El desarrollo mesoamericano de la costa oaxaqueña.

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Desafortunadamente, varios territorios han sido ignorados por la arqueología debido a la constante falta de presupuesto para llevar a cabo investigaciones. Este es el caso de la costa oaxaqueña, que ha sido ampliamente descuidada en los trabajos arqueológicos. En su lugar, la atención se ha centrado principalmente en dos regiones: el Istmo de Tehuantepec y el valle del Río Verde. Esta situación se ve complicada por la compleja dinámica étnica que caracterizó a la costa oaxaqueña durante la era mesoamericana y que continúa siendo relevante en la actualidad.

En la costa oaxaqueña, se identifican varios grupos originarios, entre ellos los chatinos, chontales, mixes y amuzgos, quienes fueron sometidos por pueblos provenientes del interior. Por ejemplo, los huaves dominaron a los mixes, los zapotecos fundaron Tehuantepec en el Istmo, y se destaca el conocido episodio de la conquista del rey mixteco 8 Venado y la fundación del reino de Tututepec, como relatan tanto las fuentes prehispánicas como coloniales.

A pesar de esta compleja historia, las investigaciones arqueológicas en la costa oaxaqueña han sido escasas y se han centrado en un número limitado de sitios, como los restos de Tututepec, algunos lugares documentados en Pinotepa Nacional y las bahías de Huatulco. Estos sitios son importantes para comprender la relación de la región con potencias mesoamericanas como Monte Albán y Teotihuacán. Sin embargo, se requiere un mayor apoyo y recursos para explorar adecuadamente esta rica y diversa región arqueológica.

Se ha descubierto que Río Verde fue un importante núcleo poblacional en etapas tempranas, como el Preclásico temprano, que abarca desde aproximadamente los años 1800 al 700 a.C. Durante este período, experimentó un crecimiento gradual de la población de las comunidades, aprovechando las dinámicas comerciales propiciadas por Teotihuacán. Esto se evidencia en la proliferación de la obsidiana de Pachuca y la adopción de estilos cerámicos como el anaranjado delgado.

Con el paso del tiempo, el desarrollo de la región se volvió más modesto. Sin embargo, durante el Posclásico Temprano, que comprende desde el 900 al 1200 d.C., la región entró en un período de decadencia, caracterizado por el abandono de muchos de sus asentamientos. Este contexto propició la entrada de los mixtecos en la región y la fundación del reino de 8 Venado de Tututepec.

El territorio controlado por este estado mixteco alcanzó una extensión máxima de aproximadamente 25,000 kilómetros cuadrados a lo largo de la costa. Este estado llegó a ser tan importante que estableció nexos dinásticos con señoríos distantes, incluyendo la Mixteca poblana, varios reinos costeros y los Valles Centrales, gracias a la intervención de los toltecas-chichimecas liderados por 4 Jaguar.

Sin embargo, su importancia disminuyó con la expansión mexica a finales del siglo XV y principios del XVI. Según algunas fuentes, el reino mixteco de 8 Venado de Tututepec fue rodeado y debilitado, e incluso algunos relatos mencionan su conquista por parte de los mexicas.

Una de las regiones que ha cobrado relevancia ante los investigadores son las Bahías de Huatulco, cuyo registro arqueológico se vuelve fundamental ante la amenaza latente de la destrucción causada por la expansión turística. Las investigaciones y excavaciones arqueológicas realizadas en algunos sitios, especialmente destacado el de Bocana del Río Copalita, han sido cruciales. Este sitio ha sido restaurado y abierto al público.

Los resultados obtenidos de estos trabajos revelan que las primeras manifestaciones de ocupación humana datan desde alrededor del 2,500 a.C. Bocana del Río Copalita adquirió relevancia gracias a su estratégica ubicación en la desembocadura del río, que lo convirtió en un importante puerto tanto para los pueblos de la sierra que se comunicaban río abajo como para el emergente comercio marítimo por cabotaje. El sitio fue fundado durante el Preclásico Tardío (400 a.C. – 200 d.C.).

Gracias a su posición en las rutas comerciales, Bocana del Río Copalita experimentó un periodo de esplendor durante el Clásico, con la construcción de varios edificios del centro ceremonial, entre ellos el Juego de Pelota, que hasta ahora ha sido el único localizado en los sitios de la costa oaxaqueña. Esto revela la importancia que tuvo este lugar en el contexto regional durante esa época.

Las investigaciones han revelado que la costa de Oaxaca pudo mantener durante el periodo Clásico una relación sumamente dinámica con otras regiones mesoamericanas. Esto se evidencia en el hallazgo de materiales procedentes de Chiapas, Veracruz y Tabasco en Copalita. Sin embargo, aún no se ha determinado el grado de control o relación que pudo haber tenido el estado de Monte Albán sobre el puerto.

A través de las evidencias encontradas en los restos humanos y las figurillas, se ha podido determinar que la calidad de vida en la región alcanzaba una esperanza de vida de alrededor de 50 años. Además, se han obtenido detalles sobre la vestimenta, que revelan que los hombres utilizaban principalmente el maxtlatl o taparrabos, mientras que las mujeres llevaban faldas desde la cintura hacia abajo y el pecho descubierto. Es importante destacar que esta costumbre aún perduraba hasta la primera mitad del siglo XX entre las indígenas.

