El desarrollo mesoamericano de la costa oaxaqueña.

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Desafortunadamente, varios territorios han sido ignorados por la arqueología debido a la constante falta de presupuesto para llevar a cabo investigaciones. Este es el caso de la costa oaxaqueña, que ha sido ampliamente descuidada en los trabajos arqueológicos. En su lugar, la atención se ha centrado principalmente en dos regiones: el Istmo de Tehuantepec y el valle del Río Verde. Esta situación se ve complicada por la compleja dinámica étnica que caracterizó a la costa oaxaqueña durante la era mesoamericana y que continúa siendo relevante en la actualidad.

En la costa oaxaqueña, se identifican varios grupos originarios, entre ellos los chatinos, chontales, mixes y amuzgos, quienes fueron sometidos por pueblos provenientes del interior. Por ejemplo, los huaves dominaron a los mixes, los zapotecos fundaron Tehuantepec en el Istmo, y se destaca el conocido episodio de la conquista del rey mixteco 8 Venado y la fundación del reino de Tututepec, como relatan tanto las fuentes prehispánicas como coloniales.

A pesar de esta compleja historia, las investigaciones arqueológicas en la costa oaxaqueña han sido escasas y se han centrado en un número limitado de sitios, como los restos de Tututepec, algunos lugares documentados en Pinotepa Nacional y las bahías de Huatulco. Estos sitios son importantes para comprender la relación de la región con potencias mesoamericanas como Monte Albán y Teotihuacán. Sin embargo, se requiere un mayor apoyo y recursos para explorar adecuadamente esta rica y diversa región arqueológica.

Se ha descubierto que Río Verde fue un importante núcleo poblacional en etapas tempranas, como el Preclásico temprano, que abarca desde aproximadamente los años 1800 al 700 a.C. Durante este período, experimentó un crecimiento gradual de la población de las comunidades, aprovechando las dinámicas comerciales propiciadas por Teotihuacán. Esto se evidencia en la proliferación de la obsidiana de Pachuca y la adopción de estilos cerámicos como el anaranjado delgado.

Con el paso del tiempo, el desarrollo de la región se volvió más modesto. Sin embargo, durante el Posclásico Temprano, que comprende desde el 900 al 1200 d.C., la región entró en un período de decadencia, caracterizado por el abandono de muchos de sus asentamientos. Este contexto propició la entrada de los mixtecos en la región y la fundación del reino de 8 Venado de Tututepec.

El territorio controlado por este estado mixteco alcanzó una extensión máxima de aproximadamente 25,000 kilómetros cuadrados a lo largo de la costa. Este estado llegó a ser tan importante que estableció nexos dinásticos con señoríos distantes, incluyendo la Mixteca poblana, varios reinos costeros y los Valles Centrales, gracias a la intervención de los toltecas-chichimecas liderados por 4 Jaguar.

Sin embargo, su importancia disminuyó con la expansión mexica a finales del siglo XV y principios del XVI. Según algunas fuentes, el reino mixteco de 8 Venado de Tututepec fue rodeado y debilitado, e incluso algunos relatos mencionan su conquista por parte de los mexicas.

Una de las regiones que ha cobrado relevancia ante los investigadores son las Bahías de Huatulco, cuyo registro arqueológico se vuelve fundamental ante la amenaza latente de la destrucción causada por la expansión turística. Las investigaciones y excavaciones arqueológicas realizadas en algunos sitios, especialmente destacado el de Bocana del Río Copalita, han sido cruciales. Este sitio ha sido restaurado y abierto al público.

Los resultados obtenidos de estos trabajos revelan que las primeras manifestaciones de ocupación humana datan desde alrededor del 2,500 a.C. Bocana del Río Copalita adquirió relevancia gracias a su estratégica ubicación en la desembocadura del río, que lo convirtió en un importante puerto tanto para los pueblos de la sierra que se comunicaban río abajo como para el emergente comercio marítimo por cabotaje. El sitio fue fundado durante el Preclásico Tardío (400 a.C. – 200 d.C.).

Gracias a su posición en las rutas comerciales, Bocana del Río Copalita experimentó un periodo de esplendor durante el Clásico, con la construcción de varios edificios del centro ceremonial, entre ellos el Juego de Pelota, que hasta ahora ha sido el único localizado en los sitios de la costa oaxaqueña. Esto revela la importancia que tuvo este lugar en el contexto regional durante esa época.

Las investigaciones han revelado que la costa de Oaxaca pudo mantener durante el periodo Clásico una relación sumamente dinámica con otras regiones mesoamericanas. Esto se evidencia en el hallazgo de materiales procedentes de Chiapas, Veracruz y Tabasco en Copalita. Sin embargo, aún no se ha determinado el grado de control o relación que pudo haber tenido el estado de Monte Albán sobre el puerto.

A través de las evidencias encontradas en los restos humanos y las figurillas, se ha podido determinar que la calidad de vida en la región alcanzaba una esperanza de vida de alrededor de 50 años. Además, se han obtenido detalles sobre la vestimenta, que revelan que los hombres utilizaban principalmente el maxtlatl o taparrabos, mientras que las mujeres llevaban faldas desde la cintura hacia abajo y el pecho descubierto. Es importante destacar que esta costumbre aún perduraba hasta la primera mitad del siglo XX entre las indígenas.

A pesar de dedicarse al comercio, Bocana del Río Copalita era capaz de producir sus propios materiales de consumo, como cerámica estucada, textiles variados y adornos de concha. Sin embargo, se cree que la manufactura de estos últimos podría haber sido importada, ya que no se han encontrado talleres para su producción local.

Esta situación de bonanza que experimentó Copalita cambió drásticamente durante el Posclásico, cuando tuvo que hacer frente a la despoblación de la región y al expansionismo mixteca liderado por 8 Venado. Eventualmente, cayó bajo el control de los mixtecas y se convirtió en un territorio tributario de Huatulco, con la obligación de reunir tributos para Tututepec, especialmente oro proveniente de los chontales de la sierra.

Según los cronistas del siglo XVI, Huatulco era un importante centro de llegada para los toltecas, manteniendo relaciones con el Altiplano Central. Esta conexión pudo haber despertado el interés de los mexicas por la región. Se registró una incursión de Moctezuma Ilhuicamina hacia 1455 y 1456, seguida por otra expedición de Axayacatl.

Antes de la llegada de los españoles, Copalita (posiblemente conocido como Copalitlán) experimentaba un período de decadencia, caracterizado por problemas de salud graves entre los niños y una epidemia de sífilis, lo que afectaba su calidad de vida. Esto facilitó el abandono del sitio de Bocana y la reubicación de sus habitantes en el pueblo de Copalitlán durante la conquista española.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Raúl Matadamas Diaz y Sandra L. Ramírez Barrera. Copalita, Huatulco. La transición al periodo Clásico en la Costa de Oaxaca, del libro Monte Alban en la encrucijada regional y disciplinaria.

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Imagen: Basamento del centro ceremonial de Bocana del rio Copalita, Oaxaca. 

El esplendor de Mitla.

Una de las razones del empoderamiento de Mitla en el contexto oaxaqueño lo debe a su posición estratégica, ya que al localizarse en la boca que comunica los Valles Centrales con el Istmo de Tehuantepec la convirtió en una entidad capaz de tener bajo su control la principal arteria hacia el Soconusco y la zona mixe, convirtiendo a su mercado en uno de los más importantes por su variedad de productos. Por la magnitud de las ofrendas encontradas en las tumbas, no se descarta que el mercado de Mitla haya sido uno de los más importantes al nivel mesoamericano, razones por las cuales se convirtió en uno de los objetivos prioritarios de conquista para los mexicas, quienes fijaron campañas de sometimiento durante los gobiernos de Ahuízotl y Moctezuma II a finales de siglo XV y la primera década del siglo XVI. A partir de esa época se empezaría a llevar a cabo el proceso de “mexicanización” de los Valles Centrales cambiando los nombres zapotecas y mixtecas por nahuas, como el caso de Mitla que se llamaba Lyobáa, además de establecer dos guarniciones identificadas en el Cerro El Plumaje y Acatepec en las cercanías de Monte Alban.

