La disolución de las izquierdas y formación del PRD.

Las elecciones de 1988 en México fueron un hito crucial en la historia política del país, marcadas por un fuerte cuestionamiento sobre su legitimidad debido a presuntas irregularidades y fraudes. A pesar de la victoria oficialista del PRI y Carlos Salinas de Gortari, el proceso electoral generó un profundo descontento popular y una creciente demanda de democratización.

Cuauhtémoc Cárdenas, a pesar de no lograr revertir los resultados de las elecciones, capitalizó el impulso de la indignación popular para formar una plataforma política de izquierda que buscara la democratización del sistema desde adentro. Sin embargo, uno de los desafíos clave fue lograr el consenso y la unidad dentro de las fuerzas de izquierda, que históricamente habían estado fragmentadas y no habían logrado construir una base social lo suficientemente sólida para desafiar al PRI.

La propuesta de Cárdenas resultó atractiva para muchos debido a su capacidad para movilizar a la sociedad y su enfoque en promover la democracia y la participación ciudadana desde dentro del sistema político establecido.

A partir de octubre de 1988, los líderes de varios partidos y movimientos de izquierda, incluyendo el PMS, MAS, ORPC, CD, PLM, entre otros, liderados por Cuauhtémoc Cárdenas, iniciaron reuniones para establecer las bases del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Esta nueva formación política buscaba representar la pluralidad ideológica centrada en el ciudadano, aunque a cambio se requería la disolución de los partidos que formaban parte de la coalición.

La decisión de crear el PRD planteó un dilema para los antiguos miembros de las facciones socialistas, ya que observaron cómo se estaba replicando la estructura corporativista del PRI, lo cual contradecía los años de lucha contra el sistema. Sin embargo, también reconocieron la efectividad de participar en el juego político establecido, como se demostró durante el proceso electoral, lo que justificaba dejar de lado las exigencias ideológicas para apostar por un proyecto ciudadano.

Aunque persistieron dudas sobre la legitimidad de las elecciones y se confirmó la presidencia de Salinas, los partidos de izquierda, conocidos por su movilización popular, reconocieron las condiciones para luchar dentro del sistema democrático. Por lo tanto, era crucial avanzar hacia un proyecto de unidad progresista y democrática, abandonando dogmatismos y sectarismos que los habían mantenido separados durante años.

El proceso electoral de 1988 y su desenlace dejaron en claro que los partidos de izquierda por sí solos no podían captar suficientes votos para ser competitivos. El ejemplo del PMS con la elección de diputados, donde por si solos en el proceso de 1982 habian alcanzado el 4.08%, en 1985 el 3.30% y en 1988 repunta raquíticamente con un 4.31%, por lo que de persistir con esta estrategia en solitario iban en un evidente camino a la extinción.. La alta politización generada por este proceso electoral ofrecía una oportunidad única para construir una oposición más fuerte y competitiva.

La garantía de Cárdenas de no imponer una estructura ideológica rígida para el nuevo partido convenció a muchos militantes de izquierda a unirse al proyecto del PRD. Sus dirigentes comenzaron a trabajar en la negociación de los estatutos del partido. Aunque hubo intentos por parte de algunos militantes socialistas de conservar su identidad proponiendo una estructura de partido-frente similar a la del Movimiento 26 de Julio en Cuba o el Frente Sandinista en Nicaragua, prevaleció la idea de mantener una estructura ideológicamente diversa para dar cabida a los diferentes movimientos sociales.

El dilema se resolvió al acoger los principios de la Revolución Mexicana, dejando de lado la rigidez ideológica y adoptando las reglas de la democracia, lo que permitió que el PRD se convirtiera en un espacio político plural y abierto a la participación de diversas corrientes y movimientos sociales.

El proceso de definición de principios que amalgamaba a todas las facciones socialistas culminó con la conformación del PRD, aunque no evitó las críticas de algunos militantes socialistas. Estos cuestionaron la superficialidad ideológica del postulado fundacional del partido, señalando la falta de análisis de la problemática clasista de la sociedad mexicana y la ambigüedad del concepto de la «Revolución Democrática», que parecía referirse al periodo anterior a la revolución socialista.

A pesar del debate ideológico, se logró alcanzar el consenso de las bases y del 5 al 7 de mayo de 1989 se llevó a cabo la Asamblea Constitutiva del PRD, que inicialmente contó con 80,000 afiliados. Se cumplió con la disolución de los partidos previa al PRD, y una semana después el PMS anunció su fin, reconociendo la importancia histórica del proceso electoral de 1988 como un punto de inflexión hacia la democratización y equiparando la formación del PRD con eventos significativos como la revolución y el cardenismo.

Aunque en su constitución el PRD no adoptó explícitamente la ideología socialista, sus militantes vieron en el partido un instrumento para educar a sus votantes hacia esa ideología, en sintonía con el contexto social de la época.

En los albores de la última década del siglo XX, se hizo evidente que las divisiones ideológicas tradicionales dentro del socialismo no estaban sirviendo a las necesidades de la sociedad. Las diferencias entre marxistas, trotskistas, maoístas, cardenistas y otras facciones no estaban contribuyendo al objetivo común de proporcionar oportunidades a los sectores más desfavorecidos para que pudieran progresar. La nueva izquierda del siglo XXI se caracterizaba por su capacidad para acoger diferentes corrientes ideológicas, como el socialismo, el liberalismo y el nacionalismo, con el fin de alcanzar los objetivos fundamentales de la Revolución Mexicana.

Esta nueva perspectiva política surgió aprovechando el fracaso del neoliberalismo, que no lograba resultados inmediatos en el bienestar social, y el autoritarismo del antiguo sistema, que mostraba signos de erosión popular en su control sobre el país. El PRD se consolidó como un actor relevante en el proceso de democratización, ganando gradualmente terreno durante aproximadamente 25 años. Durante este período, el partido mantuvo una competitividad constante en los diferentes niveles electorales, logrando obtener importantes gobernaturas y bancadas legislativas.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Massimo Modonesi. La crisis histórica de los comunistas mexicanos, del libro Camaradas. Nueva historia del comunismo en México.

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