La derrota francesa en la batalla del 5 de mayo.

Los esfuerzos de Lorencez habían sido en vano y por más que mandaba soldados no lograría tomar el fuerte de Guadalupe, por lo que la batalla fue finalizada cuando inicia una tormenta de granizo y ordena la retirada a la hacienda de Los Álamos en perfecto orden y llevándose a sus heridos, una victoria que en el bando mexicano nadie esperaba. Mientras transcurría la batalla, en la Ciudad de México la vida de sus habitantes seguía su curso, solo en la clase política se estaban llevando a cabo movimientos ante la eventual llegada de los franceses, como lo demuestra el bando del general Anastasio Parrodi donde prohibía cualquier clase de reunión, diversiones públicas y un toque de queda a las 11 de la noche, mientras en Palacio Nacional como el Congreso y la Suprema Corte trabajaban normalmente, la presidencia recibía los reportes telegráficos de Puebla. Conforme transcurrían las discusiones legislativas, eran interrumpidas con la llegada del parte de guerra para informar la situación, hasta las 2:30 de la tarde fue cuando llega el mensaje donde anuncia la derrota francesa y su persecución por parte de la caballería, pero fue con la llegada del informe de Ignacio Zaragoza a las 5:40 pm cuando ya se dio por sentada la victoria.

De las bajas de la batalla, se estiman en el bando mexicano alrededor de 83 muertos y 215 heridos, mientras los franceses reportaron 117 muertos y 305 heridos, de los cuales dejaron valiosas provisiones abandonadas en el campo de batalla y que fueron recogidas y repartidas por la tropa mexicana, de donde destacaron algunas medallas obtenidas por su participación en la guerra de Crimea o las batallas de Magenta y Solferino. El ejercito baja de las fortificaciones y empiezan a desfilar por las calles poblanas con la banda de guerra, además de pasear a los prisioneros franceses quienes fueron tratados con respeto, aunque si hubo casos donde los soldados mexicanos les arrebataron sus condecoraciones provocando su desasosiego, el presidente Juárez ordeno que les fuesen devueltos. Los soldados que no habían sido heridos desfilaron a pie por las calles, mientras a los heridos se les cedieron el uso de los caballos incluyendo los oficiales, al finalizar fueron felicitados por el general Zaragoza y les dio 2 pesos como premio por la hazaña.

Esto no evito que el ejército mexicano bajara la guardia y esperaban un posible contrataque francés, incluso entre la población poblana tampoco se confiaron de la victoria, algunos ciudadanos se armaron ante la posibilidad de su llegada y no pocos siguieron preparando arcos con los colores de Francia para recibir a los expedicionarios. Para el día 6, llegaba el general Tomas O’Horan para reportar su éxito en Atlixco para detener el avance de las tropas de Leonardo Márquez, pero para el día 7 Zaragoza quedaría completamente tranquilo con la llegada de la brigada Guanajuato con 2000 soldados, desvaneciéndose la posibilidad del contrataque francés o de Márquez. Los franceses se habían atrincherado en el Cerro Amalucan para evitar la posibilidad de ser perseguidos, desde ahí vieron como Zaragoza no bajaba la guardia y se reforzaba con la llegada de los guanajuatenses, por lo que Lorencez ordena la retirada hacia Amozoc.

Tanto Zaragoza como el embajador Dubois de Saligny empezaron los juicios y señalamientos en contra del general Lorencez, empezando a analizar todos los movimientos ordenados solo señalaron el exceso de confianza y menosprecio a las tropas mexicanas, por lo que el gobierno de Napoleón III ordena mandar condecoraciones a los soldados destacados por sus acciones en batalla, mientras a Lorencez le mandó sus recriminaciones por la derrota y su destitución del mando de la expedición para remplazarlo por el general Frederic Forey. Mientras el gobierno mexicano iniciaría los procesos en contra de los colaboracionistas de los franceses, empezando por Juan N. Almonte cuyo nombre fue borrado como miembro de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, mientras el gobernador Tapia de Puebla investiga a los funcionarios que habían renunciado a sus cargos antes de la batalla, así como también empezaron a reconocer tanto al general Zaragoza como a los generales y soldados participantes en las batallas de Cumbres de Acultzingo, Atlixco y Puebla, llegándole a ofrecer a Zaragoza un premio en efectivo que rechazo y pedía que fuese repartido entre sus hombres.

Esto no lo pudo ver porque el 4 de septiembre mientras hacia los preparativos para atacar a los franceses estacionados en Orizaba fue contagiado de tifo, siendo trasladado a Puebla de emergencia muriendo hasta el día 8, siendo remplazado con el mando del Ejército de Oriente por el general Jesús Gonzales Ortega. El gobierno de Benito Juárez obtuvo un valioso tiempo para ir preparando la defensa del país ante la inminente llegada de más tropas francesas, organizando tanto el traslado del gobierno conforme se diese la ocupación francesa, esto no evito que tanto Zaragoza como su tropa se les diese el reconocimiento por la hazaña del 5 de mayo y les fueron haciendo diferentes homenajes como el del 4 de diciembre en el Fuerte de Guadalupe donde el presidente les dio sus medallas. Con ello inicia la segunda fase de la guerra civil entre liberales y conservadores la cual fue aderezada por la intervención francesa y la instauración del Segundo Imperio de Maximiliano, pero la sorprendente victoria del 5 de mayo fue fundamental para alimentar la resistencia a la ocupación por 5 años hasta lograr derrotarlos definitivamente.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Raúl Gonzales Lezama. Cinco de mayo. Las razones de la victoria.

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Imagen: José Cussachs. Batalla del 5 de mayo de 1862, 1903.

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