El desarrollo mesoamericano de la costa oaxaqueña.

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Desafortunadamente, varios territorios han sido ignorados por la arqueología debido a la constante falta de presupuesto para llevar a cabo investigaciones. Este es el caso de la costa oaxaqueña, que ha sido ampliamente descuidada en los trabajos arqueológicos. En su lugar, la atención se ha centrado principalmente en dos regiones: el Istmo de Tehuantepec y el valle del Río Verde. Esta situación se ve complicada por la compleja dinámica étnica que caracterizó a la costa oaxaqueña durante la era mesoamericana y que continúa siendo relevante en la actualidad.

En la costa oaxaqueña, se identifican varios grupos originarios, entre ellos los chatinos, chontales, mixes y amuzgos, quienes fueron sometidos por pueblos provenientes del interior. Por ejemplo, los huaves dominaron a los mixes, los zapotecos fundaron Tehuantepec en el Istmo, y se destaca el conocido episodio de la conquista del rey mixteco 8 Venado y la fundación del reino de Tututepec, como relatan tanto las fuentes prehispánicas como coloniales.

A pesar de esta compleja historia, las investigaciones arqueológicas en la costa oaxaqueña han sido escasas y se han centrado en un número limitado de sitios, como los restos de Tututepec, algunos lugares documentados en Pinotepa Nacional y las bahías de Huatulco. Estos sitios son importantes para comprender la relación de la región con potencias mesoamericanas como Monte Albán y Teotihuacán. Sin embargo, se requiere un mayor apoyo y recursos para explorar adecuadamente esta rica y diversa región arqueológica.

Se ha descubierto que Río Verde fue un importante núcleo poblacional en etapas tempranas, como el Preclásico temprano, que abarca desde aproximadamente los años 1800 al 700 a.C. Durante este período, experimentó un crecimiento gradual de la población de las comunidades, aprovechando las dinámicas comerciales propiciadas por Teotihuacán. Esto se evidencia en la proliferación de la obsidiana de Pachuca y la adopción de estilos cerámicos como el anaranjado delgado.

Con el paso del tiempo, el desarrollo de la región se volvió más modesto. Sin embargo, durante el Posclásico Temprano, que comprende desde el 900 al 1200 d.C., la región entró en un período de decadencia, caracterizado por el abandono de muchos de sus asentamientos. Este contexto propició la entrada de los mixtecos en la región y la fundación del reino de 8 Venado de Tututepec.

El territorio controlado por este estado mixteco alcanzó una extensión máxima de aproximadamente 25,000 kilómetros cuadrados a lo largo de la costa. Este estado llegó a ser tan importante que estableció nexos dinásticos con señoríos distantes, incluyendo la Mixteca poblana, varios reinos costeros y los Valles Centrales, gracias a la intervención de los toltecas-chichimecas liderados por 4 Jaguar.

Sin embargo, su importancia disminuyó con la expansión mexica a finales del siglo XV y principios del XVI. Según algunas fuentes, el reino mixteco de 8 Venado de Tututepec fue rodeado y debilitado, e incluso algunos relatos mencionan su conquista por parte de los mexicas.

Una de las regiones que ha cobrado relevancia ante los investigadores son las Bahías de Huatulco, cuyo registro arqueológico se vuelve fundamental ante la amenaza latente de la destrucción causada por la expansión turística. Las investigaciones y excavaciones arqueológicas realizadas en algunos sitios, especialmente destacado el de Bocana del Río Copalita, han sido cruciales. Este sitio ha sido restaurado y abierto al público.

Los resultados obtenidos de estos trabajos revelan que las primeras manifestaciones de ocupación humana datan desde alrededor del 2,500 a.C. Bocana del Río Copalita adquirió relevancia gracias a su estratégica ubicación en la desembocadura del río, que lo convirtió en un importante puerto tanto para los pueblos de la sierra que se comunicaban río abajo como para el emergente comercio marítimo por cabotaje. El sitio fue fundado durante el Preclásico Tardío (400 a.C. – 200 d.C.).

Gracias a su posición en las rutas comerciales, Bocana del Río Copalita experimentó un periodo de esplendor durante el Clásico, con la construcción de varios edificios del centro ceremonial, entre ellos el Juego de Pelota, que hasta ahora ha sido el único localizado en los sitios de la costa oaxaqueña. Esto revela la importancia que tuvo este lugar en el contexto regional durante esa época.

Las investigaciones han revelado que la costa de Oaxaca pudo mantener durante el periodo Clásico una relación sumamente dinámica con otras regiones mesoamericanas. Esto se evidencia en el hallazgo de materiales procedentes de Chiapas, Veracruz y Tabasco en Copalita. Sin embargo, aún no se ha determinado el grado de control o relación que pudo haber tenido el estado de Monte Albán sobre el puerto.

A través de las evidencias encontradas en los restos humanos y las figurillas, se ha podido determinar que la calidad de vida en la región alcanzaba una esperanza de vida de alrededor de 50 años. Además, se han obtenido detalles sobre la vestimenta, que revelan que los hombres utilizaban principalmente el maxtlatl o taparrabos, mientras que las mujeres llevaban faldas desde la cintura hacia abajo y el pecho descubierto. Es importante destacar que esta costumbre aún perduraba hasta la primera mitad del siglo XX entre las indígenas.

A pesar de dedicarse al comercio, Bocana del Río Copalita era capaz de producir sus propios materiales de consumo, como cerámica estucada, textiles variados y adornos de concha. Sin embargo, se cree que la manufactura de estos últimos podría haber sido importada, ya que no se han encontrado talleres para su producción local.

Esta situación de bonanza que experimentó Copalita cambió drásticamente durante el Posclásico, cuando tuvo que hacer frente a la despoblación de la región y al expansionismo mixteca liderado por 8 Venado. Eventualmente, cayó bajo el control de los mixtecas y se convirtió en un territorio tributario de Huatulco, con la obligación de reunir tributos para Tututepec, especialmente oro proveniente de los chontales de la sierra.

Según los cronistas del siglo XVI, Huatulco era un importante centro de llegada para los toltecas, manteniendo relaciones con el Altiplano Central. Esta conexión pudo haber despertado el interés de los mexicas por la región. Se registró una incursión de Moctezuma Ilhuicamina hacia 1455 y 1456, seguida por otra expedición de Axayacatl.

Antes de la llegada de los españoles, Copalita (posiblemente conocido como Copalitlán) experimentaba un período de decadencia, caracterizado por problemas de salud graves entre los niños y una epidemia de sífilis, lo que afectaba su calidad de vida. Esto facilitó el abandono del sitio de Bocana y la reubicación de sus habitantes en el pueblo de Copalitlán durante la conquista española.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Raúl Matadamas Diaz y Sandra L. Ramírez Barrera. Copalita, Huatulco. La transición al periodo Clásico en la Costa de Oaxaca, del libro Monte Alban en la encrucijada regional y disciplinaria.

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Imagen: Basamento del centro ceremonial de Bocana del rio Copalita, Oaxaca. 

Las mujeres y la guerra mexica.

Según las descripciones dejadas por las crónicas españolas, el rol de las mujeres en las sociedades mesoamericanas se consideraba principalmente pasivo, ya que se ocupaban principalmente de las labores del hogar, mientras que los hombres trabajaban en el campo o participaban en las batallas. A las mujeres se les asignaba el trabajo en la milpa, el tejido de vestimentas, la cocina, la crianza de los hijos y, en ocasiones, la venta de productos. Su función principal era ser madres de las siguientes generaciones, y el embarazo y el parto se concebían como un campo de batalla donde el hijo ocupaba el papel del prisionero y la madre era la guerrera victoriosa. Por lo tanto, en caso de morir durante el parto, se creía que su alma se convertía en parte de la guardia del Sol y recibía los mismos honores que los caídos en batalla.

