La civilización andina en Chile.

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Como hemos analizado previamente, los primeros núcleos de la civilización andina se manifiestan en la Costa Central, la Costa Norte y la sierra hasta Ayacucho. Cada región desempeñó un papel crucial en la maduración e integración cultural, culminando en la emergencia de la civilización Chavín, cuyo fenómeno religioso otorgó una sólida base espiritual a estos territorios. A partir de esta etapa inicial, la Costa Sur, anteriormente en un nivel aldeano, comenzó a desarrollar su propia dinámica cultural. Surgió la cultura Paracas, que posteriormente influiría en Nazca, así como otras culturas aldeanas del sur de la sierra, como Pukará y Chiripa, que se integraron en este proceso.

Sin embargo, más al sur, las condiciones climáticas se tornaron más adversas con la presencia de ecosistemas inhóspitos como el desierto de Atacama. Esta circunstancia retardó la expansión del modelo civilizatorio andino hacia el territorio actual de Chile. A pesar de la abundancia de recursos pesqueros en las costas chilenas, la falta de fuentes permanentes de agua, en contraste con los oasis de los desiertos peruanos, limitó el desarrollo de sociedades complejas en esta región.

No obstante, estas sociedades chilenas exhibieron manifestaciones culturales de gran complejidad, como lo evidencia el caso de las famosas momias de la cultura Chinchorro, cuya antigüedad se remonta hasta el 5,000 a.C.

Gracias a las redes de intercambio con las sociedades de la costa peruana, los pueblos autóctonos chilenos adoptaron algunos elementos de la civilización andina, como la agricultura basada en el maíz, la cría de camélidos y conocimientos técnicos en metalurgia, alfarería y arquitectura para la construcción de infraestructuras. Sin embargo, estas influencias no fueron suficientes para impulsar un crecimiento demográfico significativo, lo que llevó a que, hasta el río Biobío, predominaran las sociedades aldeanas.

La influencia civilizatoria se dio en dirección de norte a sur. En la región del Norte Grande, especialmente en la zona cercana a Antofagasta, encontramos las primeras referencias de sociedades que combinaban la caza con la cría y el pastoreo de camélidos, complementando su dieta con recursos marinos. Fue alrededor del 2,000 a.C. cuando aparecieron las primeras evidencias de cultivos de maíz y calabaza. La primera cultura en adoptar la parafernalia cultural andina fue la Alto Ramírez, relacionada con los pueblos del altiplano peruano-boliviano, como la cultura Pukará, de la cual pudieron haber adoptado diseños en tejidos que simulaban cabezas cortadas. Este fenómeno marcó el inicio del desarrollo religioso en torno al pequeño centro ceremonial de Tilocalar, datado en el 1,200 a.C.

Uno de los principales núcleos civilizatorios se desarrolló en torno al oasis de San Pedro de Atacama, donde desde el 400 a.C. hasta el 400 d.C. encontramos vestigios de una pequeña élite que gobernaba sobre las aldeas de la región y controlaba el comercio de productos como la lana de las llamas, cobre, turquesa y cuentas de malaquita. Esta élite adquiría productos suntuarios como conchas, plumas de aves tropicales y estupefacientes como el cebil del noroeste argentino, como evidencia la aldea fortificada de Caserones. La interacción con los pueblos del altiplano llevó al Norte Grande a entrar en la zona de influencia de Tiwanaku hacia el siglo III d.C., con dominio centrado en San Pedro de Atacama y el valle de Azapa, donde establecieron colonias agrícolas y llegaron los llamados «cabuzas», quienes adoptaron el modelo de vida tiwanakota sin abandonar completamente el modo de vida aldeano y mantuvieron buenas relaciones con los últimos pueblos de la cultura Alto Ramírez.

El interés de Tiwanaku en el Norte Grande se centró en controlar el centro caravanero de San Pedro de Atacama y los yacimientos minerales de la región, asegurando a los jefes locales la conexión con la sociedad tiwanakota y el acceso a productos suntuarios tropicales a través de las redes de intercambio andinas. Esto dio lugar a desarrollos locales como Quitor, pero la presencia de Tiwanaku terminó hacia el siglo XI con su decadencia, lo que provocó el abandono de las colonias.

Más al sur, en la región conocida como Norte Chico o Norte Verde, hacia el siglo III a.C., encontramos indicios de la adopción tanto de la ganadería como de la agricultura. Esto dio origen a la cultura El Molle en la región comprendida entre los ríos Copiapó hasta el Choapa, donde la población se concentró adoptando un modo de vida sedentario. Esto permitió que una parte de los aldeanos se dedicara tanto a la alfarería como a la metalurgia. Las relaciones mantenidas con pueblos del noroeste argentino llevaron a que las sociedades El Molle desarrollaran el llamado Complejo Las Ánimas hacia el siglo VIII. Este complejo se trasladó tanto a los valles como a las costas, alternando su subsistencia entre la agricultura y la ganadería y aprovechando los recursos marinos, destacando la caza de mamíferos marinos.

Sin embargo, a partir del siglo X, comenzó un periodo de invasiones provenientes de Atacama por parte de los Diaguitas, quienes también tenían un modelo de vida aldeano. Su influencia artística andina se reflejó en la cerámica local con diseños geometrizados, introduciendo así una innovación en la región.

