La integración de las conquistas incaicas.

Conforme el estado Inca se expandía, también lo hacían en la apropiación de propiedades de la nobleza o del mismo monarca, así como en la integración de estos territorios dentro de su estructura religiosa. Construían nuevos santuarios dedicados a sus dioses o tomaban los existentes de gran prestigio para controlar la afluencia de feligreses que los visitaban para rendirles culto. Esto se observa a lo largo de sus conquistas, como la infringida a la Confederación Huarco en Cañete, donde construyeron una fortaleza frente al mar, cerca de su ciudad capital en el Cerro Azul. También repitieron este patrón con la conquista de Herbay Bajo, construyendo el llamado «Tambo de los Locos», que lamentablemente fue destruido, y el palacio de Hatun Cancha en Lurín Chincha, que sirvió como centro administrativo de los funcionarios incaicos.

La apropiación de los espacios religiosos se refleja en lo ocurrido en el afamado santuario y oráculo de Pachacamac en Lurín, donde construyeron una de las estructuras más grandes del conjunto religioso, el Punchao Cancha, «El Recinto del Día», también conocido como Templo del Sol. Esta estructura siguió los patrones arquitectónicos del santuario, integrándose en él, aunque esta norma no se siguió con la construcción del Templo de la Luna o de las Mamaconas, que siguen el estilo inca.

Así como no desdeñaron apropiarse de los antiguos centros político-religiosos, los incas también construyeron nuevas ciudades para gobernar los nuevos territorios. Un ejemplo de esto es Huánuco Pampa en la parcialidad norteña del Chinchaysuyo, comenzada a mediados del siglo XV y que no se había terminado a la llegada de los españoles. Esta ciudad intentaba imitar el modelo cuzqueño. Otro ejemplo es el Tambo Colorado en Humay, Pisco, aunque a una escala mucho menor.

Todos estos nuevos centros tenían como finalidad mantener la presencia incaica como el núcleo de la vida político-religiosa de los curacas de la región. El trabajo se dividía entre las mamaconas, encargadas de la preparación de alimentos y la elaboración de textiles, y los mitmaq, funcionarios encargados de recibir a los señores locales y llevar a cabo las ceremonias de reciprocidad.

Quien inició buena parte de estas obras fuera de Cuzco fue el inca Túpac Yupanqui. Él se encargó de llevar a cabo esta integración mediante construcciones, no solo en la zona costera de Lima, sino también en obras religiosas en el Lago Titicaca y en sus campañas hacia el norte, llegando a los territorios ecuatorianos. En estos territorios, construyó ciudades como Tomebamba e Ingapirca.

Conforme el imperio inca se expandía, Cuzco aumentaba su prestigio como ciudad, y los nuevos incas construían más palacios. Un ejemplo de esto es Huayna Capac, quien construyó el palacio Qasana, acondicionado con fuentes de agua. Además, se apropió del valle de Yucay y realizó importantes obras en su ciudad natal de Tomebamba en el norte, incluyendo la construcción del templo de Mullu Cancha y otras edificaciones incaicas en Ecuador.

Aunque la arquitectura inca puede considerarse sencilla y austera, reflejando sus orígenes humildes en la sierra, se rompía esta austeridad con aplicaciones de metales como el oro en las cenefas de los edificios e incluso con la colocación de mantas de plumas de aves tropicales en los techos de los edificios principales.

Fuera de la capital, los incas se destacaron por respetar y armonizar con el entorno al construir sus edificios, integrándose muy bien al paisaje circundante. Un ejemplo de esto es el Templo del Sol en Pachacamac, diseñado para relacionarse con la fortaleza chimú de Paramonga, permitiendo la adoración al Sol de forma simultánea. Otros ejemplos, como Machu Picchu, también siguen esta idea armónica de integración con el entorno.

Todo este esfuerzo expansionista no se hubiera logrado sin la presencia de una expresión cultural andina milenaria nacida de la reciprocidad de los pueblos, quienes mantuvieron obras de infraestructura aptas para el tránsito de las caravanas comerciales. Este conjunto de caminos, puentes, sitios de hospedaje y de almacenamiento (tambos) será conocido como el Qhapaq Ñan, el cual fue mantenido y expandido por los incas a lo largo y ancho del imperio.

Es posible que los primeros indicios del Qhapaq Ñan se encuentren en el periodo Wari, ya que los diferentes estados mantenían relaciones que iban desde alianzas hasta enemistades, lo que implicaba una estructura localista. Sin embargo, con la imposición del orden incaico, estas diferencias se resolvieron, permitiendo enlazar estos caminos y poniendo las rutas a disposición de los intereses incas, eliminando las prohibiciones de los curacas locales.

Según las estimaciones arqueológicas, la extensión total del Qhapaq Ñan pudo haber alcanzado entre 30,000 km y 50,000 km de caminos, abarcando los territorios del actual Perú, Bolivia, el norte-centro de Chile, el noroeste argentino, Ecuador, y la última frontera en el Pasto colombiano. Todos estos caminos conectaban con Cuzco, permitiendo a los incas mantener comunicados a los mitmaq locales y movilizar con facilidad a las tropas tanto para las campañas de expansión como para reprimir rebeliones.

Gracias al Qhapaq Ñan, los pueblos serranos, los de las yungas, las selvas, y los del desierto costero podían comunicarse ya sea directamente o a través de los mensajeros incaicos llamados chasquis. Estos caminos se adaptaban a las condiciones geográficas de los terrenos que atravesaban, estando bien preparados para el tránsito tanto de personas como de recuas de llamas.

La construcción de puentes fue fundamental para mantener la comunicación a través de los profundos barrancos de la cordillera. Se desarrollaron dos tipos de puentes: los hechos con troncos de árboles y los de criznejas. Los puentes de criznejas contaban con bases de piedra sólida en los extremos y estaban hechos de cuerdas trenzadas con ramas como el mimbre. Algunos de estos puentes siguen existiendo hoy en día y se renuevan periódicamente por las comunidades mediante el sistema de la mita.

Junto a los caminos, estaban los mesones o tambos, que eran atendidos mediante el sistema de mita por las poblaciones cercanas y administrados por los mitmaq y las guarangas. Estas administraciones, a menudo, atendían tambos lejanos a su zona de origen, atendiendo las necesidades políticas de la época.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: María Rostworowski. Historia de Tahuantinsuyo.      

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Imagen: R. Gusti, A. Valencia. Reconstruccion Vista desde la llamada Casa del Guardián, Machu Picchu. Fuente: https://formentinatura.wordpress.com/2013/10/22/machu-picchu-iii-ser-y-razon-de-machu-picchu-essence-and-motivation-of-machu-picchu/reconstruccion-vista-desde-la-llamada-casa-del-guardian-machu-picchu-cuzco-peru-formenti-010/

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