaba en plena discusión sobre la viabilidad del Tratado McLane-Ocampo. El 8 de febrero, Miramón sale de la capital para emprender el camino hacia Veracruz siendo recibido con elogios, misas y banquetes a su paso por Puebla, pero a partir de Xalapa en adelante era cuando poco a poco se iban complicando las cosas para su avance siendo recibido por algunas emboscadas de los liberales, donde en una de ellas Miramón se salva de puro milagro. Finalmente, la expedición llega a las inmediaciones del puerto en marzo y empiezan a tomar posiciones como ocurrió con la toma de Medellín el día 2, para el día 5 estaban a las afueras de las murallas esperando la llegada de los barcos de guerra, mientras Miramón se dedicaría a tratar de minar la lealtad de los liberales ofreciendo la amnistía para todo aquel que bajase las armas y la pena de muerte para el que se haya negado y fuese aprendido.

Mientras las tropas conservadoras estaban acantonadas en sus posiciones de sitio esperando el apoyo marítimo, los liberales deciden arremeter contra sus posiciones sin que recibiesen respuesta alguna. Además de los buques, Tomas Marín traía consigo una tripulación de 100 mercenarios cubanos, españoles y portugueses, así como pertrechos para apoyar a las tropas de tierra, por lo que decide hacer una escala en Antón Lizardo para descargar las armas y el parque como para reparar unas averías presentadas en las maquinas del “Marques de La Habana”, así como esperaba recibir órdenes por parte del ejercito conservador para saber cuándo tenía que entrar en el puerto. La decisión de Marín de no izar las banderas de los barcos al considerar que se encontraba lejos de la fortaleza de San Juan de Ulua fue lo que delató a la flotilla conservadora ante los informantes liberales y rápidamente llevaron la noticias hacia el puerto, por lo que el general Gil Pantearroyo llama al capitán Jarvis para que cumpliese con las ordenes de Buchanan, por lo que la flota estadounidense se divide tanto en defender la fortaleza y mandan a la corbeta Saratoga bajo el mando del comodoro Thomas Turner a emboscar a los “barcos pirata”.

El encuentro se da en la noche y el barco estadounidense le lanza a la flotilla conservadora un cañonazo de advertencia para que se detuvieran, pero como Marín pensaba que se trataban de lanchas liberales que trataban de atacarlos decide responder el fuego, quedando los estadounidenses sorprendidos ante la osadía de que se atreviesen a atacarlos y realizan un ataque en conjunto entre la corbeta Saratoga con el “Marques de la Habana” y al “General Miramón” lo atacan con los barcos de vapor Wave e Indianola. Cuando Marín se da cuenta de que estaba atacando naves estadounidenses, como tenía ordenes de no provocar una declaración de guerra, frena los ataques para tratar de solventar su error, pero era demasiado tarde y los estadounidenses iniciaron la toma de las naves, salvándose el “Marques de La Habana” al izar la bandera española y se justificaron diciendo que el barco todavía no había sido nacionalizado, como los estadounidenses habían recibido la orden de no atacar las naves españolas los dejaron en paz. Marín y el “General Miramón” fueron apresados por la armada estadounidense e incluso fue extraditado hacia Nueva Orleans para ser juzgado, del cual sale librado al demostrar las faltas de la flota estadounidense y fue puesto en libertad, pero esto fue determinante para desbaratar los planes de Miramón y el destino del sitio de Veracruz.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Will Fowler, La Guerra de Tres Años, el conflicto del que nació el estado laico, 1857-1861.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Imagen: 

  • Izquierda: Anónimo. Fragata USS Saratoga, 1919.

1860: la entrada de las potencias en la Guerra de Reforma.

