Las primeras exploraciones a la península de Baja California.

Una vez asegurado el dominio español sobre el imperio mexica, Hernán Cortés se dedicó a explorar el territorio en busca de oportunidades para expandirse tanto territorialmente como para aumentar su fortuna. Fue muy afortunado haber encontrado la costa del océano Pacífico, ya que esto le permitiría seguir el objetivo principal de la presencia ultramarina española: establecer un camino directo a Asia. Decidió establecer su primer astillero en Tehuantepec para comenzar a construir barcos para emprender el viaje transoceánico. En 1527, envió una expedición comandada por Álvaro de Saavedra Cerón hacia las Islas de la Especiería (Molucas) con el objetivo de localizar a la expedición de Jofre de Loaysa. Sin embargo, el establecimiento de la primera Audiencia de México, presidida por Nuño de Guzmán, frenó cualquier posibilidad de continuar su camino hacia el Lejano Oriente. Debido a estos obstáculos, Cortés se vio obligado a regresar a España en 1529 para presentarse ante la corte y defender sus derechos. Fue recibido por la reina Isabel de Portugal, quien le otorgó el Marquesado del Valle de Oaxaca y la autorización para descubrir y poblar islas en el Pacífico, así como para gobernar sobre tierras americanas del poniente que no estuvieran adjudicadas a gobernadores en funciones.

Con el respaldo real, Cortés regresó a la Nueva España para construir sus barcos tanto en Tehuantepec como en Acapulco. Se construyeron el Concepción y el San Lázaro en el primero, y el San Miguel y San Marcos en el segundo. La última nave fue utilizada para enviar a Diego Hurtado de Mendoza como avanzada, pero naufragó a finales de julio de 1532, resultando en la muerte del capitán. Sin embargo, los sobrevivientes afirmaron haber descubierto unas islas, las Marías.

La Audiencia de México hizo todo lo posible por obstaculizar la carrera de Cortés. Prohibió el uso de los cargadores tamemes para retrasar la construcción de las naves, lo que llevó a Cortés a reclamar al Supremo Consejo de Indias para que intercediera y le permitiera cumplir sus compromisos con la Corona. A pesar de los problemas, la pequeña armada quedó completa para octubre de 1533, zarpando del puerto de Santiago el Concepción bajo el mando de Diego Becerra y el San Lázaro con Hernando de Grijalva. Durante el viaje, el Concepción experimentó un conato de motín, tras el cual los rebeldes fueron dejados en las costas de Nueva Galicia. Mientras tanto, Grijalva parece haber logrado llegar a la isla de Revillagigedo.

Guiados por las historias transmitidas por los indígenas de Colima, las cuales mencionaban la existencia de unas islas con grandes riquezas y pobladas exclusivamente por mujeres, Hernán Cortés se sintió motivado a continuar las exploraciones en el Pacífico. Durante una expedición liderada por Fortún Jiménez en el Concepción, se afirmó haber encontrado una gran isla donde se criaban perlas. Sin embargo, esta expedición tuvo un final trágico: Jiménez murió a manos de los indígenas junto con otros veinte expedicionarios, mientras que el resto logró hacerse a la mar y llegar a la villa de La Purificación. A pesar de las pérdidas, Cortés se convenció de continuar con su empresa de explorar el océano, con la esperanza de encontrar grandes riquezas.

Aunque no se sabe cuándo recibió este nombre, la semejanza de la isla con las historias de los indígenas de Colima llevó a Cortés a llamar a este nuevo territorio California. Este nombre se relaciona con un territorio de las historias europeas, como la novela «Las Sergas de Esplandián», donde se atribuían grandes riquezas a un lugar habitado por guerreras amazonas.

A pesar de contar con el beneplácito de la corona, la audiencia dirigida por Guzmán tenía amplias facultades legales para disputar la soberanía de los territorios descubiertos. Comenzaron incautando la nave Concepción aprovechando su localización en la Nueva Galicia, lo que provocó que Cortés se dirigiera a reclamar su posesión ante Nuño de Guzmán mientras enviaba tres naves rumbo a Chiametla. Al no obtener resultados, Cortés decidió encabezar personalmente la expedición y partió al territorio que hoy ocupa la capital, La Paz, llegando el 1 de mayo de 1535 y desembarcando el 3 de mayo. Decidió llamar al lugar Santa Cruz en honor al día del santoral. Cortés se encargó de organizar la nueva colonia mientras enviaba sus naves para transportar colonos y provisiones desde Nueva Galicia. Sin embargo, solo lograron llevar los suministros, ya que la hostilidad del territorio impidió que la colonia prosperara. Además, el interés por las perlas, que eran el principal atractivo, disminuyó a medida que la necesidad de buscar sustento se volvió más apremiante.

Los esfuerzos de Cortés por sostener su nueva colonia resultaron en un fracaso, y con la llegada del primer virrey, Antonio de Mendoza, se solicitó la evacuación de Santa Cruz. Sin embargo, esto no detuvo a Cortés. En julio de 1539, envió al capitán Francisco de Ulloa para continuar explorando la «isla» en busca de tierras fértiles. Esta expedición descubrió que no se trataba de una isla, sino de una península, aunque terminó perdiéndose. Con esto, Cortés vio finalizada su carrera como explorador, y sería el gobierno de Mendoza quien continuaría con la exploración de las costas del Pacífico.

A pesar de que otras expediciones, como la de Hernando de Alarcón, que llegó al delta del río Colorado, demostraron que era una península, persistió la idea errónea de que era una isla. Ninguna expedición logró encontrar algo que motivara la colonización de la península, y este objetivo fue olvidado tras el descubrimiento y conquista de Filipinas. Sin embargo, paradójicamente, el descubrimiento de la ruta del Tornaviaje, donde los barcos navegaban hacia el norte para que las corrientes los llevaran por la costa hacia Acapulco, hizo que el control de California fuera vital para la ruta hacia Oriente. Esta importancia también fue reconocida por los piratas ingleses que llegaron a la zona.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Ignacio del Rio. A la diestra mano de las Indias. Descubrimiento y ocupación colonial de la Baja California.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Únete a Arthii para conocer a mas creadores de contenido siguiendo este enlace: https://www.arthii.com?ref=antroposfera

Imagen: Diego Muñoz Camargo. Conquista de «Tonatiuh Yuetziyan», identificado como California. Lienzo de Tlaxcala, lamina 73, original del siglo XVI con edición facsimilar del siglo XVIII.

Los grupos yumanos del norte de Baja California.


La región formada por el delta del río Colorado y su desembocadura en el Alto Golfo de California presenta una notable diversidad climática que ha dado origen a una variada gama de ecosistemas. La convergencia de biomas tan complejos como el Desierto de Altar, el Desierto de Mohave al norte y la cordillera californiana con sus diversas sierras de clima templado y bosques de coníferas, junto con la cercanía a los desiertos bajacalifornianos al sur, ha creado un escenario de contrastes.

Esta compleja geografía ha influido significativamente en la forma de vida de los habitantes originarios de la región. La diversidad de recursos naturales ha llevado a una adaptación necesaria, manteniéndolos en una posición que demanda una vida nómada para asegurar su subsistencia. Sin embargo, la presencia del río Colorado y los bosques de las sierras proporcionaron a estos habitantes la oportunidad de practicar una incipiente forma de agricultura.