Este orden social definía los roles de género y el papel que debían desempeñar las mujeres. La sociedad tenía como objetivo representar el orden cósmico, donde las fuerzas frías se complementaban con las cálidas para lograr el movimiento del universo. Por lo tanto, se consideraba normativo seguir con estos roles para mantener el equilibrio. Además de las labores domésticas, las mujeres desempeñaban otras actividades consideradas propias de su género, como ser parteras, trabajadoras de la sal, curanderas, casamenteras, amantecas, ayudantes de tlacuilos y, en algunos casos, la prostitución.

Dentro del contexto bélico del Posclásico, contamos con información suficiente sobre la vida de la sociedad mexica, aunque también existen importantes lagunas. Encontramos algunos testimonios que nos hablan sobre las acciones realizadas por los ejércitos cuando se encontraban en campaña. A pesar de las restricciones impuestas a las mujeres, estas mantenían su presencia tanto en las labores de mantenimiento de la soldadesca como víctimas o prisioneras de las batallas. Aunque no era común que las mujeres se convirtieran en guerreras convencionales, existen algunos testimonios que confirman su presencia en momentos de crisis. Por ejemplo, durante los asedios a las ciudades, como en la defensa de Tlatelolco por parte de su rey Moquíhuix ante los mexicas en 1470. En esta ocasión, una vez perdida la batalla, Moquíhuix ordenó que un escuadrón de mujeres desnudas se enfrentara a los invasores.

Esta misma situación se repitió durante el sitio de Tenochtitlan por parte de Cortés y sus aliados. Cuando la resistencia fue derrotada en la propia capital, Cuauhtémoc y sus tropas se refugiaron en Tlatelolco, donde, como medida desesperada, se ordenó que las mujeres y los niños participaran en la lucha.

Para llevar a cabo las campañas militares, se requería una organización logística que asegurara el bienestar de las tropas y evitara privaciones. Los alimentos eran fundamentales para cumplir con estos objetivos, y las tropas se abastecían ya sea en la propia México-Tenochtitlan con alimentos que pudieran aguantar el trayecto, o forzando a los pueblos tributarios a mantenerlos abastecidos, con el riesgo de ser atacados si no cumplían con esta obligación. Aunque no hay referencias directas sobre su presencia, se teoriza que existía un cuerpo de mujeres encargadas de las labores de avituallamiento de la tropa, ya que los hombres no podían realizar la cocina por sí mismos. Se cree que estas mujeres se dedicaban a preparar alimentos básicos para mantener a las tropas saciadas, como totopos, pinole, frijol molido, masa para atole, entre otros.

Aunque no hay descripciones directas de su participación, hay referencias en las crónicas que mencionan la presencia de mujeres en roles de servidumbre durante las campañas. Los señoríos aliados, como muestra de lealtad a los mexicas, enviaban doncellas a los campamentos para preparar la comida o para actuar como curanderas para los heridos. Este gesto servía como oportunidad para los aliados de demostrar su lealtad al tratar a los mexicas con la mayor consideración posible.

Una de las actividades que marcaba el inicio de las hostilidades entre los señoríos era el abuso contra la población civil del pueblo enemigo que se encontraba en sus dominios, siendo las mujeres víctimas habituales de estas agresiones. Por ejemplo, en el comienzo de la guerra mexica-tepaneca, los últimos ordenaron impedir que los mexicas pudieran acceder al mercado de Coyoacán, resultando en el ultraje de las mujeres que se encontraban dentro. Cuando una población enemiga caía en manos de la tropa, esta tenía todo el derecho de cometer atropellos contra la población no combatiente. Es común en las fuentes encontrar menciones donde los soldados abusaban de las mujeres, las capturaban junto a los niños para esclavizarlos, o incluso en casos extremos, se ordenaba su exterminio en los mismos pueblos o como víctimas de sacrificios. Según las investigaciones realizadas en los restos encontrados en el Templo Mayor, al menos el 25% pertenecía a mujeres. Aún no se ha podido determinar si provenían de las zonas de campaña a donde los mexicas fueron a dar en el momento de su captura. Aunque está demostrado que la mayoría eran foráneas, estas pudieron haber llegado a través del mercado de esclavos, donde eran adquiridas para ser ofrecidas a los dioses.

Este párrafo aborda de manera detallada y concisa la cuestión de los roles de género dentro de la sociedad mexica y su relación con la iconografía y la práctica militar. Se destaca cómo, a pesar de ciertas representaciones de las diosas con elementos militares, esto no implicaba un militarismo femenino institucionalizado, sino más bien una atribución simbólica de cualidades consideradas «masculinas». Además, se enfatiza la rigidez de los roles de género en la sociedad mexica, donde las mujeres estaban principalmente confinadas a labores domésticas y de cuidado, aunque en situaciones de emergencia como la defensa de la ciudad, todos los habitantes debían participar en la lucha. Finalmente, se señala cómo las mujeres también podían ser afectadas por las acciones de guerra, ya sea como víctimas directas o al ser condenadas a la esclavitud. Este análisis proporciona una comprensión completa de la dinámica de género en el contexto militar mesoamericano.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Marco Antonio Cervera Obregón. La participación de la mujer en los campos de batalla y en la guerra entre los mexicas, del libro Mujeres en la guerra y en los ejércitos.

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Imagen: Mujer moliendo en el metate. Codice Mendocino, Lamina 60, siglo XVI.

El viaje de 8 Venado a la Casa del Sol.

Una vez investido como “tecuhtli” en “Tollan” y después de haber dejado las cosas ordenadas en los reinos de Tilantongo y Tututepec, 8 Venado se dispone con una expedición de guerreros para acompañar al señor tolteca 4 Jaguar en su viaje hacia la “Casa del Sol” en el oriente. Si bien contamos con los códices mixtecos del Posclásico como fuente principal y algunas referencias de las fuentes coloniales, debemos señalar que existen numerosos vacíos en nuestra comprensión de las intenciones tanto del rey mixteco como del tolteca al dirigirse hacia el oriente. Ni siquiera sabemos a dónde se dirigieron exactamente.

Lo más desconcertante son las imágenes que nos han llegado del Códice Nuttall y Colombino, donde observamos cómo la expedición de 8 Venado se realiza por mar y cómo llegan a islas que conquistan. Además, resulta imposible identificar los glifos de los lugares a los que llegaron. El único lugar que podría ser identificable es un cerro que emite humo, que por la época en que pudo haber tenido lugar el viaje de 8 Venado, podría tratarse del Cofre de Perote, que en aquel entonces estaba en un periodo eruptivo.

La narración de la expedición en los códices está salpicada tanto de batallas navales como de sucesos sobrenaturales. Por ejemplo, en el Códice Colombino-Becker, en las páginas 22 y 23, se relata cómo 8 Venado se sumerge en un mundo subacuático con la intención de encontrarse con el dios Sol. Junto con 4 Jaguar, se enfrenta en una partida de juego de pelota para decidir si deben continuar con el viaje o regresar, resultando victorioso 8 Venado.

Una vez reanudado el viaje, atraviesan una serie de lugares sagrados dentro de la mitología mixteca. Por ejemplo, el Cerro Yahui (serpiente de fuego), donde luchan contra guerreros muertos, y la Llanura del Tabaco Ardiente, donde se encuentra el árbol mítico del que surgieron los ancestros de las dinastías mixtecas. Todos estos lugares ofrecen resistencia a la llegada de 8 Venado y 4 Jaguar. En la batalla del Cerro Yahui, muere su hermano 8 Flor Pedernal. Además, en el último bastión antes de llegar a la Casa del Sol, deben enfrentarse a un esqueleto y a un guerrero coyote, a los que vencen.