A pesar de dedicarse al comercio, Bocana del Río Copalita era capaz de producir sus propios materiales de consumo, como cerámica estucada, textiles variados y adornos de concha. Sin embargo, se cree que la manufactura de estos últimos podría haber sido importada, ya que no se han encontrado talleres para su producción local.

Esta situación de bonanza que experimentó Copalita cambió drásticamente durante el Posclásico, cuando tuvo que hacer frente a la despoblación de la región y al expansionismo mixteca liderado por 8 Venado. Eventualmente, cayó bajo el control de los mixtecas y se convirtió en un territorio tributario de Huatulco, con la obligación de reunir tributos para Tututepec, especialmente oro proveniente de los chontales de la sierra.

Según los cronistas del siglo XVI, Huatulco era un importante centro de llegada para los toltecas, manteniendo relaciones con el Altiplano Central. Esta conexión pudo haber despertado el interés de los mexicas por la región. Se registró una incursión de Moctezuma Ilhuicamina hacia 1455 y 1456, seguida por otra expedición de Axayacatl.

Antes de la llegada de los españoles, Copalita (posiblemente conocido como Copalitlán) experimentaba un período de decadencia, caracterizado por problemas de salud graves entre los niños y una epidemia de sífilis, lo que afectaba su calidad de vida. Esto facilitó el abandono del sitio de Bocana y la reubicación de sus habitantes en el pueblo de Copalitlán durante la conquista española.

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Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Raúl Matadamas Diaz y Sandra L. Ramírez Barrera. Copalita, Huatulco. La transición al periodo Clásico en la Costa de Oaxaca, del libro Monte Alban en la encrucijada regional y disciplinaria.

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Imagen: Basamento del centro ceremonial de Bocana del rio Copalita, Oaxaca. 

Los estados mesoamericanos de la Costa Grande.

El aumento de la población en la región hizo posible la consolidación de pequeños estados que surgieron desde el actual municipio de La Unión hasta Acapulco, los cuales sus gobernantes tuvieron tal fuerza como para lograr la construcción de centros ceremoniales de diferentes tamaños y siguiendo los patrones culturales de la civilización mesoamericana, como fueron los casos de Soledad de Maciel, Tierras Prietas, Corral Falso, Jolochuca, La Yácata o San Jeronimito. Uno de los recursos usados fue el de la representación de sus lideres en estelas grabadas, los cuales se les dieron atributos sobrenaturales para poder vincularlos con las deidades, como es el caso del famoso “Señor de la Chole” de Soledad de Maciel, donde se le ve su rostro enmarcado por uno descarnado para emular el concepto de la vida y la muerte, también se ha encontrado otra estela en el sitio de Villa Rotaria, Técpan, donde se le ve al gobernante de perfil portando un traje de águila, uno de los animales totémicos de las dinastías gobernantes.

Los juegos de pelota también estuvieron presentes en las ciudades de la Costa Grande con la típica morfología del espacio en doble T enmarcados con dos estructuras alargadas y paralelas, aunque de momento se han encontrado solo dos sitios que llevaron su importancia a un nivel alto al dotarles de aros marcadores de piedra labrada, Soledad de Maciel y Acatolín en Técpan, los cuales comparten rasgos en común al grabarse a dos serpientes cuyas cabezas se unen para formar el aro, lo que nos podría revelar el rango de influencia mantenido por Soledad de Maciel. Este sitio destaca sobre los demás tanto por su arquitectura monumental como por los monumentos de piedra erigidos para el culto religioso, como es el caso de un disco donde en su parte inferior fue grabada la figura de la deidad de la Tierra Tlaltecuhtli, de la misma manera en que siglos más tarde hicieron los mexicas en Tenochtitlan. Otros elementos populares y con un amplio rango de localización son las piedras sacralizadas conocidas como “ojos de dios”, ya que estas han sido horadadas para hacerles huecos para servir como recipientes, posiblemente sirvieron para hacer ceremonias propiciatorias para las lluvias, también se ha propuesto que pudieron contener ofrendas para los dioses como la sangre de los sacrificios.

Lo que sirvió a la región para entrar en el desarrollo cultural mesoamericano fue sin duda el comercio, al ser una región de vocación por los sembradíos de algodón o por la recolección de bivalvos de sus costas la hicieron atractiva para la presencia de las grandes metrópolis como Teotihuacan o Monte Alban, de esta última es de destacar la presencia de la influencia zapoteca en diferentes representaciones del periodo Clásico donde iban desde figurillas o incluso del sistema calendárico zapoteca, como se ve en la estela de Villa Rotaria o en la piedra con forma de cabeza de jaguar de Palma Sola donde se ven algunos números zapotecas. Para el caso de Acapulco vemos la importancia que tuvo Teotihuacan como ejemplo a seguir, esto lo vemos con los tipos cerámicos como el Acapulco Rojo o el Tambuco Inciso, los cuales tenían las mismas características que los elaborados en la Costa Grande, pero para el Clásico Medio se da un cambio atribuido a una mayor presencia teotihuacana, naciendo el tipo Acapulco Café donde su producción está más relacionada con los patrones culturales teotihuacanos. Este evoluciona al tipo Acapulco Pasta fina el cual arraiga su vínculo teotihuacano, este a su vez empieza a influir tanto en la Costa Grande como en la Costa Chica marcando la tendencia cultural en la región.