A diferencia de los grupos californianos en otras partes de la península, que permanecieron en un estilo de vida nómada, la población de esta región pudo avanzar hacia el desarrollo de la cerámica y la práctica de la agricultura, gracias a la disponibilidad de recursos naturales más variados. A pesar de esta evolución hacia una forma más sedentaria de vida, no alcanzaron el nivel de asentamiento aldeano que caracteriza a las culturas de Oasisamérica. Un ejemplo concreto de esta transición intermedia se observa en la cultura Patayan, que estableció asentamientos en casas-foso, manifestando así una fusión entre el nomadismo y los patrones más estables de los pueblos asentados.

La compleja topografía y la diversidad climática de la región del delta del río Colorado y el Alto Golfo de California han influido de manera significativa en las formas de vida de sus habitantes originarios, marcando una transición entre la vida nómada y la incipiente sedentarización a través de la explotación estratégica de los recursos naturales disponibles.

El grupo étnico que se estableció en la región fue el de los yumanos, una familia lingüística que incluye a los quechán de Arizona, los cucapá del delta, los pai-pai, los kiliwa, cochimíes y kumiai de la sierra. La manera en que estos grupos llevaron a cabo su vida cotidiana estuvo directamente influenciada por la ubicación geográfica de su asentamiento.

Entre estos grupos, los quechán y los cucapá destacaron por su capacidad para desarrollar la agricultura. Cultivaron productos fundamentales como maíz, frijol, calabaza y chile, siendo el pinole y el tasajo de calabaza alimentos clave en su dieta. Los cucapá, en particular, se beneficiaron de su acceso a las costas del Golfo de California, lo que les proporcionó una fuente importante de recursos pesqueros. Los demás grupos también tenían acceso tanto al golfo como al Océano Pacífico, permitiéndoles obtener pescado y mariscos, los cuales eran procesados para prolongar su duración.

Entre estos grupos, los cucapá tuvieron una posición más ventajosa. Gracias a los excedentes agrícolas y pesqueros, pudieron participar activamente en redes de intercambio con otros grupos, como los recolectores kiliwa, kumiai y apaches, así como con las sociedades agrícolas de Oasisamérica, como los hopis y pimas. Además, los cucapá contaban con un producto muy valorado por las élites regionales y extranjeras: la concha de abulón.

La adaptación de los yumanos en esta región varió según su acceso a recursos como la agricultura y la pesca, y los cucapá se destacaron gracias a sus excedentes, que les brindaron la oportunidad de participar en redes de intercambio y obtener reconocimiento a través de productos codiciados como la concha de abulón.

Los cucapá y los quechán, habitantes de la confluencia de los ríos Colorado y Gila, se establecieron en aldeas o rancherías con el propósito de proteger sus campos agrícolas. Estas comunidades, que albergaban de 200 a 500 personas en su mayoría, alcanzaron su máxima concentración en la «Ranchería Grande del Rio Colorado», donde el padre Kino registró aproximadamente 1000 habitantes, marcando un asentamiento excepcionalmente grande.

De acuerdo con los testimonios coloniales, se observa la presencia de un líder denominado «cojot», quien gobernaba sobre múltiples pueblos. En 1776, este líder envió una carta de requerimiento reconociendo la sumisión al rey de España y convirtiéndose en vasallo. Sin embargo, la incertidumbre persiste sobre si este título de liderazgo puede rastrearse a tiempos precolombinos o si surgió como consecuencia de la influencia española en la región.

Los registros históricos sugieren que, durante el contacto inicial con los españoles, los yumanos del delta estaban en el proceso de formar un cacicazgo, caracterizado por una división social jerarquizada. Este sistema emergente buscaba gobernar una población estimada en 3,000 personas. Sin embargo, en el caso de las tribus nómadas de Baja California, la información es limitada, y se requiere la corroboración arqueológica para obtener una comprensión más completa de su estructura social y política en ese período.

La conformación de aldeas y el desarrollo de liderazgos como el «cojot» indican una evolución social entre los yumanos del delta al encontrarse con los españoles, aunque persisten incógnitas sobre la continuidad o la influencia directa de estas estructuras en tiempos precolombinos y la necesidad de más investigación arqueológica, especialmente en el caso de las tribus nómadas de Baja California.


A finales del siglo XVII, con la llegada del padre Kino a las riberas del río Gila, se evidenció que los grupos yumanos mantenían relaciones diversas con sus pueblos vecinos, marcadas por distintos grados de conflicto tanto entre tribus yumanas como en sus enfrentamientos con los apaches, cuyos ataques continuos suponían un desafío constante. La rivalidad entre los cucapá, quechán, cajuenches y jallicuamais era palpable, y la presencia española actuó como mediadora, contribuyendo a la búsqueda de acuerdos para alcanzar la paz.

En la región, se identificaron tres bloques de alianzas. El primero incluía a los quechán, pápagos, mohaves, apaches, cajuenches, jallicuamay y chemenets. El segundo bloque estaba conformado por los maricopa, pimas gileños y jalchedun. Por último, el grupo de los cucapá se asociaba con los kiliwa, pai-pai y kumiai. Los españoles, conscientes de la importancia de sus lazos con los quechán, buscaron utilizar estas relaciones para pacificar la región y establecer una red de caminos entre la Pimería Alta y Alta California, facilitando así el acceso al Golfo de California. Sin embargo, las diferencias entre las tribus, la presión de los colonos españoles al apoderarse de las mejores tierras y las complicaciones derivadas de conflictos geopolíticos con otras potencias hicieron que la tarea de pacificar la región resultara imposible.

Hasta el momento, las investigaciones arqueológicas han centrado sus esfuerzos en sitios correspondientes al periodo histórico, destacando trabajos significativos en la Sierra Cucapá y las dunas de Los Algodones en Baja California. En estos lugares se han descubierto yacimientos con una antigüedad que remonta al año 1000 d.C., siendo la última ubicación mencionada atribuida a los quechán. Este grupo, que habitó la región hasta finales del siglo XIX, fue deportado a Fuerte Yuma en Arizona como parte de proyectos de irrigación.

En cuanto a los kiliwa, las evidencias materiales de su presencia son más notables en la Sierra y Bahía de San Felipe. Se han identificado campamentos donde elaboraron cerámica y herramientas de obsidiana, provenientes de yacimientos locales como El Vallecito (donde se encuentran pinturas rupestres) y La Rumorosa. Vale la pena resaltar la escasa presencia de objetos foráneos, resultado de las tensiones entre bloques regionales que limitaron las redes de intercambio.

Las investigaciones arqueológicas han revelado que el desarrollo cultural yumano en la región del Delta tuvo lugar entre los años 800 y 900 d.C., un periodo notablemente tardío. Esta cronología indica una estructura social incipiente, oscilando entre el nomadismo y la vida sedentaria. Este proceso de dinamización de las sociedades indígenas del noroeste se atribuye a la influencia de culturas vecinas como Trincheras, los Hohokam y los Mogollón de la cercana Oasisamérica.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Agustín Ortega Esquinca y Antonio Porcayo Michelini. Un breve acercamiento histórico y arqueológico de los Yumanos de Baja California. Delta del Río Colorado y Golfo de California, de la revista Noroeste de México no. 4.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Únete a Arthii para conocer a mas creadores de contenido siguiendo este enlace: https://www.arthii.com?ref=antroposfera

Imagen: Balduin Möllhausen

 – Izquierda: Indios mohave jugando con aro, 1860.

