Los ataques comanches en México.

La colonización del lejano septentrión ha significado un reto tanto para los españoles, aliados indígenas y novohispanos que trataban de buscar un nuevo lugar para prosperar, no solo se enfrentaban a las adversidades del clima que impedían la formación de grandes campos de cultivo o la ausencia de metales en algunas regiones hacia poco atractivo su poblamiento. Pero lo que represento un reto aun mayor fueron las tribus nómadas que no se dejaron seducir por la vida ofrecida por los misioneros y no estaban dispuestos a dejar su modo de vida ancestral, por lo que defenderían con todo sus tierras de temporada de ser poblados por los novohispanos. La ausencia de recursos para poder sostener una campaña militar, la falta de incentivos para mantenerlas bajo su control y la belicosidad de los indígenas hizo que los españoles entraran en una relación de sobornos para que las tribus los dejasen estar en las tierras, aunque muchas veces los conflictos con los colonos echaban a perder esta delicada paz y provocaban que los indígenas ataquen las poblaciones, por lo que la violencia generalizada era el pan de cada día en el norte.

Fueron numerosos los pueblos que no se dejaron colonizar y evangelizar por los españoles, siendo uno de ellos los comanches o num-an-nuu que en su propia lengua quiere decir “el pueblo que vive junto”, su idioma pertenece a la extensa familia yuto-nahua y está relacionada con las lenguas shosheanas, abarcando un territorio que se extendía por las planicies del norte de Estados Unidos y el sur de Canada y sobrevivían de la recolección, el comercio con otros grupos y caza del venado. La relación de los comanches con la Nueva España inicia con la Revuelta Pueblo de Nuevo México en 1680, donde los indígenas sedentarios acabaron y expulsaron a los españoles de su territorio, en este contexto unos comerciantes pueblo llegan a caballo al territorio comanche para comerciar y de ahí adquirieron al caballo el cual se volvieron expertos en su manejo en poco tiempo, convirtiéndose en parte fundamental de su cultura.

Fue tal el cambio que simbolizo la llegada de los equinos que la cantidad que tenían definía la riqueza de la familia, por lo que los jóvenes guerreros en que recaían la estructuración de la familia se comprometía a adquirir más caballos incentivando la migración hacia el sur, por lo que gracias a la rapidez que les proporcionaban hizo que integraran a su alimentación al bisonte y se dedicaran a atacar a las poblaciones indígenas y de españoles en búsqueda de más caballos y recursos, ganándose el mote asignado por los ute de kim-ant-tsi que con su castellanización se transformó en comanche y quiere decir enemigo debido a su animosidad y violencia contra todos los grupos indígenas. A principios del siglo XVIII llegan a las planicies de Texas desplazando a los apaches lipanes y otros grupos de sus territorios, cambiando su forma de actuar para pasar a la adopción de estos para integrarlos a la tribu, garantizándoles la manutención de una población constante en proporción con lo que perdían en sus ataques.

Era común que los comanches raptasen mujeres y niños a manera de cautivos, lo que ayuda a su integración a la dinámica de la tribu y poder desposarlos, conformando grandes familias y permitiendo asentarse en las “rancherías” dando lugar a una nueva banda, por lo que la etnicidad se convirtió en un elemento más flexible para permitir su misma sobrevivencia. Su religiosidad permitía la mezcla de elementos indígenas con los cristianos, pero su base cultural descansaba en base del consumo y culto al peyote y la celebración de los powow o mitotes, elementos en común que comparten con grupos como los mismos lipanes, incluso con los huicholes y coras del Occidente, incluso estos elementos les permitiría en el siglo XIX al establecimiento de la Iglesia Nativa Americana.

Además de controlar plenamente las planicies de Texas, rápidamente verían interés en los territorios de Tamaulipas, Coahuila y Nuevo León, produciendo una serie de ataques que resultaban aparatosos. Con la independencia de México y el establecimiento del Primer Imperio, fue fundamental para la administración entablar la paz con los “indios barbaros” del norte que mantenían una relación muy inestable de alianzas y enemistades que cambiaban con regularidad, sobre todo porque verían un territorio donde los españoles pudiese llegar en una hipotética campaña de reconquista o cuidarse de las ambiciones estadounidenses. De ahí la necesidad de mandar representantes para entablar los acuerdos de paz con los indígenas, siendo uno de ellos el que llegaría con el jefe capitán Guanique de los comanches, donde se comprometieron a devolver a los cautivos de ambos bandos, la defensa de la frontera de cualquier incursión indígena o extranjera proveyéndoles de municiones, el establecimiento de San Antonio de Béjar como punto para mantener las conversaciones con el gobierno mexicano y entablar relaciones de intercambio, así como la liberación de toda clase de impuesto sobre ello manejándose el sistema de trueque.

Además de disponer de la libre adquisición de caballos y el ofrecimiento de que se mandasen a México 12 jóvenes comanches para ser educados, todos estos acuerdos quedaron en solo buenos deseos y no se logró consolidar la paz con los comanches, por lo que rápidamente volvieron a entrar en guerra con ellos intensificado por la presión estadounidense sobre los comanches. A partir de la independencia texana y seguida por la invasión estadounidense, los comanches tenían más difícil seguir con su ritmo de vida en los territorios conquistados, por lo que a partir de 1840 se inicia una campaña donde se atacan los estados de Chihuahua, Durango, Zacatecas y San Luis Potosí, siendo las incursiones de 1845 y 1846 las más sangrientas con un saldo de 652 mexicanos muertos, incluso se sabe que una expedición se llegó a internar al centro del país atacando Querétaro.