Para el Clásico Tardío se da la decadencia teotihuacana como centro de poder al nivel mesoamericano, pero para ese entonces los estados de la Costa Grande ya formaban parte de las rutas comerciales del mercado mesoamericano, aumentando con ello la influencia ejercida por los pueblos oaxaqueños y del Soconusco como parte de las rutas marítimas por cabotaje. Las diferentes culturas empezaron a adoptar diferentes componentes del sistema cosmogónico mesoamericano, destacándose las representaciones de Huehuetéotl, Tlaloc o de la Serpiente emplumada en la cerámica, a la par también llegaron a sobrevivir manifestaciones locales como las “mujeres bonitas” del Preclásico como las figuras tipo Valentín de Acapulco o en la misma Soledad de Maciel. Donde vemos un mayor desarrollo cultural será en Zacatula, sitio en las cercanías de la desembocadura del rio Balsas y que empezaría a destacar como puerto principal de las rutas mesoamericanas y posiblemente de las esporádicas expediciones sudamericanas, donde sus artesanos realizan copias de las figuras teotihuacanas y se ve cierta influencia de Occidente.

Debido a las condiciones de conservación, no ha sido posible encontrar muchos ejemplos de trabajos en concha, pero al ser parte de la zona productora no se descarta la importancia que pudo llegar a tener, como muestra la tenemos en los fortuitos trabajos realizados en el Bajo Balsas donde se han encontrado depósitos con una gran cantidad de artesanías de concha que iban desde pulseras, brazaletes, colgantes, entre otros aditamentos. Por estas mismas razones (y por el saqueo), no se han podido encontrar restos bien conservados de las tumbas, por lo que los restos encontrados han aportado pocos datos sobre la salud de los habitantes de la zona, teniéndose los registros de un entierro en Zihuatanejo y otro en Soledad de Maciel, donde destacan por presentar modificaciones dentales donde se pulieron las piezas para poder hacerlas de forma puntiaguda, una práctica muy común por parte de las elites mesoamericanas para resaltar su aura sobrenatural con respecto al resto del pueblo.

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Federico Flores Pérez

Bibliografía: Rubén Manzanilla López. La región arqueológica de la Costa Grande de Guerrero. Su definición a través de la organización social y territorialidad prehispánicas.

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Imagen: ADV Estudio. Reconstruccion del centro ceremonial de Soledad de Maciel-Xihuacan, 2023. Fuente: https://www.advestudio.com/zona-arqueologica-de-xihuacan/?fbclid=IwAR0v2A64jm0DhBsHb6BNObWBlFWHPsyJznvIAC9E_HYbnOpo7c8mayN8qEE

La población de Monte Alban en el tiempo.

Uno de los problemas que ha tenido el estudio del pasado ha sido la falta de referencias con las cuales podamos conocer los aspectos de las vidas de estas sociedades, y en el caso de contar con registros de la época, muchas veces no suelen aportar datos exactos u omiten algunos que no eran favorecedores para sus gobiernos o por sus sistemas de valores y prejuicios. Afortunadamente, disciplinas como la arqueología o la antropología en base a los vestigios hallados de esos tiempos pueden brindarnos datos muy relevantes que difícilmente se puedan encontrar en fuentes de la época, que en el caso de Mesoamérica sabemos que pocos pueblos tuvieron registros jeroglíficos y los códices solo nos ofrecen información de máximo 700 años atrás. Sin duda, Monte Alban fue una de las metrópolis más importantes tanto en el contexto mesoamericano como en el regional, manifestándose en la arquitectura monumental que dejaron en su centro ceremonial y que llamó la atención de los arqueólogos desde inicios del siglo XX, por lo que ha sido una de las ciudades más estudiadas que tenemos junto con Teotihuacan o Chichen Itzá.

Se han encontrado a lo largo de décadas de exploraciones cerca de 406 restos de diferentes personas, abarcando periodos desde su fundación en el Preclásico Tardío hasta su decadencia en el Clásico Tardío, gracias a los avances en los análisis de la antropología física es posible con estas muestras dar un acercamiento de cómo fue fluctuando la población de la metrópoli zapoteca a lo largo de sus siglos de existencia, donde por el análisis de los huesos se puede conocer cuál fue la dieta de sus pobladores y de ahí se puede inferir su estatus social. De momento, la gran parte de los restos encontrados abarcan el periodo Clásico, el cual está dividido dentro de la cronología del sitio en las etapas Monte Alban II (100 a.C.-200 d.C.) con el 20%, IIIa (200-500) con el 37%, IIIb y IV (500-700/750) con el 32.5%, pero de los periodos I (500-100 a.C.) y el V (750-950 d.C.) solo reúnen juntos el 10%, por lo que no es posible tener de momento un análisis mayor sobre lo ocurrido en esos tiempos.