 – Derecha: Indios mohave de la expedicion Whipple, 1853-1854.

El gobierno virreinal frente a la caída demográfica de los indígenas de Baja California.

La presencia española en América tuvo como su principal agente para garantizar su permanencia no a las armas ni a su «voluntarismo civilizador», sino a un factor que no podían controlar y que también les causó serios problemas: las enfermedades pandémicas. Estas enfermedades, desarrolladas en el contexto del «Viejo Mundo», hicieron que a los nativos americanos les resultara imposible adquirir las defensas que los colonos europeos tenían hacia ellas. Resultaba evidente cómo, poco después de establecerse misioneros o poblaciones españolas en diversas regiones, el número de habitantes descendía de manera crítica, generando así un grave problema demográfico. Aunque esto acababa con las resistencias a la presencia española y facilitaba la colonización, también planteaba la dificultad de no contar con la mano de obra a la que estaban acostumbrados para prosperar.

Este fenómeno se reflejó en el avance de la conquista hacia el noroeste, en dirección a los territorios de Sonora y las Californias. Allí, fue imposible penetrar mediante el uso de la fuerza debido a la resistencia indígena. Los jesuitas, convencidos de que ofrecer las bondades del cristianismo y la civilización europea podría lograr lo que los colonos no habían conseguido, se embarcaron en esta empresa con consecuencias desastrosas.

Desde finales del siglo XVI, los indígenas del noroeste entraron en contacto con los españoles a través de expediciones de conquista, misioneros voluntariosos, indígenas cristianizados y, en el caso de Baja California, piratas anglosajones que fondeaban en las costas para asaltar las naves españolas. Todos estos encuentros provocaron, con el tiempo, la proliferación de diversos brotes epidémicos que afectaron a las tribus nómadas.

La cultura chamánica de estos grupos se vio superada por la virulencia y mortandad de las enfermedades. Sin embargo, al asociar estas epidemias con la presencia de los europeos, lograron preservar su prestigio y atribuyeron la culpa a los misioneros. Estos últimos también tuvieron que lidiar con los enfermos de su feligresía, y los limitados alcances de la medicina europea hicieron que solo pudieran brindar cuidados paliativos para asegurar un final digno.

Los primeros brotes se dieron en los principales establecimientos españoles en la región, como Chametla y Culiacán, donde según los informes, casi extinguieron a la población indígena. Esta tendencia continuó con la llegada de los jesuitas, quienes establecieron sus misiones en la Pimería y California, fundando la misión de Nuestra Señora de Loreto en 1697.

En ese entonces se creía que los «californios» poseían inmunidad frente a las enfermedades, pero esto se debe a que los contactos eran esporádicos, como se demostraría con el avance de los jesuitas por la península y el aumento de fallecimientos en las cercanías de los territorios de las misiones, mientras que las tribus que permanecían alejadas se mantenían sanas. Lo que no se anticipó es que el sistema de «reducción» de las misiones, donde se congregaban diferentes tribus de una región para vivir en pueblos, era el principal agente de contagio de las enfermedades. En ese momento, la única explicación para su aparición era la voluntad divina, y nunca se consideró que las condiciones de hacinamiento fueran la causa, y que aquellos que seguían siendo trashumantes lograban salvarse de su contagio.

Aunque no hay registros que nos permitan saber cuáles fueron los brotes que afectaron a las diferentes regiones, todo indica que en Baja California la enfermedad que arraigó más en la población fue la sífilis, provocando no solo la muerte de los indígenas, sino también la esterilidad de los sobrevivientes.

Las estimaciones de los investigadores indican que la población de la península en 1697 debió haber alcanzado cerca de 41,500 habitantes. Estos números se redujeron alarmantemente en un 83% hacia 1768 con la expulsión de los jesuitas, quedando solamente 7,149 habitantes. Esto evidencia que en pequeñas poblaciones indígenas, como históricamente ha sido el caso de Baja California debido a sus condiciones agrestes, era más probable que se extinguieran que que sobrevivieran.

Esto contrasta con el caso de los vecinos Sonora y Sinaloa, donde, a pesar de que los indígenas también fueron víctimas de las epidemias, al tener una población más numerosa lograron amortiguar la mortalidad. Para mediados del siglo XVIII, empezaron a mostrar una tendencia hacia la recuperación gracias a la adaptación genética a las enfermedades. Sin embargo, esto no ocurrió con los indígenas californios, que nunca se recuperaron y mantuvieron números poblacionales marginales hasta su desaparición e integración a la población mestiza en el siglo XIX (con excepción del norte).

Una vez desalojados los jesuitas de las misiones, su lugar sería ocupado brevemente por los franciscanos del colegio de San Fernando, siendo reemplazados por los dominicos hacia 1773. Aunque los dominicos llegaron a informar de una ligera recuperación demográfica entre los indígenas, esto se debía a que ya estaban incluyendo en los censos a las misiones del norte de la península que aún no habían sido evangelizadas.

La situación en la península era catastrófica, ya que las enfermedades habían afectado especialmente a la población femenina, dejándolas muy débiles para concebir y con la posibilidad de contagiar a sus hijos durante el parto. Esto se agravó aún más con la prohibición de las relaciones polígamas tradicionales en las sociedades indígenas, lo que impedía que los hombres buscaran mujeres aptas para concebir. Para 1771, en tan solo tres años después del último censo, la población se redujo nuevamente a 5,094 habitantes distribuidos en 13 pueblos de misión. Esta situación provocó, por un lado, el ataque del clero secular para promover la desamortización de las misiones, así como la preocupación del gobierno al no saber qué hacer. Mientras tanto, los indígenas se resignaron y se dedicaron a la vida religiosa con la esperanza de que las oraciones los salvaran de la muerte.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Francisco Altable. Humanitarismo, redención y ciencia médica en Nueva España. El expediente de salud pública para frenar la extinción de los indios en la Baja California (1797-1805), de la revista Secuencia, núm. 80.

Para más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Únete a Arthii para conocer a mas creadores de contenido siguiendo este enlace: https://www.arthii.com?ref=antroposfera

Imagen: Ignaz Tirsch. Colono y mujer california, 1762-1767. 

Las políticas de indultos de Adolfo de la Huerta.

En su corto periodo que duraría su interinato, el presidente De la Huerta pretendía acabar con las resistencias al establecimiento del régimen revolucionario pactando con buena parte de los antiguos rivales, como fue el caso de Pancho Villa con quien negocia los términos de la paz para que dejase la clandestinidad para pasar a la vida pública con una hacienda la cual manejaría como le conviniese. Esta iniciativa no solo trataba de pacificar a los grupos revolucionarios, también extendió esta amnistía con los liderazgos contrarrevolucionarios quienes aspiraban a reimplantar un régimen basado en el sistema porfirista, los cuales después del régimen espurio de Victoriano Huerta no tendrían mayor fuerza más que la de representar una fuerza que solo perturbaba el orden social, como era el caso de la guerrilla del general Félix Diaz en Veracruz. La propuesta del presidente seria llevada por el general Guadalupe Sánchez y logra contactar con Diaz, a quien le ofrece $1,050,000 dólares como compensación por las tierras que le fueron expropiadas por Carranza, pero con la condición de que partiese al exilio, a esto Diaz se niega y es arrestado por Sánchez con la amenaza de llevarlo a Conseja de Guerra, terminando por aceptar e irse a Nueva Orleans de donde regresaría 20 años después.