A partir de 1850, las incursiones comanches en México cesan por el control que empiezan a ejercer los estadounidenses de sus fronteras, iniciando una campaña de acorralamiento que llega a su fin con su rendición a finales de la década de 1860 en Fort Sill, Oklahoma, donde se establecieron de forma definitiva en una reservación, aunque un grupo logra escapar en 1870 con destino a México y para 1888 se declaran exterminados o regresados los comanches prófugos. Actualmente en la reservación quedan 1598 comanches mientras hay un numero indefinido que quedaron libres y no les interesa recibir reconocimiento alguno más que el seguir viviendo según sus costumbres y recordando sus antiguas correrías, mientras para los mexicanos represento un episodio más de la violencia fronteriza que ayudo a forjar el carácter bravo de los norteños y que les serviría para su lucha en las guerras internas.

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Federico Flores Pérez.

Bibliografía:

  • José Medina Gonzales Dávila. Comanches. Del terror en las praderas a las memorias de un pueblo de centauros, de la revista Relatos e Historias en México no. 110.
  • Andrés Ortiz Garay. Fumar la pipa de la paz. Un acuerdo del Imperio Mexicano con los comanches en 1822, de la revista Relatos e Historias en México no.70.

Imagen: George Catlin. La cacería del búfalo, 1847.

La ruptura entre Villa y Carranza

Las diferencias eran notables entre las bases que movían el villismo al del constitucionalismo, mientras Carranza tenía el mismo origen aristocrático que el de Madero y buscaba que fuesen las mismas leyes que diesen solución a los problemas sociales, Villa y sus socios buscaban que sus problemas se arreglasen de la forma más rápida posible. Esto se explica por la acción tomada por Villa cuando asume la gobernatura provisional de Chihuahua en diciembre de 1913 al mandar a expropiar los bienes de la oligarquía regional, medida que fue rechazada por Carranza y pretendiendo poner orden quiere tomar cartas en el asunto, a lo que los villistas no hacen caso y se defraudan de la jefatura del coahuilense. Todo estaba para que se ambos jefes rompiesen relaciones, pero se lograron limar asperezas en las Conferencias de Torreón llevadas a cabo en julio de 1914 en el que la División del Norte y Villa vuelven a ponerse a las órdenes de Carranza con el fin de acabar con las fuerzas de Victoriano Huerta.

Esta unión estuvo acompañada de condiciones que fueron plasmadas en el Pacto de Torreón, siendo las fundamentales la celebración de una Convención que definiese el liderazgo por el que se ha de gobernar el país, pero sobre todo que la alianza tenía como fin la derrota total del ejército federal. La idea era que una vez vencido Huerta, Venustiano Carranza tomase posesión de la presidencia para que desde ahí convocase a la Convención constituyente y desde ahí se hiciese el llamado a que se lleven a cabo elecciones, siendo los jefes del ejército Constitucionalista los que fuesen designados como delegados para la convención. Los villistas pretendían que la nueva organización nacional emulase la forma en que ellos habían elegido a sus mandos, que emanaron de las preferencias de sus soldados que se las hicieron llegar a sus generales y fueron ellos los que le asignaron a Francisco Villa la designación como jefe, por lo que el proceso nacional tenía que tener el mismo perfil democrático con el que se manejaban.

Fue en la celebración del Pacto de Torreón en que afloraron las diferencias que tenían el gobernador de Sonora José María Maytorena con el Primer Jefe, a lo que respondió que no violaría la soberanía del estado ni atacaría al mismo gobernador con la condición de que este renunciase a su cargo. También se dispuso que la División del Norte prosiguiese con su campaña hacia el centro del país junto con los ejércitos del Noreste y el Noroeste. Todos estos puntos fueron expuestos a Venustiano Carranza para que los aprobase y este los aprueba en lo general, pero se reservaba a corregir algunos puntos que no estaba de acuerdo, como fue el caso de la Convención que pedía que se celebrase entre los generales con mando de tropa y gobernadores de los estados que tendrían un sentido reformista a las leyes, también negaría que la División del Norte continuase con su avance por el centro para que fuesen Álvaro Obregón, Pablo Gonzales y los demás generales de los ejércitos del Noreste y el Noroeste los que asumiesen la victoria.

En lo que Carranza daría su respuesta al Pacto de Torreón, los villistas aprovecharían la oportunidad de fortalecer sus lasos con otros jefes rebeldes, acercándose tanto al Ejercito Libertador del Sur de Zapata y sobre todo con el gobernador Maytorena. Las cosas para poner en paz al gobernador sonorense se fueron deteriorando por las diferencias que tenía con los jefes revolucionarios Benjamín Hill y Plutarco Elías Calles, pero fue Obregón quien trato de mediar tanto en el conflicto de sus paisanos y sobre todo con el acercamiento que hizo con Chihuahua y Villa lo que hizo que de momento se mantuviesen las cosas tranquilas por el mes de agosto. Las migas que se lograron crear entre Obregón y Villa le dieron cause al problema sonorense al obligar a Maytorena a aceptar un pacto en que se beneficiaba a sus enemigos políticos, una postura de la que Villa estaba dispuesto a tomar porque de esa manera esperaba poner de su parte para conciliar las cosas con Carranza y este aceptase las condiciones que propuso para celebrar la Convención.

