Para 1810, Agustín de Iturbide se encontraba retirado en su hacienda en Apeo debido a una licencia por enfermedad que le había otorgado el arzobispo-virrey Francisco Agustín Lizana y Beaumont, mientras en la capital se preparaba para el recibimiento del general Francisco Javier Venegas para que ocupase el puesto de virrey, desembarcando apenas en agosto a Veracruz y entrando en funciones para el 14 de septiembre. Tan solo 2 días después del cambio de gobierno es que estalla la rebelión de Miguel Hidalgo en Dolores, Guanajuato, y para el 20 de septiembre Iturbide recibe noticias de ella, por lo que emprende el viaje a la capital para apersonarse con el virrey y pronto fue mandado a reprimir a los rebeldes de Acámbaro. Pero decide desobedecer la orden y se presenta en Valladolid, donde fue informado que el pueblo de Maravatío corría el riesgo de caer por lo escasa de sus defensas, por lo que regresa a la capital para explicarle la situación al virrey proponiéndole su presencia en el pueblo, por lo que con una fuerza de 35 hombre logra contener a los insurgentes que eran entre 500 y 600.
El avance de Hidalgo por Guanajuato era imparable y pronto despertó el temor por parte de las elites de Valladolid al ir escuchando las tropelías cometidas por sus fuerzas, por lo que poco a poco fueron abandonando la ciudad como fue el caso de la familia de Iturbide quienes partieron rumbo a la Ciudad de México. La hacienda de Quirio fue alcanzada por los insurgentes para ser saqueada sin mayor reparo, mientras Iturbide se encontraba con sus tropas en el pueblo de San Felipe del Obraje recibiría mensajes enviados por el propio Hidalgo, quien le propuso unirse a el para que su familia y sus propiedades pudiesen ser respetadas, ofertas que rechazó. El 19 de octubre se le ordena integrarse a las fuerzas de Torcuato Trujillo para ir preparando la defensa de la capital, teniendo noticias del desplazamiento de Hidalgo de Valladolid rumbo a la Cuenca de México, por lo que emplaza las tropas en el Monte de las Cruces entablando batalla el 30 de octubre, donde a pesar de la derrota realista y el inexplicable retiro de los insurgentes el mismo Trujillo escribe maravillas del trabajo de Iturbide en el frente, por lo que el virrey lo asciende como capitán del regimiento de Tula el 17 de noviembre.
Si bien en un inicio la insurgencia tenía como mensaje político el reclamo a los abusos de la administración virreinal y se decía leal a Fernando VII, con el paso de los meses Hidalgo cambia el talante del movimiento, por lo que cuando toma Guanajuato empieza a perfilar la creación de un congreso nacional para determinar la forma de gobierno, pero la racha de victorias de la insurgencia pronto seria rota el 17 de enero de 1811 con la llegada de Félix María Calleja quien lo derrota en la batalla del Puente de Calderón en las cercanías de Guadalajara. Desde la batalla del Monte de las Cruces, Iturbide solo había mantenido unos cuantos enfrentamientos con los insurgentes, donde aprovecha para arrendar recuas de mulas a las tropas realistas para cargar las ´provisiones, que por las perdidas por el enfrentamiento de los rebeldes hizo que iniciase un reclamo al gobierno virreinal para cobrar cerca de 3,000 pesos, pero decide condonar cerca de 1,400 pesos por las pérdidas durante un enfrentamiento en Zitácuaro.
En esa misma ciudad, durante el mes de agosto se instala la Suprema Junta Gubernativa bajo la dirección de Ignacio López Rayón, quien declara su lealtad a Fernando VII, pero instando a los peninsulares a abandonar cualquier idea por querer seguir gobernando con planes de reconciliación, pero el virrey la rechaza y en un acto público manda a quemar la propuesta en la plaza mayor. Iturbide junto con sus tropas de Tula seria encargado de apostarse sobre el Bajío con la misión de capturar al rebelde Albino García, cuyos ataques se caracterizaban por la rapidez de las cargas de caballería que usaba, haciéndolo muy difícil de capturar como le sucedió al general Diego García Conde, por lo que Iturbide hace una misión furtiva para llegar al Valle de Santiago y logra capturarlo en su casa junto a sus hermanos y confisca un gran número de caballos, mulas y armamento, llevándolo a Celaya donde fue ejecutado el 5 de junio y el recibió el ascenso a teniente coronel. Durante su lucha, Iturbide iba perfilando lo que sería un constante reclamo de sus acciones militares, la brutalidad con a que enfrentaba a los insurgentes ocasionando muchas veces grandes matanzas, a lo que respondía que erar necesario para pacificar las zonas donde se encontraba y que fue cierto.
Dada la buena fama que iba adquiriendo por su efectividad, le escribe al virrey Venegas para que lo apoye en su iniciativa de crear un nuevo cuerpo de dragones provinciales mientras estaba a cargo de combatir a José María Liceaga atrincherado en una isla del lago de Yuriria donde había construido una fortificación, que a pesar de la opinión de García Conde quien consideraba innecesario proceder contra el fuerte, Iturbide decide atacar y con una operación anfibia la captura sin ninguna perdida el 20 de octubre. Poco después de su victoria en Yuriria, le toca proceder bajo las mismas condiciones en el pueblo de Zacapu, donde se llevó su tiempo y con el costo de dos soldados heridos logra tomar la fortificación insurgente de la Jaujilla, valiéndole el ataque desde la prensa rebelde como fue el caso de Carlos María de Bustamante quien no lo bajaba de sanguinario, acusándolo de las acciones cometidas en Salvatierra (acción aceptada por el mismo), pero esto no le impidió su constante ascenso que se vería favorecido por el cambio político dentro de la administración virreinal.
Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura
Federico Flores Pérez
Bibliografía: William Spence Robertson. Iturbide de México.
Imagen:
- Izquierda: Victor Labielle. Batalla del Monte de las Cruces. 1886.
- Derecha: Anónimo: Agustín de Iturbide. Siglo XIX.