Dentro del bando constitucionalista no se libraría de las purgas internas como consecuencia de la lucha de poder, ese es el caso del general Pablo Gonzales, uno de los hombres fuertes de Carranza y quien junto con Álvaro Obregón también ambicionaba con hacerse de la presidencia, pero al no lograr juntar los apoyos necesario dentro de los caudillos, tuvo que declinar a sus aspiraciones y solo se limitó a participar en el inicio de la persecución a Carranza. El problema con Gonzales es que muchos de sus subordinados estaban involucrándose en movimientos para desestabilizar al gobierno interino, como sucedió con el infame Jesús Guajardo quien se había levantado en armas en Monterrey, pero sería capturado por el general Eugenio Martínez y fusilado el 17 de julio de 1920. Las cosas empezaron a complicarse para Gonzales al relacionarlo con otros movimientos rebeldes en el noreste y al encontrarle fragmentos de una proclama donde desconocía al gobierno de De la Huerta, por lo que el Consejo Militar lo condena a muerte, pero el presidente junto a su ministro Plutarco Elías Calles acuerdan darle el indulto y parte al exilio en EU donde se aleja de cualquier clase de actividad política.

La muerte de Jesús Guajardo fue una opción que no quería llegar al proponerse evitar a toda costa el baño de sangre, pero debido a la gravedad de sus actos no tuvo más remedio que el ejecutarlo, con su ejecución le serviría para ir conformando las condiciones de paz con los zapatistas (recordando que Guajardo fue quien planifica el asesinato de Emiliano Zapata) y que estaban dirigidos por Gildardo Magaña y Genovevo de la O, aunque el movimiento ya estaba empezando a declinar. Otros caudillos entre contrarrevolucionarios y convencionistas fueron aceptando los términos de paz de la presidencia, como el caso de Manuel Peláez en la Huasteca quien era el principal defensor de los intereses de las empresas petroleras y quien desde el inicio se había adherido al Plan de Agua Prieta, así como los generales veracruzanos Miguel Alemán Gonzales y Gabriel Carvallo, los tabasqueños Ramon Ramos y Pedro Villar, así como el agrarista potosino Saturnino Cedillo aceptaría las condiciones del gobierno.

Quien no gozaría de las mismas actitud benigna por parte de la política de amnistía seria el general Esteban Cantú, gobernador de Baja California y quien a lo largo del conflicto tuvo una política convenienciera al ir pactando con diferentes facciones contrarios al constitucionalismo como los maytorenistas de Sonora, los huertistas, los villistas y los felicistas, convirtiendo a la península en un perfecto refugio para los disidentes de la revolución e incluso desconoce al gobierno delahuertista al adherirse de forma tramposa a reconocer como único gobierno al de Carranza y declararía su lealtad. Ante la posible amenaza de que Cantú pudiera realizar un movimiento secesionista de la península y buscase una posible adhesión a EU, De la Huerta no tarda en tomar la acción y manda al general sonorense Abelardo Rodríguez a que negóciese con Cantú su retiro, aprovechando su relación de amistad y logra convencerlo de que renuncie ante una eventual captura del estado por parte de las tropas revolucionarias, entregando el poder a Luis M. Salazar mientras establecía los acuerdos de amnistía con Vito Alessio Robles, retirándose finalmente de la política para pasar el resto de sus días en los negocios. Con ello, había terminado por poner a gobernadores de su facción en todos los estados y buscar establecer las condiciones para realizar las elecciones presidenciales, aunque hubo problemas con los gobernadores de Tabasco Carlos Greene y el de Colima Miguel Álvarez García que por diversos problemas fueron destituidos.

Seria en esta etapa cuando el sector radical revolucionario empezaría a ganar lugares en algunos estados de la república, como fue el caso de Yucatán la cual atravesaba por un periodo de crisis debido a la bajada de los precios del henequén en el mercado internacional, por lo que asociaciones como el Partido Socialista del Sureste ganaría las elecciones con el respaldo logístico del general Alejandro Monge. Pero uno de los lugares donde aumentaría la presión por las disputas internas del oficialismo seria Michoacán, donde surgiría una disputa entre el gobernador Francisco J. Múgica contra buena parte del sector aguaprietista quienes estaban en contra de su gobierno y que fueron respaldados por los seguidores del exgobernador Porfirio García de León con el apoyo de las fuerzas de Pascual Ortiz Rubio. A pesar de estas resistencias, Múgica estaba respaldado por los resultados de las elecciones que los favorecían y con ello tomaría junto con sus seguidores el Palacio de Gobierno para instalarse definitivamente en el puesto a pesar de la declaración de desaparición de poderes por parte del Senado.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Pedro Castro Martínez. Adolfo de la Huerta y la Revolución mexicana.

ara más contenido histórico o para opinar del tema, visita la página de Facebook: https://www.facebook.com/profile.php?id=100064319310794

Si te gustan los artículos, leer mas de los publicados en el blog y apoyar al proyecto, vuélvete un asociado en la cuenta de Patreon: https://www.patreon.com/user?u=80095737

Para saber más: https://www.arthii.com/los-inicios-de-la-presidencia-interina-de-adolfo-de-la-huerta/

Imagen: Hermanos Casasola. Adolfo de la Huerta, Plutarco Elias Calles y Benjamin G. Hill acompañado de militares y civiles en Palacio Nacional, 15-09-1920.

La posición de las potencias con la Guerra de Reforma.

Los ingleses no veían ninguna ventaja en los dos bandos, con ambos sus súbditos habían sufrido una serie de abusos cuando entraba una y otra tropa solicitando recursos para mantener sus tropas, también es cierto que el gobierno británico no pretendía ejercer una posible intervención en la política mexicana tanto al estar fuera de las zonas de interés del imperio y para no entrar en conflicto con EU. Por estas situaciones, la Foreign Office a través de lord John Russell llamaba a una solución pacífica entre liberales y conservadores, pidiendo un armisticio de seis meses donde fuera posible negocial la conformación de una nueva asamblea para poder encontrar la forma de elegir un nuevo gobierno, aunque su sugerencia no fue tomada en cuenta, le permitió mantener relaciones con los dos bandos y esto facilito a que no tuviesen problemas cuando se dio la victoria de Juárez para poder negociar la deuda.

Francia también tenía fijada su atención sobre México, aunque la respuesta inicial de Napoleón III fue similar a la británica, tenían una clara preferencia por los conservadores, sobre todo porque estaban dando asilo a destacados representantes de ese bando quienes se codeaban con los miembros del gabinete de exteriores, logrando vender la idea de que de no intervenir podía dejar a toda la región en manos de EU, representando una amenaza tanto para sus posesiones que mantenían en las Antillas y por la Guyana. Para ganarse la confianza del resto de las naciones americanas, el gobierno francés empieza a crear el concepto de Latinoamérica para con ello incluir a sus posesiones dentro del contexto regional y excluyendo a la influencia anglosajona, identificándose con los valores culturales latinos compartidos tanto por los países hispanos como por Brasil. Pero dentro del gobierno surgía la idea de la conformación de extender el imperio en América, todo esto impulsado por el ministro plenipotenciario en México Alexis de Gabriac, quien sugería a Napoleón le mandase al gobierno conservador la propuesta de comprarle Sonora y Baja California, idea rebatida por el ministro de exteriores Alexandre Colonna-Waleski quien veía inviable si no se hacía en contubernio con los británicos y teniendo el visto bueno de EU, además que las tropas francesas se encontraban ocupadas por la guerra entre Sardinia y Austria en 1859.