Fue tal la importancia de Mitla en el contexto mexica que era uno de los centros vectores en la circulación de tributos provenientes del Soconusco, provincia que tenía el deber de llevar cada 80 días y una semestral, que dada su lejanía con respecto a Tenochtitlan era demasiado alto la carga que llevaba a cuestas. Durante las primeras décadas de la conquista española, llegaría a su fin la primacía de Mitla al decantarse los españoles por Tlacolula, el cual era el segundo mercado importante y lo termina por encumbrar con el establecimiento de la cabecera de la congregación de pueblos indígenas, siendo a partir de entonces que Tlacolula ocuparía hasta el día de hoy su puesto en la cabeza del comercio regional. Aun con este golpe, Mitla tendría la segunda posición y entra en una nueva dinámica, donde el mercado resurgiría para octubre al congregar a todos los comerciantes de los valles para posteriormente reintegrarse al de Tlacolula, aunque esta posición también la hizo incorporarla a la estructura devocional de la región, siendo un punto nodal a donde llegaban los peregrinos que se dirigían a venerar al Señor de Esquipulas en Guatemala, no es raro ver en Mitla la presencia de productos guatemaltecos como textiles, teniéndose registros del establecimiento del mercado en la zona del Grupo de la Iglesia y de las Columnas.

Fue a partir del periodo Monte Alban V iniciado desde el 950 d.C. cuando sucede la decadencia de la acrópolis zapoteca para pasar a repartir sus habitantes hacia las principales poblaciones de los Valles, de la ciudades más pobladas en el contexto oaxaqueño estaban Coixtlahuaca en la Mixteca Alta con una densidad de 100,000 habitantes, mientras Mitla quedaría con 23,000, siendo superada por poco por la ciudad de Macuilxochitl. Se empezaría a detonar el esplendor de la ciudad al construirse los principales conjuntos arquitectónicos, dividiéndose entre la zona palaciega conformada por los Grupos del Arroyo, de la Iglesia y de las Columnas, estos no eran residencias particulares de la elite política de la ciudad, sino eran centros de reunión a donde se congregaba la clase política para la toma de decisiones y también para celebrar ceremonias religiosas relacionadas al poder, mientras el Grupo del Sur y El Calvario conformarían el centro ceremonial para ser seguido por la zona habitacional, el núcleo ceremonial es considerado como el primigenio establecido durante el periodo Clásico.

Vista del Conjunto de la Iglesia. Fuente: https://chiapastoursyexpediciones.com/tour.php?i=&t=128

La zona palaciega fue la construida durante el periodo de esplendor del Posclásico, siendo esta donde se conformaría el centro posterior a la conquista, como lo atestigua el Grupo de la Iglesia en donde se construyó la iglesia de San Pedro y San Pablo sobre el conjunto, usándose las construcciones prehispánicas como cantera para la iglesia, así como se aprovecharon algunos claustros zapotecas para establecer parte de las instalaciones parroquiales. El conjunto estuvo conformado por tres cuadrángulos de los cuales sobre uno se construyó parte de la iglesia, los cuales presentan en su fachada los muy representativos mosaicos de piedra conformando diseños de grecas enmarcados en jambas en la parte superior. Pero una de las razones por las que destaca el Grupo de la Iglesia fue por la de encontrarse algunos fragmentos de pintura mural usando rojo y blanco donde se aprecia la integración cultural zapoteca de la iconografía mixteca, identificándose algunos dioses como Tezcatlipoca, Mixcóatl, Quetzalcóatl y Tlaloc.

El conjunto mejor preservado es el Grupo de las Columnas, conformado por dos patios hundidos enmarcados por tres de sus lados por los conjuntos palaciegos, destacándose el principal al conservar gran parte de la fachada junto a los mosaicos de piedra, así como sus columnas monolíticas que sostenían la techumbre los cuales miden 4.05 m con un metro enterrado y con un diámetro de 0.945 m. Si bien la parte del pórtico perdió el techado hace mucho tiempo, el resto de las habitaciones que abarcan el palacio si lo tienen, todos ellos se encuentran profusamente decorados con los mosaicos de piedra con una capa de estuco para pintarse, a todos ellos se accede por una única entrada proveniente del patio central, es de destacar el grado de conservación del aplanado de estuco conservando su pintora roja en el piso y el cuerpo inferior del palacio, haciendo un gran juego con el color natural de la cantera de la fachada.

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Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Nelly M. Robles García. Mitla. Su desarrollo cultural e importancia regional.

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Imagen: Ludovic Celle y Robert Markens. Reconstrucción virtual de Mitla. 

La población de Monte Alban en el tiempo.

Uno de los problemas que ha tenido el estudio del pasado ha sido la falta de referencias con las cuales podamos conocer los aspectos de las vidas de estas sociedades, y en el caso de contar con registros de la época, muchas veces no suelen aportar datos exactos u omiten algunos que no eran favorecedores para sus gobiernos o por sus sistemas de valores y prejuicios. Afortunadamente, disciplinas como la arqueología o la antropología en base a los vestigios hallados de esos tiempos pueden brindarnos datos muy relevantes que difícilmente se puedan encontrar en fuentes de la época, que en el caso de Mesoamérica sabemos que pocos pueblos tuvieron registros jeroglíficos y los códices solo nos ofrecen información de máximo 700 años atrás. Sin duda, Monte Alban fue una de las metrópolis más importantes tanto en el contexto mesoamericano como en el regional, manifestándose en la arquitectura monumental que dejaron en su centro ceremonial y que llamó la atención de los arqueólogos desde inicios del siglo XX, por lo que ha sido una de las ciudades más estudiadas que tenemos junto con Teotihuacan o Chichen Itzá.

Se han encontrado a lo largo de décadas de exploraciones cerca de 406 restos de diferentes personas, abarcando periodos desde su fundación en el Preclásico Tardío hasta su decadencia en el Clásico Tardío, gracias a los avances en los análisis de la antropología física es posible con estas muestras dar un acercamiento de cómo fue fluctuando la población de la metrópoli zapoteca a lo largo de sus siglos de existencia, donde por el análisis de los huesos se puede conocer cuál fue la dieta de sus pobladores y de ahí se puede inferir su estatus social. De momento, la gran parte de los restos encontrados abarcan el periodo Clásico, el cual está dividido dentro de la cronología del sitio en las etapas Monte Alban II (100 a.C.-200 d.C.) con el 20%, IIIa (200-500) con el 37%, IIIb y IV (500-700/750) con el 32.5%, pero de los periodos I (500-100 a.C.) y el V (750-950 d.C.) solo reúnen juntos el 10%, por lo que no es posible tener de momento un análisis mayor sobre lo ocurrido en esos tiempos.

La fundación de Monte Alban se hizo en base a la congregación de agricultores procedentes de diferentes lugares de los Valles Centrales hacia el 500 a.C. se estima que debió contar con una población de 5,000 personas con un crecimiento estimado del 6% anual hasta llegar a los 16,000 habitantes hacia el 200 a.C. Pero para el periodo de Monte Alban II, hubo una disminución de la población estimándose una población de 14,000 personas, se cree pudo deberse a un freno de la migración a la joven urbe y al inicio de la etapa expansionista sobre los Valles Centrales, por lo que repartieron personal que asegurase el control de la metrópoli llegando a alcanzar la región de la Cañada al norte y subyugando a la antigua potencia San José Mogote. Ya en el periodo Monte Alban IIIa, el poder de Monte Alban se consolida y permitió el crecimiento poblacional de los valles de 41,319 habitantes hasta los 115,226 para finales del Clásico, por lo que la ciudad se consolida al mantener una población de 16,500, convirtiéndose en el centro rector tanto político, administrativo, religioso y militar de la región.