Finalmente, al llegar al Templo del Sol, proceden a destruirlo, como se observa en el Códice Becker I, página 1, donde la techumbre del templo cae mientras sale fuego de su interior.

El Templo del Sol se rinde hacia el año 1099, según los registros de los códices. Los dos líderes proceden a realizar una ceremonia religiosa donde le regalan al dios Sol un cascabel de oro y una cuenta de jade en otro templo del conjunto. Culminan el acto con la celebración de una ceremonia de Fuego Nuevo para marcar el fin e inicio de una nueva era.

Esto también se ha interpretado como un intento por parte de 8 Venado de recibir el investimento por parte de los dioses para elevar su rango como gobernante y aumentar el prestigio de su dinastía. A partir de entonces, comienza a portar una nariguera de jade como símbolo de su protección por parte del Sol, volviéndose el supremo señor en los cuatro rumbos del universo.

Sus periplos en la Casa del Sol culminan con 8 Venado y 4 Jaguar ascendiendo a un basamento con elementos solares, lo que puede interpretarse como una forma simbólica en la que ambos personajes ascienden a los cielos para buscar entrevistarse con sus antecesores de la casa de Tilantongo, y con ello culminar su epopeya para convertirse en el máximo líder mixteco.

Una vez regresados de su viaje de entronización, 8 Venado y 4 Jaguar no se vuelven a reunir sino hasta 2 años después en una cancha de juego de pelota. Según los elementos de la página 80 del Códice Nuttall, no portaban su equipamiento como jugadores, sino que parece que solo utilizaron el lugar para celebrar una reunión donde pudieron haber concretado una nueva alianza. Esta fue la última vez que se reunieron según lo que nos dejaron los códices.

Sin embargo, este período estuvo empañado por la muerte de su hermano 12 Movimiento, quien fue asesinado mientras se encontraba dentro de un temazcal. No se sabe si fue capturado y su sacrificio se realizó en el temazcal, o si fue sorprendido por un asesino mientras tomaba un baño. Tanto 8 Venado como el resto de los hermanos proceden a realizar las exequias de 12 Movimiento, armando una pira funeraria para incinerarlo, mientras los sacerdotes ofrecen copal y regalos. Posteriormente, recogen sus restos y los reparten entre ellos para formar bultos sagrados y rendirle culto cada uno por su cuenta.

Todo indica que el asesinato de 12 Movimiento fue perpetrado por un señorío llamado “Lugar del Bulto de Xipe”. Este sitio, al igual que muchos otros en la región mixteca, se ha perdido y resulta imposible de identificar. En represalia, 8 Venado se levanta nuevamente en armas para vengar a su hermano y conquistar ese reino que se atrevió a desafiarlo de manera tan artera.

Estas conquistas realizadas por 8 Venado contribuyeron a convertirlo en un modelo a seguir para las siguientes generaciones de reyes mixtecos. Se convirtió en uno de los ancestros a los que las dinastías de los diferentes reinos deseaban vincularse. Hasta el momento, la arqueología no ha podido rastrear cuán grande fue el reino de 8 Venado, considerando su posesión sobre Tilantongo y Tututepec, además de las implicaciones territoriales que debió tener su expedición hacia la Casa del Sol. La respuesta vendrá con el tiempo y los continuos avances en la investigación.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Manuel A. Hermann Lejarazu. 8 Venado, Garra de Jaguar. Vida y hazañas de un señor mixteco, revista especial Arqueología Mexicana no. 97

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El viaje de 8 Venado a Cholula.

Imagen: 8 Venado y 4 Jaguar en la Casa del Sol realizando ceremonias religiosas. Códice Nuttall, Lado 1, Lamina 78, cultura mixteca, Posclásico.

El cambio ideológico del Clásico al Posclásico.


Entre los años 650 y 900 d.C., se desarrolla un periodo de profundos cambios tanto en la geopolítica mesoamericana como en la ideología, conocido como Epiclásico. Durante este tiempo, la desaparición del estado teotihuacano como potencia político-religiosa desencadenaría una lucha entre diferentes ciudades-estado por alcanzar la supremacía regional. Es en este contexto donde el militarismo comienza a formar parte de la retórica religiosa para mantener los mecanismos de movilización social.

Es importante destacar que las percepciones de los investigadores sobre las dinámicas del periodo Clásico eran muy diferentes anteriormente. Se concebía a Teotihuacan como un estado teocrático gobernado por sacerdotes, quienes habían convertido a la metrópoli en un referente de la religiosidad mesoamericana. Esta concepción era similar a la idea romántica de los estados mayas gobernados por sabios contemplativos. Sin embargo, a medida que han avanzado las excavaciones y el análisis de los vestigios encontrados, se ha llegado a la conclusión de que los teotihuacanos mantenían una fuerte presencia militarista en diferentes regiones para controlar sus recursos.

Ante este contexto de inestabilidad ocasionado por la caída de los estados del Clásico, se produjo una movilización de las poblaciones que varió según las ocupaciones que mantenían. Mientras que los agricultores tendieron a quedarse en sus tierras, los artesanos migraron a regiones más lejanas con la esperanza de encontrar patrocinio en alguna otra corte. Por otro lado, la casta político-religiosa intentó fundar nuevos estados.

Sin embargo, lo que intensificó los cambios en el sur fue la llegada de los mesoamericanos norteños, quienes se vieron obligados a enfrentar una serie de cambios climáticos que alteraron el frágil modelo de vida sedentario que habían mantenido en las regiones semidesérticas del norte. Esta migración trajo consigo una renovación étnica en los estados mesoamericanos y, sobre todo, introdujo la cultura mesoamericana adaptada al contexto de la lucha contra los nómadas.

Otro cambio profundo fue la revalorización de una actividad productiva subestimada: el comercio. Gracias al surgimiento de los nuevos estados, se incrementó la demanda de productos de alto estatus por parte de las nuevas élites políticas, lo que otorgó a los comerciantes un nuevo papel en la sociedad y los volvió más influyentes.

Uno de los nuevos rasgos que surgió en esta Mesoamérica militarista fue la concepción de un nuevo modelo ideológico tras la desaparición de Teotihuacan, dando lugar a la noción de Tollan gobernada por la figura de la Serpiente Emplumada. Aunque no se puede descartar que este concepto estuviera presente en Teotihuacan, estas figuras retóricas se encuentran tanto en las crónicas de los españoles del siglo XVI como a nivel arqueológico.

A finales del siglo XIX, las famosas expediciones por México llevadas a cabo por el francés Désiré Charnay destacaron las similitudes tanto en lo artístico como en la distribución de dos ciudades separadas por cientos de kilómetros: Tula en el actual estado de Hidalgo y Chichen Itzá en Yucatán. Desde entonces, una de las misiones de los arqueólogos ha sido profundizar en esta relación estética, la cual ha sido confirmada. Por ejemplo, se han identificado elementos arquitectónicos similares, como las salas de columnas, el templo dedicado a Venus (la pirámide de Tlahuizcalpantecuhtli en Tula y el Templo de los Guerreros en Chichen Itzá), los conjuntos piramidales alrededor de patios en forma de anfiteatros, la orientación del juego de pelota, la presencia del chac mool y el tzompantli (aunque este último está sujeto a debate debido a la presencia de ejemplos del periodo Clásico en otras partes de Mesoamérica).

En los discursos iconográficos de ambas ciudades también se pueden observar estos vínculos. Por ejemplo, la presencia de la serpiente emplumada en relieves o en pilastras talladas, el aumento de representaciones de sacrificios y elementos bélicos, así como la representación de guerreros ataviados y listos para la batalla.