Los límites de la influencia andina se extienden hasta la Zona Central, con epicentro en la actual ciudad de Santiago. Se ha encontrado un desarrollo autóctono de la cerámica datado hacia el año 860 a.C. en Punta Curaumilla. Aún no está claro si este desarrollo fue local o producto de influencias externas, pero a partir del 300 a.C. ya se evidencia la presencia de agricultura en la región. Las sociedades aldeanas se dedicaron tanto a la vida agrícola como a sus actividades tradicionales de cazadores-recolectores, destacando la importancia de la producción alfarera. Gradualmente, la vida sedentaria ganó importancia, como se observa en las culturas Bato (250 a.C. – 600 d.C.) y Llolleo (150 – 900 d.C.), que construyeron complejos habitacionales y practicaban la deformación craneal.

El último desarrollo cultural más sureño relacionado con la influencia andina se encuentra en la cultura Aconcagua, que se desarrolló a partir del año 900 d.C. con límites hasta el río Cachapoal. Al igual que el resto de la región, no abandonaron la vida aldeana basada en la producción cerámica, lo que llevó a su completa integración en el contexto andino hasta la llegada de la invasión inca en el siglo XV.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Chile antes de Chile. Prehistoria.

  • José Berenguer Rodríguez. El Norte Grande en la prehistoria. Donde el agua es oro.
  • Francisco Gallardo Ibáñez. El Norte Verde y su prehistoria. La tierra donde el desierto florece.
  • Luis E. Cornejo Bustamante. El país de los grandes valles. Prehistoria del Chile central.

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  • Derecha: Jarro con representación antropomorfa, cultura Llolleo, valle del Maipo.

El contexto geopolítico de los 70 y México.

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Desde mediados del siglo XIX, la política exterior mexicana se caracterizó por mantener un equilibrio para asegurar su independencia con respecto a otras potencias, especialmente para defenderse de la amenaza permanente de Estados Unidos. Esto implicaba jugar un sistema de contrapesos entre todas las potencias para garantizar su apoyo en caso de alguna agresión extranjera.

Así, Benito Juárez tuvo que apoyarse en Estados Unidos para enfrentar la agresión de Francia, Gran Bretaña y España. Porfirio Díaz, por su parte, se acercó a estas potencias para mantenerse distante del expansionismo estadounidense. Los gobiernos revolucionarios siguieron esta dinámica para adquirir el reconocimiento de su legitimidad, como ocurrió con Venustiano Carranza y Álvaro Obregón.

Conforme la tensión entre las potencias internacionales iba aumentando, amenazando con el estallido de otra guerra mundial, México aprovechó esta dinámica para lograr sus objetivos internos. Por ejemplo, Lázaro Cárdenas respaldó la expropiación petrolera apoyándose en las buenas relaciones mantenidas con Alemania para ganarse el favor de Estados Unidos y lograr que este intercediera para reducir la beligerancia de Gran Bretaña y los Países Bajos. Avila Camacho también se decantó por los aliados, al no serle de utilidad el Eje.

En la década de los 60, la cancillería mexicana fue muy activa en mantener los equilibrios diplomáticos ante la creciente Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Este principio fue adoptado por Adolfo López Mateos, quien realizó constantes giras en países de ambos bloques para asegurarse de mantener buenas relaciones con todos, disminuyendo así las posibilidades del surgimiento de algún movimiento desestabilizador que pudiera poner en peligro al gobierno.

Por otro lado, durante el mandato de Gustavo Díaz Ordaz, México se acercó a la órbita estadounidense como táctica para enfrentar las disidencias internas, como los movimientos sindicales y estudiantiles que alcanzaron su punto de crisis en 1968. Para justificar estas acciones ante la sociedad, Díaz Ordaz mantuvo una retórica sobre la conspiración comunista como fuente de desestabilización, en lugar de revisar su propio accionar.

La dinámica externa cambió nuevamente con la llegada de Luis Echeverría en 1970, quien decidió alejarse de la esfera estadounidense y apostar por el multilateralismo. Echeverría mantuvo relaciones cordiales no solo con el bloque soviético, sino también con el llamado «Tercer Mundo», compuesto por países que abogaban por mantener una posición neutral entre ambos bloques. A este grupo se unieron los países que emergieron del proceso de descolonización en Asia y África.

A partir del fin de la Segunda Guerra Mundial, México trató de mantener el equilibrio geopolítico para garantizar su independencia en la lucha internacional entre los bloques, manteniendo su presencia en la construcción de organismos internacionales destinados al mantenimiento de la paz global, como la ONU, el FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano. Fruto de estos esfuerzos fue el Tratado de Tlatelolco de 1967, en el que las naciones latinoamericanas se comprometieron a no adquirir ni desarrollar armas nucleares.

Una de las razones por las que Echeverría apostó por la multipolaridad en lugar de seguir una línea favorable a Estados Unidos fue el evidente desarrollo de potencias que habían quedado debilitadas tanto por los efectos de la guerra como por la descolonización, como fue el caso de las naciones europeas y Japón, que ya se habían recuperado y ofrecían ser fuertes competidores a la hegemonía estadounidense. Para entonces, la situación externa de Estados Unidos era menos favorable, su fracaso en la Guerra de Vietnam estaba teniendo repercusiones tanto en su influencia como en la animadversión de grupos disidentes. Por lo tanto, el gobierno de Richard Nixon apostó, a través de su secretario Henry Kissinger, por mantener conversaciones con el gobierno soviético y debilitarlo mediante el estrechamiento de relaciones con China. En ese contexto, América Latina no tuvo una importancia prioritaria.

Las potencias coloniales también enfrentaban fuertes problemas internos que minaban su hegemonía. En Francia, por ejemplo, Charles de Gaulle fue obligado a dejar el poder, mientras que la lucha por el poder entre los conservadores británicos abrió la puerta para que las naciones del Tercer Mundo buscaran un cambio que les permitiera liberarse de la influencia colonial y empezar a desarrollarse económicamente.