Las cosas empiezan a cambiar para el periodo Monte Alban IIIb al tener periodos de ambivalencia poblacional, mientras la ciudad alcanzaba su máximo nivel para llegar a los 24 y 25,000 habitantes, la zona sur de los valles fue despoblados hasta en un 95%, interpretándose como un periodo de centralización del poder, pero a su vez ya se nota el agotamiento político al frenarse la actividad constructiva de los edificios para alcanzar su aspecto actual. La manifestación de esta tendencia la tenemos en la expansión de las zonas residenciales dedicadas para las elites, donde vemos viviendas de una mayor complejidad y refinamiento, mientras en el siguiente nivel se encontraba un sector medio por debajo de la nobleza y cortesanos, se estima que el 90% de los habitantes del valle se concentraron en la zona circundante a Monte Alban a una distancia de 20 km, este crecimiento estuvo organizado y planificado por parte de las elites zapotecas. Finalmente, para el periodo IV la ciudad entra en decadencia al frenarse la actividad constructiva y se reduce la población hasta los 4,000, las causas las tenemos ante el empoderamiento de otras ciudades como Zaachila, Lambityeco, Yagul y Mitla, así como posiblemente la entrada de los mixtecos a los valles.

Sobre las condiciones de vida de la ciudad, para el primer periodo encontramos una gran mortandad infantil de edades desde los 0 hasta los 15 años debido a la malnutrición de la dieta y a la presencia de enfermedades gastrointestinales o víricas, por lo que la edad promedio alcanzaba hasta los 25 años, por lo que para contrarrestar los faltantes encontramos una mayor fertilidad al estimarse que cada mujer tenía 6.4 hijos de los cuales 4.5 llegaban a la edad reproductiva. Con el avance de la migración y concentración del poder, la esperanza de vida aumenta ligeramente por dos años y disminuye la mortandad infantil, decayendo completamente para Monte Alban IV cuando los pobladores empiezan a migrar a otros lugares en búsqueda de mejores oportunidades. Esto nos demuestra una generalidad del periodo mesoamericano donde la población era principalmente joven y eran pocas las personas que alcanzaban edades más allá de los 27 años, por lo que la entrada de los habitantes en el mundo laboral era muy temprano, mientras las elites eran quienes por lo general alcanzaban una mayor edad gracias a sus mejores condiciones de vida.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Lourdes Márquez Morfin, Ernesto Gonzales Licon, Patricia Olga Hernández Espinoza y Geraldine Guadalupe Granados Vázquez. La dinámica demográfica de Monte Alban durante el Clásico: fecundidad, mortalidad y esperanza de vida, de la revista Dimensión Antropológica 78.

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Imagen: 

 – Izquierda: Andres Armesto, Alejandro Soriano, Carlos Paz y Diego Blanco.
   Reconstrucción de Monte Alban desde el cielo.

 – Derecha: Jugador de juego de pelota, cultura zapoteca, Clasico.

El culto a Xipe Tótec en el Posclásico.

Las coincidencias entre las descripciones de las crónica españolas con respecto a las representaciones de esta deidad de la tierra nos permite confirmar la existencia de la parafernalia religiosa vinculada con el dios Xipe Tótec, quien como representante del cambio permanente que presenta el mundo, se le atribuyo como si cambiase su piel con el cambio de las estaciones a la manera de las serpientes, por lo que en la liturgia religiosa se despellejaba al sacrificado para usar su piel a la manera de traje por parte del sacerdote. Desde los olmecas, los teotihuacanos, los zapotecas y muy posiblemente los mayas vemos la presencia de esta deidad con una máscara de piel, por lo que esta iconografía trasciende al periodo Clásico para continua al Epiclásico y el Posclásico sin muchos cambios, como es el caso de los toltecas como los herederos del culto teotihuacano y ya vemos como parte de su iconografía los atavíos típicos como el gorro cónico y el tocado en forma de nudo conocido como yopitzontli, con ellos adquiriría sus cualidades guerreras como parte del contexto bélico de la época.

Uno de los problemas que provienen de las fuentes es con respecto a el posible origen del culto, ya que diferentes autores le atribuyen diferentes procedencias, incluso esto se complica con la recopilación hecha en la obra de fray Bernardino de Sahagún y que le da dos diferentes lugares de nacimiento. El primero de ellos esta referenciado en el Códice Florentino donde señala que uno de sus principales lugares de culto estaba en Tlapa, en la Montaña de la actual Guerrero, donde vamos a encontrar numerosas referencias iconográficas plasmadas en los códices coloniales como el Azoyú o el Lienzo de Chiepetlán y existe una numerosa toponimia donde está relacionado este dios, incluso hay que sumar la posible vinculación étnica entre el pueblo tlapaneco y los yopes de la Costa Chica y Acapulco, cuya denominación es uno de los nombres del dios, “Yopi”. Los que apuestan por seguir la teoría tlapaneca se defienden al señalar otro de sus atributos como “dios del anáhuatl”, un tocado en forma de moño rojo vinculado con la costa, pero esto se complica porque Tezcatlipoca también comparte este atributo y se vincula por igual con el tocado, por lo que la solución para desatorar este problema es con el avance de la arqueología guerrerense.

El mismo Códice Florentino nos indica que el dios era muy venerado entre los zapotecas, correspondiendo con el antecedente cultural encontrado en Monte Alban, aquí juega la relación entre la denominación dada en náhuatl para nombrarlos zapotecas al denominarlos como procedentes de Zapotlán “el lugar del zapote” (uno de los nombres nahuas dados a Zaachila, conocida como Teotzapotlan), este fruto guarda su relación con Xipe Tótec y en especial el zapote blanco. Muestra de esto lo tenemos con la existencia de la diosa Tzapotlatenan, “la madre de Tzapotlán”, cuyas pocas referencias que tenemos es que era una deidad de la medicina dedicada a las enfermedades de la piel, como la sarna y las bubas, vínculos que la relacionan indiscutiblemente como una posible advocación femenina de Xipe Tótec con ciertos atributos para relacionarla con lo acuoso y los tlaloques. Para complicar aún más el asunto, el propio Sahagún hace referencia a la población llamada Zapotlán localizada en el actual estado de Jalisco (hoy Ciudad Guzmán), de donde encontramos tanto en la arqueología local como en el resto del estado numerosas evidencias de la popularidad del culto a Xipe Tótec.

Otro de los candidatos lo tenemos en la población de Coxcatlán, en el actual estado de Puebla en la región de Tehuacán, donde contamos con numerosos testimonios etnohistóricos donde señalan la popularidad del culto al dios de la tierra y estaba asociado al camino hacia Teotitlán del Camino en Oaxaca, incluso en Tehuacán se ha encontrado un temalácatl que es un monolito en forma de piedra donde se amarraba a los sacrificados por pelea gladiatoria. De esta modalidad es donde se señala como una de las manifestaciones del militarismo del Posclásico, donde encontramos su proliferación como tal es en los códices Nuttall y Becker I de los mixtecos, donde de momento los registros más antiguos los tenemos del Posclásico Temprano (900 al 1200) o las pictografías de la “Historia tolteca-chichimeca” donde nos narran los acontecimientos de la zona de Puebla y vemos la presencia del sacrificio gladiatorio al ser las victimas los gobernantes de Cholula y por lo que fueron premiados los chichimecas.

