El desarrollo de las culturas de las Tumbas de Tiro.

El modelo constructivo de las tumbas de tiro del Occidente resulta algo único para el contexto mesoamericano, el cual inicia con la cultura El Opeño en Michoacán hacia los años 1500 al 1300 a.C. con la realización de tumbas de una cámara excavada en tepetate y con accesos escalonado, este fue cambiado para dar lugar al tiro para acceder a ella hacia los años 1000 al 800 a.C. en el territorio del actual municipio jalisciense de Mascota vinculado a la cultura Capacha. Fue en el periodo del 300 a.C. al 600 d.C. cuando el modelo de las tumbas de tiro vivió un periodo de expansión y masificación los territorios de Jalisco, Nayarit, Colima, el suroeste de Zacatecas y el oeste de Michoacán, aunque también se han encontrado ejemplos aislados de estas tumbas en Chilpancingo, Guerrero, una tumba en Teotihuacan, incluso en el Posclásico se han notificado algunas de ellas en Oaxaca en sitios como Coixtlahuaca y Jaltepetongo, así como una tumba purépecha localizada en el sitio de Huandacareo en Michoacán. Todas estas muestran como elemento en común la excavación del terreno dando forma de una cámara en forma de campana, aunque con los ejemplos localizados en el Posclásico pudiesen haberse tratado de desarrollos análogos sin la necesidad de la existencia de una relación directa con la tradición el Occidente.

Algo que resulta impactante y hasta el momento sin una explicación concluyente tiene que ver con la muy posible vinculación del desarrollo cultural de la región con el contacto con expediciones llegadas de Sudamérica, específicamente de los territorios del noroeste que abarcan el norte del Perú, Ecuador y Colombia, ya que en estos territorios también fue costumbre la de inhumar a sus muertos en tumbas excavadas en el terrero, tradición que se ha extendido hacia Panamá y Venezuela. Todo indica que los pueblos de la cultura Capacha pudieron haber mantenido contactos con la fase llamada Machalilla de Ecuador, la cual se desarrolló de los años 1500 al 1200 a.C. siendo posible la llegada de influencias de culturas como la San Agustín de Colombia; Chorrera, La Tolita y Jama Coaque de Ecuador; así como las peruanas Chavín de Huantar, Vicus, Gallinazo, Salinar, Moche, Paracas y Nazca. Esta influencia la veremos en un largo periodo que abarca desde el 1200 a.C. hasta el 700 d.C. siendo uno de los motores para el establecimiento de esta ruta la extracción del Spondylus, bivalvo de concha roja muy apreciada entre las cultura andinas y mesoamericanas y que debieron de haber requerido cuando las poblaciones locales eran afectadas por fenómenos como El Niño, ya que la ruta de ida y vuelta llegan a tardar un año en encontrar las condiciones para que las corrientes los lleven de regreso.

Junto con el desarrollo cultural entorno a las tumbas también es de destacar su muy particular arquitectura monumental, la cual los investigadores de la primera mitad del siglo XX no consideraron y llegaron a catalogar a los pueblos de Occidente como marginales al no encontrar indicios de centros ceremoniales, pero no tomaron en cuenta unos raros conjuntos concéntricos concentrados que son llamados localmente como guachimontones. Los guachimontones están conformados por una pirámide cónica y escalonada, donde a su alrededor de despliega una banqueta circular que la rodea y encima de esta se construyen basamentos piramidales rectangulares de menor tamaño, los cuales van desde los 8, 12 y 16 plataformas, ya fuera de este conjunto principal se localiza una cancha de juego de pelota para su uso ritual, demostrando con ello el mantenimiento de la liga con el resto de la tradición mesoamericana. Han sido varios sitios los que presentan esta forma de distribución localista, siendo el más grande localizado hasta el momento Teuchitlán al reunir 10 complejos concéntricos y dos juegos de pelota, seguido por Santa Quiteria, El Arenal, Ahualulco, Las Pilas, San Juan de los Arcos, Bugambilias, entre otros.

Es así que por la cantidad de centros ceremoniales encontrados se le ha denominado a esta tradición como Teuchitlán, la cual se desarrolló en la zona del volcán de Tequila en Jalisco como su núcleo cultural, si bien en un inicio se dudaba que los guachimontones pudiesen ser una de las características de los pueblos de las Tumbas de Tiro, esto se debe a los pocos trabajos de exploración realizados en el Occidente, pero de las campañas de investigación realizadas se han podido encontrar desde la región del norte de Jalisco y el sur de Zacatecas conocida como Bolaños, Huaynamota en Nayarit, la Bahía de Banderas, al norte del lago de Chapala, en el valle de Comala en Colima, así como los testimonios cerámicos de la fase Ixtlán del Rio. Otra de las regiones donde encontramos la presencia de guachimontones es en el Bajío, donde vemos algunos conjuntos localizados en sitios como Plazuelas, La Gloria y Peralta, pero a diferencia de su vecino aquí no vamos a encontrar tumbas de tiro y van a tener una proporción invertida, donde las plataformas rectangulares concéntricas son de mayor tamaño, mientras la pirámide circular central va a ser de menores proporciones.

Sobre las interpretaciones entorno a estos límites, los investigadores hablan de una influencia cultural ejercida por la zona nuclear de Teuchitlán y que llego a alcanzar tanto el Bajio como la costa del Pacifico, pero como muchos de estos guachimontones se tratan de conjuntos de menores proporciones podría hablarnos de la existencia de una relación cordial con los vecinos, pero a su vez aseguraron tanto la defensa como el acceso a materias primas prioritarias para las redes comerciales, por lo que su presencia nos indicaría un testimonio simbólico de su relación. Pero todavía quedan muchas incógnitas en cuanto a la tradición arquitectónica de los pueblos que conformaron la tradición de las Tumbas de Tiro, ya que hay centros ceremoniales que presentan el típico esquela mesoamericano de edificios ortogonales con la presencia de las tumbas dentro del territorio de Occidente, además que falta mucho material para poder establecer como se basaba la cultura política entorno a estos sitios, por lo que falta bastante por investigar en la región para lograr una interpretación lo más asertiva posible.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Verónica Hernandez Diaz. Muerte y vida en la cultura de tumbas de tiro, del libro Miradas renovadas al Occidente indígena de México.

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Imagen: Herb Roe. Reconstrucción del Circulo 2 y el Juego de Pelota de Guachimontones de Teuchitlán, Jalisco. Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Guachimontones#/media/Archivo:Guachimaontones_Aerial_detail_HRoe_2015.jpg

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