Es así como el Movimiento de Países No Alineados buscó ganar una posición que les permitiera obtener igualdad con las potencias y resolver disputas y diferencias de manera equitativa. Esta postura fue favorable en un contexto de división de las potencias, y algunos reclamos pudieron avanzar, aprovechando factores como la creciente importancia de recursos energéticos como el petróleo.

En América Latina, esta posición fue aprovechada por gobiernos reformistas que buscaban cambiar su situación de debilidad frente a las empresas multinacionales. Países como Venezuela, Argentina, Perú, Colombia, Ecuador y Chile buscaron recuperar la soberanía sobre sus recursos y aprovechar el mercado para mejorar sus ingresos.

Aprovechando el distanciamiento de Estados Unidos, las naciones latinoamericanas buscaron ganar independencia respecto a los intereses estadounidenses. Un ejemplo de esto fue Salvador Allende en Chile, quien se acercó al bloque socialista y abogaba por mantener una posición de diversidad ideológica. Sin embargo, Estados Unidos reaccionó ante estos intentos de autonomía, y comenzó a actuar a través de la dirección de Kissinger. Esto se evidenció con el derrocamiento de Salvador Allende en septiembre de 1973, desencadenando una ola de golpes de Estado en el resto de las naciones latinoamericanas para instaurar dictaduras militares afines a los intereses estadounidenses.

Además, Estados Unidos aprovechó las divisiones en el seno de los países no alineados para brindar apoyo a algunas naciones y debilitar así el peso del bloque. La unificación de objetivos por parte de las naciones capitalistas también contribuyó a la desestabilización interna. Este fue el contexto al que Echeverría tuvo que enfrentarse ante las necesidades internas de México, que ya mostraba señales de agotamiento con respecto al «milagro mexicano».

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Blanca Torres. La política exterior de México durante el gobierno de Luis Echeverria (1970-1976): El renovado activismo global, de la revista Foro Internacional, vol.62.

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Imagen: S/D. Luis Echeverria en Cuba junto con Fidel Castro, 1975.

Tiwanaku y el contexto andino.

Una característica singular del desarrollo político-cultural andino fue el surgimiento de una potencia expansionista compuesta por dos estados que se dividieron las funciones. Por un lado, se encontraba Wari, que, como vimos, constituía la parte operativa en cuanto a la organización económica y el control militar. Por otro lado, estaba Tiwanaku, que fungía como el nuevo centro religioso de este conglomerado.

Las condiciones en las que se desarrolló Tiwanaku fueron especialmente difíciles. Se localiza en una de las regiones de mayor altitud, la cuenca del lago Titicaca, que se encuentra a 3.800 msnm. Este territorio frío e inhóspito suele ser azotado tanto por heladas y granizadas frecuentes como por intensas sequías, lo cual dificultaba el desarrollo de un estado organizado.

Sin embargo, Tiwanaku encontró en la religión una forma de articular las redes de intercambio de las aldeas de la región. Esto le permitió convertirse en un estado fuerte que, con el tiempo, también se volvería una potencia expansionista.

Según las investigaciones realizadas, la ciudad de Tiwanaku alcanzó una extensión de 6,5 kilómetros cuadrados, con una concentración poblacional estimada entre 10.000 y 30.000 habitantes a partir del año 400 d.C. A su vez, controlaba centros secundarios como Lukurmata, Pajchiri y Khonko Wankané, que por sus similitudes arquitectónicas se cree que pudieron funcionar como representaciones locales de la metrópoli original.

La organización social de los habitantes de Tiwanaku permitió a las élites distribuir el trabajo de forma eficiente para la producción tanto ganadera como agrícola. En este último ámbito, destaca el uso de los «campos elevados» o «camellones», plataformas de tierra construidas sobre terrenos inundables como las orillas de lagos o ríos. Estos sistemas de canales llegaron a tener hasta 19.000 hectáreas de extensión, similares a las chinampas mesoamericanas.

Para compensar la falta de nutrientes del suelo, los campesinos utilizaban el estiércol de los camélidos como fertilizante natural, a lo que se sumaba la recolección del lodo que se iba acumulando en el fondo de los canales. Además, construyeron tanto canales como acueductos para desviar el agua de los ríos y mantener abastecidos de agua estos campos. Algunos investigadores proponen que algunos de estos campos pudieron ser asignados a corporaciones para su gestión y explotación.

La tecnología hidráulica desarrollada por Tiwanaku fue fundamental para su éxito como civilización. Los canales y acueductos permitieron el riego de grandes extensiones de tierra, lo que a su vez posibilitó la producción de alimentos a gran escala. Esta producción agrícola fue vital para el crecimiento y desarrollo de la ciudad, así como para el mantenimiento de su población.

La crianza de camélidos como llamas y alpacas fue fundamental para la sociedad Tiwanaku. Estos animales proporcionaban alimento a través de su carne y leche, y también lana para la elaboración de textiles. Además, eran utilizados como animales de carga en las caravanas que transportaban mercancías a otras regiones de los Andes. Incluso, formaban parte de los rituales religiosos como víctimas de sacrificio.

Los dominios de Tiwanaku se extendieron por una amplia región, integrando zonas que antes habían permanecido al margen del desarrollo civilizatorio andino. Su influencia abarcaba desde gran parte del suroeste de Bolivia (departamentos de Cochabamba, Chuquisaca y Tarija) hasta el norte de Chile (Antofagasta), la esquina noroeste de Argentina (Jujuy) y el sur de Perú (llegando hasta el sur de Ica). Esta expansión territorial les permitió acceder a diversos ecosistemas productivos, como la yunga y la cuenca de Moquegua.