Uno de los puntos aún no resueltos en el debate académico es la naturaleza de la relación entre los mayas peninsulares y el Centro de México. Por un lado, hay una posición predominante que sugiere invasiones «mexicanas» a la península, donde se impusieron a las élites mayas y comenzaron a ejercer su influencia cultural. Por otro lado, existe la propuesta de que fueron los mayas quienes realizaron incursiones en el centro de Mesoamérica y fueron ellos quienes adoptaron influencias culturales «mexicanas», llevándolas a Yucatán. Esta última teoría podría explicar la influencia mayense en varios sitios del Epiclásico.

Existe una tercera posición conciliadora que sugiere que los comerciantes fueron los principales agentes en la difusión de esta influencia cultural. Según esta perspectiva, los «putunes», como se les llama en las fuentes, habitaron la Costa del Golfo y actuaron como intermediarios vía náutica en las redes de intercambio. Además, podrían haber llevado a un grupo político disidente tolteca a Chichen Itzá, donde decidieron construir una nueva Tollan.

Ha surgido una nueva perspectiva que plantea la presencia constante de comerciantes mayas en las redes de intercambio mesoamericano. Este grupo habría estado en contacto con diferentes reinos desde tiempos antiguos y, hacia el siglo IX, podrían haber alcanzado influencia ejecutiva suficiente como para llevar a cabo cambios culturales significativos. Según esta teoría, los comerciantes mayas crearon un estilo artístico ecléctico que fusionaba influencias mesoamericanas con su propia visión, adaptándolas a su manera.

En este sentido, durante el Posclásico, los mayas intentaron aumentar su prestigio frente a los estados rivales al mezclar la ideología religiosa nativa con elementos asociados a Tollan. Esta perspectiva cuestiona la idea presentada en las fuentes históricas, tanto indígenas como españolas, que señalan la llegada de grupos extranjeros que se impusieron a los locales y establecieron las dinastías del Posclásico.

Sin embargo, hasta el momento, la arqueología no ha encontrado evidencia de grandes movimientos migratorios en aspectos como la cerámica, la influencia lingüística o la genética. Esto sugiere que los relatos sobre la llegada de grupos extranjeros podrían haber sido intentos por parte de las élites de diferenciarse de sus súbditos y afirmar su estatus como miembros de una casta especial.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Alfredo López Austin y Leonardo López Lujan. Mito y realidad de Zuyúa. Serpiente emplumada y las transformaciones mesoamericanas del Clásico al Posclásico.

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Imagen: Relieve donde unos guerreros participan en la decapitación de un jugador de juego de pelota, Gran Juego de Pelota de Chichen Itza, cultura maya-tolteca, Posclásico Temprano.

La configuración de Tlaxcala en el Posclásico.

A partir del siglo X, se inicia la conformación étnica del Valle Puebla-Tlaxcala que los españoles encontrarían. La región comenzó a dividirse en señoríos que controlaron el territorio actual del estado, y uno de los puntos de partida fue la pérdida de poder por parte de los olmecas-xicalancas de Cacaxtla, lo que provocó el abandono de la ciudad. Este evento marcó el surgimiento de pequeños estados con una vida principalmente aldeana y una notable disminución de la presencia de centros ceremoniales.

Todo indica que el principal motor de estos cambios fue la llegada de las migraciones tolteca-chichimecas, quienes se consideran responsables del desequilibrio en la región y contribuyeron a la decadencia de los olmecas-xicalancas, forzándolos a abandonar la zona. Este proceso dio lugar al nacimiento de nuevas zonas culturales que sentaron las bases para los señoríos tlaxcaltecas durante la conquista.

Dentro de estas nuevas culturas regionales, destaca la Texcala Tardía, que ocupó la zona del Bloque Nativitas. Construyeron solo dos ciudades fortificadas y alrededor de 250 asentamientos, que incluían aldeas, asentamientos rurales y algunas estructuras de tipo religioso. En esta etapa, empezaron a surgir las primeras referencias al culto a deidades como Camaxtli, Tezcatlipoca y Xipe Tótec.

Estos dos destacados asentamientos de la cultura Texcala fueron Tepeticpac y Tepeyanco. El primero se ubicó en la cima del Cerro Blanco, una posición altamente segura para su defensa e inaccesible para sus enemigos, convirtiéndose en inexpugnable gracias a las obras de fortificación. Por otro lado, Tepeyanco estaba estratégicamente situado al controlar la laguna de Acuitlapilco, los manantiales que la alimentan y las tierras circundantes, convirtiéndose en un importante centro productor de alimentos.

Se estima que durante su apogeo, ambas ciudades pudieron albergar una población de alrededor de 6,000 habitantes. Estos centros urbanos dieron origen a 15 señoríos: en el norte, Ocotelulco, del cual se derivó San Simón Tlatlauhquitepec; en el centro, San Tadeo Huiloapan y Huexoyucan; al oeste, Apizaco, dando lugar tanto a San Dionisio Yauhquemecan, San Martin Xaltocan y posiblemente Santa Barbara Acuicuizcatepec; al sureste, Tzompantepec y Ahuashuatepec; al noroeste, San Simeón Xipetzingo y San Pedro Ahuatepec; y al este, Texcalac y Toluca de Guadalupe.

Durante el periodo de los años 1000 al 1100, en el territorio de la cultura Texcala, se identifican 17 asentamientos que podrían considerarse como señoríos. Existe debate entre los investigadores acerca de la relación entre Tepeticpac y Ocotelulco. Algunos los consideran como señoríos independientes, mientras que otros sugieren que pudieron formar un solo señorío, con Tepeticpac como el asentamiento originario que también serviría como centro de resguardo en caso de invasiones, y Ocotelulco con funciones administrativas y comerciales.

Según las estimaciones, para el siglo XI, la región mantuvo una población de alrededor de 126,000 habitantes en una extensión de 1,600 kilómetros cuadrados, divididos en señoríos autónomos con una organización particular. El binomio Tepeticpac-Tepeyanco ostentaba el liderazgo, y en momentos de invasiones, todos los señoríos se unían para hacer frente a los enemigos. Curiosamente, la ciudad de Cantona se convierte en un gran ausente en este nuevo orden. Comienza a ser abandonada a partir del siglo X y queda desocupada en el XI. La razón de su caída y la despoblación subsiguiente de la región de la Cuenca Oriental hasta la colonia sigue siendo desconocida.

Hacia el norte del estado surge la cultura Tlaxco, la cual está vinculada con los pueblos de la etnia otomí y presenta una fuerte influencia cultural de la Huasteca. El poder se concentra en el poco conocido señorío de Tliliuhquitepec, que según la evidencia arqueológica pudo haber surgido tempranamente hacia mediados del siglo IX. Este señorío, según las fuentes, era un estado independiente tanto del imperio mexica como de la Confederación tlaxcalteca.

Se han identificado 47 asentamientos con una población estimada de 14,225 personas, divididos en dos señoríos, Cerro Capula y Cerro Tlaquexpa. Todos estos asentamientos están fortificados, y se sabe que mantenían buenas relaciones con sus vecinos sureños. Además, contaban con una organización militarista, con centros de poder ubicados en las cimas de los cerros y estructuras defensivas. Esto les permitía a los otomíes mantener una estrecha comunicación con los pueblos de la Costa del Golfo, tanto en su tradición cerámica prehispánica como en la moderna. Se ha teorizado sobre posibles lazos con el reino otomí de Metztitlán en la actual Hidalgo.

Al oeste del estado, la región está estrechamente ligada a los procesos históricos de la Cuenca de México, generando su variante local en la llamada cultura Amantla. Esta cultura abarcó la región de Calpulalpan y el sur del estado de Hidalgo, ocupando un área de 250 km2 con 30 asentamientos y una población de 8,200 habitantes. Se identifican como centros políticos a Amantla, Palo Hueco y Malpaís, los cuales mantuvieron despoblada la zona limítrofe con los pueblos Texcala y Cholula, sugiriendo un posible contexto de conflicto o guerra.