Con el inicio del tercer año de guerra, además del propio pueblo mexicano que estaba resultando afectado por este conflicto civil ya empezaba a preocupar a los principales países socios extranjeros, entre los que estaban Gran Bretaña, Francia, España y Estados Unidos, quienes mantenían colonias de empresarios y pequeños comerciantes a los que les tocaba vivir de primera mano los abusos y tropelías por parte de las facciones, principalmente en lo referente a los prestamos forzosos. Ni el gobierno de Juárez o el de Miramón podía asegurarles ver por su bienestar, peor resultaba para ellos al tener que al no tener recursos para poder sostener a sus respectivas tropas, tenían que valerse de este instrumento para poder financiarse, es por eso que los colonos les escribían cartas para sus respectivos representantes para solicitar de manera humanitaria la directa intervención de las tropas de sus naciones y así ponerle fin a un conflicto que estaba resultando desastroso para todos.

No solamente fueron los extranjeros residentes en México los únicos que buscaban la entrada de alguna potencia, sino que tanto liberales como conservadores buscaban hacerse del favor de alguna de estas naciones y con ello cambiar la balanza a su favor, mientras los conservadores eran más pro europeos ante el resentimiento existente hacia los estadounidenses y su afinidad al monarquismo, los liberales buscaron ser sus aliados y el de otras naciones americanas al defender el modelo republicano. Para ese entonces, los conservadores tenían bajo su poder las principales ciudades del país, mientras los liberales mantenían Morelia y los principales puertos como Veracruz y Tampico, importantes fuentes de recursos por los cobros de gastos aduanales, estos factores más los informes dados por sus cónsules fueron muy importantes para que las potencias se planteasen la posibilidad de intervenir y bajo que términos con la intención de buscar las mayores ganancias posibles, aunque ni Miramón ni Juárez estaban dispuestos a ceder en todo.

Además de los ya antes mencionados recursos que tanto caudillos como gobiernos sacaban dinero de las colonias extranjeras, una de las medidas que fueron más polémicas fue el impuesto implementado en mayo de 1858 por el ministro de Hacienda, Luis Gonzaga Cuevas, quien decide cobrar el 1% sobre todo capital sin importar la nacionalidad, obligando al ministro estadounidense John Forsyth a solicitar una explicación del gobierno conservador ante tal medida, siendo respondido con que estaban implementando las mismas medidas que en 1847, siendo completamente ignorado él y las demás legaciones. Los reclamos sobre los abusos salían a la luz, como ocurrió con la Casa de Moneda Anglomexicana de Guanajuato que acusa a Jesús Gonzales Ortega de robarles $90,000 pesos, lo mismo hicieron tanto Vidaurri como Zuazua cuando estuvieron en San Luis Potosí, e incluso también lo hizo el propio Miramón cuando ocupa aquella ciudad, ni que decir lo ocurrido al cónsul británico en Tepic quien fue obligado a pagar $13,500 pesos con tal de no matarlo.

Desde el primer año de guerra, era común en las aguas de Veracruz observar embarcaciones de guerra españolas, francesas, británicas y estadounidenses monitorear las costas en los alrededores de la Isla de Sacrificios, como el caso de la fragata británica Valorous comandada por el capital William Cornwalis Aldham para vigilar las embarcaciones donde se mandaba la plata para el pago de la deuda enviada por Juárez (quien siempre procuro apartar un 50% de lo recaudado para cumplir con los plazos), también estaba la embarcación francesa Lucifer del almirante Charles Pinaud con la misión de renegociar el pago de la deuda con Juárez en noviembre de 1858, así como la presencia de cuatro barcos españoles procedentes de Cuba y apostados en Tampico como persuasión al general De la Garza para que dejase de abusar de la comunidad española. Todo esto hizo reaccionar al gobierno estadounidense mandando al buque Saratoga para darles el mensaje (sobre todo a los españoles) de que no tolerarían cualquier señal de intromisión en los asuntos mexicanos, está clara presencia estadounidense y sobre todo los rumores de negociación entre Juárez y el ministro Robert Milligan McLane hizo que los conservadores aumentasen su llamado de ayuda para la entrada de los ejércitos extranjeros, pero lo cierto es que los europeos tenían intereses diferentes para el caso mexicano.