Si bien los españoles eran los mayores partidarios de intervenir en México debido a los abusos contra sus connacionales, dentro del gobierno gano la postura de mantener una posición más neutral, pero se decantaron por una opción donde se dejaba la puerta abierta a una intervención. Para ello, el ministro plenipotenciario Joaquín Francisco Pacheco llama a las cancillerías británica y francesa la posibilidad de conformar una Triple Alianza para intervenir y forzar a los dos bandos a entablar un armisticio de doce meses para que lleguen a un acuerdo, propuesta la cual estuvo de acuerdo el ministro de Relaciones Exteriores, Saturnino Calderón Collantes, quien intentaría convencer a los gobiernos de estos dos países para entrar en México, incluso llegaría a integrar la idea de asegurar la libertad religiosa para tratar de convencer a los británicos, pero ambos gobiernos no estaban interesados en intervenir y con ello se desvanece esta idea.

El desinterés por llevar tropas de parte de las potencias europeas no impidió que mantuviesen presencia en el Golfo de México mandando a fondear a sus barcos de guerra en las costas de Veracruz, siendo visto por los liberales como una amenaza y esto hacia imprescindible que contasen con el apoyo de Estados Unidos, convirtiéndose en una necesidad cuando se enteraron que el padre Francisco de Miranda y Manuel Gutiérrez de Estrada habían sido recibidos en audiencia por Napoleón III. El gabinete de Juárez estaba al tanto lo complicado que resultaría negociar con EU, sobre todo que el presidente en turno James Buchanan era el secretario de Estado de James Polk durante la invasión, siendo partidario de la anexión de Baja California, Sonora, Sinaloa y parte de Chihuahua. La ambición de Buchanan no había cesado con su entrada a la presidencia, manteniendo el discurso antimexicano en los estados de sur donde alentaba la idea de invadir para llevar la paz y con ello completar sus aspiraciones expansionistas agregando como punto de mira el Istmo de Tehuantepec y Centroamérica.

Era conocido por los liberales que por parte de Buchanan no había un compromiso real por mantener a un gobierno políticamente afín y que lo movía sus ambiciones territoriales, como muestra tenían el rompimiento de relaciones con el gobierno de Zuloaga debido a que se había negado a negociar la posibilidad de venta del noroeste o lo de ratificar el paso de Tehuantepec estipulado en el Tratado de la Mesilla negociado con Antonio López de Santa Anna. Sabiendo la situación desesperada de los liberales por encontrar apoyos internacionales y que estaban dispuestos a negociar con los estadounidenses, el gobierno de Miramón empieza a difundir la idea de que eran unos traidores a la patria quienes estaban dispuestos a vender parte del territorio con tal de ganar la guerra, dando a conocer las discusiones que llevaron al rompimiento de relaciones con EU para erigirse como los verdaderos defensores frente a los invasores, intensificado con el anuncio del reconocimiento al gobierno de Juárez el 6 de abril de 1859. Dentro del gobierno estadounidense estaba la como condición para los diplomáticos el mantener una línea intransigente con los liberales, poniendo como exigencias la venta de los territorios ambicionados y el paso de Tehuantepec, pero para su sorpresa las cosas no les saldría como esperaban. 

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Will Fowler, La Guerra de Tres Años, el conflicto del que nació el estado laico, 1857-1861

Imagen:

  • Izquierda: George Peter Alexander. James Buchanan, 1859.
  • Derecha: Jean Hippolyte Fladrin. Napoleon III, 1862

Poblando la frontera, el nacimiento de Mexicali.

El territorio de Baja California había permanecido al margen de toda clase de desarrollo a lo largo del siglo XIX, sobreviviendo de milagro bajo la soberanía mexicana a las cesiones territoriales e invasiones filibusteras de la que fue presa en la primera mitad del siglo. Pero el auge de la vecina California hizo que plantease la necesidad de poblar la frontera noroeste al ver la posibilidad de poder capitalizar la cercanía con territorios como el Valle de Imperial de gran productividad agrícola, por lo que a principios del XX se empieza a poblar tanto del lado mexicano como del estadounidense, no sin antes plantearse la necesidad de encausar las aguas del rio Colorado para asegurar el agua para los cultivos, fundándose la población de Los Algodones el 14 de marzo de 1903 que primero empezaría con un campamento para pasar a establecer chozas de cachanilla, la cual después seria nombrado Mexicali al combinar los nombres de Mexico y California.

Fueron varios factores lo que aseguraron la pervivencia del establecimiento, todo girando entorno al contexto estadounidense, siendo el primero su entrada a la Primera Guerra Mundial lo que hizo que aumentase la demanda de algodón, siguiéndole la prohibición del consumo de alcohol y de los juegos de azar y un segundo aumento por la demanda de algodón debido a la Segunda Guerra Mundial. El que sería determinante fue la prohibición del alcohol, cuyo negocio pasaría a manos del crimen organizado que siempre estuvo dispuesto a mantener a flote el mercado, esto hizo que una cervecera ubicada en San Diego de nombre Aztec Brewery decidiese trasladar sus operaciones a Mexicali en 1921, siendo beneficiada por estar ubicada en el punto de confluencia de las vías ferroviarias que le permitían tener acceso a las materias primas y a la distribución de su producción, siendo la única que lo hizo a diferencia de las demás que se trasladaron a Canadá.

El nuevo flujo de dinero que procedía de la frontera hizo que llamase la atención de la clase política bajacaliforniana del momento, como fue el caso de los ex gobernadores Esteban Cantú y Abelardo L. Rodríguez quienes empezarían a aprovechar la entrada de turistas dispuestos a visitar los casinos de la frontera y que ofrecían carta libre tanto para el juego, el alcohol y la trata prostitución. Esto también sirvió para que el territorio pudiese acceder a producir sus propios ingresos para incentivar el desarrollo, logrando tener recursos para la construcción de escuelas, la pavimentación de calles y la instalación de drenaje, así como el lograr catapultar otras industrias como la ganadería, agricultura, construcción, aviación y la compra y venta de granos. Todo esto se hizo en anuencia del gobierno mexicano, que en lo externo comulgaba con las ideas del vecino del norte, pero en la práctica las pasaba por alto y permitía que tanto Cantú como Rodríguez manejasen todo lo referente a los negocios fronterizos.

Uno de los resultados que tuvo la afluencia de estos negocios prohibidos fue el desarrollo de la industria cervecera en Mexicali, aunque el estado contaba con el antecedente desde 1889 con la llegada de Howald Mauer para después de 24 años se fundara la Cervecería de Ensenada. Junto con el establecimiento de la Cervecería Azteca, también lo hizo un establecimiento mexicano de la mano de Miguel Ángel Quiroz y Heraclio Ochoa fundaron el 4 de julio de 1923 la Cervecería de Mexicali S.A. de C.V., siendo competencia de la estadounidense hasta que fue comprada dos años después por la mexicana. La industria cervecera se dinamizo de tal forma que nacieron otras dos cerveceras, la Compañía Cervecera de Tijuana y la Cervecería de Anza, por lo que muy pronto la cerveza bajacaliforniana se convertiría en una de las mejores al nivel mundial gracias a sus altos estándares de calidad, gracias a la llegada del químico y maestro cervecero Adolfo Bindher quien la mejora al agregarle las técnicas de las recetas alemanas.