Esta región transicional estuvo vinculada a la influencia tolteca como base para crear su propia variante, lo que la diferenció tanto de los señoríos Texcala como de Tliliuhquitepec, con los cuales mantenía una rivalidad. El único vínculo con Tlaxcala se estableció hasta mediados del siglo XIX, cuando la región fue cedida a Tlaxcala. En las regiones sur y oriente del estado, con el centro en el valle de Huamantla, quedó bajo la órbita de Cholula. Anteriormente, esta zona había sido arrebatada por los olmecas-xicalancas de Cacaxtla, pero una vez expulsados, los cholultecas aprovecharon para recuperar el control de la región.

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Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Ángel García Cook. Tlaxcala a la llegada de los españoles según las evidencias arqueológicas.

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Imagen: Mario Alfredo Mercado. Estructura de Tepeticpac, Tlaxcala, Posclásico Temprano. Fuente: http://jaguarcilloviajero.blogspot.com/2019/09/un-dia-de-viaje-por-tlaxcala-y_24.html

La milenaria ciudad de Izamal.

Dentro del territorio mesoamericano, encontramos algunos ejemplos de ciudades que fueron fundadas desde hace miles de años y que siguen habitadas hasta el día de hoy, pasando por las debidas transformaciones del paso del tiempo como la colonización española y las dinámicas de la modernidad, siendo los casos más reconocidos el de Cholula en el Centro de México y en Yucatán tenemos el de Izamal. Según los vestigios encontrados, la ciudad fue fundada desde el Preclásico Medio (700-400 a.C.), razón por la cual vamos a encontrar una de las características arquitectónicas del periodo en las principales estructuras como lo es la construcción con elementos megalíticos y llego a abarcar una extensión de 5,300 hectáreas, de donde salieron una red de sacbeo’ob con una extensión de 30 km y una posible extensión política de 6,000 km2. A pesar de que sobre la ciudad maya se construyó la población moderna, buena parte de las estructuras sobrevivieron en buenas condiciones, salvo por la estructura llamada Ppapp Hol Chac de la cual fue usada para desplantar sobre ella el conjunto conventual franciscano de San Antonio de Padua y el santuario de la virgen.

Desde la conquista española, Izamal fue objeto de admiración por parte de los cronistas como fray Diego de Landa y Antonio de Ciudad Real quienes dejaron sus impresiones de las estructuras, posteriormente encontramos los testimonios de los viajeros del siglo XIX como John Lloyd Stephens, Desiré Charnay y Auguste Le Plongeon, de los primeros dejaron material documental de importancia al dar detalles de uno de los monumentos lamentablemente destruidos, el mascaron del edificio Kabul. Los trabajos formales de investigación arqueológica se dieron hasta la década de los 70 del siglo XX por parte del INAH interviniendo sobre la conservación de la estructura principal, el Kinich Kak Moo, pero sería hasta la década de los 90 cuando se emprenden los proyectos de investigación y preservación en buena parte de las estructuras del centro ceremonial, así como la consolidación del sacbé que la comunicaba con otra de las ciudades prehispánicas, Aké. Con ello se darían las condiciones legales para la conservación de los basamentos de las acciones de los habitantes, se extiende la investigación sobre sitios aledaños que fueron sus subordinados y se plantean los lineamientos para el estudio de la historia colonial.

Según por las fuentes coloniales, Izamal pudo haber sido el centro de la provincia de Ah Kin Chel, esto coincide con las características arquitectónicas de los sitios del territorio, el cual se extiende hasta la costa integrando sitios como Dzilam, región que comparte características más particulares al abarcar la zona del cráter de Chicxulub. En comparación con el pueblo actual, la ciudad maya fue siete veces más grande y sus vestigios salen de la población moderna, siendo el centro el conformado por el centro ceremonial constituyendo la plaza central los basamentos Kinich Kak Moo al norte, el Ppapp Hol Chac al sur, el Iztamatul al este y el Kabul al oeste, conformándose una plaza secundaria entre el Ppapp Hol Chac y el Kabul que es cerrada por la estructura Hun Pic Tok y otra sobre la que se construyó el Palacio Municipal, de esta sale una tercera plaza que es cerrada por el edificio llamado La Fundidora que no ha sido explorado. Fuera de la zona ceremonial, hay otras grandes estructuras aisladas como El Conejo, Xultún y la Estación de Camiones, también contamos con un conjunto más alejado llamado Chaltún Ha, que por la magnitud de sus vestigios debió de albergar a un grupo de la jerarquía local, esta junto con el basamento de La Calera aun sin explorar y otros menores suman un total de 163 estructuras.

De toda la zona maya, Izamal es la que conservo mejor su red de caminos hacia otras ciudades aliadas o subordinadas, llegando hasta hoy el sacbé de Izamal a Aké con 29 km y el de Kantunil con 13 km, aunque siguiendo la uniformidad arquitectónica y la presencia de caminos secundarios han planteado el reafirmar el control de Izamal abarcaba Ucí y Cansahcab. Si bien el inicio de su poblamiento fue del 700 a.C. hasta el 450 cuando empiezan a aparecer los primeros rasgos urbanísticos y del 250 al 600 d.C. fue su etapa de mayor actividad constructiva, declinando poco a poco su poder hasta que fue sometida por Chichen Itzá en el Posclásico Temprano, ya para los últimos siglos antes de la conquista la ciudad estaba semiabandonada y solo conservaba su importancia religiosa. En el territorio histórico de Ah Kin Chel se observa la importancia por mantener una unidad cultural como lo revela la persistencia de la arquitectura megalítica tanto para los edificios monumentales como los habitacionales, esto terminaría con la irrupción de los itzaes cuando tanto en Izamal como en su zona de influencia empieza a proliferar el estilo Puuc.

Los arqueólogos creen que puertos como Xcambó y Paso Holuntun estaban bajo dominio de Izamal, teniendo como eje político el control de Dzilam, esto se ve porque comparten el mismo estilo cerámico, siendo señal de la vocación marina del reino por controlar sus recursos y ser participe del comercio marítimo por cabotaje, esto llegaría a su fin con la conquista de Chichen Itzá y el cambio de las rutas marinas para dirigirlas a su puerto en la Isla Cerritos. Con la caída de Chichen Itzá en manos de Mayapan y la posterior decadencia de esta, Izamal volvió a obtener sus antiguos dominios, pero como el resto de estados de la península su poder ya había menguado bastante a la llegada de los españoles, permitiendo su control y ocupación. Su transformación se facilitaba por la disponibilidad de piedras careadas de las antiguas estructuras y que fueron usadas para las nuevas construcciones, aun así, sobrevivieron a nuestros días y falta demasiado por saber de la historia de Izamal, la que pudo ser la ciudad más grande de la península.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Rafael Burgos Villanueva, Miguel Covarrubias Reyna y Yoly Palomo Carrillo. Izamal, capital regional del centro-norte de Yucatán, de la revista Arqueología Mexicana no. 114.

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Imagen: S/D. Vista panorámica de Izamal, Yucatan. Fuente: https://mxcity.mx/2021/11/lugares-imprescindibles-de-izamal-una-de-las-poblaciones-mas-antiguas-de-yucatan/

Guanajuato y las difusas raíces toltecas.

El Bajío siempre ha sido una región donde la fertilidad de la tierra ha dado pie a un intenso desarrollo agrícola para sus habitantes, pero desde el siglo IX se daría un proceso de desertificación donde los cultivos autóctonos como el maíz, la calabaza y el frijol no pudieron soportar las nuevas condiciones y eso obligo a los pueblos sedentarios asentados a migrar a otras regiones de Mesoamérica para dejar su lugar a los nómadas, estas condiciones imperaron hasta la conquista española y la introducción de productos europeos como el trigo cuando la región resucitó su vocación agrícola. Su posición en las riberas del rio Lerma-Santiago ha hecho que también se convirtiese en vector para comunicar el Altiplano Central con Occidente y sobre todo para iniciar las rutas hacia el Septentrión, compaginando en ella las diferentes tradiciones culturales de ambas regiones, aún no está clara la influencia que ejercieron los pueblos mesoamericanos de Guanajuato en el desarrollo de las civilizaciones vecinas.