A la Gran Bretaña no le interesaba tener problemas con Estados Unidos al ser una zona fuera de su área de acción (África y el Sudeste asiático), por lo que solo pedía en primera garantizar el pago de la deuda y abrir los mercados lo más pronto posible, siendo uno de los objetivos de la Foreign Office el de forzar a ambos bandos a acordar un armisticio. El ministro a cargo de la legación británica, Loftus C. Otway, era un claro partidario de los conservadores, aunque también le toco realizar los reclamos contra Zuloaga y después contra Miramón ante los claros abusos a sus conciudadanos. Algo que acerca a Otway a los conservadores fue la campaña de Miramón para tomar Veracruz a inicios de 1859, pero con el fracaso de esta empieza a confesar en sus cartas la posible victoria liberal y era uno de los impulsores de la intervención militar que pacificase al país e impida convertirlo en protectorado estadounidense, aunque finalmente seria destituido con la excusa de no haber protestado lo suficiente contra la matanza de Tacubaya (hay constancia de sus condenas frente al hecho) para ser reemplazado por George W. Mathew. Aunque aparentemente las peticiones de Otway pudiesen parecer exclusivamente la pacificación, hay otras cartas donde mostraría opciones de ganancias territoriales, proponiendo como “pago justo” que se les cediese tanto la península de Baja California como parte de Yucatán, pero sus propuestas fueron calificadas de inviables por lord Malmesbury ante la “incapacidad” mexicana de preservar la paz.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Will Fowler, La Guerra de Tres Años, el conflicto del que nació el estado laico, 1857-1861

Imagen: Anónimo. Panorámica de Veracruz desde la torre de la iglesia. 1875.

El apoyo europeo al bando conservador.

Las relaciones en las primeras décadas del siglo XIX entre México y España fueron muy inestables con una tendencia a romperse en cualquier momento, ya sea por el resentimiento por la guerra independencia, la década de los 20 donde Fernando VII sería un obstáculo al tratar de aislarlo de los países europeos y de la iglesia, ni que decir de la animadversión ganada por 300 años de dominación colonial donde los peninsulares estaban a la cabeza, todos estos hacia difícil la vida de la comunidad española que se había quedado y era la más grande en el país. Si bien era común que los súbditos españoles sufrieran de abusos y fuesen objeto de la violencia de la época cuando se presentaba la oportunidad, la inestabilidad de los años 50 fue un periodo especialmente violento al suceder una serie de asesinatos como el de Mineral de San Dimas en Durango, Chiconcuac en el entonces Estado de México (actual Morelos) y San Vicente le daría la excusa al gobierno español para romper relaciones con el gobierno de Ignacio Comonfort.

En España reinaba la hija de Fernando VII, Isabel II, quien durante su minoría de edad quedo establecida que la monarquía dejaría de ocupar el monopolio de la política nacional para pasar a ser solamente simbólica (situación que perdura al día de hoy) para dar lugar a un gobierno parlamentario, pero la situación de crisis que imperaba en la península por la quiebra económica derivada de la invasión napoleónica y la perdida de sus colonias (buena parte de sus ingresos provenían de Cuba) hizo que la política fuese muy inestable, primero con el intento de Carlos Isidro de Borbón (hermano de Fernando VII) de hacerse con la corona para reinstaurar el absolutismo, seguido por la lucha entre los propios militares para hacerse con la presidencia del Consejo de Ministros, destacándose Baldomero Espartero, Ramon María Narváez y Leopoldo O’Donnell. Fue este último quien sube al cargo cuando sucede la crisis en México y buscaba con este conflicto intentar recuperar el estatus perdido como potencia colonialista, durante su mandato destacaría el involucramiento en diferentes conflictos con miras de adquirir nuevos territorios como la guerra de Marruecos, la reincorporación de Santo Domingo y posteriormente la Guerra del Pacifico contra el Peru y Chile.