La fundación de Monte Alban se hizo en base a la congregación de agricultores procedentes de diferentes lugares de los Valles Centrales hacia el 500 a.C. se estima que debió contar con una población de 5,000 personas con un crecimiento estimado del 6% anual hasta llegar a los 16,000 habitantes hacia el 200 a.C. Pero para el periodo de Monte Alban II, hubo una disminución de la población estimándose una población de 14,000 personas, se cree pudo deberse a un freno de la migración a la joven urbe y al inicio de la etapa expansionista sobre los Valles Centrales, por lo que repartieron personal que asegurase el control de la metrópoli llegando a alcanzar la región de la Cañada al norte y subyugando a la antigua potencia San José Mogote. Ya en el periodo Monte Alban IIIa, el poder de Monte Alban se consolida y permitió el crecimiento poblacional de los valles de 41,319 habitantes hasta los 115,226 para finales del Clásico, por lo que la ciudad se consolida al mantener una población de 16,500, convirtiéndose en el centro rector tanto político, administrativo, religioso y militar de la región.

Las cosas empiezan a cambiar para el periodo Monte Alban IIIb al tener periodos de ambivalencia poblacional, mientras la ciudad alcanzaba su máximo nivel para llegar a los 24 y 25,000 habitantes, la zona sur de los valles fue despoblados hasta en un 95%, interpretándose como un periodo de centralización del poder, pero a su vez ya se nota el agotamiento político al frenarse la actividad constructiva de los edificios para alcanzar su aspecto actual. La manifestación de esta tendencia la tenemos en la expansión de las zonas residenciales dedicadas para las elites, donde vemos viviendas de una mayor complejidad y refinamiento, mientras en el siguiente nivel se encontraba un sector medio por debajo de la nobleza y cortesanos, se estima que el 90% de los habitantes del valle se concentraron en la zona circundante a Monte Alban a una distancia de 20 km, este crecimiento estuvo organizado y planificado por parte de las elites zapotecas. Finalmente, para el periodo IV la ciudad entra en decadencia al frenarse la actividad constructiva y se reduce la población hasta los 4,000, las causas las tenemos ante el empoderamiento de otras ciudades como Zaachila, Lambityeco, Yagul y Mitla, así como posiblemente la entrada de los mixtecos a los valles.

Sobre las condiciones de vida de la ciudad, para el primer periodo encontramos una gran mortandad infantil de edades desde los 0 hasta los 15 años debido a la malnutrición de la dieta y a la presencia de enfermedades gastrointestinales o víricas, por lo que la edad promedio alcanzaba hasta los 25 años, por lo que para contrarrestar los faltantes encontramos una mayor fertilidad al estimarse que cada mujer tenía 6.4 hijos de los cuales 4.5 llegaban a la edad reproductiva. Con el avance de la migración y concentración del poder, la esperanza de vida aumenta ligeramente por dos años y disminuye la mortandad infantil, decayendo completamente para Monte Alban IV cuando los pobladores empiezan a migrar a otros lugares en búsqueda de mejores oportunidades. Esto nos demuestra una generalidad del periodo mesoamericano donde la población era principalmente joven y eran pocas las personas que alcanzaban edades más allá de los 27 años, por lo que la entrada de los habitantes en el mundo laboral era muy temprano, mientras las elites eran quienes por lo general alcanzaban una mayor edad gracias a sus mejores condiciones de vida.

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Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Lourdes Márquez Morfin, Ernesto Gonzales Licon, Patricia Olga Hernández Espinoza y Geraldine Guadalupe Granados Vázquez. La dinámica demográfica de Monte Alban durante el Clásico: fecundidad, mortalidad y esperanza de vida, de la revista Dimensión Antropológica 78.

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Para saber más: https://www.arthii.com/la-fundacion-de-monte-alban/

Imagen: 

 – Izquierda: Andres Armesto, Alejandro Soriano, Carlos Paz y Diego Blanco.
   Reconstrucción de Monte Alban desde el cielo.

 – Derecha: Jugador de juego de pelota, cultura zapoteca, Clasico.

El desarrollo de Mitla y los Valles Centrales.

La evolución de las sociedades agrícolas en los Valles Centrales de Oaxaca desde los primeros sedentarios establecidos en las cuevas de Yagul y Mitla dieron lugar a una mayor población dedicada al cultivo de sus tierras, dando origen a la centralización del poder como consecuencia de la evolución de la organización social y la aparición de estructuras político-religiosas que dieron lugar a la formación de centros regionales, primero en San José Mogote y posteriormente sucedida por Monte Albán. Fue tal el monopolio de las elites de Monte Albán que las poblaciones de los valles dependían de sus decisiones, dando lugar al desarrollo de una gran ciudad que demostraba su poderío sobre estos pueblos y con la posibilidad de conquistar las regiones aledañas. Para el caso del valle de Tlacolula-Mitla hay un desarrollo dispar, en el caso de Mitla encontramos que durante la época de esplendor de Monte Albán no era una población de importancia y solo se han encontrado algunos restos en el conjunto arquitectónico conocido como El Calvario sin tener certeza de que haya tenido antecedentes rituales del periodo Clásico, en cambio, en Tlacolula encontramos actividad constructiva en el sitio pre-agrícola de Caballito Blanco, al encontrarse un conjunto astronómico con una estructura con una planta muy similar al observatorio de Monte Albán conocido como el Edificio J.