El primer complejo cultural relevante por sus alcance fue Chupícuaro, el cual se desarrolló entre los años 650 a.C. hasta el 450 d.C., nombre dado por el sitio al sureste del actual estado de Guanajuato y que fue cubierto por las aguas de la Presa Solís, perdiéndose elementos fundamentales como la arquitectura, pero antes de ser inundada fue objeto de investigaciones intensas por parte de la naciente INAH y se pudo rescatar muchos elementos que se hubiesen perdido, sumado a nuevos trabajos realizados en los alrededores. Sobre su origen se ha teorizado su vínculo con la cultura El Opeño de Michoacán y Colima, pero también tiene un fuerte vinculo con un complejo de la Cuenca de México, la fase Ticomán, lo que podemos inferir una fuerte presencia de Chupícuaro en el Centro de México como se puede ver en algunos vestigios encontrados en Cuicuilco. Su cerámica colorida basada en tintes bayo, negro y crema y el intenso uso de elementos geométricos puede indicarnos que Chupícuaro es la principal base cultural de desarrollo de las culturas del norte, pudiendo encontrar el rastro del comercio mesoamericano por las cerámicas desarrolladas en Zacatecas, Durango hasta llegar a las culturas Hohokam y Mogollón.

Para los años 100 a.C. la influencia de Chupícuaro empieza a replegarse hacia algunas regiones aisladas para dar lugar al nacimiento de numerosos pueblos y centros ceremoniales de mayor complejidad, como se manifiesta en el desarrollo de la arquitectura monumental formando el modelo del patio hundido, construyéndose una gran plataforma con un patio con desnivel al centro y en los alrededores se construyen los basamentos piramidales. En el Clásico vamos a ver con mayor intensidad las influencias que confluyen en la red de caminos del Bajío, por un lado, se hace presente la influencia teotihuacana para formar su red que llega a alcanzar el centro de Jalisco, en el caso inverso, los pueblos de Occidente se manifestaron tanto en la presencia de algunas tumbas de tiro en el oeste del territorio y sobre todo por la construcción de los curiosos conjuntos circulares de la tradición Teuchitlán. Esta confluencia de tradiciones culturales en el Bajío podría resultar en el laboratorio donde nacería la cultura tolteca, ya que en muchos de sus principales sitios como Plazuelas, Cañada de la Virgen, El Cóporo o Peralta vamos a encontrar algunos elementos que serían característicos de este pueblo militarista.

Un ejemplo de esto lo vemos en el estilo cerámico Blanco Levantado, cuyos elementos nos recuerdan a la fase Coyotlatelco del Centro de México, al ser el primero anterior al segundo podría ser la evidencia de la llegada de los pueblos norteños en la búsqueda de nuevas tierras y posiblemente la conquista de los herederos de Teotihuacan. Otro sitio importante por la magnitud de sus vestigios es El Cerrito en Querétaro, fundado alrededor del 400 d.C. y con un gran basamento piramidal como templo principal, es la ciudad cuyos elementos tienen una relación directa con Tula, ya sea desde la cerámica y con el hallazgo de estelas y fragmentos con un claro origen tolteca, por lo que no resulta disparatado suponer que su cultura haya nacido en el Bajío y hubiese mantenido el control durante la etapa de expansión de Tula, cuyos límites todavía siguen siendo una incógnita debido tanto a la ausencia de fuentes como a las pocas investigaciones.

El periodo del 900 al 1200 seria cuando se da el declive de la región y la expansión de la presencia de las tribus nómadas, siendo cuando sucede una mayor proliferación de elementos considerados como militaristas propios de los guerreros del norte como lo es el chacmool, las salas de columnas como posibles lugares de reunión de políticos y militares, asi como elementos donde se ligan la guerra con la religión como el coatepantli y el tzompantli (aunque este aporte se duda debido al hallazgo de estructuras similares más al sur y anteriores a la migración chichimeca). Quedaría marcada como una frontera entre agricultores y nómadas el rio Lerma-Santiago, por lo que el sur del actual Guanajuato se integraría plenamente a la dinámica cultural de Occidente, como se demostró con la conquista purépecha y la fundación de numerosas poblaciones como Pénjamo, Apaseo, Acámbaro, Yuriria Puruándiro, Maravatío, la misma Guanajuato, Silao, entre otras. Desde la década del 2000, la arqueología guanajuatense despertaría de su letargo de años para empezar a ser integrada como una región de interés para las investigaciones, empezando con la excavación y restauración para ser visitadas por el público de las principales zonas arqueológicas, por lo que con el avance de las investigaciones podríamos tener más claridad tanto del desarrollo local de la región, el posible origen de los toltecas y del colapso de la frontera mesoamericana.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Beatriz Braniff. La colonización mesoamericana en la Gran Chichimeca. La tradición del Golfo y la tradición Chupícuaro-Tolteca, del libro La Gran Chichimeca. El lugar de las rocas secas.

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Imagen:

  • Izquierda: Figurilla femenina de terracota, Chupícuaro, Guanajuato, Preclásico Tardio. 
  • Derecha: Vista aérea del conjunto principal de Cañada de la Virgen, Guanajuato, Clasico Tardío. 

El nebuloso origen de Chichen Itzá.

La milenaria ciudad de Chichen Itzá ha sido un polo de atracción por parte de todos los exploradores que han llegado a recorrer las ruinas mayas de la península de Yucatán, destacándose por la mezcla que hay entre el arte tradicional maya con la influencia cultural tolteca llegada en el Posclásico, incluso debido a la comparación existente con Tula hay algunos estudiosos que han propuesto que la influencia pudo haber sido inversa. Buena parte de su historia ha sido recopilada a lo largo de los documentos coloniales donde tanto los cronistas españoles como la nobleza maya dejaron testimonio de siglos de historia, teniendo como fuentes los Chilam Balam de Chumayel y Tizimín, así como del Códice Pérez donde recopilaron la complicada historia dinástica de los Cocom, los Xiu y los Itzaes, teniendo como alcance temporal desde el siglo V d.C. hasta la llegada de los españoles.

La península de Yucatán había formado parte del complicado entramado de relaciones entre las diferentes ciudades-estado mayas, existiendo grandes centros ceremoniales como Izamal, Acanceh, T’hó (Mérida), Ek Balam, Xcambó, Aké, entre otras ciudades, pero a diferencia de las Tierras Bajas, el Peten o las riberas del Usumacinta apenas y sobrevivieron estelas con inscripciones donde nos pudieran relatar su compleja red de relaciones entre ellas. Por las evidencias arquitectónicas previas a la influencia tolteca, todo indica que los reinos de las Tierras Bajas marcaban las tendencias en el norte de la península, como se manifiesta con la proliferación de los estilos Chenes y Rio Bec, dando origen a un nuevo estilo denominado Puuc al nacer en las cercanías de la pequeña serranía localizada al norte de Campeche y suroeste de Yucatán, se ha llegado a sugerir una posible intromisión de Calakmul después de su derrota ante Tikal. Sobre los orígenes de Chichen Itzá hay discrepancias entre los datos aportados por las fuentes y la arqueología, la Crónica de Matichú es la que nos da como periodo de fundación entre los años 495 y el 692 d.C., pero trabajos recientes han encontrado vestigios del inicio de la vida aldeana desde el 300 a.C. empezando su proceso de urbanización entre el 650 y el 750 d.C.