El bando conservador siempre tuvo buenas relaciones con las potencias europeas por la animadversión hacia los Estados Unidos y sobre todo con sus principios de traer un príncipe para que gobernase el país hizo que los gobiernos de Antonio López de Santa Anna, Félix María Zuloaga y Miguel Miramón tuviesen a los embajadores cercanos para poder disponer de ellos. El ambiente en España era de tono belicista azuzando para que estallase la guerra publicando en la prensa los abusos contra la comunidad española, fue muy sonada la toma de Tampico por parte del liberal Juan José de la Garza el 25 de agosto de 1858 donde solicito prestamos forzosos a los extranjeros, provocando que el gobernador de Cuba mandase cuatro barcos de guerra a sondear del rio Tampico hasta la Isla de Sacrificios, llevando incluso a la reina a declarar en su discurso del 1ro de diciembre a estar dispuesta a declarar la guerra a México. Tanto Félix María Zuloaga como su ministro Juan N. Almonte vieron que era difícil reanudar alguna clase de negociación con los españoles debido a este animo tan exaltado, sobre todo porque existía una imagen muy negativa del país como para que cualquier nación europea quisiese entablar relaciones.

A pesar de las dificultades, el general Almonte logra rebajar el peligro de invasión y después de varios meses logra cerrar un acuerdo con el ministro Alejandro Mon el 26 de septiembre de 1859 en el Tratado Mon-Almonte, donde España reconoce el gobierno de Miguel Miramón con la condición de castigar a los perpetradores de los hechos pasados y se pagara su debida indemnización a las víctimas. Si bien Almonte trataría de zafar al país del compromiso diciendo que los crímenes sucedieron con los gobiernos anteriores, no le quedo de otra más que aceptar la responsabilidad, pero a su vez logro que el pago de estas se hiciese cuando se estabilizase la situación. Juárez y los liberales negaron el reconocimiento de este tratado y lo consideraron como vergonzante, mientras los conservadores celebraron la reanudación de las relaciones con España porque esto implicaba que podían acceder a préstamos para suplir el déficit fiscal.

Pero esta nueva oportunidad dio lugar a uno de los episodios más controvertidos por parte de los conservadores con serias consecuencias a futuro a finales del verano de 1859, el banquero suizo Jean Baptiste Jecker vio la oportunidad de ofrecerle a Miramón un préstamo por un millón y medio de pesos para comprar armas, propuesta que realiza al ministro de Hacienda Isidro Diaz y el se la da a conocer al presidente, misma que acepto. Se crean los “bonos Jecker” como un instrumento financiero a la mano de los inversionistas quienes obtenían un 6% de interés anual, emitiéndose 133,000 bonos donde se esperaba que pudiese darles 15 millones de pesos y a cambio Jecker recibiría el 20% de lo recabado y dos quintas partes de los intereses de la mitad, donde el banco daba garantías por un periodo de 5 años. El negocio no resulta al no haber compradores y a inicios de 1860 el banco entra en quiebra, dando solamente $723,020, si bien en su momento no despertó ninguna clase de suspicacia debido a lo común que eran esa clase de tratos abusivos entre banqueros con el gobierno, el caso salió a relucir cuando Napoleón III quiso reclamar los 15 millones al comprar la deuda y que sería el pretexto para la intervención francesa.

Aun con esta falla, los $700,000 le sirvieron a Miramón para pertrechar bien a sus tropas y seguir la cadena de victorias que llevaban, están vez con la moral alta al contar con el respaldo europeo, esto se manifestó en la batalla de Estancia de Vacas el 12 de noviembre en un paraje cercano a Querétaro donde venció a un gran contingente de tropas liberales encabezadas por Santos Degollado, Manuel Doblado, José María Arteaga quienes tenían 4,500 elementos, mientras los conservadores solo eran 3,000 pero con la caballería de Mejía y la bien artillada. También se dieron las condiciones para mandar a arrestar a Leonardo Marques excusando un préstamo asalto que hizo al consulado británico mientras lo transportaba rumbo a Mazatlán, todo indicaba que la guerra se podría resolver a favor de los conservadores, pero Juárez estaría preparando las condiciones para la lucha al siguiente año.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Will Fowler, La Guerra de Tres Años, el conflicto del que nació el estado laico, 1857-1861

Imagen: 

  • Izquierda: Vicente López Portaña. Alejandro Mon y Menéndez, 1850.
  • Derecha: Cruces y Campa. Juan Nepomuceno Alminte, 1864-1867

La respuesta conservadora a la política de Juárez.