Su presencia en la Cuenca de México es notable al haber sido parte de la herencia teotihuacana, lo podemos encontrar en numerosas esculturas en barro relacionadas con la tradición cerámica Mazapa, como son el caso de la estatua de Coatlinchán y la de San Mateo Tezoquipan en Chalco, las cuales tienen señales de haber sido “matadas” ritualmente, estas tienen semejanza con la encontrada en Chalchuapa en El Salvador y evidencia la influencia cultural den Centro de México hacia Centroamérica asociada con la migración pipil. Incluso en los relatos de la migración mexica contamos con la existencia de su presencia dentro de los grupos que habitaron Aztlán-Chicomoztoc, ya que uno de los barrios que se movilizaron junto con los mexicas fue el de Yopico y ese fue uno de los calpullis más importantes en Tenochtitlan, así como tener su presencia dentro del centro ceremonial con el templo Yopico Calmecac y su tzompantli dedicado al sacrificio gladiatorio. Dentro de los relatos de los cronistas, Fernando Alva Ixtlixochitl señala que uno de los grupos migrantes provino de “Xalisco” comandados por su jefe Izcahui Cuexpálatl Yopi y llevaban como su deidad patrona a Tezcatlipoca, esto coincide porque Xipe Tótec es considerado como el Tezcatlipoca Rojo y sumado a las referencias históricas y arqueológicas de Zapotlán podemos encontrar la importancia de Xipe Tótec dentro de la fundación del estado mexica.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Carlos Javier Gonzales Gonzales. Xipe Tótec. Guerra y regeneración del maíz en la religión mexica.

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Imagen:

– Izquierda: Códice Borbónico, pág. 14, cultura mexica, siglo XVI.

– Derecha: Códice Borgia, lam. 25, cultura Mixteca-Puebla, Posclásico.

El desarrollo de Mitla y los Valles Centrales.

La evolución de las sociedades agrícolas en los Valles Centrales de Oaxaca desde los primeros sedentarios establecidos en las cuevas de Yagul y Mitla dieron lugar a una mayor población dedicada al cultivo de sus tierras, dando origen a la centralización del poder como consecuencia de la evolución de la organización social y la aparición de estructuras político-religiosas que dieron lugar a la formación de centros regionales, primero en San José Mogote y posteriormente sucedida por Monte Albán. Fue tal el monopolio de las elites de Monte Albán que las poblaciones de los valles dependían de sus decisiones, dando lugar al desarrollo de una gran ciudad que demostraba su poderío sobre estos pueblos y con la posibilidad de conquistar las regiones aledañas. Para el caso del valle de Tlacolula-Mitla hay un desarrollo dispar, en el caso de Mitla encontramos que durante la época de esplendor de Monte Albán no era una población de importancia y solo se han encontrado algunos restos en el conjunto arquitectónico conocido como El Calvario sin tener certeza de que haya tenido antecedentes rituales del periodo Clásico, en cambio, en Tlacolula encontramos actividad constructiva en el sitio pre-agrícola de Caballito Blanco, al encontrarse un conjunto astronómico con una estructura con una planta muy similar al observatorio de Monte Albán conocido como el Edificio J.

Para el Clásico Tardío con su equivalencia en el periodo Monte Alban III encontramos un fortalecimiento regional en su calidad de tributarios de la metrópoli zapoteca, en el caso de Mitla tenemos un primer desarrollo en el sitio El Palmillo la cual había crecido como un centro productor de productos de productos de maguey, ixtle y palmillo, pero la muestra del dominio de Monte Alban lo tenemos en la presencia de iconos religiosos procedentes de la ciudad. Al ser su periodo de esplendor, esto dio lugar a una descentralización para conformar unidades políticas afines a Monte Albán reconociendo su hegemonía y a su vez recibiendo la legitimidad de su poder por parte de la metrópoli, esto lo vemos con una mayor actividad constructiva en estos sitios satélites como la proliferación de las terrazas en las laderas de los cerros para aumentar con ello la producción agrícola y con ello mantener la demanda de alimentos de estas poblaciones.

Si bien, la caída de Teotihuacan represento un regreso del poder de Monte Albán sobre un territorio muy similar en tamaño a los actuales límites del estado de Oaxaca, no evito que tarde o temprano colapsaría el sistema y empezase su declive a partir del 750 para culminar en el siglo IX, según las excavaciones tanto en Monte Albán como en su sitio satélite Atzompa todo indica que su abandono no tuvo un destino violento sino que se trató de una transición paulatina donde incluso se llegaron a realizar el “matado” de ofrendas rituales como símbolo de la clausura de los edificios. Con ello, los sitios satélites a lo largo de los valles conformaron cacicazgos que albergaron a las elites zapotecas como a las migraciones mixtecas, ganando predominancia sitios estratégicamente localizados como Ejutla, pero el Valle de Tlacolula sería muy poblado debido a su posición en el camino rumbo al Istmo de Tehuantepec, convirtiéndose con ello en un sitio con una alta actividad comercial. Fue así que surgirían pequeños estados como Macuilxóchitl, Lambityeco, Yagul, Matatlán, Mitla, Xaaga y El Palmillo, todos ellos tendrían una gran actividad constructiva tanto en la construcción de centros ceremoniales como en las residencias de la nobleza, en todos ellos vemos un intento por perpetuar el legado cultural de Monte Albán en sus respectivas ciudades.

En las inmediaciones de Monte Alban en comparación con la actividad del valle de Tlacolula, encontramos un desarrollo tardío relacionado con una mayor prevalencia de la población mixteca en comparación con la zapoteca, esto lo vemos en sitios como Xoxocotlán y Saa Yucu, el único centro en la región que serviría a manera de relevo de Monte Albán y que mantendría su importancia en los años posteriores fue Zaachila la cual constituyo un poderoso estado zapoteca. Una de las ciudades que había ganado importancia en la región fue Yagul, esto se demuestra en su extenso conjunto palaciego el cual reprodujo los patrones culturales zapotecas relacionados con el último periodo de desarrollo Monte Albán V, aunque le empezaría a dar una mayor relevancia a los elementos constructivos de piedra labrada como los mosaicos de grecas para la decoración tanto de los edificios públicos como las tumbas reales.

Este sería el contexto de los Valles Centrales para el periodo Posclásico, donde el final de Monte Albán como potencia hegemónica dio lugar a la distribución del desarrollo de las poblaciones de la región, la cual tuvo como incentivo su situación al localizarse en las rutas comerciales mesoamericanas y dio lugar al nacimiento de ciudades estado con una alta capacidad de crecimiento. Pero su importancia estratégica la hizo presa de las nuevas potencias militaristas surgidas fuera de la región, siendo los mexicas quienes se vieron interesados en conquistar el centro de Oaxaca para con ello tener la ruta abierta para la expansión hacia el sureste, como se demuestra en el cambio de nomenclaturas de las principales poblaciones de nombres zapotecas a nombres nahuas como símbolo de su hegemonía sometiendo a los zapotecas y mixtecas, aunque otros estados como Zaachila y el reino de Tututepec lograrían hacerles frente para mantenerse independientes hasta la llegada de los españoles.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Nelly M. Robles García. Mitla. Su desarrollo cultural e importancia regional.

Imagen:

  • Izquierda: Fachada de la Tumba Triple, Yagul, Oaxaca, 900-1200 d.C., cultura zapoteca.
  • Derecha: Urna del dios Cocijo, El Palmillo, Mitla, Oaxaca, Clasico Tardio, cultura zapoteca,

El dios de la tierra: Xipe Tótec y su culto en Mesoamérica.