Para el Clásico Tardío con su equivalencia en el periodo Monte Alban III encontramos un fortalecimiento regional en su calidad de tributarios de la metrópoli zapoteca, en el caso de Mitla tenemos un primer desarrollo en el sitio El Palmillo la cual había crecido como un centro productor de productos de productos de maguey, ixtle y palmillo, pero la muestra del dominio de Monte Alban lo tenemos en la presencia de iconos religiosos procedentes de la ciudad. Al ser su periodo de esplendor, esto dio lugar a una descentralización para conformar unidades políticas afines a Monte Albán reconociendo su hegemonía y a su vez recibiendo la legitimidad de su poder por parte de la metrópoli, esto lo vemos con una mayor actividad constructiva en estos sitios satélites como la proliferación de las terrazas en las laderas de los cerros para aumentar con ello la producción agrícola y con ello mantener la demanda de alimentos de estas poblaciones.

Si bien, la caída de Teotihuacan represento un regreso del poder de Monte Albán sobre un territorio muy similar en tamaño a los actuales límites del estado de Oaxaca, no evito que tarde o temprano colapsaría el sistema y empezase su declive a partir del 750 para culminar en el siglo IX, según las excavaciones tanto en Monte Albán como en su sitio satélite Atzompa todo indica que su abandono no tuvo un destino violento sino que se trató de una transición paulatina donde incluso se llegaron a realizar el “matado” de ofrendas rituales como símbolo de la clausura de los edificios. Con ello, los sitios satélites a lo largo de los valles conformaron cacicazgos que albergaron a las elites zapotecas como a las migraciones mixtecas, ganando predominancia sitios estratégicamente localizados como Ejutla, pero el Valle de Tlacolula sería muy poblado debido a su posición en el camino rumbo al Istmo de Tehuantepec, convirtiéndose con ello en un sitio con una alta actividad comercial. Fue así que surgirían pequeños estados como Macuilxóchitl, Lambityeco, Yagul, Matatlán, Mitla, Xaaga y El Palmillo, todos ellos tendrían una gran actividad constructiva tanto en la construcción de centros ceremoniales como en las residencias de la nobleza, en todos ellos vemos un intento por perpetuar el legado cultural de Monte Albán en sus respectivas ciudades.

En las inmediaciones de Monte Alban en comparación con la actividad del valle de Tlacolula, encontramos un desarrollo tardío relacionado con una mayor prevalencia de la población mixteca en comparación con la zapoteca, esto lo vemos en sitios como Xoxocotlán y Saa Yucu, el único centro en la región que serviría a manera de relevo de Monte Albán y que mantendría su importancia en los años posteriores fue Zaachila la cual constituyo un poderoso estado zapoteca. Una de las ciudades que había ganado importancia en la región fue Yagul, esto se demuestra en su extenso conjunto palaciego el cual reprodujo los patrones culturales zapotecas relacionados con el último periodo de desarrollo Monte Albán V, aunque le empezaría a dar una mayor relevancia a los elementos constructivos de piedra labrada como los mosaicos de grecas para la decoración tanto de los edificios públicos como las tumbas reales.

Este sería el contexto de los Valles Centrales para el periodo Posclásico, donde el final de Monte Albán como potencia hegemónica dio lugar a la distribución del desarrollo de las poblaciones de la región, la cual tuvo como incentivo su situación al localizarse en las rutas comerciales mesoamericanas y dio lugar al nacimiento de ciudades estado con una alta capacidad de crecimiento. Pero su importancia estratégica la hizo presa de las nuevas potencias militaristas surgidas fuera de la región, siendo los mexicas quienes se vieron interesados en conquistar el centro de Oaxaca para con ello tener la ruta abierta para la expansión hacia el sureste, como se demuestra en el cambio de nomenclaturas de las principales poblaciones de nombres zapotecas a nombres nahuas como símbolo de su hegemonía sometiendo a los zapotecas y mixtecas, aunque otros estados como Zaachila y el reino de Tututepec lograrían hacerles frente para mantenerse independientes hasta la llegada de los españoles.

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Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Nelly M. Robles García. Mitla. Su desarrollo cultural e importancia regional.

Imagen:

  • Izquierda: Fachada de la Tumba Triple, Yagul, Oaxaca, 900-1200 d.C., cultura zapoteca.
  • Derecha: Urna del dios Cocijo, El Palmillo, Mitla, Oaxaca, Clasico Tardio, cultura zapoteca,

Panorama de Oaxaca en el Clásico Temprano.