El pronunciamiento de Juárez dado a mediados de 1859 había resultado muy atractivo para poder revitalizar la lucha contra los conservadores, quienes llevaban a cuestas la reciente derrota del sitio a Veracruz, por lo que para hacerle frente Miguel Miramón saca al poco tiempo su proclama desde Chapultepec. En el confiesa que por su carrera militar a la que le había dedicado toda su vida le había impedido estudiar a fondo los problemas nacionales, pero desde abril de ese año se habría encargado de averiguar cómo poder ofrecer una alternativa. El defecto principal del bando conservador era su carencia de pensadores para la formación de un proyecto político para llevarlo a cabo en la nación, siendo solamente reaccionario ante la perdida de los fueros de la iglesia y el ejército, por lo que sus propuestas iban en el sentido de respetar al clero y sus atribuciones, pero esta debía de estar acompañada de su apoyo para resolver los graves problemas económicos del estado, así como dejar ver la necesidad de reducir al ejército para dejar solo los elementos necesarios para rebajar los gastos.

La esencia del programa de Miramón era la de llevar a cabo una política de austeridad administrativa acabando con los puestos que resultaban excesivos y sobre todo planteaba una reforma para cambiar el sistema arancelario e incentivar el comercio para revitalizar la economía, pero la falta de claridad sobre las formas en que esperaba realizar tales acciones lo único que provoco fue la desconfianza tanto de la iglesia como del ejército, demostrando lo mal que estaba la situación del gobierno. Los que ofrecieron una dura postura contra el Manifiesto de Juarez e inclusive trataron de zafarse tanto del gobierno de Miramón emanado del Plan de Tacubaya fueron los obispos, como el caso del arzobispo Lázaro de la Garza y Ballesteros quien trata de dejar sin validez la oferta de Juárez al tratarse de un gobierno espurio, y para intentar tomar distancia de los conservadores en el poder solo se limita a argumentar que solo reconoció tanto al gobierno de Comonfort como al de Zuloaga al seguir solamente las acciones de los gobiernos internacionales, hasta justificaron el apoyo que le dieron al régimen de Zuloaga por el respaldo que siempre le habían dado a los gobiernos legítimos, mientras los liberales solo se habían dedicado a atacar a los sacerdotes y refutaba el argumento de Juárez sobre la herencia de que los bienes de la iglesia provenían del gobierno colonial sino de Jesucristo.

En lo referente al matrimonio y la propuesta de Juárez de cambiar su administración al estado, Ballesteros justificaba que la potestad para la celebración de esos servicios al ser comisionados por los Evangelios, correspondiéndole a los obispos manejar estos asuntos al ser la potestad otorgada por el Concilio de Trento del siglo XVI, estando por encima de cualquier nueva ley. Sobre la tolerancia de otras religiones se justificaría en las manifestaciones realizadas durante el congreso constituyente de 1856 como la evidencia de la voluntad popular que estaba en contra, por lo que el llevarla a cabo era un acto de tiranía. De las evidencias de las tropelías de los liberales, recordaba cómo se dedicaban a despojar de los tesoros de la iglesia cada vez que tomaban una población, así como profanar los templos y cometer toda clase de sacrilegios, convirtiéndose en enemigos de la religión.