Según las investigaciones, el poder religioso de Tiwanaku fue un factor clave para mantener el control sobre estos territorios sin necesidad de recurrir a la fuerza militar. Se implementaron estrategias políticas de control tanto directas como indirectas, adaptándose a las características de cada región.

Las necesidades económicas de Tiwanaku impulsaron la colonización de ciertos territorios estratégicos. Entre ellos se encontraban Cochabamba, la cuenca de Azapa en Chile y Moquegua, regiones con gran potencial para la producción de maíz y hoja de coca. Estos productos eran fundamentales para las actividades ceremoniales y el sustento de la élite religiosa, por lo que su cultivo se manejaba de forma restringida.

En Moquegua se evidencia la importancia de la colonización. Los Tiwanaku construyeron allí grandes centros político-religiosos para administrar el sistema de chacras que abastecía tanto a los caseríos como a las unidades habitacionales. Un ejemplo notable es el templo de Omo, que replicaba los esquemas metropolitanos y donde se celebraban grandes rituales comunitarios como banquetes.

La presencia de cerámica del altiplano del Titicaca en Omo, Cochabamba y San Pedro de Atacama confirma la presencia de población Tiwanaku en estas zonas. Esta población demandaba productos de su tierra natal como forma de mantener sus vínculos culturales y fortalecer la identidad Tiwanaku en las colonias.

El período Tiwanaku V (750-1000 d.C.) se caracterizó por una notable expansión hacia los valles costeros. Se estableció una red de intercambio donde las caravanas de estos territorios transportaban materias primas a Tiawanaku, a cambio de objetos manufacturados en la ciudad. Esta dinámica comercial explica la presencia de elementos Tiawanaku en las tumbas de los gobernantes regionales.

Las redes de intercambio de Tiwanaku V tenían un alcance considerable. Llegaban hasta puntos lejanos como el Lago Poopó (a 300 km), donde el yacimiento de Querenita proporcionaba basalto para la elaboración de herramientas y armas.

Los alucinógenos también desempeñaron un papel importante en el comercio. La vilca, un alucinógeno extraído de un árbol, era uno de los productos más preciados. Se han encontrado restos de vilca en diversos objetos rituales, así como en representaciones artísticas como las de Conchopata, cerca de Wari. Incluso, se ha sugerido que el arte de monumentos como la Portada del Sol pudo inspirarse en las visiones producidas por estos alucinógenos.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Julián I. Santillán. Economía prehispánica en el área andina (Periodo Intermedio Temprano, Horizonte Medio y Periodo Intermedio Tardío), del libro Historia económica del Perú.

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  • Izquierda: Puerta del Sol. Tiwanaku, Bolivia, Horizonte Medio.
  • Derecha: Vaso de jaguar, cultura Tiwanaku, Horizonte Medio.

El fin del periodo Formativo y la decadencia de Chavin.

Durante el periodo comprendido entre los años 700 al 200 a.C., los arqueólogos han designado este período como Formativo Tardío o Superior. En este período, podemos observar cómo los diferentes desarrollos regionales que surgieron o formaron parte de la cultura Chavín comienzan a adquirir una identidad propia. Estas culturas emergentes no tienen una cabeza clara, ya que el influjo religioso derivado de los sacerdotes de Chavín condujo a la formación de nuevos núcleos regionales.

Hacia el norte, en los valles de Jequetepeque, Chicama y Piura, la cultura original Cupisnique experimenta un resurgimiento por parte de las élites regionales. Su influencia se extiende tanto en la propia Costa Norte como hacia el sur, como se evidencia en el sitio de Campanayuc Rumi en Ayacucho, donde se observa una arquitectura religiosa que imita la de Chavín. En este contexto, el sitio de Kuntur Wasi funciona como un santuario regional al que los gobernantes desean estar vinculados para mantener la legitimidad ante su pueblo. En el sitio, se observa un aumento en la cantidad de tumbas, posiblemente con la intención de convertirse en ancestros divinizados. Además, surge una figura mítica que sería constante en la religiosidad de las civilizaciones andinas: el «Dios de los Bacúlos».

Sin embargo, a partir del año 500 a.C., la naturaleza golpeó duramente a las civilizaciones andinas con uno de los periodos de inestabilidad climática ocasionados por «El Niño», que alteró los patrones de lluvia y provocó la ruina de varias poblaciones. Este fenómeno fue especialmente devastador para las élites religiosas de Chavín, que perdieron la confianza del pueblo al suponer que habían caído en desgracia ante los dioses. La crisis climática desencadenó una serie de crisis regionales debido a la baja productividad agrícola, lo que puso fin a la «internacionalización» que implicaba el fenómeno Chavín. Como consecuencia, las culturas regionales se fortalecieron y se convirtieron en centros de irradiación de la cultura andina hacia las zonas marginales, como la Costa Sur.

Este periodo de crisis, conocido como Formativo Final y que abarca desde los años 500 hasta el 200 a.C., se caracterizó por el fortalecimiento de las clases gobernantes locales. Esto se reflejó en el incremento de obras de arquitectura monumental, ya que cada región construía sus propios centros ceremoniales.

Una tendencia generalizada en las construcciones andinas fue el resurgimiento de una técnica constructiva proveniente del Formativo Temprano: el uso de elementos megalíticos. Esta técnica fue ampliamente empleada tanto en los conjuntos ceremoniales como en las fortificaciones, adaptándose a las necesidades de la época y al bagaje cultural de la región. Se encuentran ejemplos de esta técnica en regiones como Nepeña, Casma y la Sierra Norte.