Dentro del panteón mesoamericano, una de las deidades más incomprendidas ha sido Xipe Tótec “Nuestro señor desollado”, sobre todo porque de lo poco que se conoce al nivel general es en lo referente al sacrificio de sus víctimas, las cuales eran desolladas y despellejadas para que el sacerdote usase su piel en las ceremonias, siendo esta particularidad una de sus características iconográficas al encontrar en sus representaciones al dios portando una piel humana. Esta forma de interpretación tan literal (y desde la cultura occidental un tanto escalofriante) tiene que ver con que representa los cambios de estaciones, interpretándose como si se desprendiese su piel para sacar una nueva a la manera de los cambios de la vegetación en los ecosistemas caducifolios, por lo que este dios también está vinculado con la agricultura y el ciclo del maíz, culto que podemos rastrear desde tiempos muy antiguos.

Otro de sus atributos tiene que ver con la presencia de dos rayas verticales que pasan perpendicularmente desde los ojos y atraviesan el cuerpo, las cuales pueden representar las costuras realizadas para adaptar la piel como traje, características que podemos encontrar en algunas representaciones artísticas de seres sobrenaturales del Preclásico. Un ejemplo lo tenemos con el conocido “Señor de Las Limas” de la cultura olmeca, donde uno de los grabados que tiene la figura podemos ver la cabeza bifurcada de una deidad y que presenta esta franja que atraviesa el ojo y la cara, este mismo grabado lo podemos encontrar en otras piezas olmecas e incluso la podemos encontrar entre los zapotecos de Monte Alban en su etapa de fundación como glifo una cabeza humana con rayas verticales atravesándolo. Esta característica iconográfica está en debate por parte de los investigadores al señalar que también se puede encontrar como atributo de otras deidades como Quetzalcóatl, Tonatiuh o los dioses del maíz, pero hay algunas representaciones tempranas localizadas en Morelos y en Tlatilco donde vemos figuras ataviadas de pieles humanas.

Seria en Teotihuacan donde vemos concretamente la evolución iconográfica concreta hacia las representaciones que conocemos del Posclásico, en ella y en sitios asociados como Azcapotzalco se han localizado figuras más realistas con las cuencas de los ojos hundidos, la ausencia de nariz y la boca abierta y detrás de ella vemos el rostro del personaje, a la manera de los rostros desollados y usados como mascaras. Otro problema sobre la identidad de este personaje es que todo indica no tuvo la importancia para formar parte dentro del corpus mitológico teotihuacano, ya que no se han localizado figuras de gran formato y estas están acaparadas tanto por los dioses de la lluvia (Tlaloc-Serpiente Emplumada) y el dios jaguar, por lo que es probable que el “dios de la máscara” haya tenido un culto doméstico, pero en las excavaciones realizadas en el conjunto habitacional de Xalla se ha localizado la estatua de un hombre de grandes dimensiones con las rayas verticales negras y paralelas que atraviesan el cuerpo y con los ojos rojos, además de tener perforaciones a la manera de impactos y que se relacionan con la muerte por flechamiento descritas tanto en las fuentes de los cronistas y en los códices mixtecos.

Con los mayas del Clásico también vamos a encontrar evidencias del culto a este “dios enmascarado”, encontrando la máscara de rostro en algunos personajes o este mismo con las rayas verticales atravesando el rostro, presentándose una de estas dos características o ambas según el sitio donde se haya encontrado. Todos estos atributos son identificados como características del llamado «Dios Q” según la clasificación de Shellhas quien se inspiró en las representaciones de los códices del Posclásico, lamentablemente no se conoce mucho acerca de los mitos, tradiciones o incluso su nombre y el de otras deidades mayas, debido a que se destruyó gran parte del legado cultural maya con la conquista y solo quedaron algunas descripciones escuetas. Por los contextos asociados a la imagen del “Dios Q”, se cree que esta deidad estaba relacionada con el culto al maíz y con el sacrificio, pero hay dudas con respecto a que se pueda tratar de la versión de Xipe Tótec como lo manifiesta el investigador Karl Taube, quien propone que en realidad se trate de la equivalencia de Tezcatlipoca por su asociación con el cuchillo sacrificar, incluso se cree que la presencia del dios desollado pudo haber sido fruto se los flujos migratorios del centro de México rumbo al sureste, de ahí los mayas del Clásico lo adoptaron y lo incluyeron en su panteón.

Un posible vector que articulo la difusión del culto al “dios desollado” de Altiplano Central a la zona maya pudo ser Oaxaca, ya que en Monte Alban fue donde encontramos las representaciones con gran parte de la iconografía del Posclásico haciéndose presente en numerosas efigies de braseros en las tumbas, como lo vemos en la urna de la Tumba 103 donde aparece la deidad con la máscara de piel, el moño con el elemento cónico conocido como yopitzontli y una cabeza decapitada en la mano izquierda, coincidente con las descripciones españoles con respecto a los sacrificios ofrendados a Xipe Tótec donde sus víctimas eran decapitadas post mortem. Todos estos antecedentes pueden confirmar lo que dicen las fuentes del siglo XVI donde dicen que el origen de procedencia del culto a Xipe Tótec viene del sur, siendo referido como el dios de los tlapanecas de Guerrero y los zapotecas, coincidiendo con las representaciones mas tempranas las localizamos en la zona de Oaxaca y muy posiblemente la vinculación con Guerrero la encontramos con la presencia del culto al dios de la montaña olmeca como lo vemos en Juxtlahuaca o Teopantecuanitlán, pero todas estas características vamos a verlas definidas en el Posclásico.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Carlos Javier Gonzales Gonzales. Xipe Tótec. Guerra y regeneración del maíz en la religión mexica. 

Imagen:

  • Izquierda: Escultura de barro de Xipe Tótec, Teotihuacan, Clásico Temprano.
  • Centro: Urna con escultura del «dios enmascarado, Monte Alban, Cultura zapoteca, Clásico Temprano.
  • Derecha: «El sacerdote de Atlihuayán», Morelos, Cultura olmeca. Preclásico Medio.

Panorama de Oaxaca en el Clásico Temprano.

Las condiciones ecológicas de las regiones que constituirían el futuro estado fueron las óptimas para el desarrollo de la vida agrícola, desde las primeras evidencias de los cultivos del maíz, calabaza y chile, hasta derivar en el nacimiento de las primeras aldeas, las cuales fueron muy populosas y esto dio lugar a su evolución hacia las primeras ciudades. Esto hizo que a partir del 500 a.C. el eje del desarrollo civilizatorio se concentrara en las ciudades primigenias como Monte Negro, Cerro de las Minas y Yucuita en la Mixteca, pero los que llevarían la batuta serían los zapotecos de los Valles Centrales de Oaxaca, primero concentrando el poder en San José Mogote y después sería reemplazado por Monte Alban, sitio desde donde no solamente se hicieran del control de la región, sino que serviría como punto de partida para ejercer influencia fuera de esta y que al final haría posible una uniformidad cultural de donde los diferentes grupos indígenas partirían para hacer sus desarrollos propios, constituyéndose esta región cultural.

Por la gran variedad étnica del estado, se divide en trece regiones: Valles Centrales, la Mixteca Alta, la Mixteca Baja, la Mixteca de la Costa, la Costa, la Cañada, las Montañas del Sur, el Istmo, los Chimalapas, la Sierra Mixe, la Sierra Zapoteca, la Chinantla y la Sierra Mazateca. En todas ellas (aunque algunas regiones no han sido investigadas a profundidad) vamos a encontrar patrones en común asociados con el desarrollo de Monte Alban, sobre todo con los periodos Monte Alban I y II correspondientes a los años 500 a.C. al 800 d.C. y teniendo como análogo el desarrollo mixteco con las fases Ramos y Las Flores. En la primera etapa que va de los años 500 a.C. al 250 d.C. es cuando se da la concentración de las clases gobernantes en Monte Alban creando un sistema de creencias entorno a sus propias deidades, avizorándose el pleito con San José Mogote la cual termina por ser vencida, todo gracias a su posición estratégica en la cima de un cerro en medio del paso de los valles y desde donde podían vigilar tanto las rutas comerciales como los movimientos de las ciudades aledañas.