Para confirmar los datos aportados por la arqueología, encontramos la correspondencia con los pocos registros jeroglíficos como el Vaso Trípode de Berlín, la Estela 2 de Motul de San José y una inscripción de Nadzcaan nos indican la existencia de un señorío Itzá en el Peten (lo que podría explicar su retorno para cuando fueron derrotados por Mayapan), estimándose para los años 672 y el 692 como el periodo de migración para establecerse en Chichen Itzá huyendo de la beligerancia entre Calakmul y Tikal en la región. Pero para complicar el asunto tenemos la contradicción ofrecida por el nacimiento y desarrollo del maya yucateco, lengua emparentada con el maya Itzá, ya que la lengua hablada por los reinos de las Tierras Bajas era el maya chol, la cual no tiene relación con la variante yucateca, incluso los pocos jeroglifos encontrados de la primera etapa de Chichen Itzá del 832 al 998 están escritos en el idioma proto-yucateco. Según los trabajos de los lingüistas, el maya yucateco siempre tendió a expandirse de norte a sur a partir del año 900 cuando llegaron al sur de Campeche, el Peten y Belice, lo que podría hablarnos no de una migración masiva a Chichen Itzá, sino de una dinastía que posteriormente se fue mezclando con los habitantes locales.

Una pieza clave para el conocimiento del desarrollo maya en el norte de la península ha sido Ek Balam, ciudad excavada hace unas cuantas décadas y que guarda un importante acervo jeroglífico, teniendo registros que abarcan desde el 770 hasta el 849, ambas ciudades estaban relativamente cerca una de otra y todo indica la existencia de una rivalidad de la cual Chichen Itzá sale triunfante por las inscripciones de la Banda Jeroglífica de la Casa Colorada hacia el 870, desapareciendo cualquier referencia de Ek Balam a partir de entonces. Otro problema lo encontramos en un cambio de nombre del reino, se piensa que su nombre original era Uuc Yabnal “Siete Arbustos”, pero desde el siglo IX y el X empiezan a existir referencias sobre el posible uso del nombre actual al identificarse el glifo “tza’” en la Estela 1 de Dzilam Gonzales y la Estela 1 del edificio Caracol de Chichen Itzá, lo que podría acabar con la idea de la llegada de los itzaes propuesta por los investigadores quienes ubican su entrada en un periodo de los años 731 al 948. Según los textos coloniales y las inscripciones jeroglíficas, Chichen Itzá tuvo como origen de su esplendor al gobierno de dos hermanos de nombre K’ahk’ Upakal K’awiil y K’inil Kojol, pero inscripciones encontradas en el Castillo Viejo nos relata la existencia de un tercer actor llamado Lahchan Ahk’ab “12 Noche” nombre calendárico que no es propio de los mayas, sino del resto de los pueblos de Mesoamérica, reflejando el posible inicio de la “influencia tolteca” en la península.

En referencia a esto encontramos el segundo factor, el culto a Kukulcán, que por las referencias recopiladas por fray Diego de Landa indican que es un culto proveniente del oriente mesoamericano, reforzando la idea de la influencia “tolteca”, esto se demuestra con las excavaciones hechas en la primera etapa del Castillo y que carecen de cualquier referencia a la serpiente emplumada, la segunda etapa correspondiente a la actual fue construida después del año 890. Todo indica que en los siglos VIII y IX fue cuando al nivel mesoamericano se desarrolló el llamado “culto zuyuano” el cual se caracteriza por el vínculo entre la religión y la guerra, tomando como referencia el culto a Venus y su relación con la agricultura, encontrando las primeras referencias de su entrada en la región en algunos registros de la ciudad del Peten de Xultún, donde vemos relación de sus inscripciones con los registros calendáricos del Códice Dresden.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Erick Velázquez García. Prefacio de la reedición del libro Chichen Itzá. La Ciudad de los Brujos del Agua.

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El esplendor de Mitla.

Una de las razones del empoderamiento de Mitla en el contexto oaxaqueño lo debe a su posición estratégica, ya que al localizarse en la boca que comunica los Valles Centrales con el Istmo de Tehuantepec la convirtió en una entidad capaz de tener bajo su control la principal arteria hacia el Soconusco y la zona mixe, convirtiendo a su mercado en uno de los más importantes por su variedad de productos. Por la magnitud de las ofrendas encontradas en las tumbas, no se descarta que el mercado de Mitla haya sido uno de los más importantes al nivel mesoamericano, razones por las cuales se convirtió en uno de los objetivos prioritarios de conquista para los mexicas, quienes fijaron campañas de sometimiento durante los gobiernos de Ahuízotl y Moctezuma II a finales de siglo XV y la primera década del siglo XVI. A partir de esa época se empezaría a llevar a cabo el proceso de “mexicanización” de los Valles Centrales cambiando los nombres zapotecas y mixtecas por nahuas, como el caso de Mitla que se llamaba Lyobáa, además de establecer dos guarniciones identificadas en el Cerro El Plumaje y Acatepec en las cercanías de Monte Alban.

Fue tal la importancia de Mitla en el contexto mexica que era uno de los centros vectores en la circulación de tributos provenientes del Soconusco, provincia que tenía el deber de llevar cada 80 días y una semestral, que dada su lejanía con respecto a Tenochtitlan era demasiado alto la carga que llevaba a cuestas. Durante las primeras décadas de la conquista española, llegaría a su fin la primacía de Mitla al decantarse los españoles por Tlacolula, el cual era el segundo mercado importante y lo termina por encumbrar con el establecimiento de la cabecera de la congregación de pueblos indígenas, siendo a partir de entonces que Tlacolula ocuparía hasta el día de hoy su puesto en la cabeza del comercio regional. Aun con este golpe, Mitla tendría la segunda posición y entra en una nueva dinámica, donde el mercado resurgiría para octubre al congregar a todos los comerciantes de los valles para posteriormente reintegrarse al de Tlacolula, aunque esta posición también la hizo incorporarla a la estructura devocional de la región, siendo un punto nodal a donde llegaban los peregrinos que se dirigían a venerar al Señor de Esquipulas en Guatemala, no es raro ver en Mitla la presencia de productos guatemaltecos como textiles, teniéndose registros del establecimiento del mercado en la zona del Grupo de la Iglesia y de las Columnas.

Fue a partir del periodo Monte Alban V iniciado desde el 950 d.C. cuando sucede la decadencia de la acrópolis zapoteca para pasar a repartir sus habitantes hacia las principales poblaciones de los Valles, de la ciudades más pobladas en el contexto oaxaqueño estaban Coixtlahuaca en la Mixteca Alta con una densidad de 100,000 habitantes, mientras Mitla quedaría con 23,000, siendo superada por poco por la ciudad de Macuilxochitl. Se empezaría a detonar el esplendor de la ciudad al construirse los principales conjuntos arquitectónicos, dividiéndose entre la zona palaciega conformada por los Grupos del Arroyo, de la Iglesia y de las Columnas, estos no eran residencias particulares de la elite política de la ciudad, sino eran centros de reunión a donde se congregaba la clase política para la toma de decisiones y también para celebrar ceremonias religiosas relacionadas al poder, mientras el Grupo del Sur y El Calvario conformarían el centro ceremonial para ser seguido por la zona habitacional, el núcleo ceremonial es considerado como el primigenio establecido durante el periodo Clásico.

