La estructura del estado chimú.

Dentro del contexto andino, uno de los antecedentes relevantes para comprender el incanato es el reino Chimu de la costa norte. En este contexto, encontramos evidencias de un sistema político conocido como la “herencia partida” o “herencia dual”. Según este sistema, los herederos al trono solo tenían derecho al cargo político de su padre, pero no a sus bienes materiales. Esto implicaba que el heredero tenía la responsabilidad de formar su propio patrimonio palaciego y su corte, lo que a menudo llevaba a la expansión territorial y la subyugación de otros pueblos para adquirir más recursos.

Bajo estas condiciones, los palacios de los reyes anteriores quedaban bajo la administración y cuidado de sus otros descendientes, lo que gradualmente llevaba a una reducción de las zonas centrales de la ciudad con cada nuevo monarca. La ciudad de Chan Chan, en gran parte, consistía en estos palacios reales que no solo eran edificios de gobierno, sino que también representaban la presencia continua del soberano incluso después de su muerte.

Esta persistencia del poder real más allá de la vida llevó al desarrollo de procesos de momificación de los cadáveres, que se convertían en «mallquis». Estos mallquis eran tratados y venerados como si estuvieran vivos, en virtud de su vínculo con los dioses, y eran considerados dignos de recibir ofrendas y sacrificios humanos.

La ciudad de Chan Chan ha sido identificada como la capital del estado chimú. Su característica principal radica en que fue construida íntegramente con adobe, tanto en la base de los edificios como en su decoración, que incluye frisos modelados en relieve y algunos murales. Estos diseños van desde patrones geométricos hasta representaciones marinas con imágenes estilizadas de aves y peces, lo que ha sido denominado como la “iconografía imperial chimú”.

La extensión territorial de Chan Chan llegó a abarcar alrededor de 20 km2, con una población estimada de 20 a 30 mil habitantes que incluía a la nobleza, artesanos a su servicio y la servidumbre. Se piensa que Chan Chan contaba con una red de caminos propios que la conectaban con otros centros regionales y facilitaban el comercio de mercancías.

Para consolidar su dominio, el imperio chimú estableció un sistema de ciudadelas desde las cuales podían ejercer control regional y defenderse de rebeliones o invasiones. Un ejemplo de estas fortificaciones es la fortaleza de Paramonga en Lima, caracterizada por grandes muros con una sola entrada, edificios administrativos, residencias, depósitos, fuentes de agua y tumbas reales. Se cree que estas ciudadelas fueron fundadas, en su mayoría, una por cada gobernante.

Como herederos de los moche, los chimú conservaron los importantes avances técnicos necesarios para mantener sus complejos sistemas de riego agrícola. Estos sistemas les permitieron convertir áreas desérticas en campos de cultivo operativos. Una de sus innovaciones notables fueron las “chacras hundidas” o wachaque, que consistían en campos excavados hasta alcanzar el manto freático, permitiendo el crecimiento de vegetación y la creación de microclimas.

Aunque los chimú no desarrollaron herramientas agrícolas sofisticadas (se limitaron a instrumentos básicos), sus obras de ingeniería son impresionantes. Por ejemplo, el sistema de canales La Cumbe se extiende desde el valle de Chicama hasta el valle Moche a lo largo de 84 km. Este sistema resolvió problemas como la “pendiente crítica”, aprovechando las características del terreno para controlar el flujo del agua.

Tanto la construcción como el mantenimiento de estos sistemas requirieron un complejo sistema de organización social para movilizar la mano de obra de las comunidades cercanas. Además, tuvieron en cuenta los periodos de exceso de agua entre diciembre y marzo, así como la amenaza de sequías de abril a noviembre, lo que llevó al diseño de almacenes de agua para enfrentar estas condiciones climáticas.

Gracias a la capacidad técnica de los chimú para mantener el suministro de agua, lograron mantener bien alimentada a la población en general y dedicar una parte de sus tierras a cultivos «industriales» como el algodón. Esto les permitió tener acceso a una dieta rica en frutas, legumbres, granos y productos marinos, además de un aumento en el consumo de carne de llama. La producción agrícola se concentraba principalmente en los valles de La Leche y Jequetepeque, donde se establecieron centros de almacenamiento para distribuir los cultivos en todo el imperio, llegando hasta Huarmey como límite de la zona productora, donde se encuentran los últimos vestigios de la infraestructura chimú.

Además de la agricultura, otras áreas se convirtieron en importantes centros de manufactura, como Manchán en el valle de Casma, donde existen evidencias de una importante producción textil. También se ha encontrado evidencia de la producción a gran escala de la chicha, la bebida ritual más consumida.

Como se mencionó anteriormente, Chan Chan se destacó como la principal productora de objetos suntuarios, atrayendo a los artesanos más talentosos de los territorios conquistados. Por ejemplo, los metalurgistas de Lambayeque vivieron junto a sus familias en Chan Chan, transmitiendo sus conocimientos generacionales en un entorno gremial donde sus trabajos estaban sujetos a estrictos controles de calidad por parte de la nobleza.

Los caravaneros también fueron considerados en Chan Chan, proporcionándoles áreas de vivienda y corrales para sus llamas, con el objetivo de mantener una comunicación efectiva con otras provincias. Incluso se les asignaron cementerios propios, incluyendo tumbas para las llamas. Este enfoque en la logística y la comunicación contribuyó a la eficiencia del comercio tanto interno como externo.

El sistema productivo de Chan Chan se coordinaba con otras zonas, como Lambayeque, que mantuvo su especialización en metalurgia, y Casma, conocida por su producción textil centrada en Manchán. Esta coordinación aseguró el abastecimiento de las necesidades tanto del pueblo como del mercado interno y externo.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Julián I. Santillán. Economía prehispánica en el área andina (Periodo Intermedio Temprano, Horizonte Medio y Periodo Intermedio Tardío), del libro Historia económica del Perú.

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Imagen: 

  • Izquierda: Detalle de un tejido chimú, cultura chimú, periodo Intermedio Tardio.
  • Derecha: Fortaleza de Paramonga, Lima, cultura chimú, periodo Intermedio Tardio.

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