Las condiciones ecológicas de las regiones que constituirían el futuro estado fueron las óptimas para el desarrollo de la vida agrícola, desde las primeras evidencias de los cultivos del maíz, calabaza y chile, hasta derivar en el nacimiento de las primeras aldeas, las cuales fueron muy populosas y esto dio lugar a su evolución hacia las primeras ciudades. Esto hizo que a partir del 500 a.C. el eje del desarrollo civilizatorio se concentrara en las ciudades primigenias como Monte Negro, Cerro de las Minas y Yucuita en la Mixteca, pero los que llevarían la batuta serían los zapotecos de los Valles Centrales de Oaxaca, primero concentrando el poder en San José Mogote y después sería reemplazado por Monte Alban, sitio desde donde no solamente se hicieran del control de la región, sino que serviría como punto de partida para ejercer influencia fuera de esta y que al final haría posible una uniformidad cultural de donde los diferentes grupos indígenas partirían para hacer sus desarrollos propios, constituyéndose esta región cultural.

Por la gran variedad étnica del estado, se divide en trece regiones: Valles Centrales, la Mixteca Alta, la Mixteca Baja, la Mixteca de la Costa, la Costa, la Cañada, las Montañas del Sur, el Istmo, los Chimalapas, la Sierra Mixe, la Sierra Zapoteca, la Chinantla y la Sierra Mazateca. En todas ellas (aunque algunas regiones no han sido investigadas a profundidad) vamos a encontrar patrones en común asociados con el desarrollo de Monte Alban, sobre todo con los periodos Monte Alban I y II correspondientes a los años 500 a.C. al 800 d.C. y teniendo como análogo el desarrollo mixteco con las fases Ramos y Las Flores. En la primera etapa que va de los años 500 a.C. al 250 d.C. es cuando se da la concentración de las clases gobernantes en Monte Alban creando un sistema de creencias entorno a sus propias deidades, avizorándose el pleito con San José Mogote la cual termina por ser vencida, todo gracias a su posición estratégica en la cima de un cerro en medio del paso de los valles y desde donde podían vigilar tanto las rutas comerciales como los movimientos de las ciudades aledañas.

Esta situación estratégica le permitió dejar las tierras fértiles de los valles en plena disposición para el aprovechamiento agrario y le permitía disponer de grandes cosechas, dando las condiciones para que se diera un incremento de la población de la región. Al estar resuelto el problema del sostenimiento de la población, dando paso al desarrollo de un mercado regional al cual podían entrar las poblaciones de otros lugares y que se hacía en la misma Plaza Principal de Monte Alban, siendo el principal sitio de propaganda para la elite zapoteca para poder expandir tanto su papel religioso como su poder político, como lo manifiesta la Plaza de los Danzantes o las primeras apariciones del dios Cocijo. Todo esto sirvió para impulsar los programas de construcción de los edificios monumentales donde se haría manifiesto el programa religioso con correspondencia con las cuentas calendáricas usadas para establecer los ciclos agrícolas, como el solar de 365 días, el lunar de 280 días y el venusino de 584 días, siguiendo una orientación norte-sur para seguir la observación de los astros (como el caso del Observatorio o Edificio J) , dando las primeras señales de influencia cultural en lugares como Miahuatlán a 100 km al sur o en la Sierra Zapoteca al norte.

Unos de los primeros retos que tendría Monte Alban seria con el trato hacia una potencia externa, Teotihuacan, con la que tuvo que lidiar desde el año 200 hasta el 500 d.C. con la cual logra entablar una relación como se manifiesta en el muy peculiar “barrio zapoteco” emplazado en las principales zonas residenciales de la metrópoli. La clave para la importancia de los Valles Centrales para Teotihuacan fue la obtención del monopolio de un mineral apreciado por los teotihuacanos, la mica, usada tanto para su aplicación en cerámica e incluso como recubrimiento de los edificios para otorgarles brillo, todas estas aplicaciones fueron importadas de Monte Alban de donde se han encontrado los deshechos. Hay algunos inconvenientes para asegurar la independencia zapoteca de Teotihuacan, como el cese de la construcción de los edificios monumentales, la afluencia de elementos de producción teotihuacana o un entierro consistente en 18 cráneos infantiles, lo que puede sugerir cierto control por parte de Teotihuacan sobre Monte Alban, la cual indicaría una invasión, una asociación de la elite zapoteca con la de la metrópoli (como lo puede confirmar el barrio zapoteco) o la presencia de cierta elite extranjera en la ciudad manteniéndola bajo su control para cobrar tributos. La Mixteca también estaría bajo influencia teotihuacana, pero no hay indicios claros de su sometimiento, pudiéndose equiparar a la presencia olmeca cuya proliferación de elementos se explica por la importación de objetos suntuarios de la elite.

Así como hay dudas con Teotihuacan, no hay un acuerdo sobre cual pudo ser la forma de gobierno de Teotihuacan, siendo la más aceptada la idea de la existencia de familias caciquiles quienes iban rolándose el puesto dentro de un sistema de competencias entre las principales cabezas, quienes asumían la responsabilidad de manejar un gran cuerpo burocrático y asegurándose el poder absoluto de una gran masa poblacional. Uno de los efectos negativos de la presencia teotihuacana fue la pérdida de su influencia en la Mixteca, como lo atestigua el abandono y en algunos casos los incendios de las primeras ciudades de la región como Yucuita, Monte Negro y Cerro de las Minas por el año del 100 d.C. cesando su vinculación con la cultura zapoteca para ponderar la influencia de Teotihuacan o de sus centros regionales del sur de Puebla, manifestándose en su arte donde se nota su presencia y surge un estilo que precedería al que alcanza en el Posclásico, la cultura Ñuiñe.