Pero al ver que Carranza se había negado a aceptar sus demandas, el niega de último momento sacrificar a Maytorena y le manda una serie de telegramas a Obregón en donde expone su cambio de opinión sobre los acuerdos. Mientras los carrancistas empiezan a armar la teoría de una conspiración contrarrevolucionaria en la que ponen como principal orquestador al general Felipe Ángeles, por lo que Carranza acepta en septiembre que su cargo como presidente fuese interino, pero insistía en el carácter reformista de la convención. El que se vio más afectado por los problemas que se suscitaron con Maytorena fue el propio Obregón, ya que en su visita realizada a Chihuahua el 16 de septiembre fue visto por desconfianza por los villistas que lo vieron como un mero instrumento de Carranza para sacar a Maytorena de la gobernatura, pero también salió a relucir el doble sentido de la presencia de Obregón que era la de restarle fuerzas a Villa al ver que el conflicto era inevitable y que aprovecho sus visitas para entrevistarse con militares villistas y convencerlos de que se cambiasen de bando, siendo una de las bajas el de la familia Herrera, aunque esta es más atribuida por las entrevistas que tuvieron directamente con Carranza en agosto en su paso por Hidalgo del Parral.

En esta última visita, la desconfianza fue tal que Obregón estuvo cerca de ser fusilado al revelarse tanto los intentos de restarle fuerzas como las reuniones que tuvo con Maclovio Herrera y Eusebio Benavides y por el informe de Maytorena sobre los movimientos que estaban haciendo los del ejercito del Noroeste en su contra, lo que produjo una reunión con el propio Villa de donde salió a relucir la polémica decisión que al fin y al cabo logro ser solventado el problema al revelar que el motivo de su presencia era invitarlo a que mandase a un representante a una reunión que se llevaría a cabo entre generales y gobernadores. Logra salir Obregón de Chihuahua con el problema aplacado, pero al poco tiempo Villa recibe informes de los mensajes de telegrama entre Carranza y el general Pánfilo Natera en los que se le ordena destruir las vías ferroviarias que iban a Torreón y Zacatecas para impedir que siguiesen su avance hacia el sur. Esto provoco que Villa ordenase el regreso del tren donde iba Obregón para fusilarlo, pero fue convencido de que esta trama pudo ser planeada por el propio Carranza para deshacerse del sonorense a quien también era visto como un futuro rival, por lo que solo niega asistir a la reunión a la que fue invitado.

A raíz de toda esta información, Villa se telegrafiara con Carranza y se hace oficial la ruptura entre el constitucionalismo y el villismo, a lo que procedieron a iniciar las movilizaciones hacia el sur para tomar Zacatecas, mientras los jefes que fueron convencidos como Maclovio Herrera y Domingo Arrieta en Durango (aunque este nunca perteneció formalmente a la División del Norte) rompen abiertamente con Villa, por lo que mandan a Manuel Chao rumbo a Parral y a Calixto Contreras a Durango para acabar con los rebeldes. Carranza hace un último intento por aminorar las fuerzas de Villa al pedir refuerzos para tomar Torreón, pero Villa argumenta que es más importante tomar Zacatecas que podía fracasar la campaña de Pánfilo Natera por las pocas fuerzas que tenía para tener éxito, por lo que encamina a la División del Norte rumbo a Zacatecas mientras Carranza se queda sin argumento para impedir que siguieran su camino.

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Federico Flores Pérez

Bibliografía: Pedro Salmerón. 1915. México en guerra. 

Imagen: Venustiano Carranza y Francisco Villa

La caza del venado en el ceremonial tarahumara moderno.

La ceremonia de la cacería del venado es un distintivo ritual de los pueblos yuto-nahuas del noroeste mexicano, desde los huicholes hasta los yaquis tienen en este acto el simbolismo de cómo fue conformado el mundo y se les dio a los humanos la capacidad de poder subsistir en el mundo. A diferencia de estos grupos indígenas, los tarahumaras o rarámuris que pertenecen a la misma familia han perdido la costumbre de la caza del venado dentro de su calendario ritual, pero pervive en el simbolismo que tienen en otras festividades que hacen que siga permaneciendo su esencia pese a que ya no se practique, estos son los casos de las fiestas de yúmari y tutubúri.

Estas fiestas se realizan en torno a un patio ceremonial donde se realizan danzas por toda la noche hasta el amanecer y se le ofrenda carne a Onorúame, “Nuestro Padre”, la cual es el producto de sacrificios de cabras o vacas que además de ser degustados por la deidad, es una oportunidad única para la comunidad de comer carne en una dieta que es principalmente vegetariana, pero con la diferencia que se están ofrendando animales domésticos de lugar de ir a cazarlos. Así como sucede con los yaquis y huicholes, el ritmo de la ceremonia es dirigido por el saweame o wikarame que son los que con sus cantos y al ritmo de una sonaja acompañan toda la danza hasta el amanecer, con canticos relacionados con las flores y el crecimiento de la vegetación (sin ninguna referencia a la cacería), siendo otra diferencia que la danza no se realiza en torno a una gran fogata sino a los puntos de salida del sol que son señalizados mediante cruces y donde se depositan las ofrendas y el que ninguno de los personajes de la danza esté relacionado con la cacería.