Todo esto hizo que la Cervecería de Mexicali se convirtiera en la más importante en la región y dominase el 90% del mercado, llegando de una producción inicial de 48 barriles diarios a fabricar 6,000 treinta años después, creciendo a la par las instalaciones necesarias para garantizar la producción. Con el fin de la prohibición del alcohol en Estados Unidos hacia 1933, hizo que su expansión se garantizara al sur del país, por lo que fueron naciendo otras variedades para ofrecer más alternativas al mercado como fue el caso de las cervezas Suprema y Toro. Pero hacia 1945 surge otro competidor bajo la dirección del ex gobernador Alberto V. Aldrete, quien funda la Cervecería Tecate en 1945, por lo que se inicia la lucha por el mercado al crear la Tecate el envase conocido como “caguama” de 950 ml mientras la Mexicali lanza la “catedral” de 1.5 lt.

Pero hacia 1950 cae la cervecera Mexicali con la llegada de la Cervecería Cuauhtémoc de Monterrey, quienes se dedicaron a barrer la competencia con su producción de 33,000 barriles diarios que no se comparaban con sus 6,000, sumada a la mala administración de Víctor Gonzales Ips quien vivía en Francia hizo que la cervecera cerrara para 1973. Las instalaciones de la cervecera se volvieron un icono de la que se convertiría en la capital del estado, pero un incendio en 1986 destruye el edificio principal, pero su importancia fue tal que fue reconstruida con los planos originales para volver a estar presente en la vida de los bajacalifornianos. Es así que gracias al aprovechamiento de sus condiciones de frontera es que Los Algodones se transformaría en Mexicali, cuyo nombre aduce a su situación fronteriza al combinarse el nombre de nuestro país con el estado del vecino del norte, perpetuando los vínculos de esta región floreciente.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Javier Bonilla Vázquez. La fundación de Mexicali. Cerveza, entretenimiento e industria en el siglo XX, de la revista Relatos e Historias en México no. 47.

Imagen: Anónimo. Cerveceria Mexicali, 1923.

¿La última incursión filibustera? Los magonistas en Baja California.

El movimiento anarquista tuvo algunos acercamientos en el territorio mexicano con la llegada de los socialistas utópicos que sirvieron para ir delineando los objetivos de la lucha por las necesidades del pueblo, refugiándose en el liberalismo revolucionario que se iba gestando en contra del régimen de Porfirio Diaz, primero como parte del Partido Liberal Mexicano de los hermanos Flores Magón quienes tuvieron que salir al exilio hacia los Estados Unidos después de la persecución gubernamental. Será en esos años cuando Ricardo y Enrique se acercan en California a la Industrial Workers of the World (IWW), la principal organización anarquista en el país el que llamaría la atención de los hermanos Flores Magón y deciden cambiar la orientación del partido hacia el anarquismo, convirtiéndose en críticos hacia la lucha revolucionaria, haciendo que su movimiento político quedase al margen de la guerra y sus miembros se distribuyeran en las diferentes facciones.

Para ese momento, Baja California era un territorio escasamente poblado con apenas 2,170 habitantes concentrados la mayor parte en las ciudades de Tijuana y Mexicali, dedicados principalmente a las actividades agrícolas, las ganaderas y al comercio con los estadounidenses, siendo el lugar indicado por Ricardo para iniciar la revolución anarquista que según sus ideales necesitaba para resolver sus problemas de desigualdad. Hay que recordar que el anarquismo es un movimiento gestado en la Europa decimonónica, siendo sus principales ideales el de acabar con los gobiernos establecidos para conformar pequeñas organizaciones colectivas que se autogestaran tanto en la producción como en la forma de resolución de conflictos, siendo sus mayores anhelos la disolución de las fronteras internacionales para entrar en una etapa de mayor igualdad social. De ahí la razón de Flores Magón de echar mano de los miembros de la IWW o wobblies como fuerza de lucha para acabar con el estado mexicano como parte de la lucha internacional, por lo que era necesario el compromiso de todos los miembros para llegar al objetivo.

Todas estas condiciones hicieron que para el 29 de enero de 1911 los wobblies se internaran en la frontera y tomasen Mexicali, buena parte de ellos provenientes de San Diego y pertenecían a diferentes nacionalidades, sumándoseles numerosos aventureros abanderados en la revolución anarquista. El Valle de Mexicali era de vital importancia para los agricultores del Imperial Valley al otro lado de la frontera por las obras de irrigación patrocinadas por ellos, siendo el problema de la incursión anarquista de importancia para el gobierno estadounidense, por lo que cerraron la frontera con el fin de evitar el internamiento de los anarquistas, que para entonces ya habían entrado en un buen número. Los principales cabecillas de los anarquistas fueron los mexicanos José María Leyva y Simón Berthold Chacón, sumándose el estadounidense Jack Mosby y el británico Carl Ap Rhys Price, ambos combatientes en otros conflictos como la Guerra Bóer en Sudáfrica.

El ejercito anarquista se dirigió de Mexicali a intentar tomar Ensenada, cuya resistencia hizo que abandonaran el campo de batalla y se dirigieran a Tijuana, tomándola en un ataque que duro entre el 8 y 9 de mayo, muchas de las autoridades locales murieron en la batalla y la población tijuanense se mantuvo bajo su control por cerca de un mes. Pese a que en esos mismos días se había librado la batalla de Ciudad Juárez y la principal excusa de la incursión renuncia al poder el 25 de mayo, los magonistas y anarquistas deciden continuar de la lucha alejándose de los objetivos del movimiento revolucionario, incluso llegaron más allá con la intervención de un payaso de nombre Richard Ferris quien desde San Diego proclama el 2 de junio la Republica de Baja California, legitimándose en una supuesta asociación con los hermanos Flores Magón cuyos partidarios desmintieron sus declaraciones, pero no impidieron que sus simpatizantes arriaran una bandera similar a la estadounidense pero con una sola estrella a nombre de la “Republic of Lower California”, la cual fue quemada por los indígenas cucapá y kiliwa para continuar con la bandera roja del anarquismo.

Poco después de los altercados provocados por Ferris, llegan enviados maderistas para negociar la paz y entregasen las armas, recibiendo la negativa por parte de Ricardo quien nunca llegaría a Baja California, pero sus partidarios que tenían tomadas Tijuana y Mexicali accedieron a la oferta, pero al mismo tiempo llegaría desde Ensenada la incursión del jefe político y militar del Distrito Norte Celso Vega, quien junto a su guarnición y a voluntarios civiles tanto de Tijuana como de San Diego inician el proceso de recuperación y echan a los anarquistas hacia los Estados Unidos donde son detenidos valiéndose de los tratados de neutralidad. Estos sucesos mancharían la imagen de Ricardo Flores Magón quien sería tachado de traidor y anexionista al valerse de voluntarios extranjeros, negando toda acusación que lo asociase a algún intento por favorecer a EU y que corresponde más bien a los aventureros que se sumaron como el caso de Ferris, pero lo cierto es que sus postulados políticos para ese entonces habían pasado a un radicalismo que pretendía acabar con el orden establecido para echar en práctica los ideales de un utopismo romántico.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: David Piñera y Gabriel Rivera. Los magonistas invaden Baja California. Los sucesos armados de 1911, de la revista Relatos e Historias en Mexico no.30

Imagen: Colección André Williams. Magonistas atendiendo a un herido. 1911.