Hacia el sur, en torno a la península de Paracas, surgió una cultura que tomó su nombre y comenzó su desarrollo alrededor del 700 a.C. Inicialmente, se establecieron aldeas formalizadas como Jauranga y Ocucaje en el valle de Palpa. Sin embargo, a partir del 360 a.C., comenzaron a construir complejos de arquitectura monumental, como el conjunto de Animas Altas en Ica, que representaba una forma de vida urbana diferente a la influencia del norte.

Durante esta etapa, la presencia de basamentos piramidales como parte de los centros ceremoniales desapareció, dando lugar a una mayor importancia de los patios como espacios para la celebración de ceremonias religiosas públicas. A pesar de ello, se percibía una mayor separación por parte de las élites respecto al resto del pueblo.

A partir del año 200 a.C., comienza la transición entre las sociedades del Formativo hacia el Horizonte Medio. Sin embargo, esta etapa, que ha perseguido a la arqueología peruana como una sombra, no ha sido debidamente estudiada. Es a partir de entonces que emergen tres tradiciones culturales que marcarían el desarrollo civilizatorio andino: la Mochica en la Costa Norte, Lima en el centro y Nazca en el sur. Mientras tanto, en la sierra, el complejo Kotosh-Higueras se desarrolla de manera autónoma.

La cultura moche o mochica hereda de la cultura Cupisnique y se cree que surgió como resultado de la fusión con la tradición Salinar, con la cual fue contemporánea. Esto condujo a una mayor sofisticación de la cultura aristocrática, como lo indica el desarrollo tecnológico en técnicas metalúrgicas, evidenciado en tumbas encontradas en yacimientos como Loma Negra en Piura o La Mina en Jequetepeque. Además del desarrollo cultural en la Costa Sur, esta cultura comenzó a influir en regiones adyacentes, como el altiplano peruano-boliviano, donde surgiría la cultura Chiripa entre el 591 y el 116 a.C. (antecedente de la cultura Tiahuanaco). Al mismo tiempo, la civilización andina estableció relaciones comerciales con los pueblos de la costa norte de Chile.

Si bien la presencia de Chavín desaparece como consecuencia de la inestabilidad climática provocada por «El Niño» (incluso Kuntur Wasi tuvo un final violento, como se demuestra en las excavaciones), su espíritu perdura en los nuevos estados que surgieron como resultado de su influencia como centro de formación religiosa. Esto dio lugar al nacimiento de nuevas tradiciones cosmogónicas con una base común. Este legado fortaleció a las élites regionales políticas, ya que la desaparición de la figura simbólica de Chavín les permitió iniciar sus propias tradiciones.

Este proceso facilitó tanto el aumento de la expansión comercial hacia las regiones vecinas como el incremento de las relaciones beligerantes entre estos nuevos estados, lo que caracterizó al Horizonte Medio. En los siglos posteriores, surgieron nuevas culturas que definieron la identidad de las regiones de la Costa Norte, Central, Sur y Sierra, marcando el final de este período en el que se forjaron estas tradiciones como producto de la concentración inicial en torno a la parafernalia religiosa desarrollada por Chavín como centro nodal de la vida andina.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía:  Peter Kaulicke. Las cronologías del Formativo. 50 años de investigaciones japonesas en perspectiva.

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  • Izquierda: Jarron globular, cultura Cupisnique, periodo Formativo.
  • Centro: Estela de una deidad femenina, Pacopampa, Cajamarca, periodo Formativo.
  • Derecha: Jarron con un felino pintado, cultura Paracas, periodo Formativo.

Editorial: La América del 2022

En este año, el continente americano vivió una serie de cambios donde se le da un giro importante al curso de los acontecimientos de los años venideros, la tendencia clara va en camino al debilitamiento de los movimientos populistas para tornar a propuestas más moderadas, alejándose tanto de la extrema derecha y de la izquierda radical, pero inclinándose la balanza hacia la izquierda moderada. Para Estados Unidos fue un año fundamental al enfrentar tanto las políticas regulatorias encaminadas a un combate efectivo contra el COVID 19 y su regreso como potencia mundial manteniendo el pulso contra Rusia y China, pero internamente también tuvo que ocuparse del reto mantenido por la extrema derecha condensada en la figura del expresidente Donald Trump, logrando salir mejor librado que lo que apuntaban las encuestas. A pesar de que gran parte de América Latina se ha movido al espectro de la izquierda, en estos últimos meses se avizora la perdida de dos países fundamentales debido a las crisis económicas de este año y a las disputas políticas donde sus principales lideres han caído en desgracia, como es el caso de Cristina Fernández en Argentina y el recién encarcelado Pedro Castillo de Perú.

Dos países que tuvieron sus elecciones presidenciales fueron los que conformaron la llamada ola izquierdista latinoamericana, las cuales a diferencia de otros movimientos de tendencia radical como el chavismo o el obradorismo apostaron por seguir una línea moderada como estrategia para derrotar a la derecha. El primer caso lo tenemos con Colombia, el cual desde su independencia ha sido gobernada por una elite de centro-derecha que se ha caracterizado por convertirse en los grandes terratenientes al poseer grandes extensiones del país, provocando con ello que la izquierda y los movimientos populares fuesen subyugados a los intereses de la oligarquía, dando origen a la guerrilla que desde los años 50 hasta la década pasada pusieron a una buena parte de la zona rural colombiana en estado de guerra. El fracaso para llevar el bienestar a la población hizo que el sector de centro-derecha perdiese toda fuerza para mantenerse en el poder, por lo que gran parte de las preferencias se fueron hacia el viejo candidato de las izquierdas Gustavo Petro y otra más debilitada apostaron por el candidato independiente de centro y populista Rodolfo Hernández, por lo que nos encontramos ante una nueva página de la historia colombiana donde decide deshacerse de los medios inoculados por los políticos de siempre de vincular a la izquierda con la guerrilla y el chavismo.