Aunque cada vez menos practicada, los tarahumaras también tienen dentro de su calendario ritual la recolección del peyote, donde los participantes como el cantante y los recolectores se les identifica con el venado (al igual que los huicholes), siendo usado el peyote como instrumento para la comunicación con los espíritus en los días de muertos, los cuales son realizados a partir del tercer o cuarto año del fallecimiento y en cuya conmemoración tiene una vital importancia el que se les dejen ofrendas a los ancestros como la carne. Estos altares se orientan hacia el este y son señalizados mediante las cruces, dejando la carne en una estructura elevada del suelo, pero la que pertenecía para los muertos eran colocados en postes donde se ponía un pedazo de tripa o de hígado de una cabra recién sacrificada que serían consumidos mientras sale el sol. Es aquí donde vemos otra equivalencia entre los rituales dedicados a la cacería del venado con el tarahumara, ya que vemos a la cruz como principal receptáculo para poder comunicarse con el mas alla, al igual que ocurre con el Palo parlante de los yaquis o el árbol cósmico huichol.

La relación que tienen los tarahumaras con los muertos resulta muy diferente a la intencionalidad de los yaquis y huicholes, ya que mientras ellos los alimentan en una señal de reciprocidad por facilitarles la subsistencia, los tarahumaras lo hacen para paliar los efectos negativos que traen que lo los muertos sigan teniendo presencia en el mundo terrenal. Es así que las cruces son puertas para comunicarse con ellos, pero una que se tiene que usar en tiempos en específicos que son seguidos meticulosamente por su calendario ritual, siendo la llegada de los primeros rayos de luz del sol la oportunidad de poder cumplir con el pago para que los dejen en paz. Los curanderos también hacen uso de las cruces para poder comunicarse con las almas de los enfermos y aconsejarlos para poder curarlos mediante su aliento con el que le transfiere su energía vital, por lo que se emula el papel de la cruz como portal para comunicarse con las almas en una escala mas personal como lo implica la curación de las dolencias.

La danza que se practica tanto en el yúmari como en el tutubúri es la de los matachines, en la que los asistentes se ponen vestimentas multicolores y llevan una sonaja similar a la del cantador principal, pero estos son dirigidos por un personaje conocido como chapeón “el viejo de la danza”, el cual en algunas ocasiones puede portar una asta de venado y que con la salida del sol acompaña al saweame ante la cruz para hacer la ofrenda a los ancestros. Es así que tanto la conjunción de la danza y el canto aplicado tanto a la gran escala como el caso de las celebraciones comunales como en los rituales curativos de los curanderos forman parte del sistema mágico que asegura el equilibrio ente el mundo terrenal con el espiritual, compartiendo la misma meta que los otros rituales que tienen que ver con el simbolismo de a caza del venado.

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Federico Flores Pérez

Bibliografía: Phylip E. Coyle, La cacería de venado de los yuto-nahuas centrales, del libro Por los caminos del maíz. Mito y ritual en la periferia septentrional de Mesoamérica.

Imagen: Danza rarámuri de los matachines

El giro contrarrevolucionario y fin de Pascual Orozco

A pesar de que fue uno de los iniciadores de la revolución y que su movimiento fue clave para la derrota del régimen porfirista, Pascual Orozco no vería cumplidas sus ambiciones personales, lo que lo llevaría a rebelarse contra Madero, que a pesar de que le asesto derrotas significativas, lograría cerrar la frontera para evitar que se abasteciese de armas y llevaría a combatirlo tanto a Victoriano Huerta como a Pancho Villa poniendo su movimiento contra las cuerdas. Es significativa una entrevista que le concede al corresponsal del periódico El Imparcial que se publica el 6 de julio de 1912 donde muestra su arrepentimiento por haberse levantado contra Porfirio Díaz señalando la falta que hacia su presencia para imponer el orden.

Si bien la rebelión orozquista fue derrotada, serían los errores que cometió Madero desde un inicio de su gobierno lo que finalmente terminaría con su mandato en la forma en que sucedió, como el haber dejado intacto al ejército federal con todos los mandos porfiristas en activo, los cuales abonaron al creciente descontento que existía ante la aparente ineptitud que le atribuían al gobierno revolucionario al no lograr pacificar el país. Es en este contexto que el embajador de Estados Unidos Henry Lane Wilson conspira con los rivales de Madero como Bernardo Reyes, Félix Díaz y el recién despedido Victoriano Huerta que se movilizan para derrocar al gobierno legítimo. Sabiendo de los múltiples enemigos que tiene Madero, los conspiradores mandan representantes ante Orozco, aunque el 2 de marzo de 1913 un periodista lo encuentra en su mina de Cusihuiriachic donde Orozco se niega a volver a entrar en la guerra argumentando que prefería regresar a la vida privada y a sus negocios que volver a entrar a la palestra pública.

Esta posición cambiaria al poco tiempo en la entrevista con los conspiradores, aceptando participar con la condición de que se les pagase a los soldados muertos o inválidos que participaron en la rebelión contra Madero su correspondiente pensión, la retribución para las tropas que le quedaban por haber combatido a los maderistas, la necesidad de promulgar una reforma agraria que repartiese tierras a los campesinos pobres, el pago de las deudas que sus trops hayan incurrido para solventar el movimiento y que estos sean elevados al rango de guardias rurales. Los representantes aceptan todas las condiciones de Orozco, lo que hizo que este se trasladase a la Ciudad de México el 12 de marzo, cerca de un mes después de completarse la caída de Madero, donde se entrevista con Victoriano Huerta que para ese momento estaba en calidad de presidente interino.

