Educación de los indígenas del valle Puebla-Tlaxcala

La orden franciscana fue la primera en llegar junto con los españoles en el proceso de conquista, lo que les valió establecerse sus primeros colegios tanto en la Ciudad de México como en la recién fundada Puebla que serviría como base para su expansión en las comunidades indígenas de la región. Los indígenas se adaptaron a la nueva realidad religiosa de su entorno y se mostraron interesados en participar en la vida litúrgica de la iglesia, pero rápidamente el alto clero los dejo fuera junto a los mestizos y afrodescendientes a participar de manera activa en la vida religiosa mediante el Primer concilio mexicano de 1569 con el que pretendían asegurar que solo los descendientes de “cristianos viejos” pudiesen ejercer el sacerdocio, sin embargo lo cierto es que en la realidad en muchas regiones estas disposiciones fueron letra muerta y cada orden religiosa se adaptó a las necesidades de las sociedades regionales.

Era común que entre las familias indígenas gobernantes adoptasen los apellidos españoles como una forma de asociarse con los conquistadores y de esta forma poder entablar comunicación directa con el mismo rey de España para solicitarle favores reales como los títulos nobiliarios o el nombramiento de ciudad de sus comunidades como ocurrió con el caso de Cholula por parte de Carlos I hacia 1550. La situación de los gobernantes de la región Puebla-Tlaxcala era privilegiada y su situación era equiparable a la de los españoles, por lo que pudieron eludir la proclama que les impedían meter a sus familiares a la vida religiosa emulando lo que hacían los nobles españoles. Esta situación de aliados de los españoles les permitió que las familias fuesen consideradas en condiciones de igualdad de méritos de fe, por lo que se les atribuyeron que eran igual de piadosos y devotos.

Para evitar que esta particularidad impidiese violase las disposiciones de privilegio de los “cristianos viejos” es que nace la figura del “indio puro”, con lo que podían contar con una línea genealógica que permitiese asegurar que no tenían mezcla con africanos y poder acceder a la “pureza de sangre” que les permitía acceder incluso a la educación universitaria. En el caso de Puebla, la importancia que llego a tener como cede arzobispal permitió que la Catedral pudiese disponer de su propia universidad, de la que su obispo Juan de Palafox crea las disposiciones para que los indígenas pudiesen acceder a la educación superior demostrando con su genealogía las mismas condiciones de pureza que se les exigía a los españoles y así poder acceder a cualquier cargo civil o eclesiástico. A pesar de esta liberalización del acceso de los indígenas a la universidad, esto no impidió que la gran mayoría de los estudiantes siguiesen siendo españoles o criollos y que debido a las duras condiciones a las que se sometían a los bachilleres buena parte de estos tuvieran una vida de privaciones, estando en condiciones de mendicidad los estudiantes indígenas.

A partir de mediados de siglo XVIII con el impulso de las reformas borbónicas que buscaba socavar a las ordenes mendicantes en favor del clero secular es que estos sacerdotes indígenas tienen su oportunidad de obtener algún curato de alguna comunidad, aunque este proceso solo se produciría en las grandes ciudades y en sus pueblos cercanos, representando un importante flujo económico. Para esto fueron muy importantes instituciones como la Real Universidad y el convento de San Francisco en Puebla que fueron dirigidos por la orden franciscana los cuales recibieron a los estudiantes indígenas para que estudiasen al sacerdocio, desde donde cuestionaban al sistema que describieron como ineficaz ente el compromiso de cristianización de los indígenas, pidiendo que se quitara la restricción al resto de los indígenas para que pudiesen acceder al sacerdocio.

Para poder empezar su preparación sacerdotal, los estudiantes indígenas tenían el acceso a diferentes colegios de la ciudad de Puebla, como el Colegio de San Pedro y San Pablo donde accedían para su preparación desde la edad de los 12 a los 18 años, privilegiando a los que tenían un gran conocimiento de las lenguas indígenas como el mixteco, chocho, tlapaneca, totonaca y otomí. Uno de los grandes patrocinadores de la educación indígena fue don Melchor de Covarrubias, quien bajo su cobijo se fundan los colegios del Espíritu Santo y San Jerónimo con la administración de los jesuitas, cuyos estudiantes al terminar su formación pasaban al Colegio de San Idelfonso fundado por el obispo Alonso de la Mota para que estudiasen filosofía y teología.

El caso de Tlaxcala fue objeto de las diferentes vicisitudes que atravesó la entidad cuyo poder entro en crisis ante las deudas que adquirió el gobierno indígena a finales del siglo XVI por la perdida del eje comercial que se fue por Puebla, por lo que para el siglo XVII tuvo la intromisión de las autoridades españolas en el cabildo y que lograron sacarlos para el siglo XVIII. Esta pérdida de la importancia en favor de Puebla hizo que tanto los artesanos y comerciantes tlaxcaltecas migraran a esta ciudad para aprovechar la bonanza, al igual que los estudiantes que tuvieron las puertas abiertas para acceder a los colegios poblano, pero con el problema al igual que el resto de los estudiantes de tener que pagar por sus estudios y que provoco que sus familias tuviesen que vender sus tierras a los españoles. Es así que los indígenas del valle Puebla-Tlaxcala hicieron valer su posición de “indios conquistadores” para poder acceder a las esferas eclesiásticas y así poder tener a su alcance las fuertes sumas que dejaban las limosnas, esto solo se pudo poner a una situación de igualdad hasta la promulgación de la Constitución de Cádiz de 1812 cuando se quitaron los limitantes de quien podía acceder a la educación superior.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura

Federico Flores Pérez

Bibliografía: Revista Dimensión Antropológica no. 65. Francisco Morales:

  • Los estudiantes indígenas del Obispado de Puebla en la Real Universidad.
  • Sacerdocio y orden franciscana entre los naturales del valle de Puebla-Tlaxcala.

Imagen: Antiguo Colegio de San Idelfonso. Puebla. Siglo XVII

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