Esta situación estratégica le permitió dejar las tierras fértiles de los valles en plena disposición para el aprovechamiento agrario y le permitía disponer de grandes cosechas, dando las condiciones para que se diera un incremento de la población de la región. Al estar resuelto el problema del sostenimiento de la población, dando paso al desarrollo de un mercado regional al cual podían entrar las poblaciones de otros lugares y que se hacía en la misma Plaza Principal de Monte Alban, siendo el principal sitio de propaganda para la elite zapoteca para poder expandir tanto su papel religioso como su poder político, como lo manifiesta la Plaza de los Danzantes o las primeras apariciones del dios Cocijo. Todo esto sirvió para impulsar los programas de construcción de los edificios monumentales donde se haría manifiesto el programa religioso con correspondencia con las cuentas calendáricas usadas para establecer los ciclos agrícolas, como el solar de 365 días, el lunar de 280 días y el venusino de 584 días, siguiendo una orientación norte-sur para seguir la observación de los astros (como el caso del Observatorio o Edificio J) , dando las primeras señales de influencia cultural en lugares como Miahuatlán a 100 km al sur o en la Sierra Zapoteca al norte.

Unos de los primeros retos que tendría Monte Alban seria con el trato hacia una potencia externa, Teotihuacan, con la que tuvo que lidiar desde el año 200 hasta el 500 d.C. con la cual logra entablar una relación como se manifiesta en el muy peculiar “barrio zapoteco” emplazado en las principales zonas residenciales de la metrópoli. La clave para la importancia de los Valles Centrales para Teotihuacan fue la obtención del monopolio de un mineral apreciado por los teotihuacanos, la mica, usada tanto para su aplicación en cerámica e incluso como recubrimiento de los edificios para otorgarles brillo, todas estas aplicaciones fueron importadas de Monte Alban de donde se han encontrado los deshechos. Hay algunos inconvenientes para asegurar la independencia zapoteca de Teotihuacan, como el cese de la construcción de los edificios monumentales, la afluencia de elementos de producción teotihuacana o un entierro consistente en 18 cráneos infantiles, lo que puede sugerir cierto control por parte de Teotihuacan sobre Monte Alban, la cual indicaría una invasión, una asociación de la elite zapoteca con la de la metrópoli (como lo puede confirmar el barrio zapoteco) o la presencia de cierta elite extranjera en la ciudad manteniéndola bajo su control para cobrar tributos. La Mixteca también estaría bajo influencia teotihuacana, pero no hay indicios claros de su sometimiento, pudiéndose equiparar a la presencia olmeca cuya proliferación de elementos se explica por la importación de objetos suntuarios de la elite.

Así como hay dudas con Teotihuacan, no hay un acuerdo sobre cual pudo ser la forma de gobierno de Teotihuacan, siendo la más aceptada la idea de la existencia de familias caciquiles quienes iban rolándose el puesto dentro de un sistema de competencias entre las principales cabezas, quienes asumían la responsabilidad de manejar un gran cuerpo burocrático y asegurándose el poder absoluto de una gran masa poblacional. Uno de los efectos negativos de la presencia teotihuacana fue la pérdida de su influencia en la Mixteca, como lo atestigua el abandono y en algunos casos los incendios de las primeras ciudades de la región como Yucuita, Monte Negro y Cerro de las Minas por el año del 100 d.C. cesando su vinculación con la cultura zapoteca para ponderar la influencia de Teotihuacan o de sus centros regionales del sur de Puebla, manifestándose en su arte donde se nota su presencia y surge un estilo que precedería al que alcanza en el Posclásico, la cultura Ñuiñe.

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Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Marcus Winter. La zona oaxaqueña en el Clásico, del libro Historia Antigua de México, volumen II: El horizonte Clásico.  

Imagen:

  • Izquierda: Edificio J, Monte Alban, Oaxaca, Clasico Temprano.
  • Derechas: Urna zapoteca localizada en el «Barrio zapoteco» de Teotihuacan, Clasico Temprano.

La fundación de Monte Albán.

Los Valles Centrales de Oaxaca han presentado las condiciones necesarias para que el ser humano se establezca y sirviera de base para que creciera la población y alcanzase el grado civilizatorio, contamos con el antecedente de las cuevas de Guilá Naquitz entre los valles de Tlacolula y Mitla o San José Mogote en el Valle de Etla, pero el establecimiento de un asentamiento en la cima del Cerro Blanco marcaria política y culturalmente a los pueblos que nacieron en el actual estado. Una posible explicación para el surgimiento de Monte Albán la podríamos encontrar como la consecuencia del éxito de la vida basada en la producción agrícola, teniendo como antecedente el propio San José Mogote y los sitios del vecino Valle de Nochistlán como Yucuita, Huamelulpan y Monte Negro pertenecientes a la región de la Mixteca Alta en un periodo entre el 1200 al 850 a.C.

En estas primeras comunidades veremos como las sociedades se van complejizando con el desarrollo de la estratificación de la población, quedando en la cima una elite gobernante a la que conocemos como jefaturas, los cuales se encargaban de velar por la permanencia del orden social y el religioso que le daba legitimidad. Es así que esta naciente clase política se encargaba de dirigir las relaciones de intercambio dentro o fuera de su región de influencia mediante la comunicación directa con sus iguales de otras poblaciones, otorgándoles regalos que iban fortaleciendo su relación de entre comunidades para así poder formar sus redes de apoyo e intercambio económico y de ideas. Una señal de esto la vemos en las líneas de intercambio de las comunidades del Valle de Nochistlán con las comunidades del Pico de Orizaba en Veracruz vía la Cañada de Cuicatlán sirviendo como intermediario el sitio Rancho de Dolores Ortiz, obteniendo la obsidiana necesaria ya sea para la subsistencia o para la defensa.

Empiezan a encontrarse cerámica asociada a la vida de estas elites como las que tenían engobe, pasta cerámica usada a manera de pintura, la cual por lo regular las piezas usadas por el resto de la población estaban decoradas con algunos motivos en color rojo, la usada por la elite podía estar cubierta por engobe con una mayor variedad de colores como el anaranjado y el blanco. A pesar de que se sabe que Yucuita fue el asentamiento más grande del Valle de Nochistlán, no encontramos estructuras piramidales como las encontradas en San José Mogote, lo que podría decirnos que las comunidades de la Mixteca tenían como función regional el abastecimiento de productos del exterior mientras San José tenía como papel el ser el centro religioso de la región, aunque trabajos recientes nos pueden indicar que el sitio de Etlatongo en Nochistlán tenía la misma categoría de San José Mogote.

Estos pueblos oaxaqueños no eran ajenos al contexto de la época, por lo que entraron en relaciones con los olmecas, como lo atestiguan los vestigios de cerámica importada de San Lorenzo Tenochtitlan encontrados tanto en Etlatongo como en San José Mogote, la cual se caracteriza por su decoración de líneas ondulantes “flamígeras” a manera de cejas, estrellas y patrones de garras, relacionado con las figuras míticas como el dragón celeste y el hombre-jaguar olmeca, así como la proliferación de figurillas del estilo “baby face”. A diferencia de otros sitios como Chalcatzingo o Teopantecuanitlán donde encontramos arte público de influencia olmeca, en los sitios oaxaqueños no se llegaron a elaborar esa clase de manifestaciones, por lo que podría decirnos de la fuerza que tenían las elites gobernantes locales que si bien no dudaban en hacer uso de productos olmecas a manera de estatus, ante sus comunidades ellos ostentaban simbólicamente el poder regional con un desarrollo propio.