De los primeros movimientos serian el de tratar de convencer a los zapatistas de deponer las armas y aceptar la propuesta de Huerta, una opción que se veía viable ante la alta estima que le tendrían los morelenses que incluso lo habían nombrado general en jefe. Para esta misión, Orozco manda a su padre del mismo nombre para que negociase con Emiliano Zapata la adhesión al nuevo gobierno, a lo que el caudillo del sur al enterarse de las propuestas, se decepciona de las acciones cometidas por el quien había considerado un ejemplo a seguir y que se había aliado con quien había sido el acérrimo enemigo de los campesinos, haciendo que no solo se negara a aceptar la propuesta, sino que mandase a fusilar al padre de Orozco como respuesta el 19 de julio.

La situación de Orozco era desesperada, ya que Huerta lo obliga a combatir a las fuerzas de Villa y los constitucionalistas pero bajo las órdenes de los generales porfiristas quienes usan a su gente como carne de cañón, provocando una serie de fracasos que acabarían con lo poco que le quedaba. Para 1914 y con el fracaso de los huertistas para combatir a los revolucionarios, Orozco huye hacia los Estados Unidos, donde al poco tiempo es alcanzado por el propio Huerta proveniente de Europa y lo convence para volverse a sumar en un movimiento que planeaba realizar para regresar al poder con la promesa de una supuesta ayuda alemana como garantía de éxito en esta nueva campaña. Pero las autoridades estadounidenses descubren sus planes y son arrestados en las cercanías de El Paso y puestos bajo prisión domiciliaria.

Esto no sería el fin, ya que escapa de su apresamiento hacía en agosto intentando dirigirse hacia el rio Bravo para llegar a Ojinaga, pero como la zona que le tocaba atravesar era acosada constantemente por bandidos, la vigilancia estaba más fuerte que nunca. Su presencia junto con la de otros cuatro jinetes dispara las alarmas del terrateniente Dick Love quien manda a sus vaqueros para que les dieran alcance a los intrusos, cosa que logran y les dan muerte hacia el 30 de agosto de 1915. Es asi que termina la vida de un caudillo que había visto por las necesidades de su gente, pero que la poca respuesta que tendría por parte del jefe de la revolución haría que se le voltease y llegara a combatir lo que formo, quedando borrado del martirologio de la historia nacional, pero aun hoy en dia el nombre de Pascual Orozco es reverenciado entre algunos campesinos de Chihuahua quienes ven en el al líder que combate a los terratenientes que habían echado a perder los pactos sociales que durante años se gobernaba el estado.

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Federico Flores Pérez

Bibliografía: Pedro Siller. Pascual Orozco, de la revista Relatos e Historias en México no. 86

Imagen: Hmnos. Casasola. Victoriano Huerta abraza a Pascual Orozco en su residencia del Hotel Lascuráin, Marzo de 1913

España y el bando constitucionalista

Los españoles fueron los migrantes que fueron mayoría durante el Porfiriato, que a diferencia de otros extranjeros que se concentraban en las grandes ciudades, ellos se habían inmiscuido tanto en el ámbito urbano como en el rural, ya sea en el pequeño comercio o de propietarios de ranchos y haciendas. La revolución marco un punto que termino afectando a todos y ellos no fueron la excepción, siendo el blanco de los rebeldes que aprovechaban la mínima oportunidad para saquear su patrimonio, cosa que al gobierno español le preocupaba el destino de sus connacionales, que si bien en ese momento ya eran un país del segundo orden en el concierto internacional por la pérdida reciente de Cuba y Puerto Rico, todavía buscaba exhibir musculo en cuanto a sus posibilidades se lo permitían.

Lamentablemente para ellos, su reacción con los acontecimientos  de la revolución empezaron con el pie izquierdo al ser de los primeros países que reconocieron el gobierno espurio de Victoriano Huerta, que el rey Alfonso XIII se escuda en que tenían que asegurar la protección de sus paisanos ante la violencia y abusos de los revolucionarios como de los federales, pero jugaron una partida de doble banda en la que por un lado trataba con los huertistas y por el otro mantenía conversaciones con el principal opositor Venustiano Carranza. Es asi que para el 20 de junio de 1914 llega a El Paso, Texas, el agente confidencial de España Manuel Walls y Merino que fue encargado en primera de sondear las afectaciones entre los españoles de Chihuahua y Coahuila, siendo la segunda misión el iniciar conversaciones con Carranza y hacerle llegar los reclamos de daños para buscar una conversación.

Carranza niega de entrada buscar algún contacto con Walls, sobre todo porque veía la actitud el ministro plenipotenciario en México, Bernardo Cológan y Cológan, que fue de los primeros en reconocer el derrocamiento de Madero. Para poder figurar como un liderazgo alternativo de Huerta y ser el garante del orden constitucional del país, Carranza ordena que los bienes de extranjeros que estuvieran en sus zonas controladas fuesen respetadas, por lo que en su gabinete designa un área dedicada a las Relaciones Exteriores para poder encausar los reclamos que se hacían conforme avanzaba la guerra. En unos inicios la tuvo complicada por las acciones de Francisco Villa que continuamente se dedicaba a atacar negocios extranjeros, principalmente estadounidenses y españoles, a lo que los gobiernos extranjeros estaban señalando de que se estaba manteniendo una doble representación, a lo que Carranza aclara que sus gestiones son extraoficiales y se desmarca de España acusando que sus súbditos apoyaban el bando huertista, por lo que estaba más interesado en limar asperezas con Estados Unidos que era el mayor inversionista que con la península.

