Los habitantes del Gran Tunal.

El centro del actual territorio mexicano se encuentra en la confluencia tanto de la Sierra Madre Occidental como la Oriental, donde los procesos geológicos dieron origen a un altiplano localizado al oeste del estado de San Luis Potosí, el norte de Guanajuato y el sureste de Zacatecas, conocido como la región del Gran Tunal por sus condiciones desérticas y la abundancia de nopaleras en su medio ambiente. Gracias a la presencia de los yacimientos de plata en la región fue posible que los españoles se interesasen en su colonización y la fundación de numerosas villas como la misma San Luis Potosí, pero previa a la conquista encontramos un territorio donde no era posible mantener un modo de vida sedentario, tanto por el clima seco como por la baja cantidad de lluvia, solo permitía el asentamiento de grupos nómadas quienes aprovechaban los pocos recursos estacionales disponibles. Esto ha provocado que el Gran Tunal haya quedado fuera del radar de las investigaciones arqueológicas, donde al solo tratarse de chichimecas nómadas no ameritaba mayor atención el estudio de campamentos o petrograbados, por lo que hay poco material al respecto y muchas veces solo se limitan a las crónicas españolas.

Uno de los temas donde podríamos ver la importancia del Gran Tunal en los tiempos precolombinos tiene que ver con las dinámicas comerciales mesoamericanas entre la región Occidente, el Altiplano Central, el Golfo de México y los cacicazgos militarizados norteños, una evidencia de esto lo tenemos en la persistencia del uso ritual del peyote tanto por los huicholes, los mexicas y las tribus nómadas, siendo esta región el hábitat de esta cactácea y donde existen santuarios como el famoso Wirikuta en Real de Catorce. Al nivel arqueológico, se ha investigado el sitio Cerro de Silva donde se han encontrado materiales tanto líticos como cerámicos de indudable influencia mesoamericana con un fechamiento de los años 100 a.C. al 1200 d.C., sobre todo en los entierros encontramos personajes que llevan la deformación craneal típica de los pueblos mesoamericanos, lo que podría indicar que los nómadas del Gran Tunal mantenían relaciones de diferente índole con los estados mesoamericanos limítrofes. En la región vecina de la Sierra Gorda, donde en tiempos mesoamericanos fue dividida en diversas ciudades-estado fortificadas, se han encontrado vestigios de material proveniente del altiplano potosino, por lo que es seguro que las tribus se hubiesen internado en diferentes temporadas y ahí se hubiese dado la interacción con los mesoamericanos con sus correspondientes intercambios culturales.

El éxito de la colonización mesoamericana de las zonas con una mayor captación de lluvia hizo posible el nacimiento de ciudades como La Quemada, Ranas, Toluquilla o Cañada de la Virgen, las cuales al haber alcanzado los niveles de organización estatal llevaron consigo la necesidad del comercio para abastecerse tanto de productos de primera necesidad para la población civil o de objetos suntuarios para las elites, manteniendo la comunicación con otras regiones mesoamericanas. Es posible que los nómadas del Gran Tunal hayan participado en la red de intercambios mesoamericana, ya que las fuentes coloniales relatan la presencia de solidas relaciones entre nómadas, seminómadas y agricultores de la región para apoyarse mutuamente, esto sin descartar la existencia de periodos de violencia de estos grupos. Pero también es evidente que hasta el momento no se han encontrado la presencia de redes comerciales en el corazón de Aridoamérica desde el oeste de San Luis Potosí, Coahuila, Nuevo León, hasta buena parte de Texas, lo que nos habla de la persistencia de los caminos por la sierra y de la poca necesidad mantener contacto directo de las tribus de esta zona, sino se dio de manera indirecta al comerciar con otros grupos aledaños a la zona mesoamericana.

Al ser un territorio semidesértico con recursos limitados, provocaría que las tribus tuviesen que adecuar un modo de vida cíclico para poder sostener la cacería y la recolección de determinados recursos, siendo necesario para asegurar la sobrevivencia de los diferentes grupos el establecer tanto territorios como tiempos determinados para poder establecerse, permanecer en él y desplazarse cuando haya terminado la temporada para irse a otro lado. En la zona se han encontrado tanto campamentos al aire libre y bajo techo, estas se hacían en las cuevas o en abrigos rocosos, las cuales se mantuvieron como la forma de habitación habitual durante gran parte de la historia indígena, teniendo un cambio en periodo llamado Venadito II del 100 a.C. al 200 d.C. cuando hay evidencia del inicio del contacto agrícola, como lo es la aparición de la presencia de cerámica y el inicio del uso de navajillas de obsidiana, teniendo como ventaja la presencia de yacimientos de obsidiana como el del Cerro del Sombrero. Según las referencias de las fuentes, lo más usual eran los campamentos al dejar constancia de la construcción de campamentos con la vegetación de la zona y su fácil desmantelamiento, en cambio en las cuevas no se ha localizado mayores evidencias de haber servido como habitación, por lo que es posible su uso exclusivo como sitios rituales al ser estos donde se alberga el arte rupestre de la región.

Los campamentos se solían asentar en las zonas de recolección, no se han encontrado en las cercanías de los pocos cuerpos de agua, indicándonos un profundo conocimiento de los recursos aprovechables en la región, incluso algunos investigadores proponen que la presencia de elementos líticos pudiera ser una señal de una cultura del reciclable, donde al no ser elementos perecederos podían dejarlos ahí para tiempo después reusarlos cuando hacía falta. Los elementos de la orografía sin duda conformaron parte de la vida ritual de las tribus, como lo vemos en el caso del Wirikuta huichol y su antiquísima tradición peregrina, esto lo vemos en los múltiples ejemplos de petrograbados donde plasmaron sus símbolos religiosos, los cuales de momento resultan indescifrables. Solamente mediante la arqueología podemos llenar los huecos que nos dejaron los procesos de conquista y colonización, pero hacen falta recursos para llevar a cabo los proyectos tanto de investigación como de conservación, solo asi podríamos detener las amenazas que ciernen sobre ellas ante las necesidades del mundo moderno que no deja de estigmatizar como una zona “vacía” de nulo desarrollo cultural.

Gracias por su atención y los espero en la siguiente lectura.

Federico Flores Pérez.

Bibliografía: Geiser Gerardo Martin Medina. Consideraciones sobre los pobladores del semidesierto en la región del altiplano potosino y el Gran Tunal durante la época prehispánica desde el paisaje y la territorialidad, de la revista Arqueología no. 62.

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Imagen: Pinturas con manos en negativo. Cueva del Almagre, SLP.

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