Vista del Conjunto de la Iglesia. Fuente: https://chiapastoursyexpediciones.com/tour.php?i=&t=128

La zona palaciega fue la construida durante el periodo de esplendor del Posclásico, siendo esta donde se conformaría el centro posterior a la conquista, como lo atestigua el Grupo de la Iglesia en donde se construyó la iglesia de San Pedro y San Pablo sobre el conjunto, usándose las construcciones prehispánicas como cantera para la iglesia, así como se aprovecharon algunos claustros zapotecas para establecer parte de las instalaciones parroquiales. El conjunto estuvo conformado por tres cuadrángulos de los cuales sobre uno se construyó parte de la iglesia, los cuales presentan en su fachada los muy representativos mosaicos de piedra conformando diseños de grecas enmarcados en jambas en la parte superior. Pero una de las razones por las que destaca el Grupo de la Iglesia fue por la de encontrarse algunos fragmentos de pintura mural usando rojo y blanco donde se aprecia la integración cultural zapoteca de la iconografía mixteca, identificándose algunos dioses como Tezcatlipoca, Mixcóatl, Quetzalcóatl y Tlaloc.

El conjunto mejor preservado es el Grupo de las Columnas, conformado por dos patios hundidos enmarcados por tres de sus lados por los conjuntos palaciegos, destacándose el principal al conservar gran parte de la fachada junto a los mosaicos de piedra, así como sus columnas monolíticas que sostenían la techumbre los cuales miden 4.05 m con un metro enterrado y con un diámetro de 0.945 m. Si bien la parte del pórtico perdió el techado hace mucho tiempo, el resto de las habitaciones que abarcan el palacio si lo tienen, todos ellos se encuentran profusamente decorados con los mosaicos de piedra con una capa de estuco para pintarse, a todos ellos se accede por una única entrada proveniente del patio central, es de destacar el grado de conservación del aplanado de estuco conservando su pintora roja en el piso y el cuerpo inferior del palacio, haciendo un gran juego con el color natural de la cantera de la fachada.

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Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Nelly M. Robles García. Mitla. Su desarrollo cultural e importancia regional.

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Imagen: Ludovic Celle y Robert Markens. Reconstrucción virtual de Mitla. 

La economía en el Posclásico.

El año 800 d.C. marcaria un nuevo rumbo para la historia mesoamericana, ante la caída de Teotihuacan se provocaría un vacío de poder al nivel suprarregional difícil de cubrir y daría lugar a que las ciudades-estado locales empezasen a luchar para quedar con la supremacía de la región, pero a esto hay que sumarle la aparición de un nuevo factor desestabilizante, las migraciones o el regreso de los grupos mesoamericanos de la frontera norte que tuvieron que buscar lugar en el sur ante el empeoramiento de las condiciones para subsistir en las zonas semidesérticas. Desde el siglo I hasta el IX, los colonos mesoamericanos establecidos más allá del rio Lerma y a lo largo de la Sierra Madre Occidental y Oriental se adaptaron a condiciones donde había temporadas donde les permitían tener sus cultivos y tiempos más prolongados de sequias, este panorama estaba se complicaba con la presencia de las tribus nómadas que llegaban de forma estacional para poder aprovechar los mismos recursos que necesitaban los mesoamericanos, por lo que tenían que luchar continuamente contra las tribus y esto hizo que la cultura bélica estuviese más desarrollada, sobre todo adoptando buena parte del bagaje guerrero de los nómadas.

Posiblemente para estos años, se desata una rebelión por parte de los campesinos hacia las grandes metrópolis para seguir participando en sus continuas peticiones para el constante mantenimiento y construcción de las etapas de los grandes basamentos piramidales, en Teotihuacan se han encontrado edificios que fueron vandalizados por los rebeldes y hay evidencias de que fueron incendiadas, por lo que también explica la decadencia y abandono de otros grandes estados como Monte Alban, Cholula o las ciudades-estado mayas. En comparación, las nuevas ciudades-estado surgidas del colapso de las antiguas metrópolis vamos a encontrar que tienen tamaños más modestos y por lo regular están construidos en sitios de difícil acceso y fáciles de defender, siendo muy común la aparición de las acrópolis con la presencia de infraestructura defensiva como fosos o murallas para evitar las incursiones enemigas. Se aumentan la presencia del militarismo en las representaciones asociadas al poder y sobre todo en la religión, por lo que se promovía como vía de ascenso social la participación en el ejército para con ello llevar a cabo las campañas de conquista y con esto poder acceder a los tributos impuestos a los derrotados.

A diferencia del Preclásico y Clásico, con este periodo contamos con muchos más detalles de la historia de sus habitantes por su cercanía con la conquista española y porque buena parte de su pasado fue recopilado tanto por los cronistas españoles como por las elites que sobrevivieron a la guerra y con ello buscaron sostener la legitimidad de su poder ante el nuevo orden, siendo el Centro de México el que tuvo una mayor atención en el registro de la historia de sus pueblos. Uno de los pueblos de los que contamos con un amplio registro es el caso de los mexicas, identificados como parte de estos grupos conocidos como chichimecas, salieron de su hogar primigenio (Aztlán o Chicomoztoc) por el año 1064 siguiendo un trayecto a través de diferentes lugares hasta que llegaron en el año 1325 a establecerse en la isla de México, relato que tiene distintas variaciones según de donde venga la fuente, ya que además de México-Tenochtitlan hay bastante documentación de ciudades como Texcoco o Chalco.

Con la historia mexica vamos a encontrar varios paralelismo con otras historias de diferentes pueblos, llegaron como mercenarios al servicio de una potencia regional como lo era Azcapotzalco, que cuando entra en su periodo de decadencia es aprovechado para rebelarse y remplazarlos en su lugar como pueblo dominante, pero este tiempo como subordinados vasto para adaptarse en el contexto económico y cultural de la Cuenca de México, llevándose cerca de 100 años para cuando se revelan junto con Texcoco y Tlacopan para conformar la Triple Alianza o Excan Tlatoloyan. Las actividades económicas del contexto lacustre no basto para poder mantener el poder en la región como lo aprendieron con los tepanecas, por lo que una vez constituida la alianza se lanzan hacia una carrera expansionista donde primero reclamaron el poder sobre los antiguos dominios tepanecas y con ello empiezan a hacer incursiones en otras regiones mesoamericanas, todos estos esfuerzos estaban alimentados por una sociedad ideologizada donde se colocaron con el deber divino de alimentar al Sol, siendo la guerra el medio para capturar prisioneros y llevarlos al sacrificio, cumpliendo su papel como sostén del orden cósmico.

La zona maya todavía está envuelta en el halo de misterio la explicación de la decadencia de los reinos de las Tierras Bajas, una de las más plausibles nos habla de un periodo de sequía anormal que provoco serios problemas en la producción de alimentos y esto llevo a que surgiera un periodo de alta actividad bélica entre los vecinos, provocando con ello que grandes contingentes las abandonaran y se dirigieran hacia el norte de la península de Yucatán o al Altiplano guatemalteco. En el norte tenemos noticias de la conformación de la llamada Liga de Mayapan conformando una alianza tripartita entre Chichen Itzá, Uxmal y Mayapan hacia el siglo XI, sabiéndose que controlaron buena parte de la península, pero hacia el 1194 se da la traición de los cocom Mayapan a la alianza derrotando a los itzaes y provocando que huyeran hacia el Peten, provocando que los tutul xiu de Uxmal entablara una larga guerra que termina con la destrucción de Mayapan en 1441, pero para entonces ya la región hacia entrado en decadencia y fue dividida en pequeños reinos con ciudades-estado pequeñas y dirigidas por comerciantes. En los Altos de Guatemala también vamos a encontrar un clima de guerras constantes entre los quichés, los cakchiquel, los mam y otros pueblos mayas que se centralizan en acrópolis como Qumarkaj, Iximché, Mixco Viejo, Zaculeu y otras ciudades que se lanzaron por la supremacía de la región.

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Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Enrique Semo, Historia económica de México, Vol. 1. Los orígenes.

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Imagen:

  • Izquierda: Conquistas de Culhuacán, detalles del Códice Mendoza, folio 2, siglo XVI.
  • Derecha: Pochtecas. Códice Florentino, lib., IX, f. 8r.