Viendo que el bando revolucionario no estaba dispuesto a hacerles caso, los diplomáticos españoles tuvieron que recurrir a Estados Unidos para que interceda por la integridad de sus paisanos ante los abusos cometidos, uno de estos casos se presenta en 1913 cuando Villa toma Chihuahua y decide echar a la comunidad española que constaba de 300 personas, por lo que tuvieron que huir a El Paso y recibir todo el apoyo posible por parte del gobierno estadounidense, además de la ayuda prestada por el Casino Español de la Ciudad de Mexico que reúnen fondos para solventar sus gastos. Villa fue especialmente violento contra los españoles que habitaban las ciudades que tomaba, que a pesar de la promesa de respetar sus vidas y posesiones dejaba que su tropa hiciera de ellos lo que quisieran y los despojaran, atacando por igual a hacendados como a los pequeños comerciantes, acciones que Carranza estaba en contra pero que pasaba por alto.

Mientras en la península, las Cortes manifestaban su desaprobación ante las tropelías que se cometían en Mexico, pero España era demasiado débil para tomar medidas diplomáticas, por lo que cualquier acción diplomática que hicieran tenía que ser consultada por la diplomacia estadounidense y europea. Ante el desembarco de las tropas estadounidenses en Veracruz el 21 de abril de 1914, España entra de intermediario junto a Brasil, Argentina y Chile, donde el mismo rey Alfonso XIII se ofrece como mediador de las pláticas y ofrece el buque Carlos V para celebrar las conferencias de paz, iniciativa que no fue tomada en cuenta.

Los diplomáticos españoles en los Estados Unidos tenían que movilizarse lo más pronto posible para defender a sus compatriotas de la guerra a través de la cancillería estadounidense tratando de evitar que las facciones les cobrasen impuestos extra para comerciar o trabajar. Lograrían para el 20 de junio que Pancho Villa explicase la razón por el ataque a los españoles en Chihuahua y la Comarca Lagunera argumentando el supuesto apoyo a los federales, pero también acepta que ataco a personas que no estaban involucradas en la revolución. El avance de las tropas norteñas hacia el sur ante la derrota de los federales hizo que el miedo de los españoles a que se repitiera el escenario en la Ciudad de México hizo que la cancillería española apoyase la entrada de Estados Unidos a meter orden, pero decidieron mantener una postura de observante para frenar el ataque a sus connacionales, por lo que intentarían ser intermediarios en el conflicto entre carrancistas y villistas para así hacer que se respetasen los intereses españoles.

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Federico Flores Pérez

Bibliografía: Josefina Mac Gregor. Agentes confidenciales en México: España y su primer contacto oficial ante la revolución constitucionalista, de la revista Secuencia no. 24  

Imagen: S/D. Toma de Ciudad Juarez 10/5/1911

Pascual Orozco contra Madero

El triunfo de Madero estuvo seguido de varios movimientos sociales que se unieron para echar del poder a Porfirio Díaz, el problema fue que las diferentes vertientes revolucionarias tenían intereses diferentes que chocaban con la política moderada del maderismo que tenía prioridad la implementación de un régimen democrático, pero que no estaba apresurado den resolver los problemas de los rancheros y los campesinos. Pascual Orozco vio truncadas sus aspiraciones políticas, primero la de acceder a la secretaria de Guerra que fue dada a Venustiano Carranza, después por la falta de apoyo que quería obtener por parte de Madero para quedarse con la gubernatura de Chihuahua, de donde se postula como candidato  en las elecciones donde competía con Abraham Gonzales y que se vio forzado a renunciar por ser menor de 30 años.

Las bases de la clase media y baja de la revolución pronto se vieron decepcionados del nuevo régimen de Madero, por lo que pronto se vieron forzados ante la falta de resultados inmediatos a volver a levantarse en armas. En el sur, el caudillo morelense Emiliano Zapata plantea con las comunidades de su estado volver a rebelarse ante las políticas punitivas que aplico el presidente interino Francisco León de la Barra y la poca disposición de Madero a solucionar el problema de las tierras que había con los hacendados. Para el 15 de diciembre de 1911 se pronuncia el Plan de Ayala en donde le declara la guerra al gobierno federal desconociendo a Madero como presidente y que reconocía como jefe de su levantamiento a Pascual Orozco. El recibimiento de la propuesta para el caudillo chihuahuense fue tomada con desconfianza y solo se limitó a mandarle cartas donde compartía su decepción hacia Madero y le manda unas recomendaciones con el compromiso de sumarse al levantamiento, pero no el de comandar la rebelión morelense.

