Los primeros años de Francisco J. Múgica.

Dentro del estudio de la revolución, podemos encontrar diferentes personajes que tuvieron diferentes roles tanto en la lucha como en la conformación del régimen presidencialista, desde los caudillos populares quienes levantaron a las masas como a los intelectuales quienes le dieron solidez a la lucha al construir una base política. Uno de los arquitectos del nuevo orden revolucionario fue sin duda Francisco J. Múgica, quien como otras muchas personas en la historia no estaba destinado a tener un papel relevante en la historia, sino que fueron las circunstancias lo que lo desviaron de su camino como una persona normal y lo llevo a ser uno de los ideólogos de la revolución, estando cerca de pasar a tener un papel más activo al intentar llegar a la presidencia. Nacido en Tingüindín, Michoacán, hacia el año de 1884, Francisco José Múgica fue hijo de un maestro quien parecía le iba a legar su profesión, por lo que para que llevase una educación superior lo inscribe al Seminario de Zamora como alumno externo, si bien se apasionaría por las clases de latín y de los discursos de los emperadores romanos, siempre se mostró rebelde hacia las clases de teología, estando cerca de ser expulsado y por un dispendio del obispo de Zamora se le permitió saltarse la materia para que siguiera estudiando.

Hacia 1906, tenía cumplidos los 22 años y se disponía a buscar empleo, fue en esa etapa cuando descubre las publicaciones periódicas de los opositores al régimen porfirista como el “Hijo del Ahuizote”, “El Diario de Hogar” y “Regeneración”, los cuales lee ávidamente y decide unirse a la militancia del Partido Liberal Mexicano tratando de hacer carrera como periodista, atreviéndose a mandar un artículo a los editores de “Regeneración” en Saint Louis Missouri y seria publicado en la primera plana. Esto lo animó a seguir escribiendo y llegaría a convertirse en corresponsal en Michoacán del diario, dando el siguiente paso a crear sus propias publicaciones como “El Rayo”, “El Faro”, “La Voz”, “La Luz”, “La Prensa Libre” y “El Demócrata Zamorano”, todos ellos fueron perseguidos y clausurados por las autoridades locales por la radicalidad de su discurso. Ante la efervescencia del ambiente político de finales de la década, Múgica decide apoyar las intenciones del general Bernardo Reyes para competir por la vicepresidencia, llevándolo a armar un zafarrancho en un mitin que se estaba organizando en favor del oficialista Ramon Corral y le valdría ser arrestado por los desmanes.

Cuando sale de prisión, decide organizar los esfuerzos de la oposición en Michoacán para acabar con el gobierno de Porfirio Diaz en las elecciones, fundando un nuevo diario llamado 1910 donde exponía sus ideales, mientras se fue acercando con otros opositores como Gildardo Magaña, Antonio Navarrete, Eugenio Méndez y su hermano Carlos, quienes empezarían a conformar las bases en el estado de la campaña de Francisco I. Madero. El problema fue que en Michoacán hubo poca movilización hacia la campaña de Madero y tendrían una participación marginal en las elecciones, por lo que ante la derrota convence a su familia para mudarse a la Ciudad de México y ahí entraría en contacto con personalidades de la militancia maderista, quienes al ver lo inútil que resultaba la lucha democrática decidieron apostar por la lucha armada, siendo Múgica uno de los conspiradores. Teniendo la rebelión como objetivo, los maderistas empiezas a ayudar tanto en la impresión de los pronunciamientos para mantener informados al resto de los rebeldes, como también apoya la fabricación de bombas desde la colonia Guerrero, pero la conspiración fue descubierta y muchos de los colaboradores fueron arrestados, con excepción de Múgica quien logra huir hacia San Antonio con las intenciones de reunirse con la cúpula maderista como representante de sus compañeros quienes se fueron a insurreccionar Michoacán.

Logra entablar contacto con el círculo cercano a Madero como su secretario Roque Gonzales Garza, su hermano Alfonso y Federico Gonzales Garza, quienes lo llevaron a administrar el diario “México Nuevo”, pero el mantener el apoyo maderista no cesó su espíritu crítico hacia los rumbos que tomaba la revolución, llegando a declarar que su apoyo a Madero no era con el fin de empoderarlo como caudillo, si no por defender los ideales del liberalismo y la democracia. Si bien no pudo obtener el financiamiento del levantamiento de sus compañeros michoacanos, obtuvo la propuesta de participar en la lucha armada vía Coahuila para sumarse a las fuerzas rebeldes en Ojinaga, Chihuahua, la cual aceptó y participaría en las batallas más importantes de la campaña junto con Madero como la de Cuchillo Parado, la Sierra del Burro y Casas Grandes, a la vez seguía con sus esfuerzos periodísticos para mantener al pueblo informado. Una vez alcanzada la renuncia de Diaz en mayo de 1911, fue comisionado como delegado de paz maderista en Michoacán para entrar en contacto con las guerrillas rebeldes y acordar la paz, a la vez que fue haciendo campaña a favor de Madero para las elecciones por el Partido Constitucional Progresista de Camilo Arriaga.

Pero como muchos otros revolucionarios, se decepcionaría por las políticas de pacificación maderista donde implicaba la entrega de armas de los grupos rebeldes, dando señales de alarma tanto por el mantenimiento en sus puestos de algunos políticos porfiristas y por el incumplimiento de las demandas hechas durante la rebelión, criticándolo desde su periódico “El Despertador del Pueblo”. Ante la falta del empleo prometido por parte del gobierno maderista al seguir manteniendo su línea critica, recibiría la propuesta por parte del gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, para encargarse de la Dirección de Estadísticas del estado, sirviéndole para pagar su boda con Angela Alcaraz. No pasó mucho tiempo de su matrimonio cuando estallaría la sublevación de los porfiristas del ejercito contra el gobierno hacia febrero de 1913, siendo mandado por Carranza a la capital para ofrecerle a Madero el apoyo de las tropas del estado, integrándose a los cuerpos de voluntarios mientras le iba informando a Carranza el curso de los acontecimientos, pero al triunfar los golpistas de Victoriano Huerta alcanza a salir de la ciudad un día antes del asesinato de Madero y con ello se une a la lucha constitucionalista.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Anna Ribera Carbó. Francisco J. Múgica. El presidente que no tuvimos.

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Imagen: Hermanos Casasola. Francisco J. Mujica en la Comision primera de constitución durante una asamblea, 1916.

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