El caso de Brasil es muy simbólico porque es uno de los pocos países latinoamericanos donde el populismo de derechas ha tenido un gran éxito que llevo al poder a Jair Bolsonaro en el 2019 ante una izquierda debilitada por los casos de corrupción, pero la polarización impulsada donde favorecía a los sectores más conservadores de la sociedad, la escandalosa degradación ambiental del Amazonas para impulsar actividades privadas irregulares y el fracaso para enfrentar al COVID 19 al apostar por una postura anticientífica provocaron una crisis generalizada en el país, por lo que todo apuntaba a un regreso arrollador de Luiz Inacio Lula da Silva a la presidencia. A pesar de la pérdida de popularidad de Bolsonaro y de una tendencia favorecedora a Lula, hizo que Bolsonaro apostase por una fuerte campaña basada en ayudas sociales y de implementar una retórica de miedo hacia la izquierda cayendo en posiciones ridículas como la satanización religiosa, logrando revertir la tendencia a favor de Lula donde se apostaba por su victoria en la primera ronda y pudo llevar las elecciones a una segunda ronda en noviembre. Esto no fue suficiente para revertir la tendencia a favor de Lula quien gana las elecciones, pero con un estrecho margen de poco menos de un punto porcentual y con un congreso en buena parte conservador, por lo que en este nuevo gobierno de Lula tiene el gran reto de negociar con un poder legislativo que le va a ser adverso y sobre todo debe restaurar la paz social revirtiendo el odio impulsado por el bolsonarismo a la otra mitad de los brasileños.

A finales del 2021, Chile tuvo unas elecciones históricas donde gana la izquierda representada en las nuevas generaciones, que impulsaron el movimiento en contra de las condiciones de desigualdad construidas desde la dictadura de Augusto Pinochet y cimentadas con la Constitución de 1980, caracterizada por los pocos apoyos sociales a los sectores más desfavorecidos al privatizarse la seguridad médica y el acceso a la educación, concentrándose estas reivindicaciones en la candidatura de Gabriel Boric. Como parte de este proceso global de polarización, esas elecciones no estuvieron absueltas de su presencia y da como representación de la derecha a José Antonio Kast, quien enarbolaba la defensa del sistema derivado de Pinochet y que tiene como una gran defensa el nivel de desarrollo que tiene Chile en el contexto latinoamericano y que resulta superior, resultando en uno de los pocos casos de éxito relativo del sistema neoliberal, pero sin dar oportunidades reales de ascenso social a los grupos marginados. Las elecciones fueron muy ajustadas al presentarse varios candidatos, donde la primera vuelta fue ganada con un 28% por Kast y en la segunda vuelta los partidos de centro-izquierda unen su plataforma a la de Boric y ganan la elección con un resultado ajustado del 55.87% contra el 44.13% de Kast, pero tienen un duro golpe de realidad con la pérdida del congreso con una clara mayoría conservadora.

Este factor es muy importante para este 2022, ya que como consecuencia de las protestas sociales del 2019 durante el gobierno de Sebastián Piñera se llega el consenso para crear una nueva constitución para reemplazar a la de 1980, por lo que la red de alianzas de Boric tenía como objetivo llevar las reivindicaciones de sus diferentes agrupaciones al nivel legal. Desde un inicio, Boric se mostró como un político centrado y comprometido con las causas de la social democracia, desmarcándose de la izquierda autoritaria representada en los gobiernos de Venezuela, Cuba y Nicaragua, pero la complejidad del contexto chileno lo ha obligado a tener que recurrir a las mismas medidas de los gobiernos anteriores como sucedió con los roces sostenidos con el movimiento mapuche. La falta de coordinación entre los diferentes grupos sociales hizo que el proceso constituyente iniciado en octubre de 2020 dejase como resultado un proyecto que termino por no convencer a nadie, las bases de Boric quedaron inconformes por no concretar con los objetivos que esperaban, mientras la oposición la tachó de irrealizable por los grandes gastos presupuestales para lograr cumplir con los programas sociales propuestos y por lo frívolas que resultaban las reivindicaciones de los grupos progresistas, por lo que en el plebiscito de octubre fue desechada y obliga a crear un nuevo congreso constituyente para crear la nueva Carta Magna.

Otro punto candente en el continente lo estamos presenciando en El Salvador, todo por las acciones de su presidente Nayib Bukele quien está al mando del gobierno desde el 2019 y que como en otros países llega al poder desde un movimiento populista que aprovecha el hartazgo social hacia los partidos tradicionales. En estos primeros años, Bukele ha impulsado una política de mano dura contra las pandillas que llegaron a sumir al país a niveles de violencia sin precedentes, además de impulsar medidas polémicas como la adopción del bitcoin como sistema de pago oficial a la par del dólar y que ante el estallido de la burbuja ha quedado mal parado, pero de sus acciones más polémicas ha sido el uso indiscriminado del ejército para amenazar al poder legislativo para que aprueben sus iniciativas y se vale de la legitimidad otorgada por sus altos niveles de popularidad. Esto le ha dado pauta para que le aprobasen el cambio constitucional donde se quita la limitante de la reelección para que sea de forma consecutiva, dando lugar a su muy probable enquistamiento en la presidencia y gozando esta medida antidemocrática con el respaldo del pueblo, que ve en las acciones contra la delincuencia que muchas veces atenta contra los derechos humanos de los delincuentes una muestra de su eficiencia.