La Baja California prehispánica.

Uno de los territorios más singulares de América, está conformada por una península alargada que está rodeada por un lado el Océano Pacifico y por el otro el Mar de Cortes, conectada hacia el norte con el resto del continente por la articulación que hace la Sierra Juárez hacia el resto del sistema montañoso de California y es vuelto a ser separado por la desembocadura del rio Colorado, obedeciendo el límite tectónico de la Falla de San Andrés. Estas particularidades hicieron que solo una fracción del norte serrano quedase con una porción del bosque de piñones del resto de California, por lo que el resto de la península quedo dominando el desierto con un manchón en el sur de selva subtropical en la Sierra la Laguna, siendo determinante para que la población originaria sea completamente nómada sobreviviendo de los recursos que les ofrecía el desierto y las costas.

La población indígena se dividió en dos familias lingüísticas que tuvieron un rango de desarrollo muy diferente, los primeros eran los yumanos que se localizaban al norte del paralelo 30 y ocuparon la región serrana de los bosques de piñones y el delta del rio Colorado, estos pueblos eran los únicos que mantenían el contacto con el resto de los grupos indígenas de California y Sonora, por lo que conocieron tanto una agricultura muy incipiente y la cestería. Lograron desarrollar los aditamentos para poder almacenar alimentos y lograron conformar una estructura social estratificada basada en liderazgos hereditarios que mantenían guerras rituales con sus vecinos, logrando conformar aldeas y rancherías semipermanentes. Estos grupos lograron adaptarse al sistema misional que trajo el dominio español y pudieron sobrevivir, por lo que actualmente constituyen la única población indígena que queda en la península y que está siendo amenazada por la aculturalización y su baja natalidad.

Gran parte de la península fue poblada por los grupos de filiación guaycura-pericú, los cuales mantuvieron un modo de vida completamente nómada subsistiendo de lo que encontraban en el desierto y en el mar. En un inicio, vamos a encontrar una proliferación de campamentos entorno a la región del Cabo, dejando testimonios de su presencia tanto con los restos de ellos y una prolífica cultura funeraria que nos deja un gran número de enterramientos donde dejaron ofrendas de ornamentos de conchas y mechones de cabello. Pero una de sus manifestaciones culturales que han despertado el interés de todos es sin duda el Complejo Gran Mural, localizado en la parte central de la península y que está constituida por numerosas cuevas que contienen un gran acervo de pinturas rupestres donde nos reflejan sus creencias relacionadas con figuras chamánicas y en relación con la cacería del venado y el aprovechamiento de los recursos marinos.

Como en el resto de América, los primeros grupos humanos basaban su forma de vida en la cacería de megafauna, que en el caso bajacaliforniano sus presas eran los bisontes prehistóricos, pero los cambios climatológicos que implicaron el fin de la glaciación entre los años 12,000 y 8,000 a.C. también hicieron que los cazadores-recolectores cambiasen de hábitos al desaparecer los bisontes, cambiando de las puntas de lanza Clovis a las Folsom más pequeñas. Uno de los puntos de convergencia entre ambas tradiciones fue la explotación de la obsidiana de los yacimientos del Valle del Azufre en la parte central de la península e iniciando por le año 10,000, que debido a su eficacia como material para la fabricación de puntas y flechas hizo que se convirtiera en un punto medular para la economía nómada, siendo la base para que naciera en las sierras del centro la tradición de Gran Mural por el año 3,300 a.C.

Si bien en el extremo sur no se desarrolló la tradición de las pinturas murales, se ha encontrado una tradición cultural basada en el culto a los muertos, como lo atestigua los numerosos enterramientos en el complejo conocido como cultura Las Palmas, la cual tiene su origen desde el año 3380 y que llega sin muchos cambios hasta la evangelización. En la misma región de El Cabo se localizaron testimonios de la vida chamánica de las sociedades nómadas y que fueron conocidas por los jesuitas, encontrando tejidos de cabello humano que eran usados de forma ritual, los cuales obtenían como forma de pago por sus servicios y eran muy importantes para sus rituales. Junto a los artículos de cabello, también encontramos tablas de ramas de mezquite aplanadas o de madera llevada por la marea y donde pintaban diseños geométricos con pintura roja y negra, así como la localización de ídolos de madera pintadas en rojo y negro con adornos de cabello y plumas.

Además de estos vestigios, también encontramos lo que serían los “bastones de mando” que terminaban en abanicos y les otorgaban a los chamanes la voz de mando en los rituales, objeto que podemos encontrar tanto en las pinturas rupestres como en las descripciones de los misioneros. Todo esto nos habla de la importancia que tenían los chamanes dentro de la sociedad nómada peninsular y que dirigían su vida ritual en torno a su presencia, asegurándoles que obtendrían el sustento diario que en su forma de vida resultaba muy azaroso, por lo que es injusto catalogar a estos grupos como “complejos” o “no complejos” si no tomamos en cuenta tanto las evidencias como los testimonios de los misioneros. Fueron ellos los que nos dejaron parte importante del legado cultural de estos pueblos, quienes a pesar de que los jesuitas intentarían una evangelización pacifica, tanto las epidemias como las rebeliones provocaron que estas sociedades se extinguiesen o quedasen muy mermadas, desapareciendo a finales de siglo XIX.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: María de la Luz Gutiérrez. Los nómadas de siempre en la Baja California, del libro La Gran Chichimeca. El lugar de las rocas secas.

Imagen: Pinturas rupestres de la Sierra de San Francisco, Baja California Sur

La disputa entre el gobierno novohispano y los dominicos en Baja California

El orden absolutista que imponía sus directrices para todos los reinos indianos tenían que ser implementados en las provincias, algo que las órdenes mendicantes no entendieron y pretendían seguir con las viejas prerrogativas que tenían desde los tiempos de la evangelización. En Baja California los dominicos pretendían ejercer los mismos privilegios que tuvieron los jesuitas recientemente adquiridos, algo que el gobernador de la provincia de 1775 a 1782 Felipe Neve llega a plantear la secularización de las misiones para que tuvieran una administración civil para dejar a los religiosos solamente con su papel y así ayudar al progreso del territorio.

Los misioneros se extrañan de esa acusación que hacia el gobernador de culparlos del atraso de la provincia, incluso acusan como el gobierno provincial obstaculizaba su labor con el retiro de las guardias de las misiones y de sus sirvientes, así como alentar a los indígenas a incumplir con las obligaciones que tenían con los frailes como el trabajo en los campos de cultivo. Ellos defendían sus prerrogativas basados en el “derecho divino” que les otorgaba el papel de guías morales de la sociedad, que si bien respetaban la autoridad del rey o el gobernador, si pedía que el gobierno civil se abstuviese de inmiscuirse en la economía del sistema misional para que ellos tomaran las decisiones de cómo aprovechar los recursos que impulsen el proyecto evangelizador.

La defensa dominica basaba en los avances que habían hecho los frailes para lograr la conversión al cristianismo de las tribus indígenas, lo que aseguraba que el sistema misional daba resultados que eran difíciles de emular si se les quitaba la responsabilidad de su mando. Algo que iba en sentido contrario de la idea del gobierno que era que indígenas y españoles vivieran en igualdad para lograr la integración de estos la sociedad novohispana, no es de extrañar que para negar el supuesto orden misional, corrieron noticias de que los misioneros maltrataban a los indígenas. En cambio, el gobierno civil estaba más ligado con el clero secular para ejercer el papel espiritual que requería la sociedad y que estos fungieran como funcionarios del rey como parte del intento de la monarquía de subyugar a la iglesia.