Gracias a este trabajo de centralización de los poderes entorno a los gobernantes de estas comunidades, es que ellos empiezan a ostentar prestigio al nivel social haciendo posible justificar su presencia a la cabeza, haciendo posible para el año del 500 a.C. la fundación de una ciudad que concentraban a estas elites oaxaqueñas seleccionando un lugar que le permitía mantener la vigilancia sobre los Valles Centrales donde concentrarían el dominio político, económico y militar de esta elite, Monte Albán. No es nada raro que uno de los primeros edificios públicos del centro ceremonial haya sido en torno a la Plaza de los Danzantes y el Edificio L, en la que se colocaron estelas que a nuestros ojos parecieran danzantes, pero en realidad se trataban de prisioneros sacrificados y mutilados, identificados como gobernantes rivales que fueron humillados por esta ciudad y ostentando la fuerza militar que le permitiría no solo controlar los Valles Centrales, sino haciendo sentir su poder sobre el actual territorio oaxaqueño y convirtiéndose en uno de los estados rivales al nivel mesoamericano junto a Teotihuacan, poder que mantendrían por cerca de 1,300 años hasta su decadencia.

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Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Jeffrey Blomster. Antes de Monte Alban: Los orígenes de la complejidad sociopolítica e iconográfica en Oaxaca, del libro Monte Alban en la encrucijada regional y disciplinaria

Imagen: Estelas de los Danzantes del Edificio L, Monte Alban, Oaxaca, 300-100 a.C. Fuentes: http://mundodelmuseo.com/ficha.php?id=556 https://www.flickr.com/photos/luchomaler/33468145688

Las luchas y relaciones de los zapotecas del Posclásico

El siglo VIII marcaria el inicio de una nueva era en las tierras oaxaqueñas, la que fuera la gran potencia regional, Monte Alban, entraría en decadencia provocando el abandono de la metrópoli, algo que sería aprovechado por los pueblos mixtecas para bajar de la sierra y ocupar el lugar de la que fuese la gran capital zapoteca. A diferencia de Teotihuacan, Monte Alban o Cholula, la Mixteca no tendría grandes ciudades durante el periodo Clásico, sino que se tratarían de pequeños o medianos núcleos poblacionales que abarcaron el extenso terreno serrano, esto no impidió que mantuvieran una estrecha relación comercial con las grandes potencias y que a la vez fueran cimentándose culturalmente para que rindiera frutos en el Posclásico.

Del que fuese en antiguo señorío zapoteco de Monte Alban quedaría dividido en múltiples pequeñas ciudades a lo largo del Valle de Oaxaca como Lambityeco, Yagul y Mitla, pero la que destacaría por conservar buena parte del capital político regional lo heredaría el señorío de Zaachila, quienes lograron mantener el poder y hacerle frente a la creciente población mixteca. Una estrategia fue la de los enlaces matrimoniales que tuvieron con los señoríos de la Mixteca Alta, siendo el señorío de Teozacualco con quien lograría mantener una vinculación familiar que haría crecer el poderío de Zaachila al permitir aprovecharse del creciente ascenso mixteco. Estas relaciones resultarían altamente beneficiosas para ambas partes, ya que con eso la casa de Teozacualco ganarían la legitimidad al vincularse de sangre con la dinastía zapoteca y ellos evitarían convertirse en tributarios de los nuevos señores y equiparse en condiciones.

La vinculación que hicieron con los mixtecas hizo los zapotecas participaran en sus campañas de expansión, pero fue fundamental la política de matrimonios que sostuvieron con diversos señoríos mixtecos, como sucedió con el señorío de Macuilxóchitl que les permitiría someter el valle de Etla, también se relacionaron con el señorío de Tlaxiaco ganando a un fuerte aliado que junto con Tilantongo le abriría a Zaachila las puertas que le permitirían a su dinastía seguir siendo un elemento fundamental al permitirle apoderarse de la costa. Pero como en todo estas relaciones tendrían sus altibajos, como sucedió entre los años 1440 y 1450 con la muerte del señor Quixicayo, quien se casó con la señora 1 Caña de Macuilxóchitl pero no tuvieron descendencia, provocando una lucha entre su medio hermana 3 Lagarto quien estaba emparentada con Tilantongo y Teozacualco contra su tío 1 Hierba, que a pesar de haber ganado su prestigio estaba muy debilitado, por lo que a su muerte le permitiría al nieto de 3 Lagarto y príncipe de Tlaxiaco tomar el poder de Zaachila y desterrar hacia Tehuantepec a la dinastía zapoteca.

Producto de esas alianzas sería el creciente interés de los zapotecos por salir del Valle de Oaxaca, ya que vieron que no tendrían mayor futuro si seguían quedándose en el Valle ante el avance de los mixtecos, por lo que haría que Zaachila emprendiera una campaña de expansión militar hacia el Istmo de Tehuantepec aprovechando las alianzas que habían forjado con los Teozacualco. Fue por el año 1350 que en Zaachila asciende al poder 11 Agua, Cocijoeza, quien emprende la campaña hacia el oeste y logra fundar las poblaciones de Xalapa y Guevea con la ayuda mixteca. Según lo que nos dicen las fuentes indígenas de la época colonial, la campaña de Tehuantepec fue muy cruenta y se caracterizó por la expulsión y sometimiento de la población huave y mixe que resistieron como pudieron, acompañado por una bien instrumentada política de colonización llevando población zapoteca del Valle de Oaxaca a ocupar Tehuantepec, logrando conformar un poderoso señorío que acaparo las rutas comerciales hacia la península yucateca, Coatzacoalcos y el Soconusco.

Para ganar legitimidad como gobernantes, Cocijopi se casa con la princesa huave Piuxicachi, por lo que con eso logran apaciguar a la población originaria, de esta relación nacería el rey Cocijoeza a quien le toca enfrentar la invasión mexica de Ahuízotl, con los que terminaron por forjar una alianza con ellos al casarse con una de las hermanas de Moctezuma Xocoyotzin y les dieron paso libre de sus tropas para sus campañas hacia el Soconusco. Zaachila no paro con sus intentos de mantener la paz con los mixtecos y lograron emparentar su dinastía con los reinos de Tilantongo y Tlaxiaco, relaciones de las que sabemos gracias al valioso aporte del códice Nuttall, de manufactura prehispánica y que nos legó las complejas relaciones diplomáticas y maritales que sostuvieron las casas reales mixtecas y zapotecas que si sumamos las fuentes coloniales nos revelan un mundo muy complejo del contexto político de la antigua Oaxaca.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Michel R. Oudijk. Mixtecos y zapotecos en la época prehispánica, de la revista Arqueología Mexicana no. 90.

Imagen: Códice Nuttall, Lado 2, Lamina 35, Cultura Mixteca. Dinastía de Zaachila (los personajes con pintura corporal roja son los identificados con los zapotecos)

Síntesis de la situación en Mesoamérica previa a la conquista.

Se entiende muy poco acerca del como sucedió que unos cuantos hombres venidos del mar y sin ningún conocimiento del territorio hayan logrado derrotar a los indígenas e implantar un gobierno colonial que duraría 300 años, se dan interpretaciones que van desde el supremacismo español que ponen a sus paisanos como seres iluminados que gracias a las bondades de la civilización cristiana lograron salvar a los indígenas de ellos mismos, o también la otra que van hacia el victimismo de disfraz indigenista en el que ven a los pueblos indígenas con una visión romántica que los ponen por encima de cualquier pueblo en el mundo y que cayo engañada por un país al que paradójicamente consideran como inferior. Sin embargo, ambas posturas tienen un concepto muy simplista de la realidad que vivieron los pueblos mesoamericanos en un periodo de poco más de 600 años que conocemos como Posclásico y que marcaría las pautas de lo que encontrarían los españoles en el siglo XVI y que aprovecharon para hacerse de estos territorios.