En Estados Unidos este año era importante por las elecciones legislativas donde se amenazaba la perdida de la débil mayoría mantenida por los demócratas, siendo una amenaza importante el trumpismo que se ha convertido en la base del Partido Republicano, por lo que hubiese convertido al congreso en una poderosa fuerza opositora para el gobierno de Joe Biden y la plataforma perfecta para el regreso de Donald Trump en el 2024. Las minas que dejo sembradas en la Suprema Corte de Justicia dieron frutos al derogar los efectos del caso Roe vs Wade donde se daba amparo al nivel nacional para que las mujeres accediesen al aborto superando las leyes estatales, empoderando a los estados en la decisión sobre si sus mujeres puedan abortar o no sin posibilidad de apelación. Esta decisión aumenta la polarización nacional y seria usada en las campañas electorales, pero las encuestas volvieron a equivocarse sobre una contundente victoria trumpista, a pesar de haberse perdido la Cámara de Representantes en favor de los republicanos por un mínimo margen, retienen el senado al quedar empatado y teniendo el voto definitivo la vicepresidenta Kamala Harris, siendo una derrota para Trump y dando lugar a un posible cambio del liderazgo entre los republicanos en favor de Ron de Santis, gobernador de Florida.

Ahora toca tratar los dos temas que han encendido el debate en los últimos momentos del año, Argentina ha sido una nación muy difícil de gobernar ante la perpetua crisis económica vivida hace décadas, ni las dictaduras militares o los gobiernos neoliberales de la derecha, ni los peronistas y ahora los kirchneristas como representantes de la izquierda estatista han podido sanar la economía debido a los cambios constantes la formula con los nuevos gobiernos. Esto fue el principal acabose del gobierno de Mauricio Macri, quien no pudo reelegirse en el 2019 por los pésimos resultados económicos y dio lugar al regreso de los kirchneristas de la mano del ex jefe de Gabinete Alberto Fernández con su antigua jefa Cristina Fernández de Kirchner, quien tuvo que bajarse de la carrera al revelarse su poca popularidad y acepta formar la coalición para quedarse con la vicepresidencia, provocando a partir de entonces una constante lucha interna por parte del presidente para no convertirse en el títere de Cristina. Pero la crisis provocada por el COVID han impedido la recuperación económica y ha profundizado los problemas internos de la nación, por lo que los kirchneristas pierden las elecciones legislativas del 2021 en favor de la coalición de Macri, aumentando la tensión dentro del kirchnerismo en contra de Cristina y avivado por las denuncias de corrupción durante su gobierno, por lo que el 6 de diciembre fue inhabilitada penalmente para ocupar cargos públicos de por vida y a 6 años de prisión, si bien esta medida no tiene efecto inmediato, solo apuntala el desencanto de la población por el kirchnerismo ante la las nulas posibilidades de crecimiento y podría regresar Macri en el siguiente año.

En la editorial dedicada al ascenso de Pedro Castillo, señale la crisis política vivida desde hace años en Perú donde los presidentes han sido perseguidos por sus actos de corrupción y destituidos por el congreso, donde el fujimorismo se ha mantenido como una base fuerte y una importante figura de desestabilización para la presidencia con el fin de que Keiko Fujimori ascienda a la presidencia. Desde el inicio de su gobierno en 2021, Castillo ha demostrado su incompetencia para forjar los apoyos necesarios para gobernar, no solo tenía que hacer frente a un congreso con una gran representatividad y como principal fuerza a los fujimoristas, empieza a pelearse con su propia coalición como el rompimiento que tuvo con su socio y presidente de su partido Vladimir Cerrón, por lo que su gobierno ha pasado por una gran inestabilidad debido a la constante renuncia de los miembros de su gabinete. Todos los problemas empiezan a condensarse en las investigaciones por corrupción realizadas tanto a él como a su familia, teniendo los fujimoristas un arma para promover desde el congreso su destitución, pero a pesar de contar con los apoyos suficientes para superar la vacancia, Castillo exagera en su reacción y lanza un mensaje donde informa la disolución del congreso para convocar a nuevas elecciones legislativas, proceso que es legal como una forma de lograr apoyos legislativos, pero que solo se puede hacer si el congreso rechaza por dos veces la formación del gabinete, por lo que el acto realizado era ilegal y de ahí que ni el ejercito ni la policía le hiciese caso, provocando que el congreso lo inhabilitara de por vida y lo encarcelase al fracasar en su intento de llegar a la embajada mexicana.

El 2023 vamos a tener nuevos procesos electorales que podrían cambiar la balanza de fuerzas en América, ya que tendremos las elecciones presidenciales de Paraguay y Guatemala, pero creo que el proceso que va a llamar más la atención es el de Argentina en octubre, donde veremos si la maquinaria kirchnerista logra mantenerse en el poder o regresara al poder Macri o alguna nueva figura de su mismo movimiento. El reto principal para todos los países es lograr reencarrilar las respectivas economías para sortear la crisis económica generada tanto por la pandemia como por la invasión rusa a Ucrania.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

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México como el corazón de la Hispanoamérica del siglo XIX.