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Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Marcus Winter. La zona oaxaqueña en el Clásico, del libro Historia Antigua de México, volumen II: El horizonte Clásico.  

Imagen:

  • Izquierda: Edificio J, Monte Alban, Oaxaca, Clasico Temprano.
  • Derechas: Urna zapoteca localizada en el «Barrio zapoteco» de Teotihuacan, Clasico Temprano.

La fundación de Monte Albán.

Los Valles Centrales de Oaxaca han presentado las condiciones necesarias para que el ser humano se establezca y sirviera de base para que creciera la población y alcanzase el grado civilizatorio, contamos con el antecedente de las cuevas de Guilá Naquitz entre los valles de Tlacolula y Mitla o San José Mogote en el Valle de Etla, pero el establecimiento de un asentamiento en la cima del Cerro Blanco marcaria política y culturalmente a los pueblos que nacieron en el actual estado. Una posible explicación para el surgimiento de Monte Albán la podríamos encontrar como la consecuencia del éxito de la vida basada en la producción agrícola, teniendo como antecedente el propio San José Mogote y los sitios del vecino Valle de Nochistlán como Yucuita, Huamelulpan y Monte Negro pertenecientes a la región de la Mixteca Alta en un periodo entre el 1200 al 850 a.C.

En estas primeras comunidades veremos como las sociedades se van complejizando con el desarrollo de la estratificación de la población, quedando en la cima una elite gobernante a la que conocemos como jefaturas, los cuales se encargaban de velar por la permanencia del orden social y el religioso que le daba legitimidad. Es así que esta naciente clase política se encargaba de dirigir las relaciones de intercambio dentro o fuera de su región de influencia mediante la comunicación directa con sus iguales de otras poblaciones, otorgándoles regalos que iban fortaleciendo su relación de entre comunidades para así poder formar sus redes de apoyo e intercambio económico y de ideas. Una señal de esto la vemos en las líneas de intercambio de las comunidades del Valle de Nochistlán con las comunidades del Pico de Orizaba en Veracruz vía la Cañada de Cuicatlán sirviendo como intermediario el sitio Rancho de Dolores Ortiz, obteniendo la obsidiana necesaria ya sea para la subsistencia o para la defensa.

Empiezan a encontrarse cerámica asociada a la vida de estas elites como las que tenían engobe, pasta cerámica usada a manera de pintura, la cual por lo regular las piezas usadas por el resto de la población estaban decoradas con algunos motivos en color rojo, la usada por la elite podía estar cubierta por engobe con una mayor variedad de colores como el anaranjado y el blanco. A pesar de que se sabe que Yucuita fue el asentamiento más grande del Valle de Nochistlán, no encontramos estructuras piramidales como las encontradas en San José Mogote, lo que podría decirnos que las comunidades de la Mixteca tenían como función regional el abastecimiento de productos del exterior mientras San José tenía como papel el ser el centro religioso de la región, aunque trabajos recientes nos pueden indicar que el sitio de Etlatongo en Nochistlán tenía la misma categoría de San José Mogote.

Estos pueblos oaxaqueños no eran ajenos al contexto de la época, por lo que entraron en relaciones con los olmecas, como lo atestiguan los vestigios de cerámica importada de San Lorenzo Tenochtitlan encontrados tanto en Etlatongo como en San José Mogote, la cual se caracteriza por su decoración de líneas ondulantes “flamígeras” a manera de cejas, estrellas y patrones de garras, relacionado con las figuras míticas como el dragón celeste y el hombre-jaguar olmeca, así como la proliferación de figurillas del estilo “baby face”. A diferencia de otros sitios como Chalcatzingo o Teopantecuanitlán donde encontramos arte público de influencia olmeca, en los sitios oaxaqueños no se llegaron a elaborar esa clase de manifestaciones, por lo que podría decirnos de la fuerza que tenían las elites gobernantes locales que si bien no dudaban en hacer uso de productos olmecas a manera de estatus, ante sus comunidades ellos ostentaban simbólicamente el poder regional con un desarrollo propio.

Gracias a este trabajo de centralización de los poderes entorno a los gobernantes de estas comunidades, es que ellos empiezan a ostentar prestigio al nivel social haciendo posible justificar su presencia a la cabeza, haciendo posible para el año del 500 a.C. la fundación de una ciudad que concentraban a estas elites oaxaqueñas seleccionando un lugar que le permitía mantener la vigilancia sobre los Valles Centrales donde concentrarían el dominio político, económico y militar de esta elite, Monte Albán. No es nada raro que uno de los primeros edificios públicos del centro ceremonial haya sido en torno a la Plaza de los Danzantes y el Edificio L, en la que se colocaron estelas que a nuestros ojos parecieran danzantes, pero en realidad se trataban de prisioneros sacrificados y mutilados, identificados como gobernantes rivales que fueron humillados por esta ciudad y ostentando la fuerza militar que le permitiría no solo controlar los Valles Centrales, sino haciendo sentir su poder sobre el actual territorio oaxaqueño y convirtiéndose en uno de los estados rivales al nivel mesoamericano junto a Teotihuacan, poder que mantendrían por cerca de 1,300 años hasta su decadencia.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Jeffrey Blomster. Antes de Monte Alban: Los orígenes de la complejidad sociopolítica e iconográfica en Oaxaca, del libro Monte Alban en la encrucijada regional y disciplinaria

