La llegada de los holandeses al Caribe.

El entorno del Caribe fue muy complejo durante los 300 años del periodo colonial, ya que como España no tenía la suficiente población para ocupar todas las islas, la despoblación indígena producto de las epidemias y la guerra, así como la escases de productos que pudieran dar riquezas rápidas hicieron que el dominio español solo se concentrase en las principales islas como Cuba, Puerto Rico, La Española y Jamaica (esta última pasó por un periodo de decadencia y termino siendo arrebatadas por los ingleses en el siglo XVII), quedando el resto de las islas desocupadas. Esto le dio entrada a la llegada de las otras naciones europeas que vieron en estas islas menores lugares importantes tanto para el cultivo de caña de azúcar y como sitios para salvaguardar su flota corsaria para acosar a las posesiones españolas, haciendo acto de presencia Francia al oeste de La Española (actual Haití), Inglaterra ocupando las islas Bermudas, Barbados, Antigua y Barbuda, Bahamas y Caimán, asi como hizo su aparición una joven nación que acababa de independizarse, los Países Bajos.

La región de Flandes estaba constituida por diferentes estados dependientes del Ducado de Borgoña como parte del patrimonio de la dinastía francesa de Valois, este entra en crisis en la segunda mitad del siglo XV debido a la muerte del duque Carlos, quien no dejo heredero varón y todo fue legado a su hija María, quien para evitar que su patrimonio fuese a parar a manos del rey de Francia se casa con el archiduque de Austria Maximiliano de Habsburgo, teniendo como hijo a Felipe el Hermoso quien se termina casando con la princesa Juana de Castilla. Con el nacimiento de Carlos I de Castilla, los territorios de Flandes quedan integrados como patrimonio de la corona castellana, por lo que cuando gobernaba los flamencos vivieron un periodo de alta autonomía, pero a la llegada de Felipe II al trono, coincide con el periodo donde buena parte de los flamencos abandonan el catolicismo para adoptar las iglesias cismáticas como el calvinismo, lo cual iba en contra de la línea dura intolerante, empezando a tratar de centralizar el poder y a perseguir a los protestantes. Los rebeldes encuentran en el liderazgo del príncipe Guillermo de Orange a su principal soporte para legitimar la lucha e inician una guerra que dura cerca de 80 años hasta alcanzar su independencia en 1648 denominándose las Provincias Unidas de los Países Bajos.

A lo largo del periodo de guerra, los holandeses (gentilicio dado por la centralización del poder entorno al condado de Holanda dentro de los Países Bajos) iniciaron una serie de acciones subversivas para tratar de minar el poder de los Habsburgo, donde debido a su espíritu mercante sus navegantes se integran a la carrera colonialista estableciendo sus primeras factorías en África y en Asia, ya sea entablando relaciones con pueblos autóctonos o arrebatándoselas a los portugueses. Uno de los aciertos que tuvo el gobierno holandés fue el establecer la libertad religiosa, dándole oportunidad a la llegada de judíos sefarditas que iban huyendo de las políticas persecutorias en España y Portugal, ya que muchos de ellos habían participado en el establecimiento de las primeras redes comerciales de ambos reinos, se convierten en actores fundamentales para la consolidación del poder naval de las compañías holandesas al conocer de primera mano los territorios por donde se podían establecer.

El norte de Sudamérica está constituido por la región de la Guayana y que tiene como ejes tanto el Mar Caribe como el rio Orinoco, la cual estaba poblada por diferentes tribus seminómadas caribes quienes mantenían sus acciones hasta las Antillas Menores, pero su posición marina facilito la llegada de los españoles quienes se establecieron en las costas para explotar la sal y recolectar perlas. Debido a que los caribes se mantuvieron rebeldes y por su estilo de vida eran considerados “barbaros”, se dieron las condiciones para que la corona diera su autorización para capturarlos como esclavos, con ello los colonos de la naciente Venezuela tendrían garantizada la mano de obra para explotar los recursos de la región, por lo que indígenas y esclavos fugados se fueron estableciendo tanto al interior de la selva como en las islas que quedaron desocupadas como Aruba, Bonaire, Curazao, Tortuga, entre otras donde le dieron su apoyo a las incursiones piratas.

A diferencia de lo ocurrido en los reinos de Castilla y Aragón, la relación del reino de Portugal con los judíos fue menos áspera debido a que facilitaron su permanencia con su conversión al catolicismo, naciendo con ello una comunidad que mantenían en secreto su fe, por lo que muchos de ellos se integran a los esfuerzos de colonización de los portugueses como de los españoles después de la Unión Dinástica, razón por la cual muchos de los acusados por la Inquisición novohispana de judaizantes tengan por antecedente su procedencia portuguesa. Para finales del siglo XVI se dieron las condiciones para la entrada holandesa en el Caribe, ya que Felipe II los veta para que pudiesen comerciar en los puertos españoles y portugueses en 1598 y por lo tanto no podían adquirir sal, por lo que los marinos holandeses con el apoyo de los comerciantes judíos encuentran en los pueblos rebeldes indígenas y de exesclavos africanos de la Guayana y la península de la Guajira aliados valiosos para abastecer la demanda y que décadas después ayudarían al establecimiento de las colonias holandesa en Curazao y en Surinam.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Christian Cwik. Curazao y Riohacha: dos puertos caribeños en el marco del contrabando judío 1650-1750, del libro Ciudades portuarias en la Gran Cuenca del Caribe. 

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Imagen:

  • Izquierda: Reinier Nooms. Antes de la batalla de Las Dunas, 1639.
  • Derecha: Herman Moll. Mapa de las Indias Occidentales, 1736.

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