El resto de los obispos siguen el ejemplo de Ballesteros para criticar el manifiesto juarista, por lo que el 30 de agosto hacen una carta pastoral colectiva donde toman una mayor distancia del gobierno de Miramón y declaran su “imparcialidad política” al tener como fin máximo el ver por el bien de todos, negando cualquier vinculación con movimientos golpistas y que solo estaban siendo presa de las calumnias iniciadas por el programa de destierro de Juárez. Esto hizo que el clero jalisciense lanzara un manifiesto donde llamaban a la “guerra santa” para acabar con los liberales impíos, provocando una mayor efervescencia radical para buscar más apoyos en el pueblo. La situación en los estados del país se estaba complicando en el país y las victorias conservadoras se iban incrementando, como pasaba con la campaña de Manuel Robles Pezuela en las cercanías de Xalapa, Felipe Villanueva en Acámbaro, Manuel Diaz de la Vega en Zacatlán, Juan Calderón en Acatzingo, Marcelino Cobos en San Andrés Amimiscuapan de Oaxaca y Adrián Woll en León. Dentro del bando liberal no se explicaban porque en cuestión de días las cosas habían cambiado de rumbo tan rápido, explicándolo como una manifestación del fanatismo del pueblo que impedía que vieran las ventajas que ofrecían con su manifiesto.

Después del fracaso de su contestación a la propuesta de Juárez, Miramón veía difícil la manera de sobreponerse a la fallida campaña de Veracruz y la matanza de Tacubaya, pero de repente su destino se esclarecería con acontecimientos que cimbraron a los liberales, como el rompimiento de Santiago Vidaurri con Juárez hizo que el frente del Bajío quedara dividido, también llegaron las noticias del éxito de las negociaciones del Tratado Mon-Almonte para el 26 de septiembre logrando el reconocimiento de España, así como la apertura de la línea de crédito del préstamo de la Casa Jecker el 26 de octubre y se lograría deshacer de Leonardo Márquez al mandarlo a arrestar por confiscar ilegalmente 600,000 pesos de una conducta de capital británico, desactivando la conspiración ultraconservadora que esperaba derrocarlo. Esta serie de buenas noticias tuvieron correspondencia con su éxito militar que le infringe a Santos Degollado y Pedro Ogazón en las batallas de Estancia de las Vacas y La Albarrada a finales del año.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Will Fowler, La Guerra de Tres Años, el conflicto del que nació el estado laico, 1857-1861

Imagen: 

  • Izquierda: Carl Nebel. La Catedral Metropolitana, 1836.
  • Derecha: Anónimo. Miguel Miramon, 1860

Las consecuencias de la matanza de Tacubaya.

Para el 11 de abril, Miguel Miramón regresa a la Ciudad de México de la fracasada campaña sobre Veracruz, entrevistándose con Leonardo Márquez en la tarde por el camino de Chapultepec donde le informa sobre la aplastante victoria alcanzada en Tacubaya, premiándolo al elevarlo de grado al de general de división. Al día siguiente los familiares tanto de prisioneros y desaparecidos en la batalla fueron a Palacio Nacional para saber de ellos o pedir clemencia por sus vidas, pero esto no impidió que el centro de vistiera de gala para festejar por tremenda victoria. Pero el 13 de abril se empieza a publicar un panfleto anónimo escrito por Francisco Zarco donde se denuncian las tropelías cometidas por las fuerzas de Márquez, provocando que su ministro de Guerra, Severo del Castillo, renunciase a su cargo por la gravedad de los testimonios, incluso el ministro británico Otway quien se suma a los reclamos por la gran cantidad de muertos.

La descripción de Zarco describe como la “soldadesca desenfrenada” de conservadores obedeciendo las ordenes de Miramón y Márquez se dedicaron no solo a ejecutar a los soldados y generales militares, sino que también se dedicaron a matar tanto a médicos que habían ido a socorrer a los heridos, civiles e incluso niños fueron pasados por las armas. Los mandos ejecutados fueron Marcial Lazcano, Genaro Villagrán, José María Arteaga, José López e Ignacio Sierra. El ataque de los conservadores fue a dar a los hospitales de campaña donde se dice lancearon a los médicos y estudiantes de medicina que estaban realizando su trabajo, que sumado con los demás muertos se cuentan que fueron 53 los muertos de manera sumaria que incluso incluyeron extranjeros sin nada que los vinculase con la guerra.