Con un puesto menor que le otorga Madero como comandante de la primera zona de la policía rural de Chihuahua, ve el creciente descontento de los revolucionarios que lucharon contra los porfiristas. Para el 26 de enero de 1912, renuncia a su puesto de la policía y publica su carta de renuncia en el diario El Correo y en diversas publicaciones locales y que fue tomada como una crítica hacia los colaboradores del gobierno maderista, a lo que este le pide que se mantuviese su puesto hasta marzo, cosa que acepta. La situación se agrava por el licenciamiento que el gobierno hace de las fuerzas rurales de donde se llega a despedir a la mitad del personal, por lo que el creciente desempleo empeorado por un invierno inusualmente frio hace que la idea de la rebelión cobrase fuerza, reforzado por la renuncia de Orozco y la rebelión zapatista de la cual ya se habían llegado noticias.

Es así que en el estado empieza a violentarse el ambiente con el ataque a trabajadores y propiedades de empresarios estadounidenses como sucedió con el asalto a la hacienda de Corralitos, donde aprovecharon para saquearlas y provocaron la huida de los estadounidenses a la ciudad fronteriza de El Paso. El mismo destino tendrían las haciendas de Luis Terrazas donde se le sumaron algunos ex magonistas como José Inés Salazar y Emilio Campa, quienes publicaron una proclama que por el incumplimiento del Plan de San Luis se vieron forzados a tomar acciones violentas como la voladura de trenes y puentes, declarando a Pascual Orozco como su jefe bajo el lema magonista de “Tierra y libertad”.

La primera fase de la rebelión orozquista estuvo acompañada de éxitos sobre el ejército federal, donde se llegó a ocupar todo el estado de Chihuahua y donde el principal responsable de la campaña, el primo de Madero José Gonzales Salas, fue derrotado de forma humillante en la batalla de Rellano el 24 de marzo lo que provocaría su suicidio. Ante esta situación crítica, Madero manda a llamar a Victoriano Huerta que en su momento su campaña contra los zapatistas había resultado efectiva, que sumado al cerco estadounidense que le hicieron a los orozquistas para abastecerse de armas y a la poca disciplina que pudo implementar Orozco a sus tropas hizo que fuera derrotado de forma rápida.

La situación se vio de repente desesperada para los orozquistas, sumada a la situación de Zapata quien le solicita a Orozco si le puede mandar parque en barco hasta el estado de Guerrero, por lo que da un giro de 180 grados tornando su opinión para que en lugar de constituir un nuevo orden revolucionario se regresara al viejo régimen porfirista. Inesperadamente el que había sido su enemigo, Victoriano Huerta, había sido despedido por encontrar indicios de conspirar contra Madero, a lo que en poco tiempo ambos líderes verían la meta en común, derrocar al presidente.

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Federico Flores Pérez

Bibliografía: Pedro Siller. Pascual Orozco, de la revista Relatos e Historias en México no. 86

Imagen: Hmnos Casasola, Francisco Villa, Garibaldi, Braniff y Orozco, retrato de grupo, 1911

La sierra de Chihuahua y el nacimiento de Pascual Orozco.

Los cambios que supusieron la rápida modernización que se impulsa en el gobierno de Porfirio Díaz provocan una serie de problemas en diferentes sectores de la sociedad a lo largo del país, que ante la falta de salidas políticas para hacerlos participes de ella originaron una gran presión popular que termina estallando con la rebelión de 1910 que termina por obligar la renuncia de Díaz. El norte de México fue una región fundamental para que se desatase el levantamiento, las particularidades de estar en frontera con uno de los países líderes del mundo y quebramiento del pacto social entre rancheros y terratenientes desatan la furia contra el gobierno, siendo la región serrana del estado de Chihuahua la cuna de una de las vertientes rebeldes que fueron importantes en la primera etapa de la revolución, quienes depositaron su liderazgo en las manos de uno de los suyos, Pascual Orozco.

La región había sido colonizada por criollos procedentes del Occidente (Jalisco, Zacatecas y Michoacán), que por su naturaleza agreste y la continua violencia que dejaba la lucha contra los apaches hace que esta sociedad tenga una alta belicosidad y autonomía que le generaban los recursos minerales que sacaban de la sierra y un gobierno débil que no podía ayudarles en algo. La llegada del siglo XX representa un cambio para mal en todos los sentidos para su modo de vida, primero empieza con la llegada del ferrocarril que cambia las estructuras de las relaciones entre los caciques y el pueblo en favor de los primeros, le sigue el cambio del patrón plata al oro que provoca que los pequeños mineros estén obligados a vender sus minerales a grandes empresas como los Terrazas-Creel o Batopilas.

La situación desesperada a la que fueron orillados por la llegada del progreso hizo que se empezaran a integrar a los grupos políticos disidentes al Porfiriato, es así que se suman algunos al club liberal Ponciano Arriaga, otros apuestan por Bernardo Reyes y también se van a integrar al magonismo, pero finalmente van a ser atraídos por el movimiento maderista el cual apoyan cuando inicia la campaña. Los rancheros de la sierra no eran campesinos con una vida precaria, sino que se trataron de rancheros exitosos que vieron mermadas sus ganancias ante las grandes empresas que entraron en la región para acapararlo todo.

Este es el contexto en que llega al mundo en 1882 en la hacienda de Santa Inés el revolucionario Pascual Orozco, de familia liberal que habían adoptado el protestantismo como religión y con un rancho que les permitía llevar una vida holgada, siendo educado tanto en Ciudad Guerrero como en Guadalajara. Los inicios de su vida política permanecen nebulosos ante la falta de testimonios fidedignos, habiendo teorías que nos dicen haberse adherido al magonismo o al Partido Liberal, pero se cree que por los nexos que tenía la familia con Jalisco pudieron ser  simpatizantes del reyismo, que podría confirmarse con el arresto de su padre el 18 de junio de 1910 con la campaña represora en contra de los reyistas.

