El sindicalismo frente a los petroleros.

La situación de crisis de la industria del petróleo a finales de la década de los 20 hizo imposible a las organizaciones sindicales lograr preservar los empleos de sus agremiados, ya que ante la continua baja de la compra de petróleo hacía que las empresas tuviesen que hacer los recortes necesarios para asegurar su sobrevivencia, por lo que los sindicatos solo se limitaron a intentan preservar a sus asociados lo más posible, bajando la plantilla de 50,000 trabajadores en 1920 a solo 15,000 en 1935 . La crisis petrolera duro hasta 1934, a partir de entonces las empresas volvieron a contratar a una gran cantidad de trabajadores eventuales para las labores de producción, pero los trabajadores que habían sobrevivido a la crisis gracias a los sindicatos se habían convertido en una suerte de “aristocracia petrolera” y se habían convertido en una clase privilegiada dentro de la industria, empezando a surgir resentimientos y hostilidad por parte de buena parte del resto de los trabajadores.

El panorama mexicano a su regreso al mercado petrolero ya no era el mismo, ya que esta vez contaba con la competencia cercana de Venezuela disputándole las importaciones, pero lograría sobreponerse gracias al alza de la demanda interna del petróleo que se vio fortalecida con el hallazgo de un nuevo campo petrolero en Poza Rica por parte de la compañía El Águila, llegando a abastecer el 40% de la demanda promoviendo con ello la construcción de la refinería de Azcapotzalco. Al nivel sindical, las cosas habían cambiado desde la muerte de Álvaro Obregón en 1928, ya que a partir de entonces empezaría la caída del poder de la CROM para dar a lugar al liderazgo de Vicente Lombardo Toledano, quien impulso el nacimiento de numerosas agrupaciones obreras campesinas y obreras con una base de izquierda. Estas nuevas circunstancias hicieron que se empezase a conformar una nueva base para ir acabando con el poder de veto del Jefe Máximo Plutarco Elías Calles, el poder en las sombras tras tres presidentes impuestos por el, siendo el general Abelardo Rodríguez quien en su presidencia empezaría a sembrar las condiciones para crear una base popular fuera del callismo y que sería aprovechada por su sucesor Lázaro Cárdenas.

Estas fueron las circunstancias con las que nacería el movimiento petrolero, el recuerdo de la crisis por el desplome de las ventas hizo que la nueva plantilla de trabajadores a través de sus organizaciones sindicales iniciase la lucha con la cual pudiesen asegurar los puestos de los agremiados sin importar las condiciones del mercado internacional, siendo Minatitlán el epicentro del inicio de las disputas obreras. Para ese entonces, los campos de Minatitlán habían entrado en decadencia debido a la baja de la extracción, los cuales estaban conformados por pequeños campos de baja importancia bajo la propiedad de El Águila, quien también poseía la terminal petrolera de Nanchital en Puerto México (Coatzacoalcos). Ante este panorama adverso, los sindicatos locales intentaron asegurar los puestos de trabajo de los petroleros de Minatitlán que se veían amenazados por la posibilidad de los despidos masivos, para ese entonces había sido un enclave de la CROM con la Unión de Obreros, pero tanto las autoridades locales como la compañía apoyarían el nacimiento de la disidencia en una pequeña organización de mecánicos de la refinería formando el Frente Único.

La rivalidad entre ambos sindicatos había complicado la negociación de los contratos obreros con El Águila, terminando por ser enrarecido por la intervención de las autoridades en apoyo al Frente Único e iniciando la persecución de los miembros de la Unión, dando las condiciones para que en 1933 la compañía empezase el periodo de despidos masivos de los cromistas asegurando los puestos de la disidencia, representando un abuso al ser ellos mayoría. Algo similar había ocurrido en el campo cercano de Agua Dulce donde El Águila seguía apoyando sindicatos a modo para que sirviesen para salvaguardar sus intereses y darle la preferencia de entrada a trabajadores libres que podrían despedir cuando no le conviniesen, perjudicando así el ámbito laboral al facilitar el despido de trabajadores experimentados para cambiarlos por nuevos, perjudicando la competitividad laboral al evitar su profesionalización para mantenerlo mediocre.

Estas circunstancia facilitaban las políticas raciales de El Águila, al evitar el mejoramiento de la mano de obra mexicana con los despidos con unos pocos años de experiencia justificaban los bajos salarios, por lo que daban las condiciones para que los trabajadores ingleses siempre estuviesen en mejores condiciones que los mexicanos, convirtiéndose en una demanda de la lucha obrera el forzar la integración de los trabajadores extranjeros en los sindicatos para asegurar la igualdad de condiciones. Hacia mayo de 1934 estalla la huelga de los petroleros del istmo por parte de los sindicatos cromistas, aunque antes del paro renunciaron los lideres a su filiación de la organización, exigiendo el fin de los sindicatos blancos, la celebración de un contrato colectivo de trabajo, prestaciones de ley, aumentos salariales, reducción de las horas de trabajo e indemnización por despido, demandas que fueron secundadas por los sindicatos de Tampico, siendo el preámbulo del fin del poder de Calles y el empoderamiento de Cárdenas.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Jonathan C. Brown. Los trabajadores y el capital foráneo en la industria petrolera mexicana, de la revista Secuencia no. 34.

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Imagen: S/D. Huelga petrolera, década de 1930.

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