Para el año 900 d.C. la región entra en una etapa de inestabilidad climática que haría que los estados que nacieron posteriormente a la caída de Teotihuacan aumentasen el nivel de beligerancia hacia sus vecinos. Los territorios que más sufrieron fue la frontera norte, regiones con climas semidesérticos con el que apenas y se podía subsistir de la agricultura y que dependían de las lluvias del temporal, sumado a que tenían que defender sus territorios de las incursiones de los nómadas que hizo que la guerra se convirtiera en parte importante de su forma de vida. Pero estos cambios climáticos provocaron que la vida sedentaria fuera imposible de sostener y tuvieran que verse forzados a abandonar sus ciudades para migrar al sur o al norte en la región que conocemos como Oasisamérica, por lo que su presencia se hizo patente en el aumento del militarismo en las religiones mesoamericanas, siendo abandonados gradualmente territorios de los actuales estados de Durango, Zacatecas, Aguascalientes, gran parte de San Luis Potosí, Querétaro y Guanajuato que quedaron en manos de los nómadas que los hicieron suyos.

La presencia de estos mesoamericanos norteños, que posiblemente se traten de los “chichimecas” de las fuentes históricas, hicieron que una ciudad al norte de la Cuenca de México y que estaba inmersa en la lucha hegemónica entre las ciudades-estado se erigiera como potencia al nivel mesoamericano, Tula. Debido a que no contamos con fuentes directas que nos hablen de ellos, desconocemos el alcance que tuvieron al nivel territorial los toltecas, pero sabemos que su cultura fue una influencia importante para el resto de los pueblos mesoamericanos reflejando que tenían una determinada hegemonía al nivel religioso o militar, haciéndose sentir su presencia en ciudades tan alejadas como Chichen Itzá en la península yucateca. Su dominio duro hasta el siglo XII cuando una división de facciones hizo entrar al estado en crisis y terminaría por quemar la mismísima Tula, pro lo que sus habitantes huirían a diferentes ciudades, principalmente a Cholula que la convertiría en la capital religiosa mesoamericana y cuya presencia era fundamental en los actos de legitimización de las dinastías regionales.

El Occidente tenía una comunicación directa con los estados norteños al ser el punto de llegada de las rutas comerciales que la conectaban con el actual suroeste de EU, por lo que serían de los principales puntos de llegadas de los desplazados. Uno de los primeros estados que surgirían sería el de Aztatlán, que llegaría a establecer su dominio que iba desde Sinaloa, Nayarit y parte importante del estado de Jalisco, de donde posiblemente se haya originado el estilo Mixteca-Puebla dejándonos grandes ejemplos de exquisita cerámica y con el establecimiento de algunos pequeños centros ceremoniales como Coamiles en Nayarit, reflejando un señorío débil que podía fragmentarse entre las etnias que la conformaban. En Michoacán en torno a la Meseta Tarasca se iría conformando con el mando de los norteños llamados uacúsechas un estado centralizado que se lanzaría a la lucha por la hegemonía regional, revelándose como los purépechas que pronto dominarían gran parte de Michoacán y que tendrían una gran fuerza expansiva, que sería frenada por los mexicas al oriente que constituyeron una amenaza que hizo que no lograran seguir avanzando hacia el occidente.

La crisis climática de los años 900 fue fatal para los estados mayas de la región del Peten, derivando en un periodo de alta beligerancia que terminaría por abandonar estas ciudades para que parte de ellos se dirigieran al norte de la península de Yucatán. Ahí volvería a armar el sistema de estados y lograrían conformar su poderío en tres ciudades: Chichen Itzá que sería la hegemónica, Uxmal y Mayapan, una alianza tripartita conocida como la Liga de Mayapan que con la influencia o intervención de los toltecas harían que dominaran la totalidad de la península. Pero a finales del siglo XII Mayapan rompe la alianza y ataca a Chichen Itzá destruyendo a la ciudad y forzando a sus habitantes a huir hacia el Peten, derivando en dos siglos de guerra con Uxmal que terminaría destruyendo a Mayapan y dejaría a la península fragmentada en múltiples cacicazgos muy débiles y con un claro declive cultural. Hacia el sur, en el altiplano guatemalteco las diferentes etnias mayas se configuran entorno a sus ciudades estado que continúan con una serie de guerras por la hegemonía sin un claro vencedor, siendo los principales combatientes Gumarcaj de los quiches, Iximché con los cakchiqueles, Zaculeu con los Mam, Mixco Viejo con los pokomam, entre otras ciudades estado que estaban en guerra permanente, haciendo que previa a la llegada de los españoles los quiches empezaran a abrir las puertas en la región a los mexicas que entrarían luchando a su favor a manera de aliados.

En Oaxaca la lucha se centró entre el predominio zapoteco que tenían su capital en Monte Alban, pero debido a los cambios climáticos hizo que los mixtecos bajaran de la Sierra Madre para disputarles el dominio de los Valles Centrales, provocando la caída de Monte Alban y cuyo poder tuvo que dispersarse en ciudades como Yagul, Lambityeco, Mitla y Zaachila, pero la beligerancia de los mixtecos hizo que sus elites abandonaran la región, quedando únicamente Zaachila en manos zapotecas y se asentaron de manera definitiva en el Istmo de Tehuantepec en torno a la ciudad de Guiengola. Es en el Posclásico en que los mixtecos entran en su periodo de esplendor y de dónde vienen los códices que nos hablan de su ascenso al poder, siendo uno de sus protagonistas el rey 8 Venado quien sería el máximo conquistador y que fundaría el señorío de la Mixteca de la Costa con capital en Tututepec.

Durante un periodo importante de tiempo, El Tajín se había convertido en la Costa del Golfo en una potencia que dominaba la región, pero la llegada de las migraciones totonacas al centro del actual Veracruz afectaría notablemente su dinámica, provocando su lento declive que culminaría hacia el 1200, dejando sin cabeza como potencia a la región y dejándola a merced de las luchas entre los huastecos que disputaban el poder a los toltecas con sus incursiones.

Pero el que ganaría el protagónico a la llegada de los españoles sin duda serían los mexicas, migrantes norteños que llegaron a la Cuenca de México en el momento de la caída de Tula como potencia y que aprovecharon los descontentos que había al dominio de los tepanecas de Azcapotzalco que lograron formar la Triple Alianza con Texcoco y Tlacopa y que terminaría por derrotarlos. En un periodo de 90 años, los mexicas se lanzan a un vertiginoso periodo de expansión territorial que los llevaría a dominar la parte central de Mesoamérica, aprovechando tanto la guerra como estrategias diplomáticas para irse granjeando de aliados y ayudarlos a dominar a sus rivales, metiéndolos en un sistema tributario en el que solo los mexicas eran los únicos beneficiarios dejando lentamente famélicas a sus provincias. A la llegada de los españoles si bien el estado mexica era el hegemónico, tenía muy poco tiempo de haberse formado, por lo que todavía faltaba por consolidar su poder en los territorios que dominaban, dando lugar a que todavía sobreviviesen tanto pueblos que no habían sido conquistados como los tlaxcaltecas, otros que estaban bajo su dominio como los totonacas, chalcas o zapotecos, o incluso sus aliados que se quejaban del peso que adquiría Tenochtitlan como el caso de Texcoco que vieron en los españoles la oportunidad de librarse de un estado abusivo que no terminaba por consolidarse, por lo que en realidad su rápida expansión lo había dejado en un estado de debilidad que la llegada de cualquier “cisne negro” seria aprovechado por rivales y vencidos para cobrárselas por lo que les hicieron.

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Federico Flores Pérez

Bibliografía: Tiempo Mesoamericano. Arqueología Mexicana Edición especial no.11

Imagen: Mapa de Mesoamérica en el Posclásico Tardío. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Per%C3%ADodo_Poscl%C3%A1sico_mesoamericano#/media/Archivo:Mesoam%C3%A9rica_y_Centroamerica_prehispanica_siglo_XVI.svg