La Guerra de Reforma a mediados de 1860

Si bien la guerra impidió que Santiago Vidaurri se convirtiese en el caudillo de los liberales, esto no ceso su influencia política en el noreste, lográndose consolidar como el cacique de la región al quedar electo como gobernador de Nuevo León y Coahuila, permitiéndole disponer del mando del Ejercito del Norte el cual había resultado imprescindible en la lucha contra los conservadores. A pesar de la ausencia de las fuerzas de Vidaurri a mediados de 1860, esto no impidió que los liberales entrasen en una etapa donde pasaban por diferentes victorias como la batalla de Peñuelas ganada por Jesús Gonzales Ortega en Aguascalientes, la toma de Toluca por Felipe Berriozabal, la toma de Salamanca por Manuel García Pueblita, la campaña sobre el sur de Puebla, la toma de Cuautla y el triunfo de Porfirio Diaz al tomar Oaxaca en manos de Marcelino Cobos. Para ese entonces, ambos bandos cometían el mismo nivel de atrocidades tanto contra el enemigo como contra la población civil, llegando a niveles como el ejecutar a todos los prisioneros, hacerse de tropas mediante la leva y permitir el saqueo de los pueblos a sus soldados, siendo un caso conocido el del guerrillero liberal Antonio Rojas en el Occidente.

Fue tal el nivel de devastación en los pueblos por dos años de guerra que ya era difícil para las tropas encontrar algo de valor, ni siquiera era posible encontrar caballos o armamento para mantener a las tropas, incluso para evitar la leva, cuando iba a llegar la tropa de cualquier facción a los pueblos serviría el que todos los hombres se fueran al monte mientras estuviesen bajo ocupación, haciéndolos más susceptibles a los abusos, teniendo que recurrir al reclutamiento de presos y convictos. Si para en un inicio del conflicto las diferentes facciones entregaban vales de pago para compensar en un futuro lo que se llevaban, en el tercer año se alejaron de todas las formalidades y se llevaban lo que podían sin más y sin ninguna justificación, incluso los altos mandos se sentían impotentes al verse impedidos por imponer disciplina a sus tropas. Al no encontrar la forma de mantener pagados a sus batallones, provocaban la deserción de una parte de ellos quienes se salían para conformar gavillas criminales y atacar a los pueblos, esto sucedió mucho en el Bajío y la Sierra Gorda donde aprovechaban el desorden de la guerra.

Era tal la violencia que se había arraigado en la vida cotidiana nacional, que se llegarían a niveles de franca crueldad hacia la población civil, siendo comunes las matanzas, los incendios en los pueblos, las ejecuciones públicas y actos aberrantes de tortura y vejaciones. La sociedad civil empezaría a manifestarse tanto con el gobierno de Miramón como con el de Juárez la persistencia de una guerra que no parecía tener fin y que solo dejaba una estela de destrucción, como una petición dirigida por 200 personas de la Ciudad de México para llamar al fin de la guerra, también muchos generales empezaron a tener conciencia sobre la necesidad de poner fin al ciclo de violencia, como el caso del generan Gonzales Ortega quien le perdona la vida a los prisioneros hechos en la batalla de Peñuelas a pesar de que Miramón rechazase la propuesta de canje. Aun con estos actos de misericordia por parte de Gonzales Ortega, no hacia olvidar en la sociedad el que fuera uno de los generales más jacobinos por su implacable persecución de curas y el saqueo al que sometía a las iglesias de sus objetos litúrgicos, aunque era conocido por ser un ferviente católico en su vida privada.

Como muchos otros generales liberales, Gonzales Ortega distaba de tener una formación militar al ser un oficinista de Teul, alternando su labor con la escritura de artículos y poemas donde exponía sus convicciones liberales, esto le valdría dar su paso en la política cuando se instituye el congreso constituyente de 1856 representando a Zacatecas como diputado. Con el golpe de estado de finales de 1857, hizo que Gonzales Ortega empezase a realizar esfuerzos para defender el orden constitucional y empieza a organizar la Guardia Nacional local, valiéndole ser electo como gobernador del estado, dando pie al emprendimiento de su persecución al clero, quienes mejor huyeron de todo el estado dejando a las comunidades sin sacerdotes. Para mediados de 1860, Gonzales Ortega decide dejar la gobernatura a su compadre Miguel Azua para pasar directamente al frente, donde asomaría su talento para conformar y organizar tropas como Santos Degollado, pero también se haría relucir su talento innato para la batalla al lograr estar a la altura de Miramón haciéndole frente sin problemas y llegando a vencerlo.

Esto lo demostraría en el Bajío, donde el “Joven Macabeo” estaba dispuesto a perseguirlo al enterarse de que había dejado Zacatecas, esperándolo con una fuerza de 3,282 soldados y su cuerpo de artillería a la que llamaba los “doce apóstoles”, decidiendo enfrentarlo en Silao pensando que sus fuerzas eran suficientes para capturarlo aprovechando su posición en llanura abierta para acribillarlos cuando se hicieran presente. A pesar de que Gonzales Ortega poseía una ventaja numérica al tener 8,000 soldados, la posición de Miramón podía anularla sin problema, por lo que en colaboración con Ignacio Zaragoza deciden movilizar sus fuerzas en la madrugada y colocar su artillería a 700 metros de la conservadora, iniciando el ataque en la mañana del 10 de agosto y aprovechando las condiciones lluviosas pudieron sorprender a Miramón. Después de una batalla de 3 horas, los liberales se hicieron con la victoria al lograr inmovilizar a las tropas conservadoras con la artillería, de la cual apenas y pudo escapar Miramón, dejándole a Gonzales Ortega un valioso botín conformado tanto de armamento y valiosos bastimentos.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Will Fowler, La Guerra de Tres Años, el conflicto del que nació el estado laico, 1857-1861.

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Imagen: Francisco de Paula Mendoza. Batalla de Silao del 10 de agosto de 1860, 1861.

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