Pátzcuaro en los primeros años de la dominación española.

El estado purépecha tuvo como una de sus bases lo que se podría considerar un modelo de desarrollo basado en una triple alianza de estados, lo que para Tenochtitlan fueron Texcoco y Tlacopa, para Tzintzuntzan tuvo como sus aliados primigenios los señoríos de Ihuatzio y Pátzcuaro, este último tenía una gran importancia religiosa al ser considerado un sitio sagrado por donde podían comunicarse con los dioses y el inframundo. A pesar de esto, en los años previos a la llegada los españoles atravesaban un periodo de decadencia debido a la revalorización de Tzintzuntzan como la única cabeza del estado tarasco retirando también a Ihuatzio (un proceso similar por el que estaba atravesando Tenochtitlan y fue truncado con la conquista), se estima que debió de abarcar un espacio de 100 hectáreas con una población de 5,000 habitantes, siendo un poco menor a Ihuatzio.

Una vez llegada la invasión española, la región de la cuenca de Pátzcuaro se vería muy afectada por las acciones de la expedición de Nuño de Guzmán, quien a pesar de la rendición del calzonci Tangaxoan II para evitar la destrucción de su pueblo, esto no evito que llegasen los efectos de la guerra y las epidemias que mermaron a los purépechas, por lo que entre los años de 1522 y 1538 los indígenas fueron presa del repartimiento en las encomiendas para trabajar en las minas o integrarlos a las expediciones hacia el noroeste, provocando el despoblamiento de Pátzcuaro. Esta situación tan precaria que la dejo en una condición de aldea empieza a ser revertida con la llegada de Vasco de Quiroga, sacerdote especializado en derecho quien empieza en la Nueva España como oidor de la Audiencia y que observaba con atención el proceso de evangelización de Michoacán y determino que sería el lugar ideal para empezar su proyecto utópico de los pueblo-hospital como la forma más efectiva para desterrar la idolatría de los indígenas y garantizar su cristianización.

Hacia 1536, el papa Paulo III crea el Obispado de Michoacán mediante la Bula “Illius fulciti praesidio” asignando el nombramiento de obispo a fray Luis de Fuensalida, pero este declina el ascenso y recae en Vasco de Quiroga, quien para entonces ya había iniciado sus planes con la fundación de Santa Fe de la Laguna en la antigua Uayameo en 1533. Ya con la investidura, establece la sede del obispado en Tzintzuntzan, declarando como catedral el templo de San Francisco, la cual se había construido en una plataforma que había sido la zona palaciega y se localizaba a la mitad del cerro Yarahuato, pero en realidad solo se trataba de un acto protocolario para respetar la condición de capital de la antigua ciudad purépecha y muda la sede a Pátzcuaro, argumentando que se trataba de un barrio de la “Ciudad de Michoacán” y por lo tanto se estaba cumpliendo con el mandato papal, esta decisión la toma argumentando que Tzintzuntzan no tenía las condiciones para ser asiento de la sede catedralicia.

Esta decisión fue apelada por buena parte de la nobleza purépecha y por los franciscanos, pero Vasco de Quiroga contaba con el apoyo del gobernador indígena Pedro Cuinierángari, perteneciente a la nobleza de Pátzcuaro, ya que con esto la que había sido la ciudad menor dentro de la antigua estructura prehispánica se empoderaba frente a la antigua capital. Las pretensiones de Vasco de Quiroga era la de dejar un testimonio para combatir la idolatría mediante la conquista total emulando a Granada, por lo que para la construcción de la sede catedralicia la hace en medio del antiguo centro ceremonial y dispone de los materiales de los antiguos edificios prehispánicos para erigir la ciudad que sería la manifestación a gran escala de la idea del pueblo-hospital para poder albergar a miles de indios.

Para la planificación de la ciudad, se recurrió a un maestro en geometría para el trazado de la lotificación que tendría como base los terrenos de la catedral, viviendo en el primer cuadro los indígenas y los españoles vivirían en un barrio dos leguas al noreste llamado Chapultepec, pero era fundamental la congregación de los indígenas que fue apoyada por el gobernador Pedro y respaldada con una campaña para convencerlos para mudarse a Pátzcuaro, calculándose que llegaron entre 30 y 40 mil indígenas. Esto supuso el disgusto de los encomenderos por ver mermado el número de indígenas a quienes controlaban y el cambio de sede no tuvo el visto bueno del virrey Antonio de Mendoza, suponiendo una serie de litigios por la disputa tanto por el alcance del obispado y los derechos de los encomenderos, sobre todo porque pronto tendría la respuesta española con la fundación de una nueva ciudad en Guayangareo con el nombre de Valladolid y que rivalizaría con el proyecto de Quiroga.

La situación hizo que Quiroga viajase a España hacia 1547 para resolver esa serie de problemas que se le estaban presentando, fue durante esa ausencia cuando los españoles aprovecharon para desviar el trabajo para la erección de Valladolid, todo gracias a la entrada del nuevo gobernador, Antonio Huitziméngari, perteneciente al linaje real de Tzintzuntzan, por lo que los indígenas vuelven a ser repartidos entre los encomenderos. Vasco de Quiroga regresa siete años después y encuentra un panorama adverso, pero contaba con el respaldo de la orden real que dictamina que se siga con lo proyectado por el obispo, por lo que de 1554 hasta 1565 se continúan con las obras de construcción de la ciudad y su catedral, pero con su muerte se empiezan a evidenciar serios problemas, como las condiciones del terreno que arruinaron la estructura de las construcciones, por lo que tuvieron que reducirse los alcances de Pátzcuaro y los posteriores obispos de Michoacán preferirían la centralización del poder en Valladolid quedando los planes de Quiroga en el abandono.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Igor Cerda Farias. Pátzcuaro. De puerta del cielo a la ciudad de Michoacán, del libro Pátzcuaro. Grandeza de una ciudad.

Imagen:

  • Izquierda: S/D. Retrato de Vasco de Quiroga.
  • Derecha: Basílica de Nuestra Señora de la Salud, Pátzcuaro, Michoacán, siglo XVI.

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