El sistema virreinal implementado por los españoles por 300 años había construido una serie de unidades políticas independientes entre sí, pero contando con el elemento unificador el ser gobernado por el rey de España. La crisis provocada a los inicios del siglo XIX cuando Carlos IV y Fernando VII renuncian al trono en favor de los intereses de Napoleón provocaron un vacío de poder donde los criollos de los diferentes reinos contemplaron exigir su lugar dentro de la política y sobre todo a empezar a formular la idea de formar lasos con las elites criollas de los otros estados indianos. Pese a lo que se piensa desde la idea del nacionalismo español de una unidad hispana, los reinos de América estaban completamente aislados y divididos por la misma administración española que limitaba los contactos entre ellos para ser los peninsulares los únicos en establecer alguna clase de contacto, por lo que dentro de los nacionalismos hispanoamericanos estaba la idea de la unión entre los diferentes pueblos echando a España que servía de obstáculo, aunque con el tiempo y hasta hoy se perciben los efectos que impiden la colaboración mutua.

El proyecto que contemplaría la idea de una unión hispanoamericana seria el del insurgente Francisco de Miranda proveniente de Nueva Granada, quien contemplaba construir una capital en común para todos en Panamá, mientras su sucesor Simón Bolívar tenía la idea de llevar el gobierno de toda América en la Nueva España, pero a la postre resultaría infructuosa cualquier idea de colaboración y coordinación entre todos los movimientos insurgentes por las dificultades logísticas y económicas. Una vez culminados los procesos independentistas, en 1822 el mismo Simón Bolívar ya como presidente de la Gran Colombia manda agentes políticos tanto a Rio de la Plata, Chile, Perú y México, de esta última lograría la firma del Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua entre México y Colombia el 23 de octubre de 1823. El fin de estas representaciones era la de convocarlos para que enviasen sus representantes a la Asamblea General de Estados Americanos en Panamá con la idea de sentar las bases para formar una confederación.

En el caso mexicano contamos con un antecedente por parte de la insurgencia de la letra Francisco Severo Maldonado, sacerdote ligado al movimiento de Hidalgo quien llega a sugerir la formación de una confederación militar americana que además contemplaba integrar a EU teniendo como sede en la Florida Oriental, esperando que los demás estados hispanos mandasen tropas para liberar Cuba.  Desde los días del Primer Imperio Mexicano, dentro de la Soberana Junta Provisional Gubernativa de 1821 tendría como objetivo el entablar relaciones con los demás estados americanos al reconocer el enorme bagaje cultural que los unían. En esos tiempos se encontraba la propuesta del legislador salvadoreño Juan de Dios Mayorga, que sabiendo la amenaza representada por la Santa Alianza y el temor ante una expedición de reconquista por parte de un ejército europeo propone al Congreso mexicano la formación de la confederación militar solicitando la reunión de los estados americanos ya sea en Nicaragua, Costa Rica o Panamá para acordar los reconocimientos diplomáticos y los planes de defensa, tema que tuvo la atención de los legisladores pero que quedaría en el olvido debido a la disolución del congreso por parte de Iturbide.

El gobierno surgido de la caída del imperio puso manos a la obra para organizar las relaciones diplomáticas, siendo la cabeza del proyecto el antes representante en las Cortes de Madrid Lucas Alamán, tocándole recibir la invitación de Bolívar donde además se incluía integrar en la alianza tanto a los recién separados Bolivia y Guatemala, así como extender la invitación a Estados Unidos, Países Bajos, Francia, Brasil y la Gran Bretaña. El  Congreso de Panamá resultaría lejos de lo esperado al solo asistir los representantes de México, Centroamérica, Perú y Colombia, además de que Gran Bretaña y los Países Bajos solo mandaron representantes en calidad de observadores y de la delegación estadounidense que constaba de dos uno muere a la mitad del camino y el otro llega tarde, por lo que solo se ratificaron algunos tratados previamente consignados por los diplomáticos y con la promesa de planes de defensa ante el hipotético ataque europeo, de los cuales solamente el Congreso de Colombia les dio carácter oficial. Hubo la intención de reunirse en un nuevo encuentro en Tacubaya hacia 1828, pero dado el fracaso que fue Panamá solamente llegaron los representantes de Centroamérica y Colombia.

Para 1831 y con Anastasio Bustamante en la presidencia regresa al ministerio de Exteriores Lucas Alamán, quien pretendió retomar la iniciativa para crear la unión hispanoamericana, mandando representantes a todos los países hispanos con excepción de Paraguay, el cual vivía bajo la dictadura aislacionista del Dr. Francia. Los objetivos planteados para consolidar la confederación era la de ofrecer una respuesta conjunta a las trabas impuestas por Europa, empezando por poner las bases para buscar el reconocimiento de España y el Vaticano, los alcances de los acuerdos con los demás países, las relaciones internas entre los países hispanoamericanos, un plan de defensa en conjunto y la delimitación de las fronteras. Posiblemente el que animo a Alamán a dar el paso fue el representante chileno Joaquín Campino quien le explica que el fracaso de Panamá se debió a la desconfianza tanto de Rio de la Plata y de Chile hacia la figura de Bolívar, de quien temían que aprovechase la oportunidad para instaurar un gobierno despótico continental al aprovechar su influencia política que abarcaba la Gran Colombia, Perú y Bolivia, por lo que el momento para proponer la confederación era el óptimo por la muerte del Libertador hace pocos años y porque buena parte de los países tenían más confianza en una propuesta por parte de México.

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Federico Flores Pérez

Bibliografía: Jesús Hernández Jaimes. La metrópoli de toda la América. Argumento y motivos del fallido hispanoamericanismo mexicano, 1821-1843, de la revista Estudio de Historia Moderna y Contemporánea no. 30.

Imagen: Anónimo. Mapa físico y político de America en 1840.