Los frenos para salir de la crisis.

Para el gobierno de Miguel de la Madrid, era necesario llevar a cabo una reforma económica para acabar con el modelo de sustitución de importaciones implementado desde el cardenismo. Este modelo consistía en fomentar la producción nacional de bienes de consumo para impulsar la industrialización, pero había provocado monopolios debido a la política proteccionista y un aumento en los precios de los productos manufacturados.

La reforma económica incluyó la reducción del gasto público y un aumento en los impuestos, como el IVA que subió un 50% y el ISR que aumentó un 10% para personas con ingresos superiores a 5 salarios mínimos. Esto afectó a la clase media, que también enfrentaba inflación y un alto desempleo. Sin embargo, se logró reducir el déficit público al 8.6%, comparado con el 17% en 1982.

En el sector externo, hubo resultados positivos, como la reducción de las importaciones en un 34% debido a la caída del mercado interno, el aumento de divisas petroleras y de exportaciones de manufactura no petrolera en un 33%. Esto se logró gracias a los beneficios competitivos generados por la devaluación, resultando en un superávit de 13,000 millones de dólares. Sin embargo, estas mejoras económicas no se reflejaron en mejoras sociales debido a la política de bajos salarios, lo que llevó a una disminución en la demanda interna.

El objetivo del Programa de Industrialización por Exportación (PIRE) era alcanzar la meta de recuperación económica, logrando recuperar al año siguiente el nivel de importaciones en un 18%, las exportaciones petroleras en un 6%, y las exportaciones de manufacturas en un 21%. Esto resultó en un superávit de 12,900 millones de dólares y un superávit en la balanza de pagos de 5,400 millones de dólares, superando las expectativas en un 50% para 1983, con la previsión de un déficit del 0.5% en 1984.

Sin embargo, a pesar de las cifras positivas presentadas por el PIRE y el gobierno, se evidenció uno de los problemas persistentes del modelo neoliberal: el bajo impacto de las mejoras macroeconómicas en la economía real. Las medidas severas provocaron que el Producto Interno Bruto (PIB) no alcanzara el crecimiento del 0% previsto para 1983, sino que disminuyera hasta un -4.2%, lo que llevó a una reducción de los ingresos per cápita en un 7%, una cifra significativamente más alta que la del año anterior, que fue del 3%.

Después de ajustes, el gobierno relajó las medidas restrictivas para impulsar el crecimiento económico, pero la fragilidad financiera impidió que este se reflejara. Esto se evidenció en 1984, cuando el PIB creció un 3.6% y la inflación disminuyó a casi el 60%. Sin embargo, esto provocó una apreciación del peso mexicano y un aumento en las importaciones en un 18%, lo que hizo que las exportaciones perdieran competitividad, creciendo solo un 6%. Esto resultó en una reducción del superávit comercial y del saldo de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que llegó a 4,200 millones de dólares.

En 1983, las condiciones de la estructura productiva estaban deterioradas, con excepción de los sectores agropecuarios, eléctricos y servicios financieros, que lograron crecer un 3.4%, 1.3% y 2.2%, respectivamente, con respecto al año anterior. En contraste, los sectores más afectados fueron la construcción, el comercio y el sector manufacturero, que decrecieron un -14.3%, -8.6% y -7.3%, respectivamente. Esto tuvo repercusiones en la tasa de desempleo, que alcanzó el 2.3%, en contraste con el descenso del -0.3% registrado en 1982.

Aunque la recuperación en 1984 elevó la ocupación en un 2.3%, la política de contención de los salarios mínimos, apoyada por los sindicatos, afectó principalmente a los sectores populares. Los ingresos salariales se redujeron un 25% en 1983 y un 2.8% en 1984, con aumentos salariales mínimos del 1.7% y 0.3%, respectivamente.

El crecimiento económico no se vio reflejado principalmente debido al aumento del consumo nacional, lo que provocó una disminución en el excedente exportable. Esta tendencia persistió en los primeros meses de 1985, ya que en 1982 y 1983 la estrategia era exportar lo que los mexicanos no podían consumir. Además, según los expertos, el crecimiento registrado en 1984 resultaba poco conveniente debido al proceso de ajuste que atravesaba el país.

En 1985, toda la tendencia favorable de la economía se vio interrumpida. El PIB se mantuvo en un 6% debido a la recuperación del mercado interno, la revaluación del peso y la escasez de crédito interno, lo que limitó la movilidad económica a recursos locales. Esto llevó a un aumento del déficit público en un 9.6% con respecto al PIB, en contraste con el 8.5% mantenido en años anteriores, lo que resultó en un aumento de las tasas de interés.

Sin embargo, uno de los factores más perjudiciales fue la sobrevaluación del tipo de cambio, que aumentó la demanda de productos importados en un 34%. Esto redujo el superávit comercial de 12,900 a 8,500 millones de dólares, disminuyendo las exportaciones en un 4.5% y aumentando las importaciones en un 11%. Además, se debilitó el superávit de la cuenta corriente de la balanza de pagos, cayendo a 3,000 millones de dólares, aunque la fuga de capitales disminuyó a 700 millones de dólares.

Esto tuvo un impacto negativo en todos los sectores productivos, excepto el manufacturero, que creció un 5.8%. Los sectores agropecuarios, de minería y construcción disminuyeron a un 1%, mientras que los servicios financieros cayeron un 0.5%. Sin embargo, los sectores más afectados fueron el de transportes, que pasó de un crecimiento del 6.4% en 1984 a un 2.7%, y el de servicios comunales, sociales y personales, que descendió de un 3.3% en 1984 a un -0.5%.

Durante el primer semestre de 1985, a pesar de la recesión del año anterior, la tasa de empleo formal aumentó, pasando del 2.3% al 8.5% de los trabajadores afiliados al IMSS, lo que representaba cerca de 8 millones de personas, de las cuales el 65% eran trabajadores permanentes. Esto benefició principalmente a la población urbana.

Como medida para sostener el crecimiento interno aprovechando la revaluación del peso, el gobierno redujo los controles del gasto público, lo que debilitó la balanza de pagos. En 1982, el país destinaba dos tercios del valor de su producción nacional para el pago de la deuda, reduciéndolo a la mitad en 1983 y posteriormente a un 43% y un 44% en los años siguientes por concepto de servicio de deuda externa. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la deuda seguía aumentando con el tiempo, ya que solo se estaba pagando el servicio.

En 1985, la deuda alcanzó los 95,000 millones de dólares, lo que llevó al país a no poder cumplir con sus compromisos con el FMI. Esto marcó el comienzo de los problemas económicos que se agudizarían a lo largo del año.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: José Luis Ávila. La era neoliberal.  

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Imagen:

  • Izquierda: Portada de la revista Time con Miguel de la Madrid, diciembre de 1982.
  • Derecha: Diario La Prensa del 1ro de septiembre de 1983.

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