El fenómeno mediático del fusilamiento del padre Pro.

La guerra cristera fue una reacción a las políticas radicales del presidente Plutarco Elías Calles con las que pretendía “desfanatizar” al país, esto con el ataque tanto a la iglesia como a la vida religiosa de la población que se vio muy disminuida en sus alcances como el poder hacer procesiones, la celebración de misas o incluso la prohibición de los religiosos a portar sus hábitos. Esto hizo que para 1926, el ataque a la iglesia sumado a los reclamos por las promesas incumplidas por parte de los gobiernos revolucionarios provoca un levantamiento popular que tuvo un alcance en buena parte del país, pero donde se alcanza los niveles de guerra seria en el Occidente donde suceden buena parte de las acciones militares.

La feligresía a lo largo del país van formando asociaciones con el fin de poder brindar apoyo a los rebeldes, ya sea con la recolección de dinero o incluso con el suministro de armas y de información, pero hubo otras como el caso de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM) que decidió dar un paso más y meterse de lleno en el conflicto con atentados contra los principales representantes del gobierno. Es así que el 13 de noviembre de 1927 mientras el expresidente Álvaro Obregón viajaba por la Calzada de los Filósofos en Chapultepec, un auto se acerca al suyo lanzándole una bomba casera, pero su elaboración fue tan defectuosa que solo ocasiono que los cristales del auto estallaran y provocaran heridas leves para los ocupantes, lo que sus guardias proceden a la persecución del vehículo que termina con la captura de Nahúm Lamberto Ruiz que muere por las heridas ocasionadas.

Antes de su muerte, fue sometido a un interrogatorio en el que revela los nombres de las personas que estaban detrás del atentado, por un lado estaba el ingeniero Luis Segura Vilchis quien había fabricado las bombas y en el otro el padre Miguel Agustín Pro quien había rentado el auto que se usó. El mismo Segura Vilchis después del atentado se vería con Obregón en la Plaza de Toros de La Condesa, lo que le valdría la sorpresa de Obregón al enterarse por haberle caído tan bien y se dice que fue el quien facilito su salida de prisión, pero el involucramiento del padre Pro en el atentado hizo que Vilchis se volviera a entregar y asumiera toda la culpa con tal de que no fuese juzgado el religioso, cosa que no logra y ambos serian fusilados.

El padre Pro fue una personalidad distinguida entre los religiosos de la Ciudad de México, siendo su ejecución y sepelio acompañado por las multitudes quienes lo seguirían en sus últimos momentos. Su importancia fue tal que durante todo su proceso fuese documentado por varios fotógrafos que lo siguieron desde su juicio hasta su entierro, siendo las fotografías que sacaron muy solicitadas al nivel popular por tratarse de los testimonios del martirio de una persona que luchaba por su fe. El caso contrario le sucedió al general Roberto Cruz, de origen yaqui había acompañado el movimiento revolucionario desde el maderismo y lo siguió con Obregón, el fue el elegido para acatar las órdenes de ejecución de los implicados, lo que le provoco el descredito social durante toda su vida.

Si bien el motivo del gobierno de divulgar las fotos del proceso del padre Pro fue el de desincentivar el movimiento, lo único que lograría es la exacerbación por la causa cristera al darles el gobierno una mártir al cual venerar. A partir de ahí, la figura del padre Pro sería muy popular a lo largo de las generaciones, siendo su casa en la colonia Roma un lugar de culto, así como las imágenes de su proceso judicial. El junto con otros religiosos y civiles que fueron martirizados durante el conflicto han sido beatificados por el papa Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1985, pero de momento no ha sido elevado a la categoría de santo como si lo hicieron otros personajes beatificados, esto se podría explicar porque la figura del padre Pro representa para la política mexicana en un símbolo de su fallida cruzada contra la iglesia por el poder, que aunque en su momento se decía que él no había estado involucrado en los atentados, estudios recientes sobre su vida indican que estuvo muy relacionado en los movimientos contra el gobierno callista.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura

Federico Flores Pérez

Bibliografía: Carlos Martínez Assad. El mito del padre Pro, de la revista Relatos e Historias en México no. 98

Imagen: Anónimo. Momento después del atentado dinamitero contra Obregón, 13/11/1927

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