Otro de los puntos que defendía el estado en contra del sistema misional es que contravenían los derechos civiles de los indígenas para someterlos en un sistema paternalista, que si bien las misiones trabajan a manera de repúblicas muy ordenadas, cada acción que hacían los nativos tenía que ser aprobada por el misionero. Con el espíritu de la Ilustración en boga, decían que los indígenas habían perdido su libertad para poder alcanzar el beneficio económico individual, por lo que el convivio que tuvieran con los españoles harían que aprendiesen a sacar provecho de su trabajo logrando la integración. Esta finalidad es desmentida por los dominicos al decir que era una excusa creada por la negativa de los misioneros de mandar a los indígenas a trabajar en las minas para que los españoles sacaran provecho de su trabajo, argumento que fue rebatido como un intento por evitar que los indígenas se integrasen.

Por su lado, los misioneros tomaron en defensa de su sistema las condiciones adversas que presentaba la península para que tuviese algún efecto la secularización, ya que por la aridez del terreno y los pocos campos de cultivo que había hacía imposible que los indígenas pudieran subsistir de la agricultura. Para esto, se valieron de exponer el precario modo de vida que tenían los nómadas por las condiciones adversas que tenían que enfrentar y que se manifestaba en la pobre vestimenta con la que vivían y que andaban prácticamente desnudos, sumado al prejuicio de la época sobre la inferioridad de los nómadas que los hacían ver como eternos niños, por lo que tenían que estar permanentemente vigilados por los misioneros.

La incapacidad tanto de la corona como del virrey de poder mantener un gobierno civil en toda regla debido a la lejanía, hizo que finalmente desistieran de sus ideas integracionistas de los indígenas de la península, por lo que dejaron que los dominicos mantuvieran el sistema misional con los recursos que les otorgaba el “Fondo de las Californias”, por lo que hizo que las misiones siguieran con su viejo orden y las poblaciones de españoles vivieran con las limitaciones que daban las misiones, orden que finalmente se vería deteriorado y abolido con la independencia que se venía unas dejas después.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura

Federico Flores Pérez

Bibliografía: Francisco Altable. Al cesar lo que es del cesar. El conflicto de Iglesia y estado en la California Dominica, revista Secuencia no. 92

Imagen: Mision de Loreto, Baja California Sur. Fuente: http://bajaexperiencemx.com/experiencia-mision-loreto/

Los dominicos en la Antigua California

El pleito entre la monarquía borbónica y la iglesia desencadenaron una serie de reacciones para poder reafirmar la autoridad del rey sobre sus dominios, una de las que más controvertidas y que trajo una serie de problemas difíciles de solventar fue la expulsión de los jesuitas de todos los territorios españoles. Estos habían ocupado una posición tanto de educadores de las clases altas de los reinos indianos, eslabona que les sirvió para poder sostener la vanguardia en su misión evangelizadora en los territorios que fracasaron las armas u otras órdenes religiosas que no alcanzaron la fórmula para poder atraer a los indígenas. La península de Baja California fue uno de esos territorios que fueron incorporados gracias a sus iniciativas y cuyo sistema misional lograría la pacificación de las tribus nómadas de la región, lo que llevaría a que los novohispanos lograsen fundar algunas poblaciones para explotar esos territorios.

Bajo este contexto es que para 1763 Carlos III decreta el desalojo de los jesuitas, por lo que los territorios del septentrión quedaron con el problema de haberse quedado sin los religiosos que estaban a cargo de las misiones, lugar que fue ocupado por el clero secular o que fue repartido a otras ordenes mendicantes, este fue el caso de los territorios de California que fueron asignados a los dominicos y los franciscanos, dividiéndose sus zonas de influencia por la línea Palou en 1773, quedándose los franciscanos con la Nueva California y los dominicos con la península.

La orden dominica fue de las primeras en llegar al territorio novohispano desde 1526, lo que facilito que se les fuesen asignados grandes concesiones territoriales para  que pudiesen evangelizar a los indígenas, quedando constituida para 1533 la provincia de Santiago de México que la constituían algunos territorios del centro de México y debido a su éxito se conformaron las provincias de San Vicente de Chiapas y Guatemala en 1551, San Hipólito Mártir de Oaxaca en 1596 y Puebla de los Ángeles para 1656. El norte había sido una región que no escapaba del interés de los dominicos, por lo que hubo algunas misiones establecidas en la Nueva Galicia, logrando asentarse en Zacatecas con la fundación del convento de Santa Cruz en 1604, pero solo lograron fundar algunas misiones en los límites de la Sierra Gorda con Zacatecas debido a la inestabilidad de la región.

Las circunstancias del siglo XVIII y el cambio hacia un orden centralizado fue la oportunidad perfecta para poder revivir la antigua idea de dirigirse hacia el norte, por lo que les fueron asignados la península de California. Su llegada a la península estuvo precedida por el debate entre el nivel al que se debía de inmiscuir la iglesia en el ordenamiento de las poblaciones y los alcances de los gobiernos civiles, por lo que el viejo sistema misional se encontraba caduco ante las nuevas necesidades políticas de la época. Sobre todo que el rey contaba con la basa del Regio Patronato que le daba derecho de repartir las limosnas y de asignar los puestos en la iglesia, por lo que el impulso centralista de los Borbones harían uso de este para someter a la iglesia.

Esta situación van a provocar una serie de roces entre la los misioneros que pretendían conservar su poder para regir el destino de las comunidades y las milicias y los representantes virreinales que tenían el respaldo del estado para hacer valer su autoridad, esto en el entendido que los religiosos querían sobreponer la ley de Dios sobre todo ordenamiento que quisiesen dar las autoridades civiles, mientras estos querían imponer la lealtad al rey sobre todas las cosas. La amenaza del sufrimiento eterno en el infierno hacia que los civiles diesen mayor importancia a lo quede cian los misioneros que a las órdenes de las autoridades, lo que los subordinaba para cumplir con la misión de evangelizar esas regiones que en ese momento se consideraban “inútiles” por áridas y sin nada de interés para los colonizadores.

Otra de las razones para desoír las ordenes de la monarquía eran los escasos recursos que el rey mandaba para el mantenimiento de las nuevas poblaciones, lo que hizo cuestionar la autoridad de la monarquía sobre el ideal  de los evangelizadores que era la de llevar a la palabra de Dios a todos los rincones del mundo. Pero también un elemento que iba junto con pegado a la colonización impedía que los dominicos lograsen conservar el poder en las misiones, esto era las epidemias que poco a poco fueron dejando despobladas las misiones, por lo que era inútil seguir manteniendo un sistema misional en el norte y favorecía el ideal de secularizar las iglesias para que los sacerdotes puedan cumplir solo con sus funciones religiosas.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura

Federico Flores Pérez

Bibliografía: Francisco Altable. Al cesar lo que es del cesar. El conflicto de Iglesia y estado en la California Dominica, revista Secuencia no. 92

Imagen: Mision de San Borja, Baja California, 1758-1821. Fuente: https://jornadabc.mx/tijuana/13-12-2015/camino-real-de-las-californias-se-perfila-como-patrimonio-mundial