El texto de Zarco fue ampliamente difundido por la prensa liberal acompañada por la indignación de Melchor Ocampo quien infla las cifras a cien, haciendo que la indignación invadiera la capital comenzando por la comunidad inglesa de donde viene uno de los muertos. Los conservadores intentan reaccionar a la mala prensa sacando un texto anónimo donde justificaban las ejecuciones realizadas reconociendo 16 realizadas según las de la ley, denunciaban las exageraciones de Zarco y tildaban de hipócritas las acusaciones de los liberales al haber perpetrado matanzas peores. Del asesinato de los médicos llegaron a decir que pertenecían al cuerpo del ejército liberal, asi como los civiles ejecutados justificaban que de alguna manera eran colaboracionistas de los liberales, por lo que se justificaba el proceder a diferencia de los hechos de Guadalajara y Zacatecas.

Aun con esta defensa, la sociedad no creía los argumentos que trataban de justificar la muerte de los médicos, sabiendo que estaban realizando un acto humanitario al socorrer a los heridos de ambos bandos y el texto no logra acabar con la indignación, por lo que no Miramón ni Márquez vuelven a ostentar esta batalla y ni siquiera usan los argumentos del texto. Incluso tiempo después Márquez trataría de lavarse las manos culpando a Miramón como el que le ordena proceder con las ejecuciones y limitándose a “cumplir órdenes”, lo mismo hace Miramón ocho años después durante su proceso que determino su ejecución junto a Maximiliano diciendo que todo había sido acciones de sus oficiales sin conocer su proceder. Por más que quisieran limpiarse la mancha, ante la sociedad lo hecho por Márquez seria atroz y para siempre le quedo el mote de el “Tigre de Tacubaya”, teniendo un gran arraigo popular que hizo se crearan tanto corridos describiendo los hechos o incluso obras de teatro.

La indignación que hizo manifiesto Otway y la comunidad inglesa hizo que el gobierno británico emitiera una protesta, exigiendo explicaciones por lo hechos correspondiéndole al ser uno de los países que reconocían al gobierno de Miramón, llegando incluso a proponer el desconocer a los conservadores y reconocer al gobierno de Juárez. Para los liberales solo fortalecieron sus ideales anticlericales, sobre todo porque la iglesia se ofreció a celebrar el Te Deum en Catedral en honor a la victoria de Márquez haciéndola coparticipe de la matanza. Esto hizo que Jesus Gonzales Ortega en su campaña se justificase a encarcelar a los curas que iban encontrando en su camino por el delito de conspiración, haciendo una serie de arrestos tanto en Leon como en Irapuato y llegando a ejecutarlos en Zacatecas.

Pero uno de los principales afectados y protagonista de tal hecho fue Santos Degollado, quien vio como el y su tropa fue usada como sacrificio para hacer que Miramón levantase su campaña en Veracruz y sobre todo sin proporcionarle los recursos para poder resistir, sumada a la ejecución de sus oficiales y civiles, así como la humillación recibida al arrebatarlos de su uniforme y su banda de general para colgarlos en la plaza. Degollado regresa a Colima donde también empieza a ejercer acciones en consecuencia pero en sentido contrario, primero homenajeando a los muertos en Tacubaya para seguir con tratar de asegurar a sus tropas que tendrían lo necesario para luchar, valiéndose de los bienes despojados a la iglesia y a los conservadores para tratar de financiarse lo mas posible, sin disminuir en su reclamo al gobierno de Juarez por el que no dejaba de luchar pero no olvidaba el hecho de ser usado como carne de cañón.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Will Fowler, La Guerra de Tres Años, el conflicto del que nació el estado laico, 1857-1861

Imagen: Jean Adolphe Beauce. Leonardo Marquez, 1865