Imagen: Estelas de los Danzantes del Edificio L, Monte Alban, Oaxaca, 300-100 a.C. Fuentes: http://mundodelmuseo.com/ficha.php?id=556 https://www.flickr.com/photos/luchomaler/33468145688

El militarismo en la decadencia teotihuacana

La gran urbe de Teotihuacan había ganado una poderosa influencia política que salía de los límites de la Cuenca de México gracias al control de zonas prioritarias en regiones distantes, lo que hizo que su presencia fuese garantía de prestigio. El calendario religioso se configura para reafirmar el poder de la dirigencia política, por lo que se empieza a establecer las ceremonias de sacrificios dentro de la parafernalia religiosa para consolidar la legitimidad de los gobernantes, cuyas víctimas fueron en buena parte prisioneros provenientes de la zona maya y de Oaxaca. Como símbolo de la política expansionista del gobierno teotihuacano empieza a proliferar el del buho verde con un escudo y un trueno a manera de arma, garantía de paz en la zona comprobada por las nulas evidencias de conflictos armados en el territorio circundante en esa época, pero si se incrementa la actividad bélica fuera de la zona nuclear.

Se sabe que Teotihuacan ejerció un control directo en zonas tan lejanas como la Costa del Pacifico guatemalteca, así como también se cree que interfirió políticamente con el derrocamiento de la dinastía gobernante en Monte Alban. Aumenta la proliferación de la parafernalia guerrera teotihuacana conforme se aumenta su presencia en el exterior, llegando a impregnarla en la cosmovisión al otorgarle a Tlaloc una iconografía bélica como deidad que garantizaba el aura triunfalista de la metrópoli. Pero a partir del año 600 d.C. hay un rompimiento de la hegemonía política, trayendo como consecuencia el aumento de privilegios para las ordenes militares como las únicas garantes de un orden cada vez más caótico, reflejando la presencia de estos en conjuntos habitacionales como Atetelco y Teopancaxco por la proliferación de escenas de sacrificio en sus murales, antes reservadas a los conjuntos atribuidos a las clases gobernantes.

Es probable que para esos años la elite gobernante como tal haya desaparecido, como lo atestigua las evidencias del gran incendio que asolo la zona ceremonial, aunque esto no implico su abandono ya que se tiene constancia que la ciudad permaneció habitada en un periodo de 100 a 50 años, lo que nos dice que los guerreros tomaron el control de la ciudad, pero su mala administración provocaría que la ciudad entrara en decadencia. Esto provocaría un levantamiento popular contra la clase guerrera que ya no pudo mantener la cohesión ideológica, sumando a la crisis el deterioro ambiental que provocaría un problema alimentario dando la idea de la pérdida del favor de los dioses para gobernar, lo que llevo a la destrucción y vandalización de los principales símbolos del poder, llevando a la desacralización de los edificios religiosos.

Lo que nos indican las evidencias arqueológicas es que el final de Teotihuacan estuvo impregnada por una violencia generalizada contra la clase gobernante, lo que pudo llevar a la erradicación de esta y a ceremonias de clausura ritual de los principales templos, esta ira popular se puede explicar tanto por la decadencia de la hegemonía teotihuacana en la región y posiblemente también hayan contribuido en aumentar la presión la participación de ciudades rivales que se aseguraron de acabar con la gran potencia. De las construcciones que se localizan sobre la Calzada de los Muertos, al menos 150 tienen señales de vandalismo por fuego, así como una afectación del 53% del resto de conjuntos religiosos desperdigados por la ciudad y solo el 14% de las unidades habitacionales, por lo que vale la pena cuestionar si los dioses a los que se dedicaron los principales edificios religiosos realmente tenían un arraigo popular o si solo representaba al culto de la elite gobernante.

La arqueología teotihuacana nos refleja la intensa dinámica que se enfrentó una metrópoli que alcanzo a tener una influencia mas allá de la zona aledaña a esta, revelándonos una intensa lucha política que provocaría el fin de dos grupos de poder y que tendría sus consecuencias en la imagen urbana con la clausura de los edificios que representaban los alcances de estos. El haber logrado consolidar su presencia en el exterior hizo que la nueva elite identificada con el culto al jaguar adoptase la parafernalia de los derrocados seguidores de la serpiente emplumada, por lo que podríamos hablar que se trató de un “golpe de Estado”. Este orden implementado no sobreviviría a la crisis del año 600 que provocaría en el levantamiento del pueblo, dando fin a la primera potencia imperialista mesoamericana y de la cual tardaría tiempo en volver a encontrar un ejemplo de tales alcances.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura

Federico Flores Pérez

Bibliografía: Luis Alfonso Grave Tirado. Ideología y poder en el México prehispánico. De los mayas a los mayos de Sinaloa.

Imagen: Fragmento mural con el «buho lanzadardos», Teotihuacan