La creciente tensión que había con los rancheros serranos que se manifestó en el acoso que recibió su familia, hizo que Orozco se sumase a la rebelión impulsada por Francisco I. Madero que había escapado a los Estados Unidos donde emite su proclama. Pascual Orozco se había desempeñado como arriero, labor que lo convirtió en un conocedor de los recovecos de la sierra y que logra que entablase relaciones con los rancheros de la zona, que sumado a la influencia de su familia hizo que se convirtiera en el caudillo que los dirigiese para acabar con los abusos de los últimos tiempos.

A su movimiento se le sumaria un personaje que tenía un pasado turbio pero que contaba con un gran carisma y habilidad nata para la batalla, Francisco Villa, juntos empiezan la rebelión a lo largo de todo Chihuahua, pero con un inicio de muchos tropiezos que no impidió que siguiesen con su empeño de derrotar a los porfiristas. Es así que de forma unilateral y en contra de las ordenes de Madero, para mayo de 1911 ataca Ciudad Juárez lo que le traería un triunfo fulminante que determino la caída del régimen y la victoria del movimiento maderista. Pero la falta de reconocimiento una vez que Madero accede al poder en favor del senador porfirista Venustiano Carranza a quien pone como Secretario de Guerra hizo que Orozco y Villa protestaran por colocar a alguien que no se había metido en la rebelión, haciendo que Madero despida a Villa y que Orozco sea perdonado, lo que provoca el resentimiento de Villa hacia Orozco y que este quedara a la espera de recibir la retribución correspondiente por haber sido el que le otorgó la victoria.

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Federico Flores Pérez

Bibliografía: Pedro Siller. Pascual Orozco, de la revista Relatos e Historias en México no. 86

Imagen: Karl Halm, Pascual Orozco y sus hombres, 1911

La transformación social durante el Porfiriato en el Norte de México

El progreso que impuso el régimen del general Díaz trajo una serie de cambios a lo largo del país que lograron sacudir buena parte del orden heredado del virreinato, siendo uno de los cambios más profundos el que vivió el norte de México en los últimos años del siglo XIX. De ser una zona aislada donde las diferentes sociedades norteñas Vivian con buena autonomía pero a expensas de los ataques de los nómadas, con la pacificación de la región y el expansionismo de la economía estadounidense en la frontera hizo que esas estructuras se rompieran en buena parte, donde se rompieron los pactos entre el pueblo y las oligarquías para establecer una relación desigual, pero a cambio con la nueva dinámica hizo que hubiera un mayor crecimiento económico.

Esto se vio reflejado con la formación de una clase media en las ciudades que con el contacto creciente con la sociedad estadounidense, se cuestionaran acerca de la forma en que se ha estado llevando a cabo las acciones políticas del gobierno federal. Esta situación fue aprovechada por elites locales que no fueron beneficiadas por estos cambios para la formación de agrupaciones políticas que buscaban participar en sus respectivos gobiernos locales con nuevas perspectivas que contradecían a los favoritos del régimen. En las primeras décadas del régimen este sistema bipartidista había logrado servir como válvula de escape para las pretensiones de la clase media, pero a principios del siglo XX, Díaz acaba con el sistema causando un mayor resentimiento hacia el gobierno, y esto se vio agravado por el aumento de impuestos y la crisis económica de 1907-1910.

El contexto rural en el norte era tan complejo que estaba dividido en diferentes subgrupos los cuales estaban los ex-colonos militares que combatieron a los nómadas, las tribus pacificadas, los peones, los vaqueros y el proletariado semiagricola y semindustrial. La situación bélica que por siglos mantuvo la región hizo que el sector rural formara mayores lazos con los demás componentes de la sociedad norteña, lo que permitió que pudieran hacer un frente unido contra las tribus enemigas y que sirvió para dar una mayor cohesión durante el levantamiento revolucionario.

La influencia estadounidense fue determinante para la forja de los valores de los norteños de la primera década del siglo XX, si bien persistieron los sentimientos anti yankee producto de la conflictiva relación con el país vecino, adoptaron de ellos la lucha por los derechos de los trabajadores que iban ganando terreno en el sector obrero. Pero algo que fue determinante para la fuerza que tuvo la revolución en el norte fue el acceso al mercado de armas estadounidense que siempre fue muy pujante y que le permitió a los diferentes caudillos mantener un aprovisionamiento constante de recursos a diferencia de los movimientos sureños los cuales no tenían acceso a fácil para mantener a las tropas.

La suma de todos estos factores explican porque el norte de México se convirtió en el motor de movimiento de 1910 sin perder el protagonismo de este incluso después de concluida la guerra al convertirse en la base del nuevo orden nacional. Fue la quiebra de las viejas estructuras que fueron golpeadas por el progreso porfiriano lo que provocó el resentimiento en las clases medias y rurales lo que le dio fuerza al movimiento maderista y que logro el fin del viejo régimen.

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Federico Flores Pérez

Bibliografía: Frederich Katz. La guerra secreta en México.

Imagen: S/D, Trabajadores del ferrocarril de Chihuahua.